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Orlando Van Bredam:
sus respuestas, poemas y minificciones |
Entrevista realizada por primera vez a un escritor de vasta trayectoria, entrerriano de nacimiento y formoseño por adopción, quien ha obtenido no menos de doce primeros premios, entre los cuales se cuenta el Premio Emecé 2007 por su novela "Teoría del desamparo". |
Entrevista realizada por primera vez a un escritor de vasta trayectoria, entrerriano de nacimiento y formoseño por adopción, quien ha obtenido no menos de doce primeros premios, entre los cuales se cuenta el Premio Emecé 2007 por su novela "Teoría del desamparo". Orlando Van Bredam nació el 23 de agosto de 1952 en Villa San Marcial, provincia de Entre Ríos, la Argentina, y reside desde 1975 en la ciudad de El Colorado, provincia de Formosa. Es Profesor en Castellano, Literatura y Latín y Licenciado en Gestión Educativa por la Universidad Nacional de Formosa, así como Magister en la Enseñanza de la Lengua y la Literatura por la Universidad Nacional de Rosario. Es profesor titular de Teoría y Crítica Literaria y Literatura Iberoamericana en la Facultad de Humanidades de la UNaF. Ha participado en numerosos congresos, jornadas, paneles, seminarios y mesas redondas de carácter artístico o cultural. Su quehacer en distintos géneros ha sido difundido en revistas y diarios, en soporte gráfico y digital, de su país y del extranjero. Ha obtenido no menos de doce primeros premios y otras distinciones. Se ha desempeñado como jurado en múltiples ocasiones, en varias provincias argentinas. Textos narrativos y poéticos de su autoría han sido traducidos al francés, al flamenco, al portugués y al alemán. |
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Entre otras, ha sido incluido en las antologías de narrativa breve “La otra realidad. Cuentistas de todos los rincones del país” (selección y prólogo de Mempo Giardinelli, 1994), “El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo” (Palencia, España, 2007), “El mundo de papel” (microficciones infantiles, selección de Mónica Cazón, 2014); también, entre otras, ha sido incluido en las antologías de poesía “El soneto hispanoamericano” (1984) y “Patria de luz” (2000), y en el volumen ensayístico “Homero Manzi, poesía nacional en vigencia” (de Eulogio Ireneo Argüello, 2008). Publicó las novelas “Colgado de los tobillos” (2001), “Nada bueno bajo el sol” (2003), “Teoría del desamparo” (Editorial Emecé, 2007), “La música en que flotamos” (finalista del Premio Clarín Alfaguara 2007, editada en la provincia de Chaco en 2009), “Rincón Bomba, lectura de una matanza” (2009), “Mientras el mundo se achica” (2014), los libros de cuentos “Fabulaciones” (1989), “Simulacros” (1991), “La vida te cambia los planes” (minificciones, 1994), “Las armas que carga el diablo” (minificciones, 1996), “Música de entonces” (2004), “Las tumbas aéreas” (2012), “La mujer sin ombligo” (2015) y los poemarios “La hoguera inefable” (1981), “Los cielos diferentes” (Premio “Fray Mocho” del Gobierno de Entre Ríos, 1983), “Asombros y condenas” (Primer Premio del Concurso “Rosalina Fernández de Peirotén” de la Asociación Santafesina de Escritores, 1987), “De mi legajo” (Primer Premio Nacional de Poesía “Homenaje a José Pedroni”, 1999), “Clausurado por nostalgia” (2004), “Lista de espera” (2010), “Migración de tristezas” (2010). En 2015 apareció su antología personal de narrativa “No mirés nunca debajo de mi cama”. ¿Algo… a propósito de vos?
