Un prodigio tanto por la actuación del elenco como por el riguroso manejo de tensiones.
Si no fuera porque han existido casos reales sobre el tema que narra la película, resultaría extraño digerir esta fabulación de mujer encerrada por un enfermo mental en una pieza de dos por cuatro -con su pequeño hijo- durante siete años.
Tal es el argumento de “La habitación”, una aterradora situación de “claustrofobia doméstica” que descubre miedos a la vuelta de la esquina como sucedió en el denominado “Secuestro de Cleveland” donde un portorriqueño mantuvo prisioneras a tres mujeres durante una década. (Como dato al margen cabe señalar que esta demencia fue descubierta hace apenas tres años y acaparó titulares en todo el mundo).
Esta locura enfermiza también presentó un caso similar en Austria (un padre que tuvo en cautiverio a su propia hija durante veinte años) y resultó el punto de partida para la novela escrita por Emma Donoghue, que luego se convirtiera en bestseller y catapultara su pasaje al cine a través de la adaptación guionística realizada por la propia autora.
Lo importante del asunto es que, desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, “The room” es un prodigio tanto por la actuación del elenco como por el riguroso manejo de tensiones que se desarrollan dentro y fuera de la celda camuflada.
Por supuesto que el pequeño actor Jacob Tremblay prácticamente se roba la película en la personificación de un niño de cinco años que ha crecido en ese microuniverso esencial, desarrollando una lógica ajena a la realidad del mundo. Pero tampoco está de más subrayar la sugestiva energía de la actriz Brie Larson como la madre prisionera y el talento demostrado por el director Lenny Abrahamson.
|
|
