La filosofía en su historia y mediaciones
1. Objeto de la filosofía, funciones, método y otras
especificidades |
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo Gentileza, para Letras-Uruguay, del Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo |
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1405-308XCU 1. Objeto de la filosofía, funciones, método y otras especificidades. I.
¿Qué es la Filosofía? Sus funciones. Estructura del
saber filosófico. La filosofía es un saber complejo sobre el mundo en relación con el
hombre. Esa relación es al mismo tiempo cognoscitiva, valorativa, práctica
y comunicativa, en su síntesis. Pero debe
subrayarse que en el saber filosófico lo cognoscitivo (gnoseológico) y
lo valorativo (axiológico), se integran en unidad indisoluble; pues al
hombre no sólo le interesa qué son las cosas, sino para qué le sirven.
El hombre constantemente está emitiendo juicios valorativos, a partir de
su siempre visión crítica de la realidad. La filosofía no constituye un corpus de pensamientos e ideas, exclusivo,
independiente y distinto de los restantes saberes, sino una actividad crítico
- reflexiva de naturaleza
cosmovisiva sobre aquellos momentos esenciales de los distintos ámbitos
de la vida humana en relación con el universo, incluyendo así, las
eternas preguntas sobre los límites del conocimiento, el sentido de la
vida, la formación humana, el sentido de la existencia, la muerte, los
problemas de la ciencia, de la vida cotidiana, etc.
Por eso plantea más preguntas que respuestas. Existe, además, el criterio que la filosofía es una reflexión de
segundo orden de la realidad, que se realiza sobre la base de la de primer
orden hecha por otros saberes. En este sentido, la filosofía sería
conciencia crítica que evalúa sus presupuestos, conceptos, paradigmas, métodos,
etc. Funciones de la Filosofía Cosmovisiva
o de concepción del mundo: Es una concepción de máxima
generalización, porque trata del hombre en relación con el mundo. Aborda
los eternos problemas del mundo y del hombre, su origen, desarrollo, el
sentido de la vida, la cognoscibilidad del universo, su infinitud, la razón
de existencia del hombre, la vida, la muerte, etc. Metodológica: Se caracteriza por poseer un método general (Universal) del saber, un
modo particular de valorar la realidad en correspondencia con la práctica
social. Ejemplos de métodos filosóficos: ascensión de lo abstracto a lo
concreto, lógico, histórico, dialéctico, fenomenológico, hermenéutico,
cultural, antropológico, holístico, cualitativo, analítico- sintético,
inductivo- deductivo y el método complejo, entre otros. Axiológica: Posee un enfoque general para valorar la realidad desde el prisma de sus
necesidades e intereses, a
partir del significado que tiene para el ser humano. Práctica: A pesar de ser la filosofía una concepción general del mundo en relación
con el hombre, o precisamente por esto mismo, permite explicar cómo el
devenir humano es un proceso infinito de materialización y
espiritualización de la realidad, a través de la praxis, que es la que
posibilita que lo ideal y lo material se conviertan recíprocamente,
devengan idéntico. Heurística: Por su función general explicativa, sin intentar dar fe y razón de
todo, sino provocarlo. Cultural: Porque aprehende la realidad a partir del hombre y la actividad humana,
concretada en la cultura. Por eso un análisis cultural de alto vuelo es
filosófico por antonomasia. Educativa: En la medida que despierta el interés por la sabiduría, la búsqueda y
la creación humana. Además, enseña que el método de construcción de
conocimiento y revelación de valores es un camino cierto e incierto que
adviene y deviene de la propia lógica de la realidad que se investiga. Posee otras funciones en correspondencia con el objeto y el contexto
que asuma. Estructura
del saber filosófico: Tradicionalmente la estructura del saber filosófico se ha determinado en
cuatro componentes principales, a saber: Ontología (Teoría del ser en general). Lógica (Teoría del pensamiento) Epistemología (teoría del conocimiento o gnoseología). Axiología (Teoría de los valores). Además se han considerado como disciplinas filosóficas las siguientes:
Historia de la Filosofía
Ética.
Estética.
Antropología Filosófica.
Hermenéutica.
Semiótica.
Filosofía de la Historia.
Filosofía de la religión.
Filosofía de la cultura.
Filosofía de la Educación.
Filosofía política.
