La filosofía en su historia y mediaciones
4. La filosofía
de Platón: la teoría de las ideas y el conocimiento por Dra. Rita María Buch Sánchez
Gentileza, para Letras-Uruguay, del Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo |
La
problemática lógico-ontológica. los grandes sistemas idealistas. El
nuevo enfoque del filosofar y del papel del maestro de filosofía
en Sócrates, entre otros factores, conducirán al pensamiento antiguo
hacia los grandes sistemas filosóficos de los siglos V y IV a.n.e.
- Platón y Aristóteles – y a la creación de las grandes
escuelas filosóficas fundadas por ellos, La Academia y El Liceo,
respectivamente. Hijo
de Aristón y Perictiona, nace Platón de Atenas (427-347 a.n.e.) en el
seno de una de las familias pertenecientes a la más rancia aristocracia
esclavista ateniense, descendiente de la familia del rey Codro. Recibió
una esmerada educación durante su niñez
y juventud, y en su sistema se aprecian las más variadas
influencias filosóficas, que van desde el pitagorismo, pasando por la
dialéctica heraclitiana (recibida
sobre todo a través de Crátilo, discípulo del filósofo de Efeso) y la
teoría del ser parmenídeo, hasta llegar a Sócrates, de quien llegó a
ser su más destacado discípulo, y bajo cuya influencia permanecería
desde los veinte años, hasta la muerte del maestro, en el 399 a.n.e. La
condena a muerte de Sócrates por un tribunal democrático ateniense fue
un hecho que conmocionó a Platón y determinó de manera definitiva su
orientación filosófica hacia la priorización del ideario ético-político
en su sistema, por una parte y, por otra, hacia la elaboración de una
vasta literatura filosófica, compuesta fundamentalmente por diálogos, en
los cuales intentó perpetuar la memoria del maestro y rendirle singular
tributo, lo que explica que en su inmensa mayoría, aparezca Sócrates
como el principal interlocutor y expositor de su propia teoría y de la
filosofía platónica, cuestión que en no pocas ocasiones ha traído
dificultades a doxógrafos y estudiosos del pensamiento platónico, a la
hora de establecer un ordenamiento o clasificación de sus obras. Tras
la muerte de Sócrates, Platón realizó diversos viajes, primero a Megara,
y luego, sucesivamente, a Egipto, Cirene,
el sur de Italia y Sicilia. En esta última, conoció a Dión, (cuñado de
Dionisio I, tirano de Siracusa) quien convenció al filósofo para que
intentara llevar a la práctica su ideario político en dicha ciudad, lo
que ocurriría en tres ocasiones (388, 367 y 361 a.n.e.) que culminarían
en un rotundo fracaso. Tras
el primer intento fallido en el 388 a.n.e. Platón tuvo que huir de
Siracusa y retorna a Atenas, donde funda en el 387 a.n.e. La Academia,
que llegaría a convertirse en una de las más importantes e influyentes
escuelas filosóficas de la antigüedad, y cuya existencia se extendería
durante siglos, hasta el año 529 de nuestra era. Tras
el segundo y tercer intentos fallidos de concretar en la práctica sus
concepciones políticas en Siracusa, Platón permanecería ya en Atenas de
manera continua desde el 360 a.n.e. dedicado casi de manera absoluta a sus
actividades en la escuela que dirigía. La
obra escrita de Platón nos ha llegado casi íntegramente y constituye un
magnífico ejemplo de vinculación indisoluble entre filosofía y
literatura, por su belleza y estilo. Escrita casi toda en forma de diálogo,
con pocas excepciones (entre las que pueden citarse la “Apología de Sócrates”
y algunas cartas conservadas) va mostrando de manera progresiva cómo fue
evolucionando el ideario del filósofo, desde su juventud (muy cercano a Sócrates
todavía), hasta llegar a su total madurez (etapa en que elabora su
ontología, su gnoseología y su ideario ético-político propio, también
conocida como fase clásica del platonismo) y una última etapa en
la que, a partir de diversas críticas recibidas, a veces de sus más
destacados discípulos, Platón, ya anciano, entra en una fase crítica de
su propia teoría, todo lo cual quedaría registrado en sus últimos diálogos. En
general, la obra escrita de Platón suele ser dividida, al igual que su
vida, en cuatro etapas, bastante bien delimitadas entre sí. 1)
Etapa
socrática: Apología de Sócrates; Ión; Critón; Protágoras; Laques;
Trasímaco; Lisis; Cármides;
Eutifrón. 2)
Etapa
de transición: Gorgias; Menón; Eutidemo; Hipias Menor; Crátilo;
Hipias Mayor; Menéxeno.
