Centrándose en una cabaña en medio de una tormenta de nieve, recreó una atmósfera inquietante y salvaje en donde los diálogos cortaban como navaja. Con pulso maestro, logró que una mínima anécdota (caza -recompensas con mujer prisionera, junto a otros personajes en la mencionada cabaña) funcionara de maravilla.
Dentro de esta apretada síntesis, es justicia hacerle un lugar a “Trumbo: Regreso con gloria” de Jay Roach, una producción basada en la vida de Dalton Trumbo, con Byan Cranston (“Breaking bad”) a la cabeza. Una impecable recreación histórica sobre la época del macartismo (tenebroso senador Joseph Mac Carthy), las listas negras de Hollywood y el conflicto de la censura frente a la creación artística.
Excelente. No menos excelencia demostró -una vez más- Woody Allen con “Café Society” que también pasaba revista al universo de la Meca en sus años dorados y los entretelones palaciegos de actores, productores y otras yerbas. Un guión sofisticado y mucho glamour como maquillaje fue la estrategia de Allen en su película número cuarenta y seis.
A su vez, “El ciudadano ilustre” de la dupla Duprat/Cohn y “Kóblic”, dirigida por Sebastián Borensztein resultaron títulos destacados de la cinematografía argentina con obras totalmente diferentes que retrataban al país desde los retazos de un pasado reciente y el choque de un Premio Nobel de Literatura en su pueblito natal. (Renglón aparte para “La luz incidente” de Ariel Rotter que también se trasladó a un pasado en blanco y negro para destaque exclusivo de una ascendente Érica Rivas).
En otro orden de cosas, a nuestro juicio, España también aportó lo suyo con la bizarra “Mi gran noche” de Alex de la Iglesia homenajeando a Raphael, mientras que China se despegó del pelotón con “Lejos de ella” de Jia Zhangke, generando una poderosa radiografía del proceso que ha experimentado este país colosal a lo largo de varias décadas y generaciones.
A nivel internacional, finalmente, “El divorcio de Viviane Amsalem” de Ronit Elkabetz marcó la diferencia entre la filmografía israelí, registrando un juicio kafkiano que puso al descubierto la situación de la mujer en un régimen de matices machistas y reaccionarios.
¿Y por casa cómo andamos?
Dentro del panorama local, este cronista confiesa estar nadando contra la corriente ya que, si bien “Clever” de Federico Borgia y Guillermo Madeiro se impuso como gran ganadora en varios rubros, quien suscribe quedó fuera de este alocado experimento (auto -catalogado como una “comedia no apta para mediocres”) que, según muchos colegas, presentó una renovada versión del cine nacional.
En lo personal, no logramos integrarnos a esta historia de karateca divorciado y cocainómano que busca a un pintor que imprimiera fuegos especiales en su auto para lograr un tuneado exclusivo. Tampoco encontramos el humor ni esa supuesta energía renovadora de la realización audiovisual uruguaya y hasta pronosticamos un previsible final -mientras mirábamos la película- que terminó cumpliéndose al pie de la letra. Las disculpas del caso por no estar a la altura crítica de una obra tan importante.
Por el contrario, esa renovación la encontramos en “Los modernos” de Mauro Sarser y Marcela Matta. Con la “simple” idea contar historias de vida a través de la problemática que atravesaba una pareja constituida por un editor freelance de agencias publicitarias y una productora de un canal estatal.
Aquí sí vimos frescura y vitalidad con diálogos desacartonados y un trabajo de actores que también supuso una bocanada de aire fresco con destaque especialísimo de Noelia Campo en una comprometida caracterización de su personaje. También filmada en un riguroso blanco y negro (como “La luz incidente”), la fotografía otorgó un plus especial para ilustrar el contexto de un Montevideo con sus claroscuros, en medio de una valiosa banda sonora que terminó redondeando un producto de gran calidad.
No menos valiosa fue “Las toninas van al este” de Gonzalo Delgado y Verónica Perrotta, un agridulce registro sobre el encuentro de una hija y su padre gay en medio de un balneario en baja temporada. La propuesta estuvo a la altura de las expectativas que había generado y plasmó un chispeante trabajo actoral, plenamente disfrutable, entre Jorge Denevi y Verónica Perrotta.
Finalmente, en el área documental, Mario Handler volvió a dar el batacazo con “Columnas quebradas”, peculiar radiografía del proletariado criollo con sus matices, encontronazos y combates sindicales. Quien conozca la filmografía de Handler ya sabrá que su continuo experimentar siempre pega en algún nervio sensible.
Y este caso no fue una excepción. El registro audiovisual que propuso Mario mostró -en ciertos tramos- un eclecticismo radical de nuestra sociedad. Una obra valiosa, sin duda, con la que cerramos este sintético balance cinematográfico. Feliz año.