Y otras. Con relación a la Estructura de la filosofía y a la denominación de
disciplinas filosóficas, no hay consenso. Existen muchos criterios al
respecto. Lo importante es analizar la especificidad del saber con que estamos operando para determinar su cualificación filosófica o no. Si refiere a problemas sustantivos del hombre en relación con la naturaleza y la sociedad y posee alto vuelo cosmovisivo y alta aprehensión cogitativa y valorativa, estamos en presencia del saber filosófico y estamos haciendo filosofía. ¿Quién
puede negar la naturaleza filosófica de una visión integradora de la
salud, de una aprehensión cultural y holística de ella en tanto sistema
complejo? ¿O un bello poema que penetre en la subjetividad u objetividad
del devenir humano? El
saber filosófico es integrador en su esencia, totalizador, abierto,
complejo, cosmovisivo y cultural. Une en estrecha unidad conocimiento,
valor, praxis y comunicación. Su
complejidad no está dada en su complicación como a veces se le
interpreta, sino en su carácter unitivo de lo uno y lo múltiple, de lo
diverso, en su carácter contextualizado, que es incluyente y no
excluyente. La complejidad es intervinculación de todas las mediaciones,
determinaciones y condicionamientos. Es negación del simplismo, la
disyunción, el reduccionismo, el aislamiento y la simplicidad, en
general.
Lugar de la Filosofía en la concepción del mundo o Cosmovisión La filosofía es en sí misma una concepción del mundo, una cosmovisión.
Esta es su función más importante. Pero la Cosmovisión no se reduce a
la filosofía. Integra los restantes saberes del hombre: las llamadas
ciencias naturales, matemáticas y sociales, la conciencia cotidiana, etc.
Lo que se debe resaltar es que la filosofía es el núcleo teórico de la
concepción del mundo. Por eso comúnmente se le considera también como
una concepción del mundo o cosmovisión. Relación
de la Filosofía con las restantes formas del saber. La filosofía se relaciona con las restantes ciencias, en la misma forma
en que se vincula lo General y lo Particular, mediado por eslabones
intermedios. La filosofía no puede sustituir las restantes ciencias. Cada
una posee su objeto y en correspondencia con ello, su método. Por eso la
filosofía no le aporta su método a las distintas ciencias, como a veces
se dice erróneamente. No se puede olvidar que los métodos son lógicas
aplicadas, caminos que se hacen al andar. Y cada saber, construye el suyo:
su método. Definición
de los conceptos ser social- conciencia social. Ser social: Es un concepto que designa las condiciones materiales de
existencia de la sociedad. Por eso afirmamos que el ser determina a la
conciencia. La conciencia es reproducción
creadora, mediada por múltiples determinaciones y condicionamientos del
ser social. La conciencia es el ser consciente. El modo en que el hombre aprehende la
realidad. Es decir que la reproduce y construye a través de imágenes
subjetivas. Por tanto, la conciencia no es otra cosa que el ser consciente y el ser de
los hombres: un producto de su vida real y práctica. Conceptos imprescindibles del saber filosófico: Materia: Es una categoría filosófica que
designa la realidad objetiva, dada al hombre en sus sensaciones,
representaciones y conceptos y que existe fuera de la conciencia del
hombre. Conciencia: Es el reflejo subjetivo del mundo
objetivo. Según Lenin, la conciencia no sólo refleja al mundo, sino que
lo crea. Si la realidad no satisface las necesidades e intereses de los
hombres, éstos la cambian con su actividad para cumplir sus fines y
resolver sus necesidades. Ser: Es una categoría filosófica que designa
la realidad objetiva, existente fuera de la conciencia. Pensar: es una categoría filosófica que
designa la realidad subjetiva del hombre, su pensamiento. El pensar
reproduce y refleja al ser a través de imágenes subjetivas en un proceso
práctico. El pensar se realiza y deviene en la actividad, a través de la
relación sujeto- objeto y sujeto- sujeto. Hombre: Es una categoría filosófica que
designa la realidad humana en su expresión genérica. Es una abstracción
que refiere a un ser racional que construye instrumento y anticipa los
resultados, porque posee conciencia. Como abstracción se correlaciona
siempre con el mundo. Esta relación encuentra concreción en la relación
sujeto- objeto y sujeto- sujeto, que es realmente donde el hombre actúa y
hace historia y cultura. Actividad humana: Designa el modo de
existencia, cambio y transformación de la realidad social. Sujeto: Refiere al hombre sociohistóricamente