Mi amor por la escritura se despertó una tarde en que leí, en una traducción española llena de arcaísmos, “La isla del tesoro” de Robert Stevenson. Tenía nueve años y en secreto, decidí ser escritor hasta que me descubrieran. Fue mi madre la que me descubrió. Un día, después de escribir un cuento, abandoné el cuaderno en el comedor y me fui a jugar al fútbol en el potrero de al lado de mi casa. Mi madre leyó el cuento y lo recordó toda su vida; yo no. Dice que era la historia de un payaso de circo que estaba perdidamente enamorado de una trapecista, un amor imposible. Es probable que yo estuviera enamorado de la maestra o de alguna compañerita lejana. En fin, siempre ha sido así en mi vida, no sólo en la infancia. En la adolescencia me olvidé, seguramente porque había sido descubierto, de aquella tentativa escritural; la recuperé recién a los veintidós años, cuando después de recibirme de profesor me vine a vivir a El Colorado. Aquí, lejos de todas las comodidades de mi casa paterna, reinicié la conversación con “el hombre que siempre va conmigo”, como dijo Antonio Machado; aquí se dio el silencio y la soledad propicia para que la poesía se presentara desnuda y deseable en mi piecita de soltero. Entonces no dudé, la música de Albinoni, de Mozart, de Piazzola, de Serrat y los poemarios de Luis Alberto Ruiz, Juanele Ortiz, Manuel Castilla, Ricardo Molinari, Carlos Mastronardi, Alfredo Veiravé, Miguel Hernández, Oliverio Girondo y siempre, siempre Neruda crearon el clima para que ella, la inefable poesía, quisiera estar conmigo, acostarse sobre la página en blanco y permitir que una vieja Remington la besara desde los pies hasta la frente. ¿Y la narrativa?
Importa.
Así que el correntino Antonio Mamerto Gil Núñez, en tanto Gauchito Gil, te afirmó como narrador de largo (o mediano) aliento. Y no mucho después, una matanza acontecida unos treinta años antes de nuestra última dictadura cívico-militar, en lo que se denominaba Territorio Nacional de Formosa, te promueve la concepción de una novela con una estructura peculiar.
¿Qué lectura podríamos hacer de esta autoconvocatoria masiva, espontánea, para agradecer a un santo, sin que haya detrás un dogma, una religión instituida como tal o un predicador? ¿A qué necesidades espirituales no satisfechas por los viejos sistemas de creencia responde el Gauchito Gil? Dejo estos interrogantes pero apunto una última observación: al gauchito se le piden “favores” como a un amigo cercano y no “milagros”, se le va a agradecer por lo dado, más que a implorar. Tal vez aquí se encuentre en parte la explicación de este hecho absolutamente visible que atraviesa a todas las clases sociales y a todas las edades. En el caso de la masacre de “Rincón Bomba” ocurrida en 1947, cuando un escuadrón de gendarmería rodeó a un grupo de ochocientos pilagás, hombres, mujeres, niños y viejos desarmados, famélicos y enfermos y decidió exterminarlos para permitir que el caudillo salteño Patrón Costas se quedara con sus tierras, vuelve a aparecer el crimen de los inocentes como ocurrió con Antonio Gil y eso, en mi caso, produce un estado de ánimo especial que desemboca al cabo de algún tiempo en la escritura, mi único territorio de justicia posible. Son historias que me han marcado no sólo como narrador, sino como sujeto que mira con mucha indignación los estragos del poder y construye una idea cada vez más escéptica respecto del destino de la humanidad. Muchas veces pienso que no somos más que un puñado de mamíferos desesperados sin ninguna grandeza. Has realizado cursos de posgrado con un intelectual de “voz única”, el de la “ficción crítica”, Nicolás Rosa (1934-2006).
¿Compaginarías un volumen con tus textos ensayísticos que más valores? “La educación sentimental de los varones” es uno que leíste en el XII Foro Internacional por el Fomento de la Lectura y el Libro, en Resistencia, la capital de la provincia de Chaco.
Se han representado a partir de 1994 varias piezas teatrales de tu autoría (“Si el trabajo es salud…”, “El jefe espera”, “Trozo de luna”, “Aullidos”, “Música de siempre”, “Las cercanas lejanías”, “En este lugar sagrado…”, etc.). ¿Las reunirás en algún tomo?