3)
Etapa de madurez: Banquete; Fedón; República; Fedro. 4)
Etapa
de vejez: Teeteto; Parménides; Sofista; Político; Filebo; Timeo;
Critias; Leyes; Epínomis. A
lo largo de esta extensa obra se puede apreciar que con Platón, la
filosofía se estructurará de manera sistémica, al abordar múltiples
problemas de la más variada índole, que pudieran sintetizarse en tres
elementos fundamentales: ontología, gnoseología y pensamiento ético-político.
A
continuación, se expondrán las más importantes ideas del filósofo en
su etapa clásica, con el fin de caracterizar sintéticamente y a grandes
rasgos su sistema filosófico, no sin antes aclarar, que el análisis de
la obra de Platón ha presentado a doxógrafos e investigadores del
pensamiento antiguo grandes complejidades, fundamentalmente a partir de
dos factores. En
primer lugar, está el hecho de que Platón, como homenaje póstumo a su
maestro, eligiera a Sócrates como principal interlocutor en la mayoría
de sus diálogos. Este elemento ha ofrecido no pocos problemas a los
especialistas, por cuanto hace difícil deslindar el pensamiento platónico
del socrático, sobre todo en las dos primeras etapas. En
segundo lugar, la incorporación de elementos mitológicos y de ficción
en su discurso filosófico, que junto a la utilización de una depurada técnica
literaria, aplicada con gran maestría, se combinan en una casi perfecta
mezcla de ficción y realidad, mito y filosofía, hecho que si bien por
una parte, acrecienta la complejidad de la comprensión de su discurso,
por otra, determinará el carácter
atractivo y cautivante de su obra, cuya lectura, aún en nuestros días,
ofrece singular placer a los amantes de la filosofía. Se
puede añadir un tercer factor, que es la imbricación de todos los
elementos de su sistema, los cuales, lejos de aparecer expuestos como una
sumatoria de partes aisladas e inconexas entre sí (independientemente de
que existen muchos diálogos dedicados a un tema específico), aparecen
magistralmente expuestos, a partir de una casi perfecta y armónica
combinación de aspectos de su ontología, gnoseología, psicología, ética,
política, estética, pedagogía, cosmología, etc. He aquí uno de sus más
grandes méritos y a la vez, una de las mayores dificultades para su
estudio, que, por todo lo expuesto, no permite quedarse en el análisis
epidérmico de su obra, sino que requiere gran profundidad para lograr una
aproximación integral a su pensamiento. De
todos los elementos que integran su sistema, merecen especial atención
los que conforman su ontología, su gnoseología y su ideario
ético-político. Estos tres elementos, constituyen la columna
vertebral de su sistema y entre ellos, la ontología, cumplirá la función
crucial de servir de eje central a toda su teoría, si bien el objetivo último
del filosofar platónico manifiesta un carácter eminentemente político.
Este aspecto resulta esencial para comprender íntegramente el pensamiento
platónico y en especial, el de su etapa clásica. La
ontología platónica se expone a partir de la teoría de las ideas.