determinado y portador de la actividad humana. Se expresa como sujeto
individual, grupal o como la sociedad en general. Objeto: Es la parte de la realidad humanizada
por el hombre, lo que el hombre ha integrado a su actividad. La porción
de la naturaleza o la sociedad que el hombre subjetiva, espiritualiza con
su actividad práctica y su conciencia. Estructura de la actividad: La actividad como forma de ser de la realidad
social posee una estructura compleja, a saber: Actividad cognoscitiva. Es un concepto que designa el modo en que existe la conciencia. Es un
proceso de aprehensión de la realidad que va de la sensación hasta la
formación de conceptos, cuya forma superior tiene lugar en la teoría
científica. El hombre conoce porque actúa prácticamente. Por supuesto,
el resultado de la actividad cognoscitiva es el conocimiento en sus dos
niveles: empírico y teórico. Actividad práctica. Refiere a la actividad
material adecuada a fines. Es una relación esencial sujeto- objeto y
sujeto- sujeto, donde lo ideal y lo material se convierten recíprocamente,
devienen idénticos. La práctica es fundamento, base, fin y criterio
valorativo de la verdad. Actividad valorativa. Es un concepto que
designa el modo en que existen las necesidades, los intereses y los fines
del hombre. El valor es el ser de las cosas para el hombre. Es el
significado que tienen las cosas para el hombre. El hombre antes de
preguntarse qué son las cosas, se pregunta para qué le sirven. Emite
juicios valorativos: esto es bueno, malo, bonito, feo, agradable, santo,
etc. Es
necesario encauzar valores para la formación humana. Pero hay que
cultivarlo para que se revelen. El hogar, en primer lugar y después la
escuela tienen la tarea de preparar al hombre para la vida y los valores
son sus cauces de realización efectiva. actividad comunicativa. La comunicación
es un concepto que designa el intercambio de actividad, en sus diversas
formas y manifestaciones, así como sus resultados, ya sean conductas,
experiencias, en fin el intercambio del proceso y resultado de la
actividad humana y la cultura. En la comunicación se sintetizan en unidad
orgánica los conocimientos, los valores y la praxis social e individual. Fundamentos
de la actividad humana: Necesidad, Interés, Fin, Medios y Condiciones y
Resultados. La actividad humana no se realiza por generación espontánea. Requiere de su fundamento objetivo - subjetivo para su realización efectiva. La actividad humana se funda en un sistema complejo, integrado por: La necesidad: Refiere a la base objetiva que
impulsa la actividad. Es lo que el hombre necesita, sus carencias, etc.
que se convierte en fuente que impulsa la acción del hombre. El interés: Es la toma de conciencia de las
necesidades del hombre, su
interiorización, expresada en un interés estable. En fin, es la
necesidad hecha conciencia. El fin: Es la proyección ideal de las
necesidades e intereses. Potencialmente aparece como posibilidad que
requiere de medios y condiciones para realizarse. Los medios: Son los elementos objetivos y
subjetivos que contribuyen a la realización del fin. Las condiciones: Son mediaciones necesarias
para la realización del fin. A
veces los fines, fundados en necesidades e intereses reales, no se
realizan, porque carecen de los medios y condiciones. Fines e ideales
humanos, en determinadas condiciones históricas se han quedado en el
nivel de la posibilidad, sin convertirse en realidad. Debe
destacarse que este sistema condicionante de la actividad humana:
necesidad- interés- fin- medios y condiciones, está mediado por la
praxis en todo su proceso y resultado. Precisamente
en ese proceso tiene lugar la conversión recíproca entre lo ideal y lo
material, su devenir idéntico en las relaciones sujeto- objeto y sujeto-
sujeto. Otros
conceptos y mediaciones necesarias. Cultura. Definición. Estructura:
El concepto cultura designa toda la producción humana material y
espiritual. Expresa el ser esencial del hombre y su medida de su ascensión
humana. No debemos reducir la cultura a la cultura espiritual o material,
ni a la cultura artístico- literaria, ni a la acumulación de
conocimientos. Es ante todo, encarnación de la actividad del hombre que
integra conocimiento, valor, praxis y comunicación. Es toda producción
humana, tanto material como espiritual, y en su proceso y resultado. Por
eso la cultura es el alma del hombre y de los pueblos. La economía, la
política, la filosofía, la ética, la estética, etc., son zonas de la
cultura, partes componentes de ella.
