La filosofía en su historia y mediaciones
14. Teoría de la complejidad y pensamiento complejo. La obra de Edgar
Morin |
Varios autores Gentileza, para Letras-Uruguay, del Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo |
Introducción.
Edgar Morin y el pensamiento complejo. Extracto.
Rafael Reyes Galindo.
Centro
Universidad Abierta.
Pontificia Universidad Javeriana
El pensamiento
de Morín está ligado a sus experiencias dolorosas personales, al drama
de la guerra y la desilusión que le produjo la tiranía en que cayó el
pensamiento marxista en manos del estalinismo; al mismo tiempo, está
marcado por el espíritu aventurero en que ha estado envuelto su vida
intelectual y en la huída de toda doctrina que considere impuesta.
La vida de Morín
ha sido impulsada por lo que el mismo llamó un
obsesivo miedo al error
, sobre todo como fruto del fracaso final
del comunismo soviético y que produjo inicialmente una adhesión
fervorosa en la juventud europea y en él mismo.
Esta experiencia
lo convirtió en un interrogador incesante, cultivó su curiosidad nómada,
la búsqueda insaciable, el interés por las ideas contrarias.
La exploración
de los nuevos mundos de la cibernética, de la física quántica lo puso
en contacto con las teorías del caos y de la interconectividad de los
diferentes elementos del cosmos. La biología lo dotó de nuevos esquemas
mentales para entender el mundo de los vivo y
para comprender
al mismo hombre. La realidad no es simple, constata Morin, son muchos los
elementos de que consta, pero estos elementos no están aislados sino
interconectados. Incluso entre un elemento y otro los límites son
borrosos. Si la realidad no es simple, el conocimiento tampoco puede serlo
so pena de incurrir en el error.
De la mano de un
marxismo abierto y de la concepción de una realidad dinámica como lo
plantea sus lecturas de Hegel sus inquietudes se transformaron en
pensamiento complejo. Para delimitar este concepto Morin lo contrapone
constantemente al pensamiento simple.
Morín plantea
superar el pensamiento simplificador, es decir, aquel que se vincula
ciegamente a una sistema de conocimiento para comprender al mundo sin ser
capaz de ir más allá de los límites que a sí mismo se impone. Este
pensamiento es unidimensional y simplista.
En el pensamiento llamado simplificador
uno
podría distinguir cuatro principios básicos constantemente mencionados
por Morin:
1.
La
disyunción
: que tiende a aislar, a considerar los objetos
independientes de su entorno, no ve conexiones, no ve en las
especializaciones la relación de unas con otras, etc.
2. La reducción:
que tiende a
explicar la realidad por sólo uno de sus elementos: ya sea psíquico,
biológico, espiritual, etc.; ve el mundo una máquina perfecta; se siente
satisfecho estableciendo leyes generales desconociendo la complejidad de
la realidad y del hecho humano.
3. La
abstracción:
que se
contenta con establecer leyes generales desconociendo las particularidades
de donde surgen.
4. La
causalidad:
que ve
la realidad como una serie de causas efecto, como si la realidad planteara
ingenuamente un trayecto lineal, del menos al más, ascensional o se le
pudiera plantear una finalidad.
En cambio, en
el pensamiento complejo,
se plantea la heterogeneidad, la interacción, el azar; todo objeto
del conocimiento, cualquiera que él sea, no se puede estudiar en sí
mismo, sino en relación con su entorno; precisamente por esto, toda
realidad es sistema, por estar en relación
1.
El dialógico:
A diferencia de la dialéctica no existe superación de contrarios,
sino que los dos términos coexisten sin dejar de ser antagónicos.
2.
Recursividad:
El efecto se vuelve causa, la causa se vuelve efecto; los productos
son productores, el individuo hace cultura y la cultura hace a los
individuos.
3.
El
principio hologramático:
Este principio busca superar el principio de
“holismo” y del reduccionismo. El holismo no ve más que el todo; el
reduccionismo no ve más que partes. El principio hologramático ve las
partes en el todo y el todo en las partes. Estos principios están
atravesados por dos términos que se presentan con unos planteamientos
nuevos en Morín: el concepto
paradigma
y el concepto de
sujeto
.
El paradigma es una estructura mental y cultural bajo el cual se mira la
realidad. Estos paradigmas, por ser culturales, son inconscientes, son
como un
imprinting
. En esto se separa de Kuhn para quien los
paradigmas son científicos, por tanto, conscientes. Con respecto al
concepto de sujeto, Morín lo aplica a toda realidad viviente cualquiera
que sea. El sujeto tiene tres características: su autonomía, su
individualidad y por su capacidad de “computar”, es decir, de procesar
información: “E
go computo ergo sum”
dice Morín; el hombre es
el sujeto de mayor complejidad.
Morín sostiene
que no se puede asumir esta noción de sujeto desde un paradigma
simplista. Es necesario el pensamiento complejo; aquel “pensamiento
capaz de unir conceptos que se rechazan entre sí y que son desglosados y
catalogados en compartimentos cerrados” por el pensamiento no complejo.
No se trata de rechazar lo simple, se trata de verlo articulado con otros
elementos; es cuestión de separar y enlazar al mismo tiempo. Se trata
pues, “de comprender un pensamiento que separa y que reduce junto con un
pensamiento que distingue y que enlaza”.
Edgar
Morin
Introducción
La cuestión de la complejidad, ¡es
compleja!
En una escuela, la cuestión fue
planteada a niños: "¿qué es la complejidad?". La respuesta de
una alumna fue: "la complejidad es una complejidad que es
compleja". Es evidente que se encontraba en el corazón de la cuestión.
Pero antes de abordar esa dificultad, es necesario decir que el dogma, la
evidencia subyacente al conocimiento científico clásico, es, como decía
Jean Perrin, que el papel del conocimiento es explicar lo visible complejo
por lo invisible simple. Más allá de la agitación, la dispersión, la
diversidad, hay leyes. Así pues, el principio de la ciencia clásica es,
evidentemente, el de legislar, plantear las leyes que gobiernan los
elementos fundamentales de la materia, de la vida; y para legislar, debe
desunir, es decir, aislar efectivamente los objetos sometidos a las leyes.
Legislar, desunir, reducir, estos son los principios fundamentales del
pensamiento clásico. En modo alguno pretendo decretar que esos principios
estén a partir de ahora abolidos.
Pero las prácticas clásicas del
conocimiento son insuficientes. Mientras que la ciencia de inspiración
cartesiana iba muy lógicamente de lo complejo a lo simple, el pensamiento
científico contemporáneo intenta leer la complejidad de lo real bajo la
apariencia simple de los fenómenos. De hecho, no hay fenómeno simple. Tómese
el ejemplo del beso. Piénsese en la complejidad que es necesaria para que
nosotros, humanos, a partir de la boca, podamos expresar un mensaje de
amor. Nada parece más simple, más evidente. Y sin embargo, para besar,
hace falta una boca, emergencia de la evolución del hocico. En necesario
que haya habido la relación propia en los mamíferos en la que el niño
mama de la madre y la madre lame al niño. Es necesario, pues, toda la
evolución complejizante que transforma al mamífero en primate, luego en
humano, y, anteriormente, toda la evolución que va del unicelular al mamífero.
El beso, además, supone una mitología subyacente que identifica el alma
con el soplo que sale por la boca: depende de condiciones culturales que
favorecen su expresión. Así, hace cincuenta años, el beso en el Japón
era inconcebible, incongruente.
Dicho de otro modo, esa cosa tan simple
surge de una
hinterland
de una complejidad asombrosa. Hemos creído
que el conocimiento tenía un punto de partida y un término; hoy pienso
que el conocimiento es una aventura en espiral que tiene un punto de
partida histórico, pero no tiene término, que debe sin cesar realizar círculos
concéntricos; es decir, que el descubrimiento de un principio simple no
es el término; reenvía de nuevo al principio simple que ha esclarecido
en parte. Así, piénsese en el caso del código genético que, una vez
descubierto, nos reenvía a la pregunta: ¿por qué existe esa diversidad
extraordinaria de formas en los animales y los vegetales? Cito una frase
de Dobzhansky, el biólogo, que dice: "Desgraciadamente la naturaleza
no ha sido lo bastante gentil como para hacer las cosas tan simples como
nosotros quisiéramos que fuesen. Debemos afrontar la complejidad."
Un físico, que es al mismo tiempo un pensador, David Bohm, y que ataca ya
el dogma de la elementalidad -sobre el que retornaré-, dice: "Las
leyes físicas primarias jamás serán descubiertas por una ciencia que
intenta fragmentar el mundo en sus constituyentes."
Aunque Bachelard dijese que, de hecho,
la ciencia contemporánea buscaba -porque el pensaba en la física- la
complejidad, es evidente que los científicos desconocían que eso era lo
que les concernía. Frecuentemente tienen una doble consciencia; creen
siempre obedecer a la misma vieja lógica que han recibido en la escuela;
pero, de hecho, sin que lo sepan, en su espíritu trabaja otra lógica y
otros principios de conocimiento.
Pero a la complejidad le ha costado
emerger. Le ha costado emerger, ante todo, porque no ha sido el centro de
grandes debates y de grandes reflexiones, como por ejemplo ha sido el caso
de la racionalidad con los debates entre Lakatos y Feyerabend o Popper y
Kuhn. La cientificidad, la falsabilidad son grandes debates de los que se
habla; pero la complejidad nunca ha sido debatida. La bibliografía sobre
la complejidad es, al menos por lo que yo conozco, muy limitada. Para mí,
la contribución importante es el artículo de Weaver, colaborador de
Shannon, como ustedes saben, en la teoría de la información, quien, en
1948, escribió el artículo "Science and complexity" en el
Scientific
American
, artículo que es un resumen de un estudio más extenso. Es
von Neumann quien, en la teoría "On self reproducing automata"
aborda con una visión muy profunda esa cuestión de la complejidad de las
máquinas, de los autómatas naturales en comparación con los autómatas
artificiales. Se refirió a ella Bachelard en
Le nouvel esprit
scientifique
; von Foerster en diversos escritos, particularmente en su
texto, ahora bien conocido, "On self organizing systems and their
environment". Está H. A. Simon: "Architecture of
complexity", que fue primero un artículo autónomo y que fue luego
compilado en su libro. Podemos encontrar la complejidad, en Francia, en
las obras de Henri Atlan:
Entre le cristal et la fumée
, y estaba
Hayek quien escribió un artículo titulado "The theory of complex
phenomena" en
Studies in philosophy, politics and economics
,
que es bastante interesante.
Desde luego, se ha tratado mucho de la
complejidad en el dominio teórico, físico, en el dominio sistémico;
pero con frecuencia, en mi opinión, se ha tratado sobre todo de lo que
Weaver llama la
complejidad desorganizada
que hizo irrupción en el
conocimiento con el segundo principio de la termodinámica, el
descubrimiento de ese desorden microscópico, microcorpuscular, en el
universo. Pero la complejidad organizada es, con frecuencia, reconducida a
la complicación. ¿Qué es la complicación? Cuando hay un número increíble
de interacciones, por ejemplo entre moléculas en una célula o neuronas
en un cerebro, ese número increíble de interacciones y de
interretroacciones sobrepasa evidentemente toda capacidad de computación
-no solamente para un espíritu humano, sino incluso para un ordenador muy
perfeccionado- y entonces efectivamente es mejor atenerse al
input
y al
output
. Dicho de otro modo, es muy complicado; la complicación
es el enredamiento de interretroacciones. Ciertamente, es un aspecto de la
complejidad, pero creo que la importancia de la noción está en otra
parte. La complejidad es mucho más una noción lógica que una noción
cuantitativa. Posee desde luego muchos soportes y caracteres cuantitativos
que desafían efectivamente los modos de cálculo; pero es una noción de
otro tipo. Es una noción a explorar, a definir. La complejidad nos
aparece, ante todo, efectivamente como irracionalidad, como incertidumbre,
como angustia, como desorden.
Dicho de otro modo, la complejidad
parece primero desafiar nuestro conocimiento y, de algún modo, producirle
una regresión. Cada vez que hay una irrupción de complejidad
precisamente bajo la forma de incertidumbre, de aleatoriedad, se produce
una resistencia muy fuerte. Hubo una resistencia muy fuerte contra la física
cuántica, porque los físicos clásicos decían: "es el retorno a la
barbarie, no es posible situarse en la indeterminación cuando desde hace
dos siglos todas las victorias de la ciencia han sido las del
determinismo". Ha sido necesario el éxito operacional de la física
cuántica para que, finalmente, se comprenda que la nueva indeterminación
constituía también un progreso en el conocimiento de la misma
determinación.
La idea de la complejidad es una
aventura. Diría incluso que no podemos intentar entrar en la problemática
de la complejidad si no entramos en la de la simplicidad, porque la
simplicidad no es tan simple como esto. En mi texto "Los mandamientos
de la complejidad" publicado en
Science avec conscience
, intenté
extraer trece principios del paradigma de simplificación, es decir
principios de intelección mediante simplificación, para poder extraer de
modo correspondiente, complementario y antagonista a la vez -he aquí una
idea típicamente compleja- principios de intelección compleja. Voy
simplemente a retomarlos y hacer algunos comentarios. Esa será la primera
parte de mi exposición; la segunda parte estará consagrada un poco más
precisamente al problema del conocimiento del conocimiento o a la
epistemología compleja que está relacionada con todo eso.
Mandamientos
del paradigma de simplificación
1.
Podemos decir que el
principio de la ciencia clásica es: legislar
. Corresponde al
principio del derecho, quizás. Es una legislación, pero no es anónima,
que se encuentra en el universo, es la ley. Y ese principio es un
principio universal que fue formulado por el lugar común: "Sólo hay
ciencia de lo general", y que comporta la expulsión de lo local y de
lo singular. Ahora bien, lo que es interesante es que, en el universo
incluso, en lo universal, ha intervenido la localidad. Quiero decir que
hoy parece que nuestro universo es un fenómeno singular, que comporta
determinaciones singulares y que las grandes leyes que lo rigen, que
podemos llamar leyes de interacción (como las interacciones
gravitacionales, las interacciones electromagnéticas, las interacciones
fuertes, en el seno de los núcleos atómicos), esas leyes de interacción
no son leyes en sí, sino leyes que sólo se manifiestan, sólo se
actualizan a partir del momento en que hay elementos en interacción; si
no hubiese partículas materiales, no habría gravitación, la gravitación
no existe en sí. Esas leyes no tienen un carácter de abstracción y están
ligadas a las determinaciones singulares de nuestro universo; hubiese
podido haber otros universos posibles -quizás los haya- y que tuviesen
otros caracteres singulares. La singularidad está a partir de ahora
profundamente inscrita en el universo; y aunque el principio de
universalidad reside en el universo, vale para un universo singular donde
aparecen fenómenos singulares y el problema es combinar el reconocimiento
de lo singular y de lo local con la explicación universal. Lo local y
singular deben cesar de ser rechazados o expulsados como residuos a
eliminar.
2.
El segundo principio era la
desconsideración del tiempo como proceso irreversible
; las primeras
leyes físicas pudieron muy bien ser concebidas en un tiempo reversible.