Dicha teoría, contentiva de múltiples aspectos, descansa a su vez en una
idea clave que aparecerá de manera reiterada y de diversos modos
planteada, a lo largo de todo el pensamiento platónico: la realidad
que circunda al hombre y que nos muestran los sentidos, es un imperfecto
reflejo de una realidad trascendente e inteligible, que resulta para
Platón la única realidad verdaderamente existente, la cual está
conformada por ideas puras, que condicionan, posibilitan y determinan la
existencia del conjunto de fenómenos y objetos que conforman la
naturaleza. Esas
ideas constituyen el ser de la realidad, son perfectas, inmutables,
eternas y se presentan como los modelos o arquetipos que posibilitan la
existencia de la realidad natural, la cual está sujeta al devenir y por
ende, al surgimiento y la desaparición de los objetos y fenómenos que la
constituyen. De este modo, la
teoría de las ideas determinará el carácter idealista objetivo
de la respuesta que ofrece Platón ante el problema fundamental de la
filosofía. A
partir de este planteamiento ontológico,
Platón se ve en la necesidad de estructurar una gnoseología
coherente y que explique de manera consecuente (en el marco de su sistema
filosófico) cómo el hombre puede, por medio de la razón, elevarse desde
el punto de vista cognoscitivo, desde lo sensible hasta lo inteligible,
para lograr el conocimiento de las ideas, es decir, la aprehensión de las
mismas. Para
explicar cómo es posible el conocimiento en cuanto ciencia o
racionalidad, Platón utilizará una serie de alegorías, entre las cuales
se destaca la alegoría de la caverna, mediante la cual explicará
que el conocimiento sensorial (doxa u opinión), como conocimiento de lo
material, sensible, imperfecto y perecedero, no es verdadero conocimiento,
sino que constituye sólo un estímulo para que el alma humana,
esencialmente racional, recuerde mediante un proceso dialéctico
ascendente y descendente, lo que ésta ya sabía y había olvidado al
nacer el hombre (teoría de la anámnesis o reminiscencia), ya que
para Platón el alma humana es inmortal y al morir el cuerpo del hombre,
ésta se separa y se eleva hasta la región de lo inteligible, para lograr
la aprehensión y el auténtico conocimiento de esa realidad trascendente
e ideal. Al
respecto, expresará: “-
Pues bien, mi querido Glaucón – dije -: toda esta imagen debe
ponerse en relación con lo dicho anteriormente; por ejemplo; la realidad
que la vista nos proporciona con la morada de los prisioneros, y esa luz
del fuego de que se habla con el poder del sol. No te equivocarás si
comparas esa subida al mundo de arriba y la contemplación de las cosas
que en él hay, con la ascensión del alma hasta la región de lo
inteligible. Éste es mi pensamiento que tanto deseabas escuchar. Sólo
Dios sabe si está conforme con la realidad. Pero seguiré dándotelo a
conocer: lo último que se percibe, aunque ya difícilmente, en el mundo
inteligible es la idea del bien, idea que, una vez percibida, da pie para
afirmar que es la causa de todas las cosas. En el mundo visible ha
producido la luz y el astro señor de ésta, y en el inteligible, la
verdad y el puro conocimiento. Conviene, pues, que tenga los ojos fijos en
ella quien quiera proceder sensatamente tanto en su vida pública como
privada”.[1] Reconocer
que el conocimiento de las ideas es sinónimo de auténtico conocimiento,
y que los datos que nos aporta el conocimiento sensorial no reflejan lo
verdaderamente existente, resulta así para Platón equivalente a la
alegoría del esclavo, que ha permanecido en el interior de una caverna
oscura junto a otros y logra al fin liberarse, salir al exterior de la
caverna y percibir los objetos mismos y no sus sombras. Esta
idea de carácter gnoseológico se imbrica indisolublemente con una idea
esencial de su teoría ético-política, ya que al enfatizar que el
esclavo que logró liberarse y salir de la caverna, debe retornar al
interior de la misma para explicarle al resto de sus compañeros de
cautiverio lo que vio, y mostrarles la diferencia entre verdad (ciencia) y
opinión (doxa), Platón deja plasmada claramente la misión del filósofo