A veces, erróneamente se dice que la cultura empieza donde termina la
naturaleza. La naturaleza nunca termina para el hombre, porque es su
claustro materno. La relación hombre- naturaleza, es una relación donde
el hombre se naturaliza y la naturaleza se humaniza.
En ese proceso se produce la cultura como esencialidad humana. En su generalidad hay consenso de que la estructura de la cultura la
integran la cultura material y la cultura espiritual.
Enfoque holístico: Refiere a una visión
integral del objeto, a la aprehensión del todo como sistema. Enfoque complejo: Refiere a una aprehensión
de la realidad como sistema complejo, que revela el todo en las partes y
las partes en el todo. Se opone a los enfoques simplistas que niegan el
caos la incertidumbre, las contradicciones. Se caracteriza por su
tendencia a la conexión sistémica de la realidad y a su asunción como
totalidad contextualizada y concreta. Aboga por la integración de las
partes a la totalidad, así como concebir a ésta (la totalidad) en las
partes que la componen. En su concepción los contrarios no se eliminan,
sino coexisten, se superan. El enfoque complejo es incluyente por
antonomasia. Enfoque
constructivista: Analiza la aprehensión
del objeto por el hombre como un proceso que
construye el sujeto.
Fundamenta cómo el conocimiento no se imparte, sino que se construye en
espacios comunicativos. Para muchos la concepción histórico- cultural de
Vygotsky, fundada en la capacidad creadora de la
actividad humana y las necesidades, sienta las bases del
constructivismo. Igualmente se diría de marx, cuando epistemológicamente,
exige abordar la realidad subjetivamente. Enfoque hermenéutico: Refiere a la interpretación
del sujeto como un proceso mediado por los contextos histórico-
culturales y otras determinaciones y condicionamientos.. Explica cómo en
correspondencia con los contextos las interpretaciones varían y cómo un
mismo texto puede tener varias lecturas (interpretaciones),
a partir de las múltiples mediaciones que pueden influir en el
tiempo, etc. El hombre, la actividad humana y la cultura como sistema complejo. Se trata de un sistema complejo fundado en la actividad humana como modo
existencial de la realidad social, y la cultura como encarnación de la
actividad humana en sus aspectos material y espiritual. El enfoque
sociocultural y ecosófico parte de estas premisas hermenéuticas,
interpretativas. El enfoque cultural. Determinaciones y condicionamientos. La
respuesta a esta pregunta está muy vinculada a la anterior. Es un enfoque
especial que parte del hombre, la actividad humana y su encarnación en la
cultura para explicar la realidad natural y social. Sentido cultural y complejo de las Tesis sobre Feuerbach, de Marx. Las Tesis sobre Feuerbach de Marx tienen un sentido cultural y complejo, porque explica la naturaleza humana y la sociedad a partir de la actividad del hombre, haciendo énfasis en el papel que desempeña la praxis, en tanto actividad material adecuada a fines. Esta nueva concepción, fundada en la praxis y sus múltiples mediaciones
(necesidad, interés, fin, medios, condiciones) permitió a Marx concebir
la esencia del hombre no en
su expresión genérica abstracta, sino como el conjunto de sus relaciones
sociales, es decir, que la esencia del hombre se forma a través de su
actividad (cognoscitiva, valorativa, práctica y comunicativa). No
es una esencia “muda”, que se da a priori, porque se forma en la
producción y reproducción de su existencia. Sobre la base de las tesis sobre Feuerbach de Marx, al marxismo se le
considera como “filosofía de la praxis”, como filosofía de la
subjetividad. Sencillamente, para Marx, la vida es esencialmente práctica, la
conciencia, ser consciente, y el ser de los hombres, un producto de su
vida real y práctica. El ser social (condiciones materiales de la sociedad) determina a la
conciencia social (modo aprehensivo creador del ser social). Esta concepción revolucionó la historia de la filosofía. Y por
supuesto, a la filosofía misma. Por primera vez se muestra que el hombre