Y, de alguna manera, la explicación estaba depurada de toda evolución,
de toda historicidad. Y también aquí hay un problema muy importante: el
del evolucionismo generalizado. Hoy el mundo, es decir el cosmos en su
conjunto y la materia física en su constitución (particular, nuclear, atómica,
molecular), tiene una historia. Ya Ullmo, en esa epistemología piagetiana
a la que François Meyer colaboró, decía muy firmemente: "La
materia tiene una historia"; hoy todo lo que es material es pensado,
concebido a través de su génesis, su historia. El átomo es visto históricamente.
El átomo de carbono es visto a través de su formación en el interior de
un sol, de un astro. Todo es profundamente historizado. La vida, la célula,
François Jacob lo subraya con frecuencia, una célula es también un
corte en el tiempo.
Dicho de otro modo, contrariamente a esa
visión que ha reinado durante un tiempo en las ciencias humanas y
sociales, según la cual se creía poder establecer una estructura por
eliminación de toda dimensión temporal y considerarla en sí fuera de la
historia, hoy de todas las otras ciencias llega la llamada profunda para
ligar lo estructural u organizacional (prefiero decir esto último y diré
por qué) con lo histórico y evolutivo. Y lo que es importante
efectivamente, es que el problema del tiempo se ha planteado de manera
totalmente paradójica en el siglo último.
En efecto, en el momento mismo en que se
desarrollaba el evolucionismo ascensional bajo su forma darviniana, es
decir una idea de evolución complejizante y diversificante a partir de
una primera protocélula viviente, en el momento en que la historia humana
era vista como un proceso de desarrollo y de progreso, en ese mismo
momento, el segundo principio de la termodinámica inscribía, él mismo,
una especie de corrupción ineluctable, de degradación de la energía que
podía ser traducida bajo la óptica boltzmaniana como un crecimiento del
desorden y de la desorganización. Estamos confrontados a una doble
temporalidad; no es una flecha del tiempo lo que ha aparecido, son dos
flechas del tiempo, y dos flechas que van en sentido contrario. Y sin
embargo, es el mismo tiempo; y sin embargo es la misma aventura cósmica:
ciertamente, el segundo principio de la termodinámica inscribe un
principio de corrupción, de dispersión en el universo físico; pero al
mismo tiempo, este universo físico, en un movimiento de dispersión, se
ha constituido y continúa constituyéndose.
Se constituye de galaxias, de astros, de
soles, dicho de otro modo, se desarrolla mediante la organización al
mismo tiempo que se produce mediante la desorganización. El mundo biológico
es un mundo que evoluciona; es la vida; pero la vida, al mismo tiempo, se
hace a través de la muerte de individuos y a través de la muerte de
especies. Se ha querido yuxtaponer esos dos principios; es lo que Bergson
hizo; Bergson, uno de los raros pensadores que ha mirado de frente el
segundo principio; pero, según él, ese principio era la prueba de que la
materia biológica era diferente de la materia física, puesto que la
materia física tiene algo de corrupto en ella, mientras que la sustancia
biológica no padece el efecto del segundo principio. Desgraciadamente
para él, se descubrió a partir de los años 50 que la originalidad de la
vida no está en su materia constitutiva, sino en su complejidad
organizacional.
Estamos, pues, confrontados a ese doble
tiempo que no solamente tiene dos flechas, sino que además puede ser a la
vez irreversible y reiterativo. Ha sido, evidentemente, la emergencia del
pensamiento cibernético la que lo ha mostrado. No era solamente el hecho
de que, a partir de un flujo irreversible, puede crearse un estado
estacionario, por ejemplo el del torbellino; en el encuentro de un flujo
irreversible y de un obstáculo fijo, como el arco de un puente, se crea
una especie de sistema estacionario que es al mismo tiempo móvil, puesto
que cada molécula de agua que torbellinea es arrastrada de nuevo por el
flujo, pero que manifiesta una estabilidad organizacional. Todo esto se
reencuentra en todas las organizaciones vivientes: irreversibilidad de un
flujo energético y posibilidad de organización por regulación y sobre
todo por recursión, es decir, autoproducción de sí. Luego tenemos el
problema de una temporalidad extremamente rica, extremamente múltiple y
que es compleja. Nos hace falta ligar la idea de reversibilidad y de
irreversibilidad, la idea de organización de complejización creciente y
la idea de desorganización creciente. ¡He aquí el problema al que está
confrontada la complejidad! Mientras que el pensamiento simplificante
elimina el tiempo, o bien no concibe más que un solo tiempo (el del
progreso o el de la corrupción), el pensamiento complejo afronta no
solamente el tiempo, sino el problema de la politemporalidad en la que
aparecen ligadas repetición, progreso, decadencia.
3.
El tercer principio de
simplificación es el de la reducción o también de la elementalidad
.
El conocimiento de los sistemas puede ser reducido al de sus partes
simples o unidades elementales que los constituyen. Sobre esto, seré muy
breve.
Resumo. Es en el dominio físico donde
ese principio parecía haber triunfado de modo incontestable, dominio que,
evidentemente, se encuentra más afectado por ese principio. He hecho
alusión al problema de la partícula que es aporética (onda y corpúsculo),
y por tanto la sustancia es fluctuante; nos dimos cuenta de que en lo que
se creía ser el elemento puro y simple, a partir de ahora existía la
contradicción, la incertidumbre, lo compuesto -aludo a la teoría de los
quarks- y quizás lo inseparable -aludo a la teoría del
Bootstrap
-.
Hay límites a la elementalidad; pero esos límites no son solamente intrínsecos;
tienen también que ver con el hecho de que, una vez que hemos inscrito
todo en el tiempo, la elementalidad aparece también como eventualidad, es
decir que el elemento constitutivo de un sistema puede también ser visto
como evento. Por ejemplo, existe una visión estática que consiste en
considerarnos nosotros mismos en tanto que organismos; estamos
constituidos por 30 o 50 mil millones de células. En modo alguno, y creo
lo que Atlan justamente precisó; no estamos constituidos por células;
estamos constituidos por interacciones entre esas células.
No son ladrillos unas al lado de las
otras; están en interacción. Y esas interacciones, son acontecimientos,
ellos mismos ligados por acontecimientos repetitivos que son martilleados
por el movimiento de nuestro corazón, movimiento a la vez regular e
inscrito en un flujo irreversible. Todo elemento puede ser leído también
como evento. Y está sobre todo el problema de la sistematicidad; hay
niveles de emergencia; los elementos asociados forman parte de conjuntos
organizados; al nivel de la organización del conjunto, emergen cualidades
que no existen en el nivel de las partes.
Cierto, hemos descubierto que finalmente
todo eso pasa en nuestro ser, no solamente en nuestro organismo, sino
incluso en el pensamiento, en nuestras ideas, en nuestras decisiones, que
pueden reducirse a torbellinos de electrones. Pero es evidente que no se
puede explicar la conquista de la Galia por Julio César sólo por los
movimientos de torbellinos electrónicos de su cerebro, de su cuerpo y de
los de los legionarios romanos. Incluso si un demonio consiguiese
determinar esas interacciones físicas, nada comprendería de la conquista
de la Galia que sólo puede comprenderse al nivel de la historia romana y
de las tribus galas. Del mismo modo, diría que en términos de cambios
bioquímicos, los amores de César y de Cleopatra son totalmente
ininteligibles. Así pues, es cierto que no reduciremos los fenómenos
antroposociales a los fenómenos biológicos, ni éstos a las
interacciones físico-químicas.
4.
El cuarto principio
simplificador es el del Orden-Rey
. El Universo obedece estrictamente a
leyes deterministas, y todo lo que parece desorden (es decir, aleatorio,
agitador, dispersivo) sólo es una apariencia debida únicamente a la
insuficiencia de nuestro conocimiento.
Las nociones de orden y ley son
necesarias, pero insuficientes. Sobre esto, Hayek, por ejemplo, muestra
bien que cuanta más complejidad hay, menos útil es la idea de ley. Hayek
piensa, obviamente, en la complejidad socioeconómica; es su tipo de
preocupación; pero él se da cuenta de que es muy difícil, porque son
complejos, predecir los fenómenos sociales. Es evidente que las
"Leyes" de la Sociedad o las "Leyes" de la Historia
son tan generales, tan triviales, tan planas, que carecen de interés.
Hayek dice: "Por lo tanto, la búsqueda de leyes no es marca del
proceder científico, sino solamente un carácter propio de las teorías
sobre fenómenos simples". Vincula muy fuertemente la idea de leyes
con la idea de simplicidad. Pienso que si esta visión es bastante justa
en lo que concierne a los fenómenos sociales, no lo es menos que, en el
mundo físico o biológico, el conocimiento debe a la vez detectar el
orden (las leyes y determinaciones) y el desorden, y reconocer las
relaciones entre orden y desorden. Lo que es interesante, es que el orden
y el desorden tienen una relación de complementariedad y complejidad.
Tomemos el ejemplo, que frecuentemente cito, de un fenómeno que presenta,
bajo una perspectiva, un carácter aleatorio sorprendente, y, bajo otra
perspectiva, un carácter de necesidad; ese fenómeno es la constitución
del átomo de carbono en las calderas solares. Para que ese átomo se
constituya, es necesario que se produzca el encuentro, exactamente en el
mismo momento, de tres núcleos de helio, lo que es un acontecimiento
completamente aleatorio e improbable. Sin embargo, desde que ese encuentro
se produce, una ley entra en acción; una regla, una determinación muy
estricta interviene; el átomo de carbono se crea. Así pues, el fenómeno
tiene un aspecto aleatorio y un aspecto de determinación. Además, el número
de interacciones entre núcleos de helio es enorme en el seno del sol; y
además ha habido muchas generaciones de soles en nuestro sistema solar;
finalmente con el tiempo, se crea una cantidad considerable de átomos de
carbono, se crea en todo caso una amplia reserva necesaria para la creación
y el desarrollo de la vida. Vemos como un fenómeno que parece ser
extremamente improbable, por su carácter aleatorio, finalmente, es
cuantitativamente bastante importante y puede entrar en una categoría
estadística. Todo lo cual depende, pues, de la perspectiva desde la cual
se mire y diría sobre todo que es interesante -es necesario- reunir todas
esas perspectivas. Es en este sentido que propongo un tetragrama, que en
modo alguno es un principio de explicación, sino que es mucho más un
recordatorio indispensable; es el tetragrama
orden-desorden-interacciones-organización
.
Esto debo también precisarlo bien;
cuando se dice tetragrama, se piensa en un tetragrama muy famoso, aquel
que en el Monte Sinaí, el Eterno proporcionó a Moisés para revelarle su
nombre, nombre sagrado e impronunciable: JHVH. Aquí el tetragrama del que
hablo no es la Fórmula suprema: expresa la idea de que toda explicación,
toda intelección jamás podrán encontrar un principio último; éste no
será el orden, ni una ley, ni una fórmula maestra E= MC2, ni el desorden
puro. Desde que consideramos un fenómeno organizado, desde el átomo
hasta los seres humanos pasando por los astros, es necesario hacer
intervenir de modo específico principios de orden, principios de desorden
y principios de organización. Los principios de orden pueden incluso
crecer al mismo tiempo que los de desorden, al mismo tiempo que se
desarrolla la organización. Por ejemplo, Lwoff escribió un libro
titulado
L'ordre biologique
, es un libro muy interesante porque, en
efecto, hay principios de orden que son válidos para todos los seres
vivientes, para todo organización viviente. Sólo que esos principios de
orden válidos para toda organización viviente pueden existir si las
organizaciones vivientes son vivientes; así pues, no existían antes de
la existencia de la vida, sino en estado virtual, y cuando la vida se
extinga cesarán de existir. He aquí un orden que tiene necesidad de
autoproducirse mediante la organización y ese orden es bastante
particular puesto que tolera una parte importante de desorden, incluso
hasta colabora con el desorden como von Neumann lo vio acertadamente en su
teoría de los autómatas. Así pues, hay, al mismo tiempo que crece la
complejidad, crecimiento del desorden, crecimiento del orden, crecimiento
de la organización (y perdonen que use esa palabra cuantitativa de
"crecimiento"). Es cierto que la relación
orden-desorden-organización no es solamente antagónica, es también
complementaria y es en esa dialéctica de complementariedad y de
antagonismo donde se encuentra la complejidad.
5.
La antigua visión, la visión
simplificante, es una visión en la que evidentemente la causalidad es
simple; es exterior a los objetos; les es superior; es lineal
. Ahora
bien, hay una causalidad nueva, que introdujo primeramente la retroacción
cibernética, o
feedback
negativo, en la cual el efecto hace bucle
con la causa y podemos decir que el efecto retroactúa sobre la causa.
Este tipo de complejidad se manifiesta en el ejemplo de un sistema de
calefacción de una habitación provisto de un termostato, donde
efectivamente el mismo termostato inicia o detiene el funcionamiento de la
máquina térmica. Lo que es interesante, es que no es solamente ese tipo
de causalidad en bucle el que se crea; es también una endo-exo-causalidad, puesto que es efectivamente también el frío o el
calor exterior lo que va a desencadenar la detención o la activación del
dispositivo de calefacción central; pero en este caso, la causa exterior
desencadena un efecto interior inverso de su efecto natural: el frío
exterior provoca el calor interior. Porque hace frío fuera, la habitación
está caliente. Desde luego, todo esto puede ser explicado de manera muy
simple cuando se consideran los segmentos constitutivos del fenómeno del
bucle retroactivo; pero el bucle que liga esos segmentos, el modo de ligar
esos segmentos deviene complejo. Hace aparecer la endo-exo-causalidad. La
visión simplificante, tan pronto como se trata de máquinas vivientes,
busca primeramente la exo-causalidad simple; ésta ha sido la obsesión
conductista, por ejemplo. Se piensa que el estímulo que provocó una
respuesta (como la saliva del perro)
produjo
casi esa respuesta.
Después, nos dimos cuenta de que lo interesante era saber también lo que
pasaba en el interior del perro y reconocer cuál era la naturaleza
organizadora de la endo-causalidad que estimuló al perro a alimentarse.
Todo lo que es viviente, y a fortiori todo lo que es humano, debe
comprenderse a partir de un juego complejo o dialógico de endo-exo-causalidad. Así, es necesario superar, incluido en el desarrollo
histórico, la alternativa estéril entre endo-causalidad y exo-causalidad. En lo que concierne a la extinta
URSS, por ejemplo, dos
visiones simplificantes se enfrentan: la primera concibe el estalinismo
según una causalidad puramente endógena que va de Marx a Lenin y de éste
a Stalin como una especie de desarrollo cuasi deductivo a partir de un
cuasi-gen doctrinal; al contrario, otros lo ven como un fenómeno
accidental, es decir, ven en el estalinismo el efecto de las
determinaciones del pasado zarista, de la guerra civil, del cerco
capitalista, etc. Resulta evidente que ni una ni la otra de esas visiones
son suficientes; lo interesante es ver la espiral, el bucle de
fortalecimiento de causas endógenas y de causas exógenas que hace que en
un momento el fenómeno se desarrolle en una dirección más que en otra,
dando por presupuesto que existen desde el comienzo virtualidades de
desarrollo múltiples. Tenemos, pues, sobre el tema de la causalidad una
revisión muy importante por hacer.
