La filosofía en su historia y mediaciones
3. Sócrates y su
programa filosófico por Dra. Rita María Buch Sánchez
Gentileza, para Letras-Uruguay, del Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo |
La
problemática ético-político-antropológica. Con Demócrito, quedaría definitivamente
resuelta la polémica Heráclito – Parménides de la manera más
consecuente posible, en el marco del pensamiento cosmológico de los
naturalistas, al tiempo que
dicha problemática dejará paso a nuevos problemas condicionados por
importantes cambios histórico-sociales,
que determinarán la nueva orientación del filosofar y la
preeminencia de una nueva problemática ético-político-antropológica, a
la cual responderán los Sofistas y Sócrates, en el marco del siglo V
a.n.e. y sobre todo, bajo el gobierno democrático-esclavista de Pericles
en Atenas. Cierto
es que la Sofística no constituyó una escuela o corriente de carácter
estrictamente filosófico, sino más bien se manifestó como un movimiento
de carácter educativo, cultural e ideológico, vinculado al florecimiento
de la democracia-esclavista en Atenas y otras ciudades-estados, cuya función
social de primer orden, estaría determinada por la necesidad de ajustar
al ciudadano a las nuevas normas y valores que desde un punto de vista ético
y político, debían ser defendidas para consolidar los ideales de esa
naciente democracia, en el marco de la sociedad esclavista griega. Uno
de sus más genuinos exponentes, Protágoras de Abdera (480-410 a.n.e.) expresaría esta nueva orientación del
filosofar, en su conocida máxima: “El hombre es la medida de todas las
cosas...”, destacando el papel político activo del ciudadano en la
polis y ubicando al hombre como centro de los problemas a debatir, lo que
determinará que en lo adelante, los
temas en torno al cosmos y su devenir,
pasaran a ocupar un lugar secundario. Estos
sofistas o "maestros de
sabiduría" se plantearon el problema de la virtud y la posibilidad
teórica de enseñarla, de acuerdo a los nuevos postulados democráticos,
si bien es cierto que sus intereses eran más prácticos que teóricos. En
el caso de Protágoras, la
enseñanza de las artes de la oratoria, principalmente la Retórica (arte
de convencer) y la Erística (arte de refutar)
por una parte, y la reducción del conocimiento a doxa o
conocimiento sensorial por otra, lo llevarían a extraer conclusiones
filosóficas que apuntaban a un criterio práctico-utilitario de la verdad
y a una comprensión
relativista y subjetivista del conocimiento. En
franca oposición a las concepciones de los sofistas, sobre todo en cuanto
al problema del conocimiento y el problema de la virtud, se destaca la
personalidad de Sócrates de Atenas (470-399 a.n.e.), en el contexto de la problemática ético-político-antropológica, figura que
marcará nuevas pautas en el quehacer filosófico de la antigüedad y se
caracterizará por la defensa de las normas y valores de la aristocracia
esclavista ateniense. El
hombre es, para Sócrates, efectivamente,
el punto de partida de la investigación filosófica, pero la
virtud, en tanto ciencia, no puede ser enseñada ni aprendida. Antes bien,
se nace con ella. Sólo
la introspección del alma consigo misma, puede conducirnos a la comprensión
de la verdad. La máxima socrática: "Conócete a tí mismo", de
inspiración religiosa, expresa
la “ironía” o auto-reconocimiento de la ignorancia (“sólo se que
no se nada”), como fase preliminar, necesaria y preparatoria del método
que, adecuadamente aplicado por el maestro, conducirá al discípulo, del
desconocimiento o falso conocimiento, hasta el
descubrimiento doloroso de los conceptos que se logran definir
mediante la inducción, por medio de la
Mayéutica, concebida por Sócrates, como el arte de hacer parir
ideas al alma humana. En
tal sentido, la función del “maestro” no es la de transmitir
conocimiento, sino aplicar un método adecuado para lograr que desde el
interior del alma del discípulo, broten o afloren las definiciones que
expresen el contenido de los conceptos o valores absolutos, los cuales de
manera innata reposan en el interior del alma humana y, el maestro,
mediante el diálogo inteligente, logra extraer. Esta
orientación eminentemente ética del pensamiento socrático, tras la
muerte del “maestro”, sería continuada y defendida, tanto por su discípulo
mayor (Platón), como por las llamadas escuelas socráticas menores
(cirenaica, cínica y megárica). La
influencia de Sócrates en la filosofía posterior fue inmensa y ha
generado en la historia de la filosofía, las más vivas y sugestivas polémicas.