Sólo en el “Breve diccionario biográfico de autores argentinos desde 1940” de la bibliotecóloga Silvana Castro (Ediciones Atril, 1999), tu apellido figura en la Be larga: Bredam, Orlando van. ¿Tu apellido es de origen holandés?
En 2011 se exhibe el cortometraje “Cómo decírselo”, de Aldo Cristanchi —el primer unitario televisivo formoseño—, concebido a partir del cuento homónimo de tu autoría. Y al año siguiente se estrena otro cortometraje, dirigido por Guillermo Elordi, adaptado de tu “Cuento de horror”. ¿Cómo (te) resultaron esas experiencias?
“Cuento de horror” es una microficción del libro “Las armas que carga el diablo” y es el germen de mi novela “Teoría del desamparo”. Guillermo Elordi supo captar en el corto el suspenso, el misterio y el sentido de esa pequeña historia, además de contar con un excelente actor chaqueño, Pedro Monzón, que con su gestualidad contribuyó a dar el clima preciso. Desde luego, un escritor nunca queda del todo satisfecho: me parece que el remate que propuso Elordi no es el que yo hubiera elegido al descartar el final poco cinematográfico de la microficción. ¿Seguís, desde el 2005, conduciendo el ciclo de minificciones por cable “Taller de Zonceras”? OVB — Sí, continúo y cada vez me gusta más. En el 2005, el cable de El Colorado, el único que tenemos, me preguntó en una entrevista qué se podía hacer para que la gente leyera más. Fue entonces que les propuse hacer un micro, al final del noticiero, en el que yo iba a leer un texto muy breve: un poema, una minificción, una reflexión o el comentario de un libro. Les gustó y así empezamos. Los primeros años, sólo leía, más tarde introduje comentarios sobre lo leído, y este año, 2016, me propuse comentar a los clásicos, hacer una reseña lo más pintoresca posible de aquellos libros que la humanidad ha acogido como modelos literarios. Es al dramaturgo que algún día revisará, pulirá sus piezas teatrales y las editará probablemente, a quien le pregunto por estos otros dramaturgos argentinos: ¿Armando Discépolo (1887-1971), Agustín Cuzzani (1924-1987), Osvaldo Dragún (1929-1999) o Roberto Cossa (1934)?
Armando Discépolo fue mi primer deslumbramiento, tanto que hice una monografía sobre su particular estética para Literatura Argentina cuando cursaba el profesorado y ese fue mi primer “libro”, porque el consejo de redacción de la revista “Ser” de esa institución educativa, decidió publicarlo como separata. Fue emocionante recibir los cincuenta ejemplares de ese opúsculo que yo visualizaba como primer hijo literario. De Agustín Cuzzani, uno de los más injustos olvidos, tomé en los ochenta “El centroforward murió al amanecer” y lo incluí en mis cátedras de nivel terciario; hay pocos textos tan esclarecedores acerca de esa mercancía envilecida que es el jugador de fútbol en la actualidad. A Osvaldo Dragún lo conocí personalmente en Concepción del Uruguay en 1973, cuando llevó su obra “Nuevas historias para ser contadas”; tuve la oportunidad de conversar con él con un café de por medio, era un hombre humilde y sabio, el Bertolt Brecht argentino, el gran innovador de la escena nacional a fines de la década del cincuenta; más tarde llevé a escena como director sus piezas más conocidas, como son “Historias para ser contadas” y “Los de la mesa diez”. A Roberto Cossa lo encontré primero en Villaguay, Entre Ríos, en 1970, yo era un jovencito que recién se iniciaba en el teatro y a raíz de un encuentro nacional celebrado en esa ciudad pude escucharlo, leerlo, verlo representado y admirarlo para siempre. Muchos años después volví a encontrarlo en Resistencia, en el Foro Internacional de Lectura organizado por Mempo Giardinelli. Aquel hombre retraído en permanente meditación que yo había visto en mi adolescencia, era ahora un célebre anciano divertido, lleno de humor e ironía, un personaje más de sus eternos grotescos. ¿En los diversos géneros, a qué escritores de las provincias que integran el NEA juzgás más innovadores, más sólidos?