6.
Sobre la problemática de la
organización
, no quiero insistir. Diré que en el origen está el
principio de emergencia, es decir que cualidades y propiedades que nacen
de la organización de un conjunto retroactúan sobre ese conjunto; hay
algo de no deductivo en la aparición de cualidades o propiedades de todo
fenómeno organizado. En cuanto al conocimiento de un conjunto, es
necesario pensar en la frase de Pascal que suelo citar: "Tengo por
imposible concebir las partes al margen del conocimiento del todo, tanto
como conocer el todo sin conocer particularmente las partes". Esto remite la cuestión del conocimiento a un movimiento circular ininterrumpido. El conocimiento no se interrumpe. Conocemos las partes, lo que nos permite conocer mejor el todo, pero el todo vuelve a permitir conocer mejor las partes. En este tipo de conocimiento, el conocimiento tiene un punto de partida cuando se pone en movimiento, pero no tiene término. Tenemos que vérnoslas en la naturaleza, no solamente biológica sino física, con fenómenos de auto-organización que plantean problemas enormes. No insisto sobre ello. Los trabajos de Pinson, que conocemos y que encuentro muy notables, dan nacimiento, desde el punto de vista organizacional, a una concepción que podemos llamar hologramática. Lo interesante es que tenemos de ello un ejemplo físico que es el holograma producido por el láser; en el holograma, cada parte contiene la información del todo. No la contiene, por lo demás, totalmente; pero la contiene en gran parte, lo que hace que efectivamente podamos romper la imagen del holograma, reconstituyéndose otros micro-todos fragmentarios y atenuados. Thom dijo: "La vieja imagen del hombre-microcosmos, reflejo del macrocosmos, mantiene todo su valor; quien conozca al hombre conocerá el universo".
Sin ir tan lejos, es notable constatar
que, en la organización biológica de los seres multicelulares, cada célula
contiene la información del todo. Contiene potencialmente el todo. Y en
este sentido es un modo hologramático de organización. En el lenguaje,
el discurso toma sentido en relación a la palabra, pero la palabra sólo
fija su sentido en relación a los discursos en los que se encuentra
encadenada. Aquí también hay una ruptura con toda visión simplificante
en la relación parte-todo; nos hace falta ver cómo el todo está
presente en las partes y las partes presentes en el todo. Por ejemplo, en
las sociedades arcaicas, en las pequeñas sociedades de
cazadores-recolectores, en las sociedades que llamábamos
"primitivas", la cultura estaba engramada en cada individuo. Había
en ellas algunos que poseían la totalidad de la cultura, esos eran los
sabios, eran los ancianos; pero los otros miembros de la sociedad tenían
en su espíritu el conocimiento de saberes, normas, reglas fundamentales.
Hoy, en las sociedades-naciones, el
Estado conserva en él las Normas y Leyes, y la Universidad contiene el
Saber colectivo. No obstante, pasamos, tras numerosos años en la familia
primero, y luego sobre todo en la escuela, a engramar la cultura del todo;
así cada individuo porta prácticamente, de un modo vago, inacabado, toda
la sociedad en él, toda su sociedad.
Los problemas de organización social sólo
pueden comprenderse a partir de este nivel complejo de la relación
parte-todo. Aquí interviene la idea de
recursión
organizacional
que, a mi parecer, es absolutamente crucial para concebir la complejidad
de la relación entre partes y todo. Las interacciones entre
individualidades autónomas, como en las sociedades animales o incluso en
las células, puesto que las células tienen cada una su autonomía,
producen un todo, el cual retroactúa sobre las partes para producirlas.
Dicho de otro modo, las interacciones entre individuos hacen la sociedad;
de hecho, la sociedad no tendría ni un gramo de existencia sin los
individuos vivientes; si una bomba muy limpia, como la bomba de neutrones,
aniquilase toda Francia, permanecerían todos los monumentos: el Elíseo,
la Cámara de los Diputados, el Palacio de Justicia, los Archivos, la
Educación Nacional, etc.; pero no habría ya sociedad, porque,
evidentemente, los individuos producen la sociedad. No obstante, la
sociedad misma produce los individuos o, al menos, consuma su humanidad
suministrándoles la educación, la cultura, el lenguaje. Sin la cultura,
seríamos rebajados al más bajo rango de los primates.
Dicho de otro modo, son las
interacciones entre individuos las que producen la sociedad; pero es la
sociedad la que produce al individuo. He aquí un proceso de recursividad
organizacional; lo recursivo se refiere a procesos en los cuales los
productos y los efectos son necesarios para su propia producción. El
producto es al mismo tiempo el productor; lo que supone una ruptura total
con nuestra lógica de las máquinas artificiales en la que las máquinas
producen productos que les son exteriores. Ver nuestra sociedad a imagen
de esas máquinas, es olvidar que esas máquinas artificiales están en el
interior de una sociedad que se autoproduce ella misma.
7.
El pensamiento simplificante
fue fundado sobre la disyunción entre el objeto y el medio ambiente
.
Se comprendía el objeto aislándolo de su medio ambiente; era tanto más
necesario aislarlo como era necesario extraerlo del medio ambiente para
colocarlo en un nuevo medio ambiente artificial que se controlaba, que era
el medio de la experiencia, de la ciencia experimental. Efectivamente,
gracias a la experiencia, se podían variar las condiciones del
comportamiento del objeto, y, por lo mismo, conocerlo mejor. La
experimentación a hecho progresar considerablemente nuestro conocimiento.
Pero hay otro conocimiento que sólo puede progresar concibiendo las
interacciones con el medio ambiente. Este problema se encuentra en física,
donde las grandes leyes son leyes de interacción. Se encuentra también
en biología, donde el ser viviente es un sistema a la vez cerrado y
abierto inseparable de su medio ambiente del que tiene necesidad para
alimentarse, informarse, desarrollarse. Nos hace falta, pues, no desunir,
sino distinguir los seres de su medio ambiente.
Por otra parte, el pensamiento
simplificante se fundó sobre la disyunción absoluta entre el objeto y el
sujeto que lo percibe y concibe. Nosotros debemos plantear, por el
contrario, el principio de relación entre el observador-conceptuador y el
objeto observado, concebido. Hemos mostrado que el conocimiento físico es
inseparable de la introducción de un dispositivo de observación, de
experimentación (aparato, desglose, reja) y por esto incluye la presencia
del observador-conceptuador en toda observación o experimentación.
Aunque no hubiese hasta el presente ninguna virtud heurística en el
conocimiento astronómico, es interesante apuntar aquí el principio antrópico
extraído por Brandon Carter: "La presencia de observadores en el
universo, impone determinaciones, no solamente sobre la edad del universo
a partir de la cual los observadores pueden aparecer, sino también sobre
el conjunto de sus características y de los parámetros fundamentales de
la física que se despliega ahí". Añade que la versión débil del
principio antrópico estipula que la presencia de observadores en el
universo impone determinaciones sobre la posición temporal de estos últimos;
la versión fuerte del principio antrópico supone que la presencia de
observadores en el universo impone determinaciones, no solamente sobre su
posición temporal, sino también sobre el conjunto de propiedades del
universo. Es decir, que el universo pertenece a una clase de modelos de
universo capaz de abrigar seres vivientes y de ser estudiados por ellos.
Lo que es una cosa extraordinaria, puesto que todo nuestro conocimiento
del cosmos, efectivamente, hace de nosotros seres cada vez más periféricos
y marginales. No solamente estamos en una estrella de extrarradio, de una
galaxia del extrarradio, sino que además somos seres vivientes, quizás
los únicos seres vivientes del universo -por abreviar, no tenemos prueba
de que haya otros en él- y desde el punto de vista de la vida, somos la
única rama donde ha aparecido esa forma de conciencia reflexiva que
dispone de lenguaje y que puede verificar científicamente sus
conocimientos. El universo nos marginaliza totalmente.
Ciertamente, el principio antrópico en
absoluto suprime esa marginalidad; pero dice que es necesario, de una
determinada manera, que el universo sea capaz, incluso de un modo
altamente improbable, de hacer seres vivientes y seres conscientes. Desde
la versión débil, el ejemplo que da es bastante interesante; dice:
"Nuestro sol tiene 5 mil millones de años; es un adulto; tiene
asegurado, salvo error, 10 mil millones de años. La vida comenzó tal vez
hace 4 mil millones de años, es decir, prácticamente al principio del
sistema solar. Nosotros, seres humanos, aparecimos en el medio de la edad
solar". Hay aquí algo que no es puramente arbitrario, al azar.
Suponiendo que la vida hubiese comenzado más tarde, no habría tenido,
sin duda, condiciones de desarrollo posible; pero, si la vida hubiese
empezado más tarde, la consciencia humana habría aparecido en el momento
en que el sol hubiese comenzado a extinguirse, es decir en el momento en
que quizás no habría sido más que un relámpago antes del crepúsculo
final. Dicho de otro modo, tiene cierto interés intentar pensar nuestro
sistema en relación a nosotros y nosotros en relación a nuestro sistema.
Y es una invitación al pensamiento
rotativo, de la parte al todo y del todo a la parte. Ya la reintroducción
del observador en la observación había sido efectuada en la micro-física
(Bohr, Heisenberg) y la teoría de la información (Brillouin). Aún de
modo más profundo el problema se plantea en sociología y en antropología:
¿cuál es nuestro lugar, nosotros observadores-conceptuadores, en un
sistema del que formamos parte?
Tras la noción de observador se esconde
la noción, aún deshonrosa, de sujeto. Sin duda, en física, puede
prescindirse de la noción de sujeto, a condición de precisar bien que
toda nuestra visión del mundo físico se hace mediante la intermediación
de representaciones, de conceptos o de sistemas de ideas, es decir de fenómenos
propios del espíritu humano.
Pero, ¿podemos prescindir de la idea de
observador-sujeto en un mundo social constituido por interacciones entre
sujetos?
8.
a
11.
Hay también
otra cuestión que me parece importante, es que, en el conocimiento
simplificante, las nociones de ser y de existencia estaban totalmente
eliminadas por la formalización y la cuantificación
. Ahora bien,
creo que han sido reintroducidas a partir de la idea de autoproducción
que, ella misma, es inseparable de la idea de recursión organizacional.
Tomemos un proceso que se autoproduce y que así produce el ser; crea el
"sí mismo". El proceso autoproductor de la vida produce
seres
vivientes. Estos seres son, en tanto que sistemas abiertos dependientes de
su medio ambiente, sometidos a aleatoriedades,
existentes
. La
categoría de existencia no es una categoría puramente metafísica; somos
"seres-ahí", como dijo Heidegger, sometidos a las fluctuaciones
del medio exterior y sometidos efectivamente a la inminencia a la vez
totalmente cierta y totalmente incierta de la muerte. Dicho de otro modo,
estas categorías del ser y de la existencia que parecen puramente metafísicas,
las reencontramos en nuestro universo físico; pero el ser no es una
sustancia; el ser sólo puede existir a partir del momento en que hay
auto-organización. El sol es un ser que se autoorganiza evidentemente a
partir, no de nada, sino a partir de una nube cósmica; y cuando el sol
estalle, perderá su ser...
Si podemos referirnos en lo sucesivo a
principios científicos que permiten concebir el ser, la existencia, al
individuo, al sujeto, es cierto que el estatus, el problema de las
ciencias sociales y humanas, se modifica. Es muy importante, puesto que el
drama, la tragedia de las ciencias humanas y de las ciencias sociales
especialmente, es que, queriendo fundar su cientificidad sobre las
ciencias naturales, encontró principios simplificadores y mutilantes en
los que era imposible concebir el ser, imposible concebir la existencia,
imposible concebir la autonomía, imposible concebir el sujeto, imposible
concebir la responsabilidad.
12.
y
13.
Ahora, llego al último
punto, que es el más dramático.
El conocimiento simplificante se
funda sobre la fiabilidad absoluta de la lógica para establecer la verdad
intrínseca de las teorías
, una vez que éstas están fundadas empíricamente
según los procedimientos de la verificación. Ahora bien, hemos
descubierto, con el teorema de Gödel, la problemática de la limitación
de la lógica. El teorema de Gödel ha demostrado los límites de la
demostración lógica en el seno de sistemas formalizados complejos; éstos
comportan al menos una proposición que es indecidible, lo que hace que el
conjunto del sistema sea indecidible. Lo que es interesante en esta idea,
es que se la puede generalizar: todo sistema conceptual suficientemente
rico incluye necesariamente cuestiones a las que no puede responder desde
sí mismo, pero a las que sólo se puede responder refiriéndose al
exterior de ese sistema.
Como dice expresamente
Gödel: "El
sistema sólo puede encontrar sus instrumentos de verificación en un
sistema más rico o metasistema". Tarski lo dijo también claramente
para los sistemas semánticos. Los metasistemas, aunque más ricos,
comportan también una brecha y así seguidamente; la aventura del
conocimiento no puede ser cerrada; la limitación lógica nos hace
abandonar el sueño de una ciencia absoluta y absolutamente cierta, pero
es necesario decir que no era sólo un sueño. Era el sueño finalmente de
los años 20, el sueño del matemático Hilbert que creía efectivamente
que podía probarse de modo absoluto por la metamatemática, matemáticamente,
lógicamente, formalmente la verdad de una teoría. Era el sueño del
positivismo lógico que creyó fundar con certeza la teoría científica.
Ahora bien, Popper, después Kuhn, cada uno a su modo, han mostrado que lo
propio de una teoría científica es ser biodegradable. Hay aquí una
brecha en la lógica a la que se añade otra brecha, que es el problema de
la contradicción. Es un problema muy viejo, puesto que lo contradictorio
o el antagonismo está presente en Heráclito, Hegel, Marx.
La cuestión está en saber si la
aparición de una contradicción es signo de error, es decir, si es
necesario abandonar el camino que ha conducido a ella o, si por contrario,
nos revela niveles profundos o desconocidos de la realidad. Existen
contradicciones no absurdas, a las que nos conduce la observación, así
la partícula se presenta al observador tanto como onda tanto como corpúsculo;
esta contradicción no es una contradicción absurda; ella se funda sobre
una andadura lógica; partiendo de determinadas observaciones, se llega a
la conclusión de que lo observado es algo inmaterial, una onda; pero
otras observaciones, no menos verificadas, nos muestran que, en otras
condiciones, el fenómeno se comporta como una entidad discreta, un corpúsculo.
Es la lógica la que conduce a esa contradicción. El verdadero problema
es que es la misma lógica la que nos conduce a momentos aporéticos los
cuales pueden o no pueden ser superados. Lo que revela la contradicción,
si ella es insuperable, es la presencia de un nivel profundo de la
realidad que cesa de obedecer a la lógica clásica o aristotélica.