dentro del estado y su responsabilidad en relación con la educación del
ciudadano. Es
por esto que la teoría política de Platón, indisolublemente ligada a su
ética y a otros elementos de su sistema, propone que la misión del filósofo
es lograr la justicia en el estado, cuestión a la que está dedicado su
diálogo “La República”. Esta obra, en el conjunto de sus
escritos, reviste especial significación y en ella se conjugan, quizás
como en ninguna otra, todos los elementos que conforman su sistema,
logrando total armonía y complementación. Para
Platón, el estado constituye una imagen – reflejo ampliada del alma
humana. De suerte que si se cumple la justicia a nivel individual en
cada ciudadano del estado, el conjunto de todos ellos garantizará que se
cumpla la justicia en el estado, siempre y cuando todos sus miembros dejen
el mando a los filósofos, dotados de un alma cualitativamente superior y
de aptitudes innatas que garanticen un buen gobierno. De
tal modo, según Platón, el alma humana se compone de tres partes bien
diferenciadas entre sí: racional, irascible y concupiscible. La
primera se explica por sí misma y debe garantizar a nivel individual que
en el alma prevalezca la razón sobre las partes restantes; la segunda está
asociada al valor y la tercera es la parte inferior, por estar
estrechamente relacionada con los apetitos sexuales y alimentarios del
hombre. En
correspondencia con esto, existen para el filósofo tres tipos de alma,
que pueden ser diferenciadas, así como pueden ser distinguidos
determinados metales, unos de otros, tales como el oro, la plata y el
bronce. Asimismo, según Platón, para que un estado sea justo, deben
existir tres estamentos sociales, cada uno de los cuales debe cumplir una
función dentro del mismo: 1)los filósofos o gobernantes, cuya
función ha de ser gobernar, educar y velar porque se cumpla el ideal de
justicia dentro del estado, garantizando sobre todo que cada estamento
cumpla estrictamente la función social que le corresponde y no otra;
2)los guerreros o custodios, que constituyen un estamento
auxiliar de los gobernantes y cuya función radica en defender al estado
de sus enemigos externos e internos y, por último,
3)un tercer estamento constituido por campesinos, artesanos,
comerciantes, etc. que garanticen la producción, comercio y
reproducción de los bienes materiales que necesita el estado. En
correspondencia con esto, los gobernantes están dotados de alma de oro y
son poseedores de la sabiduría; los guerreros poseen alma de plata
y se destacan por la valentía y, por último, los pertenecientes
al tercer estamento social poseen alma de bronce y deben mantener como
virtud la prudencia. Como
puede apreciarse, la teoría política de Platón es inseparable de su
teoría del alma, así como de las restantes partes de su sistema (ontología,
gnoseología, ética, pedagogía, etc. y constituye una defensa de las
normas y valores de la aristocracia esclavista de su época. La influencia de Platón en la filosofía de la antigua Grecia y en general, en el mundo occidental fue inmensa, pero sobre todo, se puede apreciar especialmente en quien fuera su discípulo más destacado: Aristóteles.
[1] Platón – “La Repùblica”. Editorial Ciencias Sociales, 1973. Págs.. 207-208. |
Sigue, el libro, en:
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El sistema filosófico de Aristóteles - Dra. Rita María Buch Sánchez |
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3 |
Sócrates y su programa filosófico - Dra. Rita María Buch Sánchez |
Dra. Rita María Buch Sánchez
Rigoberto Pupo Pupo
©2008 Rita M. Buch Sánchez
La filosofía en su historia y mediaciones
Instituto de Educación Superior “José Martí” de Monterrey.
Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
Todos los derechos reservados Editorial Sintaxis
ISBN: 1405-308XCU
Gentileza, para Letras-Uruguay, de Rigoberto Pupo Pupo
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Dra. Rita María Buch Sánchez en Letras Uruguay
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay
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