antes de hacer ciencia, política, etc, tiene que vivir bajo un techo,
comer y muchas cosas más, es decir, construir sus bienes materiales a
través de la actividad, del trabajo. Así se muestra cómo el ser social determina a la conciencia social y el
papel determinante del factor económico, en última instancia. Otros
conceptos: Relación Ética- moral- política. Existe una estrecha relación. La Ética es una ciencia filosófica que
tiene como objeto de estudio a la moral, es decir, a la conducta correcta
del hombre en sus varias mediaciones y condicionamientos. Opera mediante
las categorías: lo malo y lo bueno, lo justo y lo injusto, etc. La política está muy relacionada con la ética. Una verdadera política
humanista, debe fundarse, sustentarse, en una ética concreta para el bien
del hombre y del pueblo. Relación conocimiento- valor- praxis. Existe una estrecha vinculación entre conocimiento, valor y praxis. Tanto
el conocimiento como el valor son como desprendimientos de la praxis. El
hombre conoce y valora porque actúa prácticamente. Al mismo tiempo
existe una indisoluble relación entre
el conocimiento y el valor. El hombre aplica sus conocimientos a la
práctica, movido por los valores, en tanto éstos expresan las
necesidades y los intereses que desea satisfacer. Y su satisfacción
precisa, y requiere de la actuación práctica. Relación teoría- praxis: La teoría y la
praxis constituyen una unidad inseparable. La teoría nace, se genera de
la praxis y al mismo, alumbra nuevas praxis. La
teoría científica es conocimiento sistematizado y se expresa en
principios, leyes y categorías. Éstos son peldaños del conocimiento,
formas aprehensivas de la realidad, del objeto del conocimiento. Por
eso con toda razón el mexicano Sánchez
Vázquez señala que la unidad teoría- práctica, es un problema
teórico- práctico y práctico teórico al mismo tiempo. Porque si
ciertamente la teoría emerge de la práctica, ésta se realiza y encauza
a través de la teoría. La
filosofía y su discurso plural Dr.
Sc. Rigoberto Pupo Pupo. Se
hace énfasis especial en la necesidad de que la filosofía supere el
paradigma reduccionista de corte gnoseológico y asuma la realidad a través
de las infinitas formas aprehensivas
que posee el hombre. Como el conocimiento y
la verdad se construyen en espacios comunicativos, no es posible
continuar reduciendo el saber filosófico a la epistemología y a
la lógica en el sentido tradicional. Es necesario adoptar una
actitud inclusiva que valore justamente la importancia de los varios modos
que posee el hombre en la asimilación de la realidad y la construcción
de la verdad, particularmente la metáfora y todas las dimensiones del
lenguaje tropológico, concebidas a
veces, erróneamente, como figuras decorativas y no lógicas . Introducción. La
filosofía es un saber sintético- integrador[1] sobre el mundo en relación con el hombre, y la
relación hombre – mundo, en tanto abstracción de máxima generalidad,
encuentra concreción en la actividad, como relación sujeto- objeto y
sujeto- sujeto. En la praxis,
en tanto núcleo fundante de
la actividad humana, lo ideal y lo material se convierten recíprocamente,
devienen idénticos. Por eso,
a través de la praxis los
momentos cognoscitivo,
valorativo y comunicativo del devenir humano, en su actividad, emergen, se
despliegan y se determinan en la cultura[2].
La cultura es al mismo tiempo concreción de la actividad humana y medida
cualificadora de su ascensión.
El elan cultural del saber filosófico. No
es posible reducir el saber filosófico, y la verdad, su eterno problema,
a ninguna de sus formas aprehensivas, es decir, ni a la epistemología, ni
a la ontología, ni a la axiología, ni a la lógica u otra forma
discursiva de reflejar la realidad por el hombre. Es síntesis integradora
de dichos momentos, tanto en su proceso[3]
como en su resultado. Esto no niega su status de sistema teóricamente
elaborado sobre la realidad en relación con el hombre. Sí afirma su carácter
cultural sistémico y sus posibilidades infinitas de enriquecimiento, en
la medida que se construye y elabora sus principios, leyes y categorías.