Diría, en dos palabras, que el trabajo
del pensamiento, cuando es creador, es realizar saltos, transgresiones lógicas,
pero que el trabajo de la verificación es retornar a la lógica clásica,
al nudo deductivo, el cual, efectivamente, sólo opera verificaciones
segmentarias. Podemos formular proposiciones, aparentemente
contradictorias, como por ejemplo: yo soy otro. Yo "soy" otro,
como decía Rimbaud, o esa hermosa frase de Tarde, por citar a un
precursor de la sociología, que reza: "Lo más admirable de todas
las sociedades, esa jerarquía de conciencia, esa feudalidad de almas
vasallas de la que nuestra persona es la cima", es decir, esa
multiplicidad de personalidades en el yo; en la identidad existe un tejido
de nociones extremamente diversas, existe la heterogeneidad en lo idéntico.
Todo esto es muy difícil de concebir, pero es así.
Así, en el corazón del problema de la
complejidad, anida un problema de principio de pensamiento o paradigma, y
en el corazón del paradigma de complejidad se presenta el problema de la
insuficiencia y de la necesidad de la lógica, del enfrentamiento
"dialéctico"odialógico de la contradicción.
La
epistemología compleja
El segundo problema es el de
la
epistemología compleja
que, en última instancia, es aproximadamente
de la misma naturaleza que el problema del conocimiento del conocimiento.
Continúa cuestiones de lo que he dicho, pero sobrepasándolas, englobándolas.
¿Cómo concebir ese conocimiento del conocimiento?
Podemos decir que el problema del
conocimiento científico podía plantearse a dos niveles. Estaba el nivel
que podríamos llamar empírico, y el conocimiento científico, gracias a
las verificaciones mediante observaciones y experimentaciones múltiples,
extrae datos objetivos y, sobre estos datos objetivos, induce teorías
que, se pensaba, "reflejaban" lo real. En un segundo nivel, esas
teorías se fundaban sobre la coherencia lógica y así fundaban su verdad
los sistemas de ideas. Teníamos, pues, dos tronos, el trono de la
realidad empírica y el trono de la verdad lógica, de este modo se
controlaba el conocimiento. Los principios de la epistemología compleja
son más complejos: no hay un trono; no hay dos tronos; en modo alguno hay
trono. Existen instancias que permiten controlar los conocimientos; cada
una es necesaria; cada una es insuficiente.
La primera instancia, es el
espíritu
.
¿Qué es el espíritu? El espíritu es la actividad de algo, de un órgano
llamado
cerebro
. La complejidad consiste en no reducir ni el espíritu
al cerebro, ni el cerebro al espíritu. El cerebro, evidentemente, es un
órgano que podemos analizar, estudiar, pero que nombramos tal cual por la
actividad del espíritu.
Dicho de otro modo, tenemos algo que
podemos llamar
el espíritu-cerebro
ligado y recursivo puesto que
uno coproduce al otro de alguna manera. Pero de todas formas, este espíritu-cerebro
ha surgido a partir de una evolución biológica, vía la hominización,
hasta el
homo
llamado
sapiens
. Por lo tanto, la problemática
del conocimiento debe absolutamente integrar, cada vez que ellas aparecen,
las adquisiciones fundamentales de la
bio-antropología
del
conocimiento. Y ¿cuáles son esas adquisiciones fundamentales?
La primera adquisición fundamental es
que nuestra máquina cerebral es hiper-compleja. El cerebro es uno y múltiple.
La menor palabra, la menor percepción, la menor representación ponen en
juego, en acción y en conexión miríadas de neuronas y múltiples
estratos o sectores del cerebro. Éste es bihemisférico; y su
funcionamiento favorable acontece en la complementariedad y en el
antagonismo entre un hemisferio izquierdo más polarizado sobre la
abstracción y el análisis, y un hemisferio derecho más polarizado sobre
la aprehensión global y lo concreto. El cerebro es hipercomplejo
igualmente en el sentido en que es "triúnico", según la
expresión de Mac Lean. Porta en sí, no como la Trinidad tres personas en
una, sino tres cerebros en uno, el cerebro reptiliano (celo, agresión),
el cerebro mamífero (afectividad), el neocórtex humano (inteligencia lógica
y conceptual), sin que haya predominancia de uno sobre otro. Al contrario,
hay antagonismo entre esas tres instancias, y a veces, a menudo, es la
pulsión quien gobierna la razón. Pero también, en y por ese
desequilibrio, surge la imaginación.
Lo más importante quizás en la
bio-antropología del conocimiento nos retorna a las críticas kantianas,
en mi opinión, ineludibles; efectivamente, se ha descubierto mediante
medios nuevos de observación y de experimentación lo que Kant descubrió
mediante procedimientos intelectuales y reflexivos. Nuestro cerebro está
en una caja negra que es el cráneo, no tiene comunicación directa con el
universo. Esa comunicación se efectúa indirectamente vía la red
nerviosa a partir de las terminales sensoriales. ¿Qué es lo que llega a
nuestra retina, por ejemplo? Son
estímulos
, que en nuestro
lenguaje actual llamamos fotones, que van a impresionar la retina y esos
mensajes van a ser analizados por células especializadas, después
transcritos en un código binario el cual va a llegar a nuestro cerebro
donde, de nuevo, van, según procesos que no conocemos, a traducirse en
representación. Es la ruina de la concepción del conocimiento-reflejo.
Nuestras visiones del mundo son
traducciones del mundo. Traducimos la realidad en representaciones,
nociones, ideas, después en teorías. Desde ahora está experimentalmente
demostrado que no existe diferencia intrínseca alguna entre la alucinación
y la percepción. Podemos efectuar determinados estímulos sobre
determinadas zonas del cerebro y hacer revivir impresiones, recuerdos con
una fuerza alucinatoria sentida como percepción. Dicho de otro modo, lo
que diferencia la percepción de la alucinación es únicamente la
intercomunicación humana. Y quizás ni eso, pues hay casos de alucinación
colectiva. A menos que se admita la realidad de la aparición de Fátima,
es cierto que miles de personas, que una muchedumbre, pueden producir una
misma alucinación.
Así, del examen
bio-antropológico del
conocimiento se desprende un principio de incertidumbre fundamental;
existe siempre una relación incierta entre nuestro espíritu y el
universo exterior. Sólo podemos traducir su lenguaje desconocido atribuyéndole
y adaptándole nuestro lenguaje. Así, hemos llamado "luz" a lo
que nos permite ver, y entendemos hoy por luz un flujo de fotones que
bombardean nuestras retinas. Es ya hora de que la epistemología compleja
reintegre un personaje que ha ignorado totalmente, es decir, el hombre en
tanto que ser bio-antropológico que tiene un cerebro. Debemos concebir
que lo que permite el conocimiento es al mismo tiempo lo que lo limita.
Imponemos al mundo categorías que nos permiten captar el universo de los
fenómenos
.
Así, conocemos realidades, pero nadie puede pretender conocer La Realidad
con "L" y "R".
No hay sólo condiciones
bio-antropológicas
del conocimiento. Existen, correlativamente, condiciones socioculturales
de producción de todo conocimiento, incluido el científico. Estamos en
los comienzos balbucientes de la sociología del conocimiento. Una de sus
enfermedades infantiles es reducir todo conocimiento, incluido el científico,
únicamente a su enraizamiento sociocultural; ahora bien,
desgraciadamente, no se puede hacer del conocimiento científico una
ideología
del mismo tipo que las ideologías políticas, aunque -y volveré sobre
ello- toda teoría sea una ideología, es decir construcción, sistema de
ideas, y aunque todo sistema de ideas dependa a la vez de capacidades
propias al cerebro, de condiciones socioculturales, de la problemática
del lenguaje. En ese sentido, una teoría científica comporta
inevitablemente un carácter ideológico. Existen siempre postulados metafísicos
ocultos en y bajo la actividad teórica (Popper, Holton).
Pero la ciencia establece un diálogo crítico
con la realidad, diálogo que la distingue de otras actividades
cognitivas.
Por otro lado, la sociología del
conocimiento está aún poco desarrollada y comporta en ella una paradoja
fundamental; sería necesario que la sociología fuese más potente que la
ciencia que estudia para poderla tratar de modo plenamente científico;
ahora bien, desgraciadamente la sociología es científicamente menos
potente que la ciencia que examina. Eso quiere decir evidentemente que es
necesario desarrollar la sociología del conocimiento. Existen estudios
interesantes, pero muy limitados, que son estudios de sociología de los
laboratorios; ponen de manifiesto que un laboratorio es un micro-medio
humano donde bullen ambiciones, celos, rivalidades, modas... Se dudaba un
poco de ello. Es cierto que esto resumerge la actividad científica en la
vida social y cultural; pero no se trata sólo de eso. Hay mucho más que
hacer desde el punto de vista de la sociología de la cultura, de la
sociología de la
intelligentsia
(Mannheim). Hay todo un dominio
extremamente fecundo por prospectar. A este nivel es preciso desarrollar
una socio-historia del conocimiento, incluida en ella la historia del
conocimiento científico. Acabamos de ver que toda teoría cognitiva,
incluida la científica, es coproducida por el espíritu humano y por una
realidad sociocultural. Eso no basta.
Es necesario también considerar los
sistemas de ideas como realidades de un tipo particular, dotadas de una
determinada autonomía "objetiva" en relación a los espíritus
que las nutren y se nutren de ellas. Es necesario, pues, ver el mundo de
las ideas, no sólo como un producto de la sociedad solamente o un
producto del espíritu, sino ver también que el producto tiene, en el
dominio complejo, siempre una autonomía relativa. Es el famoso problema
de la superestructura ideológica que ha atormentado a generaciones de
marxistas, porque, evidentemente, el marxismo sumario y cerrado hacía de
la superestructura un puro producto de las infraestructuras, pero el
marxismo complejo y dialéctico, comenzando por Marx, percibía que una
ideología retroactuaba, evidentemente, y jugaba su papel en el proceso
histórico. Es necesario ir todavía más lejos. Marx creyó volver a
poner la dialéctica sobre los pies subordinando el papel de las ideas.
Pero la dialéctica no tiene cabeza ni pies. Es rotativa.
A partir del momento en que se toma en
serio la idea de recursión organizacional, los productos son necesarios
para la producción de los procesos. Las sociedades humanas, las
sociedades arcaicas, tienen mitos fundacionales, mitos comunitarios, mitos
sobre ancestros comunes, mitos que les explican su situación en el mundo.
Ahora bien, esas sociedades sólo pueden consumarse en tanto que
sociedades humanas si tienen ese ingrediente mitológico; el ingrediente
mitológico es tan necesario como el ingrediente material. Puede decirse:
no, por supuesto tenemos primeramente necesidad de comer y luego... los
mitos, sí, ¡pero no tanto! Los mitos mantienen la comunidad, la
identidad común que es un vínculo indispensable para las sociedades
humanas. Forman parte de un conjunto en el que cada momento del proceso es
capital a la producción del todo.
Dicho esto, quiero hablar del grado de
autonomía de las ideas y tomaré dos ejemplos extremos; un ejemplo que me
ha impresionado siempre resulta evidente en todas las religiones. Los
dioses que son creados por las interacciones entre los espíritus de una
comunidad de creyentes tienen una existencia plenamente real y plenamente
objetiva; ellos no tienen ciertamente la misma objetividad que una mesa,
que la caza; pero tienen una objetividad real en la medida en que se cree
en ellos: son seres que viven por los creyentes y éstos operan con sus
dioses un comercio, un intercambio de amor pagado con amor. Se les demanda
ayuda o protección y, a cambio, se les dona ofrendas. Mejor aún: hay
muchos cultos en los que los dioses aparecen, y lo que me ha fascinado
siempre en la
macumba
es ese momento en el que llegan los dioses,
los espíritus, que se apoderan de tal o cual persona, que bruscamente
hablan por la boca del dios, hablan con la voz del dios, es decir que la
existencia real de esos dioses es incontestable. Pero esos dioses no
existirían sin los humanos que los protegen: ¡he aquí la restricción
que es necesario hacer a su existencia! En el límite, esta mesa puede aún
existir tras nuestra vida, nuestro aniquilamiento, aunque no tuviese ya la
función de mesa; eso sería lo que continuaría su existencia. Pero los
dioses morirían todos desde que cesásemos de existir.
Entonces, ¡he ahí su tipo de
existencia!
Del mismo modo, diría que las ideologías
existen con mucha fuerza. ¡La idea trivial de que podemos morir por una
idea es muy verdadera! Claro está, mantenemos una relación muy equívoca
con la ideología. Una ideología, según la visión marxiana, es un
instrumento que enmascara intereses particulares bajo ideales universales.
Todo esto es verdad; pero la ideología no es solamente un instrumento;
ella nos instrumentaliza. Somos poseídos por ella. Somos capaces de
actuar por ella. Así pues, existe el problema de la autonomía relativa
del mundo de las ideas y el problema de la organización del mundo de las
ideas.
Hay necesidad de elaborar una ciencia
nueva que sería indispensable para el conocimiento del conocimiento. Esa
ciencia sería la
noología
, ciencia de las cosas del espíritu, de
las entidades mitológicas y de los sistemas de ideas, entendidos en su
organización y su modo de ser específico.
Los problemas fundamentales de la
organización de los sistemas de ideas no resultan solamente de la
lógica
,
existe también lo que llamo la
paradigmatología
. Ésta significa
que los sistemas de ideas obedecen a algunos principios fundamentales que
son principios de asociación o de exclusión que los controlan y
comandan.
Así, por ejemplo, lo que podemos llamar
el gran paradigma de Occidente, bien formulado por Descartes, ya citado,
que consiste en la disyunción entre el objeto y el sujeto, la ciencia y
la filosofía; es un paradigma que no sólo controla la ciencia, sino que
controla la filosofía. Los filósofos admiten la disyunción con el
conocimiento científico, tanto como los científicos la disyunción con
la filosofía. He aquí, pues, un paradigma que controla tipos de
pensamiento totalmente diferentes, incluso antagonistas, pero que le
obedecen igualmente. Ahora bien, tomemos la naturaleza humana como ejemplo
del paradigma. O bien el paradigma hace que esas dos nociones, las de
naturaleza y hombre, estén asociadas, como ocurre de hecho en Rousseau,
es decir que sólo se puede comprender lo humano en relación con la
naturaleza. O bien, esas dos nociones están disjuntas, es decir que sólo
puede comprenderse lo humano por exclusión de la naturaleza; éste es el
punto de vista de la antropología cultural aún reinante.
