La
influencia francesa en el país
IV
- Los residentes franceses
Octavio
Morato |
Los
residentes franceses toman varias veces las armas, no precisamente para
constituir un regimiento y tomar parte en las guerras de la Argentina,
sino para formar una milicia. Un
decreto de 1820, obliga en Buenos Aires a todos los extranjeros, a
incorporarse a los batallones de la milicia urbana. El cónsul francés
protesta; numerosos franceses que no quieren someterse abandonan el país
y se van a Montevideo. Poco después, el mismo Cónsul autoriza la
incorporación de sus connacionales, después que el comandante de los «Amigos
del Orden» explica las condiciones en que los extranjeros ingresan en los
batallones. Los
batallones de milicia urbana formados en 1820, se disuelven poco después.
En virtud de los servicios prestados por los hombres que formaron parte de
ellos, se les concede el titulo de «Ciudadanos de Buenos Aires», que
Rosas retira en 1829 al tomar posesión del gobierno de la Provincia de
Buenos Aires, por primera vez. Los
franceses en 1828 se habían distinguido por su decisión entusiasta por
la causa de los unitarios. En 1829 habían formado un batallón: desoído
las intimaciones de su cónsul y preferido continuar sirviendo
militarmente, al derecho de conservar íntegra su propia nacionalidad. Durante
el primer período de la tiranía de Rosas, la población de Buenos Aires
huye y se reúne en Montevideo. El bloqueo francés, la falta de seguridad
individual, hacen que el principal comercio y las principales casas
extranjeras se trasladen a Montevideo. Antes
del Sitio Grande, Montevideo contaba con 42.000 habitantes, de los cuales
la tercera parte eran extranjeros. Pero desde que se hace sentir la invasión
y se teme el sitio, abandonan muchos la ciudad emigrando para el exterior.
Durante los cuatro años que le antecedieron recibe 21.850 inmigrantes,
entre ellos 10.200 franceses, 6.376 italianos y 3.200 españoles. Desde
1836 empiezan a llegar a Montevideo millares de inmigrantes, pues mientras
Rosas dispersa la población natural de la República Argentina,
Montevideo los cobija, se agranda, y en un año se convierte en ciudad
floreciente y rica. Todos los años emigran de Europa en aquella época,
dice Sarmiento, medio millón de hombres por lo menos. Hasta
1840, esta inmigración se dirige principalmente hacia Estados Unidos. La
congestión inmigratoria en las ciudades de las costas en Norte América
es tal, que ha hecho allí tan difícil la vida como en la propia Europa;
el malestar y la miseria de que huyen les espera allí también. Estados
Unidos mismo, incita a loa emigrantes a no dirigirse a aquellas tierras ya
congestionadas, y la corriente inmigratoria empieza en 1840 a costear la
América dirigiéndose al Río de la Plata; es en estos momentos que Rosas
dispersa la población natural argentina, ya presa de sus atropellos,
cuando Montevideo se agranda hasta convertirse
en ciudad próspera, más bella que Buenos Aires y más llena de
movimiento y comercio». En
1843, al principio del Sitio Grande de Montevideo, la población se había
reducido a 31.000 habitantes, clasificados en esta forma: 11
montevideanos; 15 europeos; 3 americanos y 1 africano. La
población francesa era entonces de 6.324 y representa por lo tanto el 20
por ciento del total y es la agrupación extranjera más importante. Los
orientales no alcanzan a duplicar esa cifra, pues suman 11.431. Bien puede
haber dicho Sarmiento, que los europeos habían tomado posesión de
Montevideo. Los
franceses forman, pues, entonces, la principal colonia extranjera del
Uruguay y había de participar de las alternativas de la lucha entablada
contra Rosas, en condiciones tan eminentemente significativas, que la
presentan como un caso único en la historia y con relieve de heroísmos
singulares, La Legión Francesa Los
franceses forman la principal colonia extranjera en el Uruguay, en
momentos en que va a establecerse el sitio denominado de la «Guerra
