El interés que despierta esta importante exposición que se inauguró en la sede de la Comisión Nacional de Bellas Artes, radica fundamentalmente en los valores de los artistas intervinientes, y en mucho a la definición en lo que tiene que ver con la ubicación de los pintores nacionales e italianos de aquella época. "Prestigio del Ottocento” y la respuesta uruguaya, es sin duda una demostración que viene muy bien en la actualidad, para certificar que el verdadero arte no muere, aun cuando haya pasado el siglo de su vivencia como Escuela actuante de una evolución “manchista", que tuvo su centro en Italia.

Es importante recalcar que todo el acervo es propiedad de Museos nacionales, municipales de la Capital y del interior de la República, instituciones sociales y coleccionistas particulares.

El sentido didáctico aplicado a la exposición, que pone de manifiesto un movimiento de arte tal vea sea las ansiosas y simultáneas evoluciones plásticas modernas olvidaron de su misma esencia relativa a su valoración de solución pictórica avanzada, es otra de las verdaderas funciones básicas de este acierto. La confrontación de los pintores italianos y uruguayos que enriquecieron una libre y espontánea fuerza dinámica que sacaba de la rigidez académica a la pintura, esclarece la intervención de los artistas uruguayos en el “Prestigio del Ottocento".

“Modernizar el pasado" es una función que cabe sustentar en las actividades nacionales. Más, cuando las generaciones nuevas, obnubiladas por la fácil aceptación de la expresividad instintiva, olvidan que la pintura es un arte difícil.

Observa ese cuadro de Fattori, "Vita de Caserna”, es una fiesta de grandes valores en un cuadro único que tiene en el recinto del museo su lugar de ejemplo y enseñanza pública.

Puede advertirse en la muestra la oposición, y al mismo tiempo el encuentro de la Escuela "manchista". Blanes en sus obras académicas y en sus grandes cuadros históricos mantiene un estricto rol documental que en algunos de sus bocetos, tanto de su serie de elementos del campo como en el inolvidable “La fiebre amarilla”, se libera por la mancha y la espontaneidad de la idea y la ejecución. Pero esto justifica, ya entrada en la vertiente uruguaya de la pintura del ochocientos, la esencia desarrollada en ese genial uruguayo que fue Federico Sáez. Es en este pintor que la técnica adquiere toda su amplitud y soltura. Si en verdad la mancha requiere una base fundamental de dibujo para que no sea inicua su versión, nadie mejor que Sáez, que dibujó maravillosamente. Esa figura que es la presencia de su tela “Interior”, y el “Busto de una amiga” poco conocidos, comprueban una realidad de extraordinarias virtudes. No solo el pintor ejecuta su obra con las condiciones magnificas de un señor del color y la pincelada, sino que la vida se escapa de la expresión que conjunta todos los atributos de un artista.

Veamos los cuadros de italianos famosos contemporáneos de dicha Escuela. Las figuras de Irolli, de Ranzoni, no tienen punto de comparación con las del uruguayo. Es momento de declarar que el pintor, a nuestro juicio, configura una de las personalidades más grandes de aquella escuela “manchlsta” del "Ottocento”, y que sería una enorme sorpresa en Europa una exposición de las pinturas y dibujos en la actualidad. Porque si las figuras de Irolli aparecen efectistas y magras, con detalles “hechos” en la "mancha”, no invaden la sorprendente visión plástica de Sáez, su hacer aparentemente fácil, siguiendo la intención del dibujo en la calidad del color y en la genial solución pictórica. Blanes es el exponente de la Academia, como decimos, y de lo clásico de la época ochocentista. Junto a Cayetano Galllno con retratos de gran talante. Estilizados perfiles y calidades en las sedas.

Valor aparte los de Carios María Herrera con una serie elegida de pasteles. Su estudio "Desnudo” lo atestigua, sus cabezas de gauchos y hombres del campo definen al grande de la pintura nacional, junto a su “Labriego”, quemante cromatismo itálico, aun cuando el artista haya estudiado en España.

Destacamos el paisaje de Fillipe Palizzi, rica materia y dúctil dibujo animalista. Agregamos "Los soldados”, de Fattori, calidad transparente y bellísima del apunte directo. Un buen retrato de Ussi; el magnifico y avanzado paisaje de Lorenzo Delleani, anunciador del impresionismo y derivadas evoluciones, entre la que no escapa por cierto la de Tossi. "Mujer y niño’', de Fabretto, uno de esos pequeños cuadros que junto a los de Pietro Fragiácomo (un poema), y en otro sentido más clásico el de Vines, representan aquello que en pequeño se dio en llamar "pintar en grande”. No así el cuadro de Bazzaro, muy inferior, a pesar de su tamaño, a la mayoría de lo expuesto. Marinas de Di Martino y Larravide, obras hermosas de Eianchi, ia soltura de Carcano, Conoonl, Laporte, Morelli, Puig; el Rosales, que empaca en su hispánica vivencia la influencia del Caravaggio. Una exposición que, ideada y organizada por el Profesor y Critico de Arte don José Pedro Argul, auspiciada por el Ministerio de Cultura, Instituto Cultural Italiano y Comisión de Artes Plásticas, ordena una época en sus respuestas de italianos y uruguayos.

ver: Carlos Federico Sáez - Hijo de su época, por Raúl Montero Bustamante (Uruguay) c/video

     Juan Manuel Blanes, gran pintor nacional, por Edmundo Prati (Uruguay) c/videos