Un paradigma complejo, por el contrario,
puede comprender lo humano a la vez en asociación y en oposición con la
naturaleza. Es Kuhn quien ha puesto de relieve fuertemente la importancia
crucial de los paradigmas, aunque haya definido mal esa noción. Él la
utiliza en el sentido vulgar anglosajón de "principio
fundamental". Yo la empleo en un sentido intermedio entre su sentido
lingüístico y su sentido kuhniano, es decir que ese principio
fundamental se define por el tipo de relaciones que existen entre algunos
conceptos maestros extremadamente limitados, pero cuyo tipo de relaciones
controla todo el conjunto de los discursos, incluida la lógica de los
discursos. Cuando digo
lógica
, es necesario ver que de hecho
creemos en la lógica aristotélica; pero en ese tipo de discurso que es
el discurso de nuestro conocimiento occidental, es la lógica aristotélica
la que nos hace obedecer, sin saberlo, a ese paradigma de disyunción, de
simplificación y de legislación soberana; y el mundo del paradigma es
evidentemente algo muy importante que merece ser estudiado en sí mismo,
pero a condición siempre de abrirlo sobre el conjunto de las condiciones
socioculturales y de introducirlo en el corazón mismo de la idea de
cultura. El paradigma que produce una cultura es al mismo tiempo el
paradigma que reproduce esa cultura. Hoy, el principio de disyunción, de
distinción, de asociación, de oposición que gobierna la ciencia no
solamente controla las teorías, sino que al mismo tiempo comanda la
organización tecno-burocrática de la sociedad. Esa división, esa
hiperdivisión del trabajo científico aparece de un lado, evidentemente,
como una especie de necesidad de desarrollo intrínseco, porque desde que
una organización compleja se desarrolla, el trabajo se especializa
mientras que las tareas se multiplican para llegar a una riqueza más
compleja. Pero ese proceso, no solamente es paralelo, sino que está
ligado al proceso de la división del trabajo social, al proceso de la
heterogeneización de tareas, al proceso de la no-comunicación, de la
parcelación, de la fragmentación de las actividades humanas en nuestra
sociedad industrial; resulta evidente que hay en ello una relación muy
profunda entre el modo como organizamos el conocimiento y el modo como la
sociedad se organiza. La ausencia de complejidad en las teorías científicas,
políticas y mitológicas está ella misma ligada a una determinada
carencia de complejidad en la organización social misma, es decir, que el
problema de lo paradigmático es extremamente profundo porque remite a
algo muy profundo en la organización social, que no es evidente en
principio; remite a algo muy profundo, sin duda, en la organización del
espíritu y del mundo noológico.
A modo de conclusión
Concluyo: ¿qué sería una epistemología
compleja?
No es la existencia de una instancia
soberana que sería el Señor epistemólogo controlando de modo
irreductible e irremediable todo saber; no hay trono soberano. Hay una
pluralidad de instancias. Cada una de esas instancias es decisiva; cada
una es insuficiente. Cada una de esas instancias comporta su principio de
incertidumbre. He hablado del principio de incertidumbre de la
bioantropología del conocimiento. Es necesario también hablar del
principio de incertidumbre de la sociología del conocimiento; una
sociedad produce una ideología, una idea; pero eso no es signo de que
ella sea verdadera o falsa. Por ejemplo, en la época en que Laurent
Casanova (es un recuerdo personal) estigmatizaba al existencialismo
sartriano diciendo de éste: "Es la expresión de la pequeña burguesía
laminada entre el proletariado y la burguesía", el desafortunado
Sartre decía: "Sí, quizás; es verdad; pero eso no quiere decir,
sin embargo, que el existencialismo sea verdadero o falso". Del mismo
modo, las conclusiones "sociológicas" de Lucien Goldmann sobre
Pascal, incluso si ellas están fundadas, no afectan a los
Pensées
.
Lucien Goldmann decía: "La ideología
de Pascal y de Port-Royal es la ideología de la nobleza de toga laminada
entre la monarquía y la burguesía ascendente". Quizás, pero ¿es
que la angustia de Pascal ante los dos infinitos puede reducirse al drama
de la nobleza de toga que va a perder su toga? No está tan claro.
Dicho de otro modo: incluso las
condiciones más singulares, las más localizadas, las más particulares,
las más históricas de la emergencia de una idea, de una teoría, no son
prueba de su veracidad -claro está- ni tampoco de su falsedad. Dicho de
otro modo, hay un principio de incertidumbre en el fondo de la verdad. Es
el problema de la
epistemología
; es el problema de la
dialéctica
;
es el problema de la
verdad
. Pero también aquí la verdad se
escapa; y también aquí el día en que se haya constituido una facultad
de
noología
, con su departamento de
paradigmatología
, ese
no será el lugar central desde donde se podría promulgar la verdad.
Hay un principio de incertidumbre y,
como decía hace un instante, hay un principio de incertidumbre en el
corazón mismo de la
lógica
. No hay incertidumbre en el silogismo;
pero en el momento del ensamblaje en un sistema de ideas, hay un principio
de incertidumbre.
Así,
hay un principio de incertidumbre en el examen de cada instancia
constitutiva del conocimiento. Y el problema de la epistemología es hacer
comunicar esas instancias separadas; es, de alguna manera, hacer el
circuito. No quiero decir que cada uno deba pasar su tiempo leyendo,
informándose sobre todos los dominios. ¡No! Pero lo que digo es que si
se plantea el problema del conocimiento, y por tanto el problema del
conocimiento del conocimiento, estamos obligados a concebir los problemas
que acabo de enumerar. Son ineluctables; y no porque sea muy difícil
informarse, conocer, verificar, etc., hay que eliminar esos problemas. Es
necesario, en efecto, darse cuenta de que es muy difícil y que no es una
tarea individual; es una tarea que necesitaría el encuentro, el
intercambio, entre todos los investigadores y universitarios que trabajan
en dominios disjuntos, y que se encierran, por desgracia, como ostras
cuando se les solicita. Al mismo tiempo, debemos saber que no hay más
privilegios, más tronos, más soberanías epistemológicas; los
resultados de las ciencias del cerebro, del espíritu, de las ciencias
sociales, de la historia de las ideas, etc., deben retroactuar sobre el
estudio de los principios que determinan tales resultados. El problema no
es que cada uno pierda su competencia. Es que la desarrolle bastante para
articularla con otras competencias, las cuales, encadenadas, formarían un
bucle completo y dinámico, el bucle del conocimiento del conocimiento.
Esta es la problemática de la epistemología compleja y no la llave
maestra de la complejidad, de la que lo propio, desgraciadamente, es que
no facilita llave maestra alguna.
Nota:
Este texto corresponde a las páginas 43-77 de
L'intelligence de la
complexité
, editado por L'Harmattan, París, 1999. Agradecemos a
Edgar Morin su amable autorización para traducir y publicar el texto.
Traducción de José Luis Solana Ruiz.
Edgar Morin.
Director honorario de investigaciones del CNRS. París, Francia.
EDUCACIÓN Y PENSAMIENTO COMPLEJO.
Dr.
Sc.
Rigoberto Pupo Pupo.
Introducción.
En
los tiempos actuales la educación tiene mucho que decir y hacer. La
educación como formación humana, como “instrucción del pensamiento…
y dirección de los sentimientos”, según la concepción martiana,
deviene cauce central ante la necesidad de dar respuesta a los desafíos
del siglo XXI, Crear hombres con ciencia y con conciencia, desarrollar una
cultura del ser capaz de enfrentar la globalización neoliberal,
siendo,
como sujeto
, es una tarea que la educación no puede soslayar.
Sin
embargo, caben las siguientes preguntas: ¿Está la educación en
condiciones de ser guía espiritual de la formación humana? ¿Los
paradigmas en que se funda pueden modelar proyectos reales, en función de
la misión que le corresponde cumplir? ¿Ella misma no está contaminada
por el pensamiento único, los reduccionismos de corte positivistas, el
autoritarismo en la ciencia y en la docencia, la intolerancia, el
determinismo absoluto, los fundamentalismos estériles y otros lastres de
la modernidad que han quebrado por su ineficacia heurística, metodológica
y práctica? ¿Hay racionalidad en
los
siete vacíos que Edgar Morin
ha
revelado en la educación actual y en la propuesta de los siete saberes
para revertir o atenuar tal situación?
Este
glosario de preguntas, por sí mismo, da cuenta que estamos abocados en
una crisis de la educación, que no puede resolverse desde la educación
misma. El saber educativo no puede cambiar sin transformaciones profundas
en la educación
y ésta
resulta infecunda sin una reforma en el pensamiento y en la praxis en que
encuentra concreción.
I
. La reforma del pensamiento como
premisa de la educación en tanto formación humana
.
No
se trata en modo alguno de asumir la modernidad desde posiciones
nihilistas y hacer de ella y sus conquistas una tábula rasa. Ella misma
con todos sus paradigmas y utopías , históricamente fue conciencia crítica
que dio respuestas a su tiempo histórico, en correspondencia con el
estado de las ciencias y la práctica social. Pero históricamente las
nuevas realidades exigen rupturas, cambios y transformaciones como expresión
de
la quiebra de principios
que se consideraban invariables.
[230]
El modelo paradigmático de la modernidad, caracterizado por la
simplificación y concretado en los principios de
disyunción, reducción, abstracción
y el determinismo
mecánico tiene que ceder paso a nuevas perspectivas epistemológicas para
aprehender la complejidad de lo real. La teoría de la complejidad y el
pensamiento complejo asume “(…) la heterogeneidad, la interacción y
el azar”
[231]
… como totalidad sistémica, fundada en tres
principios: “el dialógico, la recursividad y el principio
hologramático:
1. El dialógico:
No asume la
superación de
los contrarios, sino que los dos términos coexisten sin dejar de ser
antagónicos. Valora en grado máximo la conexión como condición del
sistema.
2. Recursividad.
El efecto se vuelve causa, la causa se vuelve efecto; los productos son
productores, el individuo hace cultura y la cultura hace a los individuos.
3. El principio hologramático
.
Este principio busca superar el principio de holismo y del reduccionismo.
El holismo no ve más que el todo; el reduccionismo no ve más que las
partes. El principio hologramático ve las partes en el todo y el todo en
las partes.”
[232]
Al
mismo tiempo, en Edgard Morin, estos principios están mediados por dos
conceptos: el de paradigma y el de sujeto. El primero lo define
como la estructura mental y cultural bajo la cual se mira la
realidad y el segundo (el sujeto), lo conceptúa como toda realidad
viviente, caracterizada por la autonomía, la individualidad y por su
capacidad de procesar información. Para él, el sujeto es el de mayor
complejidad
[233]
.
“Sostiene que no se puede asumir esta noción de sujeto desde un
paradigma simplista. Es necesario el pensamiento complejo; aquel
“pensamiento capaz de unir conceptos que se rechazan entre sí y que son
desglosados y catalogados en compartimentos cerrados” por el pensamiento
no complejo. No se trata de rechazar lo simple, se trata de verlo
articulado con otros elementos; es cuestión de separar y enlazar al mismo
tiempo. Se trata pues, “de comprender un pensamiento que separa y que
reduce junto con un pensamiento que distingue y que enlaza”.
[234]
La
teoría de la complejidad no es excluyente. Sencillamente, escribe Edgar
Morin: “Lo que actualmente me importa es lo que llamo la reforma de los
pensamientos; es decir, pienso cada vez más que ejercemos pensamientos
que mutilan la realidad, pensamientos que separan las cosas en lugar de
conectarlas entre sí. Creo también que este tipo de pensamiento nos
lleva hacia una inteligencia ciega, es decir, que cada vez tenemos más
necesidad de conocer el conjunto de los procesos del mundo. Creo que el
objetivo de mi trabajo y del método corresponde a un pensamiento que sea
capaz de conectar la comprensión y que, por lo mismo, nos prepare para
hacer frente a los problemas del futuro. Se trata entonces de un problema
de conocimiento y también de un problema humano, pues esa necesidad, el
conocimiento del ser humano, tiene un aspecto antropológico y, si se
quiere, lo que hago es algo_ esto que yo llamo el desarrollo del
pensamiento complejo, con todas las implicaciones que ello comporta”
[235]
La
teoría de la complejidad y el pensamiento complejo no intenta en modo
alguno constituirse en método único, sino captar la realidad como
sistema complejo, en sus diversas conexiones, mediaciones y
condicionamientos. Por eso no establece relaciones antitéticas
entre orden y
caos,
incertidumbre y certidumbre, entre las partes y el todo, etc
[236]
. Admite la racionalidad, pero se opone a la
racionalización que simplifica, reduce y no aprehende la realidad en su
contexto y complejidad.” Es conocida la fórmula kantiana que dice: ¿Qué
puedo saber? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar?
Es una cuestión fundamental que cada uno debe plantearse, y yo creo que
finalmente el conjunto de mi obra se esfuerza siempre por responder a
estas preguntas, a veces en forma más intensa pero siempre relacionadas.
Pienso que este es el tono de mi obra y el sentido que toma mi voluntad de
practicar un pensamiento complejo y, por lo mismo, querer una reforma de
los pensamientos que nos permita conocer de manera más correcta a fin de
sostener mejor nuestra acción. ¿Qué debo hacer? Y, eventualmente,
esperamos. Pero hacemos cosas, y el proceso de conocimiento nos exige
plantearnos preguntas, pero con vistas a restablecer nuestra
individualidad como cognoscentes en el proceso de conocimiento, y éste
es, contra el diagnóstico del pensamiento simplificador, una reconstrucción,
una traducción; es decir, un proceso complejo”
[237]
.
La
educación como formación humana, en los momentos actuales, está urgida
de cambios. Hay que reformar el pensamiento en general y sus paradigmas si
se quiere revertir el pensar educativo y sus estrategias. Hay que cambiar
las estructuras existentes no sólo de pensamiento, sino en plena conjunción
con la práctica social y sin perder el sentido cultural en que toma
cuerpo y se despliega como sistema complejo.
II. La educación como proceso cultural y
los desafíos ante el pensamiento complejo
[238]
.
En
los marcos de la formación humana y su desarrollo cultural, la educación
resulta imprescindible. Ella
constituye
el medio por excelencia a través del cual se cultiva el hombre y se
prepara para la vida y
la
sociedad. En criterio de Luz y Caballero, “instruir puede cualquiera,
educar, sólo quien sea un evangelio vivo”.
Sin
embargo, en las condiciones actuales la educación no prepara para la
vida. No está en condiciones de desarrollar una cultura de la razón y
los sentimientos: una cultura del ser. Es incapaz de vincular
estrechamente el mundo de la vida, el mundo de la escuela y el mundo del
trabajo.
Los
paradigmas de corte positivista, gnoseologistas, reduccionistas,
objetivistas, intolerantes y autoritaristas, convierten a los educandos en
objetos pasivos. No importa que en la teoría se hable de métodos
activos, cuando los docentes presentamos nuestra verdad como la verdad
absoluta. No se crean espacios comunicativos para construir conocimientos
y revelar valores. El trasmisionismo y el inculquismo siguen imperando con
fuerza indetenible.
El
sentido cultural y cósmico, propio del pensar complejo brilla por su
ausencia.
El
carácter disciplinar de la enseñanza convierte la educación en una
ciencia que divide y desune con vacías abstracciones. La naturaleza, la
sociedad y la cultura no llega al estudiante como una totalidad sistémica,
en cuya relación la naturaleza y la sociedad se humanizan y el hombre y
la sociedad se naturalizan. La enajenación progresiva lo invade todo. La
conciencia ecológica y bioética
no
se integra al corpus de la cultura.
¿Qué
hacer ante tal estado de cosas? Por supuesto que se requiere de cambios
estructurales profundos, pero mientras no tengan lugar, no podemos
cruzarnos de brazos.