La poesía del nordeste tiene ya autores canónicos como Alfredo Veiravé, chaqueño por adopción, y los correntinos Francisco Madariaga y David Martínez; entre los más jóvenes, actualmente en plena construcción de su obra poética, destaco a los chaqueños Claudia Masin y Mario Caparra por su osadía, su actitud irreverente sin salirse del contexto de producción de sus textos. Se escribe poco teatro y no es interesante, me parece complaciente y poco audaz en sus formas. Te has referido ya a los pilagás. Y en la Revista “Ñ” del diario Clarín publicaron un artículo tuyo cuyo título es “Las historias que narran los wichís”.
En 2005, a través de la Fundación OSDE, se edita en tu provincia adoptiva el volumen de cuentos “Cuatro versiones sospechosas”, en colaboración con Héctor Rey Leyes, Luis Rubén Tula y Humberto Hauff. ¿Cuatro narradores y sus respectivas versiones de ciertos episodios…?
¿Vicios, propensiones fastidiosas u odiosas?...
¿Hiciste fichas, apuntes para la organización de tu novela “Nada bueno bajo el sol”? ¿Enmendaste mucho? ¿Más, menos que para la organización de tus otras novelas?
¿Qué anécdota hay detrás del cuento que da título al volumen “La mujer sin ombligo”?
Daniel Chirom, en un reportaje que le hiciera a Francisco Madariaga en 1985 le pregunta: ¿Usted se considera un poeta correntino? Y a continuación inquiere: ¿A usted le molesta que lo vean como un representante de Corrientes? Imito a Chirom y te pregunto, Orlando: ¿Te considerás un poeta entrerriano? ¿Te molesta que te vean como un poeta de Formosa?
El prestigioso ensayista Guillermo Ara (1917-1995) afirmó en 1981: “El verso de Van Bredam es una sostenida metáfora. Es más metáfora que verso porque sus símbolos, a fuerza de entrañar poderes y juegos de la tierra, furores del cielo y vendavales del aire ha creado una eufórica mitología en la que se sumerge como un fauno joven y ardiente.” ¿Te reconocés en esa definición?
¿Libros inéditos?...
Orlando Van Bredam selecciona tres poemas de su autoría y tres microficciones para acompañar esta entrevista: Poemas: De mi legajo / Mientras dure la luz / Ruta con liebres Microficciones: Adán, el terrible / Baile y .. |
Convivencia
—Es difícil vivir con una mujer
conflictiva, que hace problemas por todo— dijo Juan. (de “La vida te cambia los planes”) Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de El Colorado y Buenos Aires, distantes entre sí unos 1000 kilómetros, Orlando Van Bredam y Rolando Revagliatti, 10 de mayo de 2016. |
Rolando Revagliatti
rolandorevagliatti@gmail.com
Publicado, originalmente, en Salta 21 Cultura y actualidad http://salta21.com/
Link: http://salta21.com/Orlando-Van-Bredam-sus-respuestas.html
Se agregan videos y se editan textos de poemas y microficciones. https://twitter.com/echinope / echinope@gmail.com
Sesiones de bar con Orlando Van Bredam - Oveja Negra (1/4)
Actualizado el 30 mar. 2011
Miércoles 30 de marzo de 2011, en el bar Oveja Negra (Eva Perón 810, Formosa). |
Sesiones de bar con Orlando Van Bredam - Oveja Negra (2/4) |
Sesiones de bar con Orlando Van Bredam - Oveja Negra (3/4) |
Sesiones de bar con Orlando Van Bredam - Oveja Negra (4/4) |
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