Werner
Jaeger, destacado especialista en la cultura griega, ofrece su apreciación
de la manera siguiente: “Sócrates
es una de esas figuras imperecederas de la historia que se han convertido
en símbolos (…) Sócrates se convierte en guía de toda la Ilustración
y la filosofía modernas: en el apóstol de la libertad moral, sustraído
a todo dogma y a toda tradición, sin más gobierno que el de su propia
persona y obediente sólo a los dictados de la voz interior de su
conciencia; es el evangelista de la nueva religión terrenal y de un
concepto de la bienaventuranza asequible en esta vida por obra de la
fuerza interior del hombre y no basada en la gracia, sino en la tendencia
incesante hacia el perfeccionamiento de nuestro propio ser“.[2]
“Sócrates es el fenómeno pedagógico más formidable en la historia
del Occidente”.[3]
Por
su parte, el historiador de la filosofía Rodolfo Mondolfo, al referirse a
la influencia histórica y la perennidad de Sócrates, en su excelente
monografía dedicada a esta figura, señalaba: “Aún
entre los grandes filósofos que confiaron a celebradas obras escritas la
transmisión de su pensamiento a la posteridad, hay muy pocos cuya
influencia histórica haya superado o igualado la de Sócrates, que no dejó
nada escrito (...)”. “La
expansión de la influencia de Sócrates empieza durante su vida, pero se
intensifica después de su muerte. Toda la filosofía griega posterior está
dominada por su influjo (…)”. “Cierto
es que las escuelas socráticas se orientan en direcciones distintas y en
parte opuestas, pero todas proceden de la concepción socrática de la
filosofía como camino de vida y de su preocupación, tanto por el ideal
del sabio – ideal concretado en la autoconciencia y en el autodominio
espiritual – como por un conocimiento de la verdad vinculado al
ejercicio de la virtud y del bien.”[4]
Referencias:
[1]
El texto que aparece a continuación ha sido extraído íntegramente
del libro Introducción a la filosofía antigua, de la Dra.
Rita M. Buch Sánchez. (Ed. Cit.) [2]
Jaeger, Werner – PAIDEIA. Los ideales de la
cultura griega. Tomo
I. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1971, p. 389. [3]
Jaeger, Werner – PAIDEIA. Los ideales de la
cultura griega. Tomo
I. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1971, p. 389. [4]
Mondolfo, Rodolfo – Sócrates . Editorial Universitaria de
Buenos Aires, s/f. p. 54. |
Sigue, el libro, en:
4 |
La filosofía de Platón: la teoría de las ideas y el conocimiento - Dra. Rita María Buch Sánchez |
Viene de:
2 |
Breve panorama de la filosofía presocrática - por Dra. Rita María Buch Sánchez |
Dra. Rita María Buch Sánchez
Rigoberto Pupo Pupo
©2008 Rita M. Buch Sánchez
La filosofía en su historia y mediaciones
Instituto de Educación Superior “José Martí” de Monterrey.
Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
Todos los derechos reservados Editorial Sintaxis
ISBN: 1405-308XCU
Gentileza, para Letras-Uruguay, de Rigoberto Pupo Pupo
Ver, además:
Dra. Rita María Buch Sánchez en Letras Uruguay
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay
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