Edgar
Morin, presenta un proyecto interesante en su obra “Los siete saberes
necesarios para la educación del futuro, a partir de los vacíos que
descubre en la educación, los cuales se concretan en:
v
La ceguera del conocimiento:
el error y la ilusión. No se enseña el riesgo del error y la ilusión.
v
Los principios del
conocimiento pertinente: separación de las disciplinas, del objeto y el
sujeto, lo natural y social, separación del contexto, etc.
v
Enseñar la condición
humana. El significado de ser humano. No todas las ciencias enseñan la
condición humana. Enseñar la calidad poética de la vida, desarrollar la
sensibilidad. Necesidad de una convergencia de la condición humana.
v
Enseñar la identidad
terrenal. Conciencia de que se es ciudadano de la Tierra. Se comparte un
destino común y se confrontan problemas vitales. Identidad terrenal, paz,
globalización…
v
Enseñar a afrontar las
incertidumbres. Las ciencias enseñan muchas certezas, pero no los
innumerables campos de incertidumbres.
v
Enseñar la comprensión.
Enseñar a establecer un diálogo entre las culturas. Enseñar y explicar
cómo integrarnos al otro. Tolerancia. Empatía hacia el otro.
v
Enseñar la ética del género
humano. Una ética basada en valores universales. La humanidad debe
convertirse en verdadera humanidad y encontrar su realización en ella.
La
educación, pensada desde la complejidad
[239]
, es imposible sin una reforma del pensamiento,
que haga de ella un verdadero proceso de aprehensión del hombre como
sujeto complejo que piensa, siente, conoce, valora, actúa y se comunica.
Y para revelar la complejidad del hombre hay que asumirlo con sentido
cultural, es decir, en su actividad real y en la praxis que lo integra a
la cultura. La cultura como ser esencial del hombre y medida de ascensión
humana no sólo concreta la actividad del hombre en sus momentos
cualificadores (conocimiento, praxis, valores, comunicación), sino que da
cuenta del proceso mismo en que tiene lugar
el devenir del hombre como sistema complejo: la necesidad, los
intereses, los objetivos y fines, los medios y condiciones, en
tanto mediaciones del
proceso
y el resultado mismo. He ahí el por qué de la necesidad de pensar al
hombre y a la subjetividad humana con sentido cultural, que es al mismo
tiempo, pensarlo desde una perspectiva de complejidad. Por eso Marx, en
sus tesis sobre Feuerbach, aconsejaba asumir la realidad subjetivamente,
para transformarla en bien del hombre y la sociedad.
Reflexión sobre los “Siete saberes
necesarios
para la educación
del futuro”.
Mayo
de 2000
Con
Edgar Morin
Gustavo
López Ospina
Nelson
Vallejo Gómez
Edgar Morin
Director de
investigación Emérito en el CNRS, Francia
Presidente de la
agencia Europea de la Cultura
Presidente de la
Asociación para el Pensamiento Complejo
Gustavo López Ospina
Director
Proyecto
transdisciplinario “Educación para un Futuro Sostenible”
UNESCO
Nelson Vallejo Gómez
Encargado de Misión
para las Relaciones Internacionales
Ministerio de Educación
Nacional, Francia
Ex Secretario General
de la Asociación para el Pensamiento Complejo
6 de junio de 2000
Gustavo
López Ospina
Nos
encontramos hoy en la Sede de la UNESCO en París, con el fin de celebrar
un debate con el Profesor Morin.
El
profesor Morin colaboró el año pasado con la UNESCO en la producción de
un texto que la Organización presentó en octubre a la Conferencia
General y que lleva como título
“Los
siete saberes necesarios para la educación del futuro”.
Este debate tiene por objeto principal explorar con el Profesor
Morin los principales mensajes que encierran estos siete saberes y la
manera en que estos mensajes pueden incorporarse hoy a la política de
todos los Estados Miembros y de todo país como contri9bución a una
reflexión sobre los problemas complejos que afrontan las
sociedades actualmente.
Las
sociedades deben afrontar estos problemas partiendo de la educación como
instrumento del futuro, como instrumento de cambio.
En efecto, la educación como elemento esencial de todas las
sociedades constituye una de las grandes posibilidades de trabajar en pro
de nuevos estilos de vida, de una nueva manera de vivir y por encima de
todo de una verdadera solidaridad mundial.
Profesor
Morin, usted es uno de los grandes pensadores del Siglo XX y del comienzo
del XXI, y su renombre se extiende por todas las regiones del mundo.
La UNESCO lo sabe y es por eso usted no necesita presentación.
Sin embargo, habría que precisar que usted es Director de
Investigación Emérito en el CNRS en Francia y Presidente de la Agencia
Europea de la Cultura.
Usted
ha consagrado una gran parte de su libro al problema del conocimiento
pertinente y usted es uno de los grandes líderes de la reforma del
pensamiento.
La UNESCO obra
igualmente para el logro de este gran objetivo.
Para
iniciar este debate, vamos a pedir al Profesor Morin que nos comente sus
primeras reflexiones y mensajes sobre este libro, que ha tenido un gran
impacto en la mayoría de países y regiones del mundo, hasta tal punto
que comienza a ser estudiado por los diferentes protagonistas de la
educación y a convertirse en una de las grandes preocupaciones de todos
los gobiernos.
Nos
acompaña también el Señor Nelson Vallejo, Profesor colombiano de
filosofía.
El señor Nelson
Vallejo es el Secretario General de la Asociación para el Pensamiento
complejo y trabaja para el Ministerio de Educación Nacional de Francia,
en el Gabinete del Ministro, en el ámbito de las Relaciones
Internacionales.
Asimismo es
Miembro fundador de la Academia de la Latinidad.
Nelson Vallejo
Edgar
Morin, buenos días.
Por
iniciativa de Gustavo López Ospina, el Programa de la UNESCO “Educación
para un futuro sostenible” le pidió en octubre del año pasado que
preparase un documento para la Conferencia General de la UNESCO.
Usted decidió titular ese documento “Los siete saberes
necesarios para la educación del futuro”.
¿Tendría usted la amabilidad de presentar en algunas palabras
este documento?
¿Por qué
“siete saberes?”
¿Por qué
fundamentales?
¿Por qué es
necesario analizar este tema
antes
de presentar propuestas para un sistema educativo?
Edgar Morin
He
hablado de “siete saberes” porque partí de la idea de que existan
siete vacíos profundos en las materias docentes, es decir siete materias
fundamentales que son ignoradas, ocultadas o desintegradas en fragmentos.
El
primer vacío es el conocimiento.
En
general, se considera que el conocimiento es un problema filosófico y
epistemológico.
Yo,
personalmente, considero que es un problema que nos concierne a todos.
¿Por qué?
Porque
sabemos perfectamente que el conocimiento conlleva siempre un riesgo de
error e ilusión.
En la más
mínima transmisión de información de un emisor a un receptor existe
siempre riesgo de error.
Esto
es válido para la información, para la percepción, para una teoría,
para una idea.
Dicho de otra
manera, el problema del riesgo de error y de ilusión es un problema
fundamental que se debe enseñar a todos los niños y a todos los
ciudadanos.
Creo que es
necesario señalar cuáles son las fuentes de error y de ilusión que en
realidad son fuentes sicológicas, culturales y biológicas.
Es decir que se trata de poner de manifiesto el talón de Aquiles
del conocimiento y crear una sinergia entre las diversas fuentes de
aprendizaje sobre este
problema
a fin de sensibilizarnos a los problemas más importantes que encontramos
en nuestro actuar cotidiano en el mundo social y natural.
¿Cómo equivocarnos lo menos posible y como pertrecharnos para
luchar contra este error omnipresente?
El
segundo gran vacío es el del conocimiento pertinente.
Es decir que, por ejemplo, en el mundo occidental u
occidentalizado aprendemos que el modo predominante de conocimiento se
fundamente en la separación de disciplinas, y no solamente de éstas.
El método experimental es un método que toma un objeto lo separa
de su medio natural y lo examina en el marco del nuevo medio artificial el
del laboratorio.
Además,
también se separa el conocimiento del objeto del conocimiento.
El conocimiento se percibe como un fenómeno puramente objetivo, análogo
a una imagen fotográfica exacta, pero debemos saber que todo conocimiento
es una traducción de datos sensoriales y una reconstrucción mental.
Ahora bien, el verdadero problema es el siguiente.
Sí separamos el sujeto del objeto del conocimiento, las materias y
los objetos, es menester aprender a unirlos.
¿Cómo unirlos?
Para
simplificar digamos que el conocimiento de un dato necesita integrarlo en
su contexto para ser verdaderamente pertinente.
Si usted sabe que se produce un acontecimiento en Filipinas o en
Sierra Leona, es obvio que no comprenderá nada si no conoce la geografía,
historia y cultura de esta región, o incluso el contexto mundial en el
que se sitúa.
Poder situar
todo en su contexto, en su globalidad.
En efecto, ese es el conocimiento pertinente del cual es necesario
enseñar los principios porque afortunada o desafortunadamente nos
encontramos en un planeta donde todo es interdependiente.
Necesitamos un conocimiento capaz de unir las partes al todo y el
todo a las partes, porque no son solamente las partes las que pueden
causar perturbaciones, como ha ocurrido en Kosovo, en Bosnia o en la
guerra del Golfo, sino que el todo también influye en las partes.
El
tercer gran vacío, a mi modo de ver, es algo que sorprendentemente no se
enseña en ninguna parte de manera fundamental: el significado de ser
humano.
¿Qué es el
ser humano?
La condición
humana está desintegrada.
Tenemos
algo de psicología humana en psicología, algo de la sociedad humana en
sociología y algo de biología humana en la biología, pero todos esos
conocimientos se hallan dispersos.
Ahora
bien, enseñar la condición humana necesita movilizar, a mi parecer,
todas las ciencias, comprendida la cosmología, ya que al fin y al cabo
nos encontramos en un pequeño planeta del universo y por eso debemos
situarnos en el universo.
Esto
necesita la contribución de las ciencias de la tierra, no solo para
situar nuestro planeta, sino también para situarnos en nuestro planeta.
También necesita la movilización de las ciencias de la vida
y de la evolución y, por supuesto, la movilización de la prehistoria que
nos enseña cómo la humanidad ha salido de la “animalidad”.
Y además también requiere la contribución de las ciencias
humanas porque, en el fondo, la psicología nos indica cual es nuestro
destino como individuos, la sociología como seres sociales, la historia
como personas con un destino integrado en la historia humana.
Es decir que ser humano significa a la vez ser un individuo que
forma parte de una sociedad y una especie.
Ahora bien, todo esto se debe integrar y agregaría que el aporte
de la literatura, la poesía y las artes es también necesario, porque la
literatura describe – en particular a través de las novelas -, a los
seres humanos con su individualidad, subjetividad, pasiones, amores, sus
locuras y sus ambiciones.
Por
eso su aporte es imprescindible para que cada uno descubra su propia
verdad.
En cuanto a la poesía,
se trata de una introducción a la calidad poética de la vida, porque la
vida se constituye de la alternancia entre prosa y poesía.
Prosa, ya que es algo indispensable, pero que no nos moviliza
interiormente, mientras que la poesía es lo que nos exalta, es la comunión,
el entusiasmo, el amor, la alegría.
En pocas palabras, enseñar la calidad poética de la vida.
Lo que quiero decir es que veo la necesidad de una gran
convergencia de la condición humana.
Este es el tercer gran vacío.
El
cuarto gran vacío está ligado al precedente, se trata de nuestra
identidad terrenal como ciudadanos de la tierra.
Esto se ha convertido efectivamente en una necesidad cada vez más
presente.
¿Por
qué?
Porque en el
fondo, los trozos de humanidad que durante milenios se hallaban dispersos
comienzan a reunirse a partir de la conquista de América y a partir de lo
que yo denominaría la era planetaria, es decir la interdependencia.
Desafortunadamente, esta era planetaria se ha hecho de violencia,
dominación, rapiña y lucro.
Pero
hoy, en esta etapa que hemos llamado la globalización o la mundialización
se pone de manifiesto la interconexión de unos con otros, unidos en un
destino común.
Es decir que
la humanidad comparte un destino común y se confronta a
problemas vitales.
El
primero es obviamente la muerte termo-nuclear ya que las armas nucleares,
lejos de haber desaparecido, se diseminan y continúan amenazando la
humanidad.
Después tenemos
la muerte ecológica de la cual no se puede
prever el término, pero la degradación de la biosfera es un
proceso que continua siendo una amenaza latente.
En fin,
existen
todas estas amenazas comunes.
Vemos
también el virus del SIDA que se disemina por todo el planeta a una
velocidad vertiginosa y asimismo el problema del narcotráfico vinculado a
organizaciones y a mafias multinacionales.
La humanidad se enfrenta entonces a problemas de vida y muerte
fundamentales y de ahí que nuestra identidad de habitantes de la tierra
sea, creo yo, de una gran importancia ya que todos somos ciudadanos de la
misma patria que es la tierra y poseemos la misma identidad humana,
resultado de un proceso de humanización.
Conocer nuestra identidad terrenal es esencial para mantener una
paz durable en nuestro planeta.
El
quinto vacío es saber afrontar las incertidumbres.
Las ciencias nos enseñan muchas certezas, pero no nos enseñan
que existen también innumerables campos de incertidumbre.
Primero que todo, incertidumbre en el área del conocimiento
porque las ciencias modernas del Siglo XX han enfrentado estas
incertidumbres, por ejemplo la cadena atómica, la agitación termodinámica,
la microfísica lo que significa que no se trata de una incertidumbre
absoluta.
Nos damos cuenta
que en las ciencias utilizamos determinaciones para obtener certezas que
nos permitan enfrentar las incertidumbres.
Pero si tomamos las ciencias humanas también podemos constatar que
éstas se han enfrentado a la incertidumbre. Cómo podríamos ignorar el
derrumbamiento de tantas civilizaciones en la antigüedad, el Imperio
Romano que parecía casi eterno, acabo por derrumbarse. Tantas
predicciones sobre el futuro se han revelado erróneas.
Además,
cuando miramos el curso de la historia, vemos que dos imperios colosales
como el Imperio Azteca y el Imperio Inca, mucho más
grandes y fuertes que su conquistador español, han sido
exterminados por un puñado de conquistadores armados de caballos y
de fusiles.
También tenemos
la incertidumbre del destino de la historia con el derrumbamiento de Unión
Soviética, después del imperio Austro- Húngaro
y del Imperio Otomano.
Hoy,
nadie puede predecir el futuro del planeta.
Todo lo que se puede hacer son proyecciones.
Esto es cierto por la historia, pero el destino de cada uno
de nosotros conlleva también un grado de incertidumbre.
Es decir que no solamente la coyuntura económica y social
puede provocar que una persona pierda su trabajo o que encuentre una
oportunidad de
realizarse en
otro empleo.
El hombre dirige
su vida personal y afectiva, y aunque sabe que va morir, no puede predecir
el momento de su muerte.
Creo
que el destino humano siempre ha conllevado un alto grado de incertidumbre
y la correspondiente necesidad de hacer frente a esta incertidumbre.
¿Cuáles son entonces los medios para enfrentar la
incertidumbre?
Es necesario
aprender estrategias para enfrentarla, pero no estrategias que supongan
que el medio es estable sino estrategias que nos permitan ser capaces de
afrontar y modificar lo inesperado a medida que encontramos nuevas
informaciones.
Así pues
enfrentar las incertidumbres constituye un punto capital de la enseñanza.