Grande» por las fuerzas del general Rosas. Y esa colonia había de
participar de las alternativas de la lucha feroz y sin cuartel que trae el
enemigo, en condiciones tan destacantes, que la presentan como un caso único
en la historia moderna y con relieves de heroísmos singulares. En
1839, ante la invasión del general Echagüe con el ejército rosista, los
franceses residentes en Montevideo son autorizados por el contraalmirante
francés Le-Blanc, que está al frente de las fuerzas navales que
sostienen el bloqueo de los puertos argentinos desde 1838, para armarse,
reunirse y defenderse en caso de peligro. La invasión de Echagüe fracasa
con la derrota sufrida en loa campos de Cagancha y vuelve relativa
tranquilidad a los espíritus. El
tratado celebrado en 1840 por Francia y Rosas, denominado Mackau - Arana,
restablece las relaciones entre ellos y tiene como consecuencia inmediata,
la cesación del bloqueo. Pero
a raíz de la derrota sufrida por el ejército de la Liga al mando del
general Rivera, en el Arroyo Grande, que abre las puertas a los ejércitos
rosistas sobre el Uruguay, Francia e Inglaterra, de común acuerdo,
intiman a Rosas la cesación de las hostilidades y el retiro de las tropas
del territorio oriental. La intimación es desoída y las tropas
triunfantes del enemigo se acercan rápidamente a poner sitio a
Montevideo. En
Enero de 1843, los residentes franceses reciben como durante la anterior
expedición, autorización para armarse y reunirse en caso de peligro.
Mientras tanto en el consulado trances, a invitación del cónsul, se
celebra una reunión de residentes franceses, con objeto de recordarles
que el Código francés privaba de la nacionalidad a los súbditos que
tomaran las armas al servicio del extranjero y al mismo tiempo darles
conocimiento de un despacho ministerial de Francia, por el cual se anuncia
que no es necesario que la colonia francesa se arme; que si fuera preciso
la intervención del gobierno francés, éste mandaría fuerzas necesarias
al Río de la Plata; que los Agentes extranjeros y jefes de estación
naval habían tomado las medidas de urgencia en caso de ataque a la plaza
de Montevideo y que deberían los franceses enarbolar su pabellón, como
advertencia al enemigo, del cual se recabaría la inviolabilidad de las
personas y de las propiedades extranjeras. Como los buques de guerra
franceses situados en el Río de la Plata no pueden disponer de suficiente
armamento, ni munición, el cónsul juzga conveniente y así lo aconseja,
que cada uno se arme individualmente. Se nombra una comisión compuesta de
12 miembros, caracterizados franceses y presidida por el cónsul M. Pichón. Pocos
días después, el periódico «Le Patriote Français» publica una nota
de la Comisión designando los cuarteles a ocupar en caso de peligro y con
el carácter de neutrales. Los cuarteles son diez; tres de marina y siete
de residentes y quedan ubicados en locales pertenecientes a personas de
aquella nacionalidad. El
16 de febrero, el vigía del cerro de Montevideo, anuncia a la vista y a
pocas millas de distancia, las primeras fuerzas enemigas. Los
trabajos para la organización del Cuerpo de Voluntarios siguen
activamente. A fines de febrero y ante ese hecho el cónsul declara
oponerse a la creación de cuerpo alguno de residentes franceses con los
colores de su nación. Los iniciadores juzgan poderlo hacer sin los
colores de la bandera francesa. Al pequeño batallón de Voluntarios se
alistan 200 hombres y concurren por primera vez al servicio de
descubiertas en unión del 5º de línea y de la Legión Argentina. La
masa de la población francesa no toma parte todavía en el movimiento
militar. Pocos
días después, y precisamente a causa de la organización de ese cuerpo
de Voluntarios, se produce la intimación del bloqueo del puerto de
Montevideo por las fuerzas navales de Rosas y la distribución de la
circular del jefe del ejercito sitiador de la plaza de fecha 1° de abril,