El
sexto vacío es la comprensión.
Cuando
deseamos la paz en la tierra, según la expresión “paz en la tierra
a los hombres de buena voluntad”, nos damos cuenta que, en el
fondo, la buena voluntad no es suficiente mientras no tengamos la voluntad
y la capacidad de comprender a nuestros semejantes.
Esto no significa simplemente comprender las culturas extranjeras,
sus ritos de cortesía, sus ritos religiosos, que a veces nos parecen
sorprendentes, extraños e incomprensibles.
Dicho de otra manera, es necesario enseñar a establecer un diálogo
entre las culturas, pero la realidad demuestra que en nuestra civilización
existe una ausencia de comprensión a nivel individual.
Los fenómenos de incomprensión son frecuentes entre miembros de
una misma familia, padres e hijos, hijos y padres, parejas, amigos que
rompen súbitamente sus relaciones a causa de malentendidos, colegas de
trabajo.
Es decir, que no
hemos adquirido las bases de la comprensión y que es primordial enseñar
y explicar cuáles son los medios que podemos utilizar para controlar e
integrar en nosotros mismos los procesos de comprensión que nos permitan
una apertura hacia el otro, una empatía hacia el otro.
A
este respecto podría dar el ejemplo de cuando usted va al teatro o al
cine.
En el teatro se pueden
ver piezas de Shakespeare donde vemos personajes que en la vida ordinaria
catalogaríamos de asesinos, gansters o criminales: Macbeth, la madre de
Hamlet, o en el cine el Padrino.
Tanto
en el teatro como en el cine, no se puede evitar un sentimiento de repulsión
hacia estos personajes que percibimos en sus otras dimensiones humanas.
Como decía Hegel “Si yo reduzco el criminal a los crímenes
que ha cometido durante su vida y que olvido sus otros rasgos,
evidentemente no lo comprendo”.
Somos
más comprensivos leyendo una novela, viendo una película o una pieza de
teatro que en nuestra propia vida cotidiana.
Contrariamente a lo que se piensa, estamos tan alienados en nuestra
vida cotidiana que cuando vamos al cine o al teatro con respecto a la
comprensión de nuestros semejantes.
¿Por qué?
Porque
tanto en el cine como en el teatro vemos esto con una cierta empatía.
Por todo eso, la comprensión es algo fundamental.
El
último vacío es algo que, bajo mi punto de vista, debe remplazar las
lecciones de moral vacías.
Es
lo que yo llamaría la ética, la antropo-ética, o la ética del género
humano, en el siguiente sentido: como lo he señalado anteriormente, todos
somos individuos, miembros de la misma sociedad y formamos parte de la
misma especie.
Como
individuos, poseemos una ética común que no es solo la de nuestra
realización personal, sino una ética basada en valores fundamentales,
bien conocidos de las antiguas civilizaciones, como el honor, el honor de
sí mismo, la figura de sí mismo por sí mismo, no actuar de manera
innoble.
Como
parte de la sociedad tenemos una ética propia que es la de ciudadano.
Si bien es cierto que la “ciudad” debe obrar por el individuo,
éste debe sentirse solidario y responsable para con su patria y su nación.
Tenemos por último la ética de la especie humana que se ha
convertido en la ética del género humano o sea de esta comunidad
repartida por el planeta.
Debemos entonces actuar para que la humanidad se convierta en
verdadera humanidad para que encuentre pacíficamente su realización
dentro de una gran confederación.
Entonces,
como hemos podido observar, estos siete problemas no son segundarios, al
contrario, se trata de temas vitales.
Desafortunadamente, con la división de disciplinas, estos
problemas mayores se hallan disueltos o desintegrados.
Es
indispensable
reintegrarlos por medio de un pensamiento capaz de unir todo lo que he
explicado sobre la condición humana.
Bajo mi punto de vista, una reforma del pensamiento es
indispensable, reforma que se llevará a cabo por medio de lo que yo
llamaría un pensamiento complejo que será capaz de estudiar la
complejidad.
Tratándose de
una reforma que debe ser radical, ésta no podrá lograrse inmediatamente
en todo el mundo, pero podrá comenzar en uno u otro país.
Estoy convencido que el lugar donde la reforma comience a
llevarse a cabo servirá de modelo para su futura propagación, ésta es
mi esperanza.
Nelson Vallejo
¿Quiere
usted decir que, antes de poder enseñar los siete saberes necesarios para
la educación del futuro, es indispensable llevar a cabo una reforma de la
educación?
Edgar Morin
No,
porque desafortunadamente se trata de dos necesidades interdependiente una
de la otra.
Si se quiere
reformar el pensamiento, es necesario reformar las estructuras
institucionales, pero no se pueden transformar las instituciones si no se
ha reformado con anterioridad el pensamiento.
Es una especie de círculo vicioso del cual es necesario salir.
Fue precisamente lo que ocurrió en Alemania a comienzos del Siglo
XIX cuando se intentó reformar la universidad que databa de la época
medieval.
La reforma comenzó
por la pequeña región de Prusia, a la iniciativa de Humboldt, que creó
la universidad por departamentos la cual se convirtió rápidamente en la
universidad moderna.
Esta es
la universidad que hoy es necesario reformar uniendo lo que actualmente se
halla compartimentado en departamentos.
Por lo tanto, es necesario que algunos de los iniciadores de este
pensamiento reformador puedan comenzar su acción de reforma,
a través de la creación de institutos o de universidades modelo
porque una vez que dicha acción vea luz en algún lugar, el trabajo de
propagación podrá realmente comenzar.
Pero el comienzo será naturalmente siempre difícil.
Nelson Vallejo
Usted
afirma que los siete saberes no constituyen un programa de educación
propiamente dicho y que no se pretende enseñarlos como substituto a la
educación clásica de disciplinas.
Tenemos
la impresión que los siete saberes aparecen como un aprendizaje
para formar lo que llamaríamos un hombre honesto intelectualmente.
Es decir que aprender los siete saberes constituiría una
toma de conciencia necesaria para poder enseñar las matemáticas, la
historia o la biología y que el conocer estos saberes aportaría una visión
que podríamos calificar de honestidad intelectual para aprehende la enseñanza
de cualquier disciplina dentro de un contexto general y no individual.
¿Está usted de acuerdo?
Edgar Morin
Parcialmente,
porque creo que no es posible tener un institutor universal que enseñe
todas las disciplinas con la excepción del nivel de enseñanza primario
donde el institutor enseña matemáticas, francés, historia, geografía.
En otro nivel, no creo que un educador pueda ser completamente
transdisciplinario.
Lo que
creo es que, si tomamos el tema de la condición humana, éste nos permite
conectar y crear vínculos entre la cultura científica y la cultura de
las ciencias humanas ya que considero que la literatura, la poesía, las
artes y la filosofía juegan un papel preponderante.
Entonces, un hombre de bien va ser el que se alimente de la
influencia recíproca de dichas culturas.
Tomemos como ejemplo la cultura científica.
Si ésta continúa siendo demasiado especializada, esotérica y
compartimentada, nadie podrá aprovecharla.
En cuanto a la cultura literaria, si ésta sigue siendo privada de
elementos provenientes de las
ciencias
físicas, biológicas y muchas veces de las ciencias humanas, no podrá
desarrollarse convenientemente. Es menester conectar las dos culturas.
En Francia por ejemplo, los editores publican sobras donde los
científicos despliegan las reflexiones resultado de sus investigaciones o
publicaciones sobre el cosmos que son obras de divulgación y no de
vulgarización
que ofrecen a
un público cultivado la posibilidad de aprender lo que es el cosmos.
Esto es válido también para la biología y para muchas otras
materias. Creo que primero que toda las disciplinas deben integrarse
alrededor de estas grandes categorías y los enseñantes de disciplinas
deben colaborar para estudiar por ejemplo la condición humana o el
problemas de las incertidumbres.
Ya
que las incertidumbres existen en las ciencias humanas, éstas existen
también en los problemas fundamentales del comportamiento concreto de las
personas.
Se trata finalmente
de realizar estas conexiones, aunque yo resaltaría que algunas ciencias
ya están unidas unas con otras.
Es
el caso de la ecología que es una ciencia gigantesca porque además de
estudiar la biosfera, también se ocupa de las intervenciones humanas
sobre ésta.
En efecto, el
ecologista o ecólogo estudia los ecosistemas para comprender su regulación,
su organización, recurriendo para esto al botánico, al zoólogo, al
meteorólogo, al geólogo y a los diferentes científicos. Es importante
comprender que las organizaciones espontáneas existen en la naturaleza y
que comprender la organización del planeta tierra, la biosfera y la
sociedad son un elemento clave de la comprensión para unir las personas
que estudian las diferentes disciplinas. Estoy cada vez
más convencido que nos dirigimos hacia una unión de
disciplinas, que la biología futura va verse concentrada y no
compartimentada en sectores y que las ciencias humanas van a reformarse
porque es evidente que hoy la sociología, desde un punto de vista
abstracto, se ha convertido en una ciencia vacía o demasiado empírica
para poder comprender la concepción global de la sociedad.
Nelson Vallejo
Es
evidente que la educación nos enseña a tener una identidad, por lo menos
a saber lo que somos.
Usted
trata la identidad a partir de la percepción de la identidad terrenal y
no a partir de la condición humana.
¿Cree usted que un político encargado de la transmisión de la
educación y la cultura a un pueblo, para que éste adquiera una identidad
ciudadana en el sentido clásico de la nación, puede partir de esta
reflexión?
O su visión es
mucho más visionaria y que en el futuro para que todo ser humano adquiera
una conciencia de pertenencia a una colectividad debe adquirir una educación
conceptual de su identidad terrenal.
Edgar Morin
Creo
que todos poseemos una identidad múltiple o mejor dicho identidades concéntricas.
Primero poseemos una identidad familiar, de hecho en las tribus
todos se llaman “hijos de”, es decir hijos del ancestro común de la
tribu.
Yo me defino como
“hijo de”, hijo de un padre y de una madre y llevo sus apellidos.
Esta es una idea fundamental.
Después tenemos identidades regionales más o menos fuertes que
pueden tener además un idioma común.
Tenemos también la identidad nacional que es también fundamental.
Cuando escribí el libro de los siete saberes destinado
principalmente a Francia consagré una parte importante a definir lo que
es la nación francesa, a través no solo de su historia sino también del
sentido que otorga la historia a la nación.
Creo que la identidad nacional no se debe desarraigar, lo que no
excluye una identidad de tipo continental, por ejemplo para un Europeo o
una Europea.
¿Por qué?
Porque Europa, a través de su historia, guerras y conflictos, ha
adquirido y desarrollado una cultura común a partir de bases como el
cristianismo y el Renacimiento y aún más, esta cultura a partir de la
cual la ciencia, la técnica y la racionalidad se han inspirado hasta
construir un patrimonio común y casi universal.
Podemos entonces desarrollar una identidad Europea, aunque hoy
todavía se trate de algo virtual.
Pero permítame tomar como ejemplo el Continente
Latinoamericano que además de poseer un idioma común, dos en realidad,
el portugués y el español, pero sobre todo el español.
Creo que esta
latinidad
lingüística constituye un elemento federador que crea en sí una
identidad, frente al otro sobre todo, como es el caso del gringo.
Creo que es necesario integrar todas estas identidades en una
identidad propiamente humana, de ser humano que reconoce su patria
contrariamente a lo que sucedía con el fenómeno del cosmopolitismo donde
había
personas que se
consideraban ciudadanos del mundo, poseían varias culturas y se sentían
bien en todas partes, Stefan Zweig y Romain Roland
entre otros.
Pero este
cosmopolitismo no tenía raíces
y
hoy
descubrimos que existen
raíces fuertes en la tierra, en el mundo donde vivimos, en esta humanidad
que ha surgido después de múltiples etapas con la aparición del homo
sapiens,
algo
fundamentalmente común y profundamente arraigado.
La cosmología actual nos ha enseñado que la tierra es solo un
pequeño planeta del universo y aunque podamos vivir en otros planetas con
la ayuda de aparatos respiratorios complicados, nunca podremos ver la
misma vegetación, la misma naturaleza, este mundo del cual nos sentimos
maravillados cada vez que admiramos un amanecer o un atardecer, ésta es
nuestra patria.
La
patria terrenal no niega otras patrias.
Yo diría que en lo que me respecta me siento profundamente
mediterráneo lo que me permite unir varias identidades.
Lo que quiero decir es que existe un modo de pensar alternativo
a pensar que si soy bretón por ejemplo, entonces
no soy francés, o si soy corso no soy francés, si soy catalán no
soy español.
Podemos decir
soy profundamente corso, pero también soy francés.
Si soy francés, no puedo ser europeo.
No, soy francés, pero puedo ser también europeo.
En definitiva, existe una manera enriquecedora de concebir la
identidad con respecto a una forma mutiladora y empobrecedora que tiende a
reducir la identidad a un solo concepto.
Gustavo López Ospina
El
Sistema de Naciones Unidas, con la UNESCO por supuesto, ha organizado una
gran variedad de conferencias durante los años 90.
En estas conferencias, consagradas a la población, al desarrollo,
al medio ambiente, a las mujeres, a los niños, a los derechos humanos,
una palabra clave ha resaltado de todos los planes de acción adoptados
por los Gobiernos: la educación.
Una
educación que responda a la complejidad y este desafío usted lo ha
comprendido perfectamente como lo testifica el
presente libro.
¿Qué
opina usted del éxito inmenso que tiene actualmente su obra?
Al día de hoy, este libro ha sido traducido en casi 20 idiomas y
todo el mundo se refiere a él.
Edgar Morin
Me
siento muy contento de ver que estas ideas fundamentales han beneficiado
de la diseminación
de la
parte de la UNESCO y su traducción en diferentes idiomas ha permitido que
éstas se difundan logrando así un impacto extraordinario.
Me pude dar cuenta del impacto en algunos casos particulares como
en Portugal por ejemplo, donde el Ministro de Educación declaró públicamente
que se ha inspirado de estas ideas en la reforma educativa de su país.
Creo que efectivamente hemos llegado
al punto donde debemos realizar actos concretos ya que los siete
puntos fundamentales requieren una reorganización de carácter general
que no se podría llevar a cabo en una sola vez.
Es entonces necesario que algunos países den el ejemplo y sirvan
de modelo, pueden ser países donde existe una gran vitalidad cultural y
no necesariamente países con una larga tradición donde subsiste una
cierta forma de fosilización de la enseñanza.
Para comenzar, se pueden crear no solo institutos dedicados a la
enseñanza de los siete saberes, sino también institutos universitarios
que se convertirán más adelante en verdaderas facultades.
Se puede imaginar la creación de facultades experimentales del
cosmos o del ser humano que podrán, si tienen éxito, contagiar otras
facultades.
Lo que resulta más
urgente y más difícil es la formación de institutores.
En Francia, por ejemplo, existen los IUFM, Institutos de formación
de Maestros, que podrían introducir los siete saberes.
En el fondo, no se trata de suprimir las disciplinas, por el
contrario se trata de hacerlas aún más útiles, coordinándolas e integrándolas.
Hay que aprender a unir las disciplinas lo cual implica una educación
mental y una estructura de pensamiento capaz de afrontar la complejidad,
complejidad que pueda ella misma ser el objeto de una enseñanza.
De hecho, creo que las reformas deben provenir de diferentes
fuentes, del Sector Privado por los países donde las instituciones
educativas son para la mayoría dependientes de este sector, y del
Ministro de Educación, por los países donde la enseñanza es pública.
Creo que es indispensable que los grandes cambios provengan del
resultado de una sinergia de la acción de los diferentes actores de la
sociedad en un esfuerzo conjunto.
También tienen que provenir de los políticos, de los
ciudadanos para que tomen conciencia del deber de educar niños listos a
enfrentar el mundo de mañana, de los docentes que ya vemos en algunos países
deseosos de salid de la fosilización en la cual se encuentran y que
desean abrirse a la nueva problemática.
Es testa reunión la que permitirá un verdadero cambio.
A este punto, es imposible predecir el ritmo, la rapidez y la
amplitud del cambio, pero podemos decir simplemente que se trata de una
cuestión quizás vital para nuestras culturas, civilizaciones y por ende
para la humanidad entera.
Nelson Vallejo
Profesor
Morin, usted nos ha dicho que no se trata de elementos de una materia para
la educación, pero más bien de las herramientas para llevar a cabo una
reorganización de la educación que actualmente se imparte de una manera
separada privilegiando las disciplinas, su historia y su estructura lo
cual no facilita la contextualización de problemas que necesitan
conocimientos diversos y muchas veces contradictorios.
En los “siete saberes” podemos constatar que no se trata
efectivamente de materias de enseñanza nuevas sino una especie de propedéutica
iniciación para la reorganización de un sistema educativo.
Edgar Morin
Efectivamente
no son materias nuevas, son nociones muy antiguas en nuestra cultura.
La humanidad, la identidad humana, la tierra, la vida, son viejas
nociones que para el contrario es necesario resucitar ya que han sido
desintegradas en las ciencias humanas durante el transcurso de los años
80.
Es necesario reintegrar
el ser humano y volver a encontrar estas nociones que son capaces de
federar las disciplinas hasta ahora desconectadas entre sí.
En lo que se respecta al término programa, éste supone
una cierta rigidez, preferiría hablar de una guía de orientación
que deje una gran libertad al cuerpo docente.
Cuando un enseñante es libre es aún más convincente para sus
alumnos.
Lo que hay que enseñar
es esta orientación fundamental y
a
cada enseñante de forjarse una cultura propia capaz de enfrentar estos
problemas.
Creo que podemos
indicar los objetivos, pero los medios para alcanzarlos son muy diversos.
Si una reforma de la educación debe intervenir, creo que el
pensamiento complejo no debe seguir un programa determinado.
Este analiza las situaciones utilizando algunos principios de
pensamiento y son las personas que pueden influir en determinados sectores
que pueden hacer avanzar las mentalidades.
Gustavo López Ospina
Profesor
Morin, quisiera proponerle tomar en consideración una idea lanzada en
estos últimos años por la UNESCO:
“aprender
sin fronteras”, lo que significa que si sabemos que la educación es un
elemento central de la sociedad y un instrumento de cambio, porque debemos
promover y lograr un cambio casi completo en todos los países del mundo,
es entonces necesario forjar una nueva mentalidad, una nueva actitud
frente a la vida, al desarrollo de todos en beneficio de la sociedad
entera, teniendo en mente no solo la educación formal escolarizada.
¿Cómo ve usted los siete saberes dentro de la sociedad actual,
del cambio y de la reforma en esta era de la mundialización?
Edgar Morin
Creo
que vivimos actualmente una coyuntura donde el conocimiento se ha
convertido en un valor clave de nuestra sociedad y desde luego de la
economía, lo que crea condiciones favorables para que el aprendizaje no
se limite a la simple edad escolar, pero que por el contrario se convierta
en un fenómeno permanente y continuo:
deben existir universidades permanentes que permitan la reconversión
de ciudadanos, trabajadores, de los que lo necesiten.
Dicho de otra manera, una edad cognitiva no existe por lo cual es
necesario crear instituciones ad hoc que permita un reciclaje permanente
de conocimientos.
Primero que
todo, las instituciones existentes deben funcionar a tiempo completo y en
mejores condiciones y crear centros especializados en este tipo de enseñanza.
Agregaría además que el problema no consiste en aportar
los conocimientos necesarios para adaptarse al cambio, los
conocimientos deben servir a adaptar el cambio a las
necesidades humanas.
Sería
insuficiente por ejemplo enseñar las técnicas para adaptarse a la informática,
peor el problema es cómo vamos a adaptar la informáticas y
Gustavo López Ospina
¿Cuál
sería, en su opinión, el papel más eficaz que podrían jugar organismos
como la UNESCO para ayudar a los gobiernos y a las diferentes comunidades
a avanzar en esta dirección y para promover también el diálogo
pluricultural?
Edgar Morin
Creo
que la UNESCO, además de su irremplazable papel de diseminación, puede
promover experiencias piloto en todo el mundo ya que siempre habrá países
dispuestos a llevar a cabo experiencias en este sentido.
La UNESCO podría ayudar no solo a estos países, sino también a
regiones continentales como ha sido el caso en América Latina donde la
UNESCO creó una cátedra para el pensamiento complejo, una cátedra
ambulante para ir de un país a otro.
Creo que la UNESCOO podría ser muy útil y eficaz en esta acción.
Nelson Vallejo
¿Una
cátedra para los siete saberes necesarios para la educación
del futuro?
Edgar Morin
No
pienso en una cátedra específica, quizás pueden existir varias cátedras
consagradas a cada uno de los siete saberes.
Debemos hacer prueba de imaginación.
Gustavo López Ospina
Creo
que una idea certera es que hoy no hay respuesta mágica, pero que este
tipo de inspiración aporta orientaciones fundamentales a los decidores, a
la Academia y a las personas de todo nivel, porque cuando hablamos de
educación nos dirigimos a los agricultores, a la industria y a todos los
actores de la sociedad.
Edgar Morin
Porque
los agricultores deben conocer hoy la complejidad de las interacciones
económicas de todo este proceso.
Gustavo López Ospina
¿Cuál
es la gran diferencia que encuentra usted en la manera de actuar del
Norte, por lo que respecta a los países industrializados, y del Sur por
los países en desarrollo?
Edgar Morin
Creo
que los países del Norte son países donde la técnica, el cálculo, el
modo de pensar llamado racionalizador, es hegemónico y tiende a destruir
las diferencias culturales, bajo el efecto de una especie de estandarización,
de lo que resulta una forma de pensamiento homogeneizada.
Creo
al contrario que
en el Sur, a
pesar de su atraso económico e industrial, los países han logrado
conservar más el sentido de la calidad de vida, de las relaciones humanas
y de las riquezas tradicionales.
Teniendo
esto en consideración, yo considero que la misión del Sur no es solo
conservar y promover los valores de calidad de vida, sino también de
diseminarlos en el Norte, y que el problema del Norte no consiste en
integrar los problemas de calidad de vida y en contribuir al desarrollo
económico del Sur, sino también a actuar por que ese desarrollo económico
no sea “homogeneizador” como lo ha sido en sus países.
Así es como yo analizo globalmente el problema.
Gustavo López Ospina
Formidable.
Esto significa que la fuerza del nuevo humanismo se debe inspirar
principalmente a partir del Sur.
Edgar Morin
Estoy
absolutamente convencido.
Gustavo
López Ospina Gracias. Notas:
[230]
“El conocimiento científico moderno tiene por objeto el disipar la
aparente complejidad de los fenómenos a fin de revelar el orden
simple al que obedecen. A lo largo de los últimos tres siglos se han
adquirido conocimientos sobre el mundo basados en los métodos de
verificación empírica y lógica.
También han
progresado
los
errores derivados del modo
mutilador de organización del conocimiento incapaz de reconocer y
aprehender la complejidad de lo real
El conocimiento científico
moderno opera mediante la selección de datos significativos y rechazo
de los no significativos: separa (distingue) y une (asocia),
jerarquiza y centraliza.
Estas operaciones son comandadas por paradigmas.
El
paradigma científico
por excelencia es el de
simplificación,
que
está regido por los principios de
disyunción,
reducción y abstracción
y
formulado por
Descartes
,
que separó el sujeto pensante y la cosa extensa, separando así
la filosofía de la ciencia. Este paradigma ha permitido los
enormes progresos del conocimiento científico y de la reflexión
filosófica desde el siglo XVII. Al disgregar conciencia y ciencia, el
conocimiento generado no está hecho para ser reflexionado sino para
ser utilizado con ignorancia. Los sabios no controlan las
consecuencias de sus descubrimientos ni controlan el sentido ni la
naturaleza de la investigación.
La
necesidad del pensamiento complejo surge a lo largo de un camino en el
que aparecen los límites, las insuficiencias y las carencias del
pensamiento simplificador.
La complejidad no sería algo definible
de manera simple para tomar el lugar de la simplicidad. La
complejidad
es una
palabra
problema
y
no
una
palabra solución
El pensamiento complejo
intenta articular dominios disciplinarios quebrados por el pensamiento
disgregador y aspira al conocimiento multidimensional pero no aspira
al conocimiento complejo. Uno de los axiomas de la complejidad es la
imposibilidad
de una omnisciencia
. Por eso, el
pensamiento complejo está animado por una tensión permanente
entre la aspiración a un saber no parcelado y el
reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento. Aunque ya Gastón Bachelard propuso en su libro “El nuevo espíritu científico” que lo simple no existe, sólo lo simplificado, la ciencia moderna ha construido su objeto extrayéndolo de su ambiente complejo para ponerlo en situaciones experimentales no complejas. Así, la ciencia no es el estudio del universo simple sino una simplificación heurística para extraer ciertas propiedades y ver ciertas leyes. No es de extrañar por tanto, que el estudio de la complejidad ha sido poco desarrollado por filósofos como Popper, Kuhn, Lakatos o Feyerabend interesados en el estudio del fenómeno científico”. ( Francisco J.Bedoya [230] . EL PENSAMIENTO COMPLEJO [230] [1] :UNA INTRODUCCIÓN A LA COMPLEJIDAD [230] [2] CELULAR. El Búho Revista Electrónica de la Asociación Andaluza de Filosofía. Pp.4-5. httm
[231]
Reyes Galindo, R. Introducción general al pensamiento complejo desde
los planteamientos de Edgard Morin. Pontificia Universidad Javeriana,
Colombia, p.6
[232]
Ib.idem.
[233]
Ibídem.
[234]
Ibídem
[235]
Cue, Alberto: Por un pensamiento complejo. Entrevista con Edgar Morin.
La Jornada semanal, 27 de julio de 1997, México, p.2
[236]
“
El principio dialógico, por ejemplo, permite desde mi punto de vista
relacionar temas y conceptos antagónicos que tienen sus límites en
lo contradictorio; es posible unir dos lógicas distintas, dos
principios, en una unidad que no hace desaparecer la dualidad; es la
idea de ``unidualidad'', que he propuesto a veces. Importa superar las
alternativas que se nos presentan: o la unidad o lo múltiple; y la
dialógica -que no pretende sustituir a ninguna lógica previa- es un
recurso para salvar la complejidad de los antagonismos. Así, me
siento muy cerca de Heráclito, quien concibe la pluralidad en lo uno.
Por ello, he pensado que la unidad de un ser no se entiende mediante
una lógica de identidades en la medida en que, en el proceso de
conocimiento, nos es necesario captar, establecer, con vistas a un
sistema complejo, la diversidad de lo uno, lo mismo que la relatividad
de lo uno, la alteridad de lo uno, además de ese ordenamiento de los
objetos y los seres como ambiguos, antagónicos, indefinidos o
escindidos, etcétera. Es decir, que a ese ser no puede definírsele
intrínsecamente, pues requiere siempre de su contexto y de un
observador. Lo uno es complejo; la identidad de los seres es
compleja”.( Ibídem, p. 3 )
[237]
Ibídem.
[238]
“En 1996, , la Comisión para el desarrollo sostenible de las
Naciones unidas, le encargó a la UNESCO, el “programa Internacional
sobre educación, la sensibilización del público y la formación
para la viabilidad”. Preocupadoas, en la construcción de un futuro
viable, la UNESCO le encargó al pensador Edgar Morin plantear la
educación en términos de durabilidad. Para este fin elaboró el
documento”Los siete saberes necesarios
para la educación del futuro”. El trabajo enuncia
prioridades para tomar medidas en todos los ámbitos, políticos, económicos,
sociales. Es por eso, que el documento no es exhaustivo en sus
orientaciones. Sin embargo, nos invita a tomar medidas con respecto a
esas prioridades y se convierte en texto obligado para los que nos
ocupamos de una educación que, aunque es para el presente, también
cuando se mira desde la perspectiva de la durabilidad, arroja nuevos
datos de reflexión para proyectar un futuro mejor”( Reyes Galindo,
R. Obra citada, p. 7 )
[239]
“Ciertamente no se trata de estudiar la complejidad por curiosidad
intelectual, sino de explorar sus planteamientos para ver hasta qué
punto se podría aplicar para iluminar la misión de la educación y
de los educadores. “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” se constituye en su última obra , con la que Edgard Morin cierra el ciclo pedagógico que había iniciado en 1999 con dos libros, “La mente bien ordenada” y “Relacionar los conocimientos: el desafío del siglo XXI”, trilogía que refleja las bases de su pensamiento sobre educación. En ellos plantea que mientras nuestros conocimientos, son cada vez más especializados y fragmentados, los problemas a los que debemos enfrentarnos, son cada vez más complejos y globales. Esto hace que el presente y un futuro viable se nos escape cada vez más de nuestras manos. Según Morin, a este desajuste contribuye el sistema educativo con sus divisiones en Ciencias y Humanidades, con sus departamentos cerrados y sus disciplinas aisladas, con sus métodos que, desde la Primaria, tienden a aislar a los objetos de su entorno. Si queremos reformar la educación hemos de pasar por una reforma del pensamiento. Hoy se hace necesario pensar la educación en término de durabilidad,es decir, en una educación que nos pueda hacer pensar, o soñar, en un futuro sostenible”para nuestros hijos, nuestros nietos y los hijos de nuestros nietos”. Son siete principios claves- refiere a la obra de Morin- cuya intención es suscitar debate y cultivar una postura propia y reflexiva sobre este problema que se considera vital” (Ibídem, p. 7). |
Edgar Morin. Grandes pensadores del siglo XX |
Sigue, el libro, en:
|
Las Tesis sobre Feuerbach. A modo de conclusión - Dr. Rigoberto Pupo Pupo |
Viene de:
Análisis de la Filosofía Postmoderna: tendencias y problemas - Dr. Rigoberto Pupo Pupo |
por Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Rigoberto Pupo Pupo
©2008 Rita M. Buch Sánchez
La filosofía en su historia y mediaciones
Instituto de Educación Superior “José Martí” de Monterrey.
Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
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ISBN: 1405-308XCU
Gentileza, para Letras-Uruguay, de Rigoberto Pupo Pupo
Ver, además:
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay
Dra. Rita María Buch Sánchez en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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