que habría de dar motivo al armamento de las legiones extranjeras. El
1º de abril de 1843 el jefe sitiador de Montevideo dirige una circular a
lodos los cónsules extranjeros en plaza, en la cual declara haber sido
informado de que varios residentes extranjeros emplean su influencia para
atraer partidarios a los enemigos de Rosas y que otros toman las armas en
su favor. «No respetará la calidad de extranjero, ni en los bienes ni en
las personas de los súbditos de otras naciones que tomen partido contra
la causa que los sitiadores sostienen y serán considerados, en tal caso,
como rebeldes salvajes unitarios y tratados sin ninguna consideración.» El
efecto de la circular es contra producente para el jefe sitiador. Una vez
conocida por la población, se reúnen los ingleses en el Hotel Clav Pole
y dirigen una representación al Comodoro Purvis, jefe de la estación
naval inglesa en el Plata. Una
comisión se presenta al Gobierno de Montevideo y ofrece la formación de
la Legión de Voluntarios Franceses. Se resuelve aceptar el concurso
ofrecido, después de una breve vacilación y un grupo numeroso residente
de esta nacionalidad, recorre las calles de Montevideo entonando La
Marsellesa. «Le Patriote Erançais», periódico editado por Renaud y
redactado por Delacour, sostiene y prestigia enérgicamente el armamento
de los franceses, contra las tendencias del cónsul, repetidamente
manifestadas. En
los primeros días de abril se celebra en el Teatro del Comercio, después
San Felipe, una reunión de los residentes franceses. Reunidos, resuelven
formar la Legión, eligiendo a Crisóstomo Thiebaut, antiguo oficial del
Imperio, como jefe y como segundo en comisión a E. Des Brosses,
comerciante. En pocos días se organizan batallones; suman alrededor de
2.000 los hombres incorporados y el numero aumenta día a día. Se les
provee de armamento y de vestuarios. Empieza la instrucción; se organiza
su Estado Mayor, su hospital, etc. No
llegan los legionarios a cubrirse con la bandera de la Francia porque el cónsul
interpone su reclamo; pero llevan los colores de la patria ausente, en
cintas, escarapelas tricolores, mientras los italianos en su legión de
600 hombres enarbolan su bandera negra, con el Vesubio en erupción en su
centro, simbolizando el luto de la patria y la ardiente llama de la
libertad en sus corazones.» En
la salida ordinaria del 28 de abril de 1843, una parte de los voluntarios
franceses del regimiento «Libertad» en unión de otros cuerpos de
guarnición en¡ Montevideo, reciben el bautismo de sangre y de
sacrificio. En una emboscada caen siete prisioneros; entre ellos el
oficial André y son sacrificados bárbaramente. «El valor y el coraje de
nuestros bravos compatriotas, dice la orden del día del coronel Thiebaut,
ha dado lugar a una escena de horror y de carnicería y por resultado una
catástrofe espantosa. Ved, pues, realizados los primeros ensayos de una
política infame. Esa sangre derramada no quedará impune.» Desde entonces la Legión Francesa queda definitivamente identificada con las aspiraciones generales de los defensores de Montevideo y una firme resolución de acompañarlos hasta el fin de la jornada, señala todas las vicisitudes y obstáculos que ha debido recorrer y salvar, hasta verse obligada por los acontecimientos y por la obstinación de su firme voluntad, a hacerse ciudadanos orientales, para escapar a la presión del gobierno francés, que por todos los medios trata de evitar que sus súbditos presten en alguna forma servicios en favor de la causa de Montevideo.
Ver, además:
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Octavio Morato
Revista Nacional
Ministerio de Instrucción Pública
Año I - Diciembre de 1938 - Nº 12
Revista perteneciente al archivo personal del escultor don Edmundo Prati. El texto digitalizado y editado por mi, Carlos Echinope, editor de Letras Uruguay - año 2004
Editado por el editor de Letras Uruguay
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