Construir en el sentido de producción creadora que tiene lugar en la
conversión recíproca de lo ideal y lo material, mediante la praxis. Como
todo saber, el filosófico, se construye en espacios comunicativos y no
refiere sólo a “esencias puras”. En su proceso constructivo asciende gradualmente de lo sensorialmente concreto a lo
abstracto, y de éste, a lo concreto. El
saber filosófico comúnmente se ha concebido como una forma especial de
aprehensión de la realidad por el hombre. Y no es desacertado en mi
criterio, dicho aserto, pues se trata de un saber cosmovisivo que vincula
en estrecho haz los momentos varios de la actividad del hombre y posee un
sentido cultural y complejo. Pero lo que en pleno siglo XXI, resulta
inconsistente, es reducirlo a una forma específica aprehensiva de la
realidad por el hombre. Esto, por supuesto no niega su cualidad de ser
reflexión teórica de la realidad; pero de ésta en sus diversas
mediaciones, formas y comportamientos. Por eso ya se mira con sospecha
asumir como objeto de la filosofía sólo el pensamiento a nivel teórico,
en tanto es reduccionismo lógico. La
filosofía, en tanto saber complejo sobre la realidad en relación con el
hombre, incluye en su objeto todas las formas concretas de la cultura[4],
en su síntesis, incluyendo el mundo cotidiano del hombre. Es un saber crítico
totalizador en perenne búsqueda, que plantea más preguntas que
respuestas y soluciones, acorde con la complejidad de la realidad. En
correspondencia con la pluralidad de su objeto, deviene su discurso
plural. Un discurso incluyente y contextualizado que siguiendo la “lógica
especial del objeto especial”, opera con conceptos, categorías, imágenes,
metáforas, etc. El lenguaje directo y tropológico como formas
aprehensivas de la realidad por el hombre, son inmanentes al quehacer
filosófico y al discurso que lo encauza y lo expresa. No es posible
continuar haciendo de la tropología un “terreno” vedado al saber
filosófico. La narratividad, la metaforización son modos culturales
de asimilación de la realidad por el hombre, y con ello, medios
insustituibles de la filosofía.
¿Cuánta filosofía hay en una novela que penetre en la naturaleza
humana y sea capaz de pensar su subjetividad y la objetividad con sentido
cultural? ¿Es posible negar numen filosófico a la poesía “que ve con
la palabras y habla con los colores” para denotar la humanidad del
hombre en su fuerza y fragilidad? ¿Por qué fragmentar la realidad y
convertir el género ensayístico en “propiedad privada” de la
literatura, cuando su misma esencia y propósitos, dan cuenta de su elan
filosófico? Muchos ejemplos pueden ilustrar cómo la fragmentación que
trajo el paradigma de la modernidad con la racionalización de la razón y
el reduccionismo epistemológico, desvirtuaron la naturaleza de la filosofía
y el discurso que la expresa. Sencillamente, había que hacer
de la filosofía un pensamiento único, dado en sí, por sí y para
sí, sin contaminación[5], siguiendo el modelo de las “ciencias duras”,
con el único recurso de operar como epistemología de corte positivista y
“jueza” rectificadora del lenguaje o “metodología universal” del
conocimiento y las ciencias. Su función crítico- cosmovisiva, inmanente
por antonomasia, se esfumaba como el aire en el vacío. La crisis y el
descrédito de la filosofía hacían cátedras. El búho de Minerva dejaba
de hacer y de decir… Por
supuesto, el marxismo de Marx como filosofía de la praxis, de la
subjetividad, inaugurado a partir de las tesis sobre Feuerbach, plantea
nuevas propuestas para revertir la crisis. Lenin, Gramsci, Sánchez Vázquez
y otros, continúan el camino, pero fuerzas extrañas al marxismo y en
nombre de él dogmatizan el legado, hasta despojarlo de su esencia
creadora y revolucionaria. El
marxismo, o esta versión dogmatizada y positivista de él, soslaya su
sentido cultural y complejo hasta convertirlo en un sistema objetivista y
cerrado, ausente de vocación humanista, razón utópica y espíritu ecuménico;
y su discurso plural, integrador y
cosmovisivo, en un monólogo determinista absoluto e impersonal. Un
discurso más preocupado por la cosa de lógica que la lógica de la cosa,
tras la caza a priorista de principios, leyes y categorías, que debían
“aplicarse” a ultranza a la realidad. Así la filosofía devenía
“autoconciencia teórica” de la realidad, es decir, una nueva metafísica
en nombre del marxismo, lo convertía en su antítesis, con las nefastas
consecuencias teórico- metodológica y práctica. Verdad, Conocimiento, Valores, Praxis, Comunicación:
Saber. El
tema de la verdad históricamente ha sido recurrente[6]
y no deja de serlo en la actualidad. Sin embargo, como en todos los
problemas filosóficos complejos ha primado la unilateralidad de enfoques en su tratamiento. Lo más común ha sido la reducción
del saber al conocimiento y con ello, las interpretaciones logicistas y
gnoseologistas abstractas. Se ha pensado la verdad como forma de adecuación
o identidad del pensamiento
con la realidad que el sujeto convierte en objeto.[7] A
pesar de los múltiples intentos valiosos de acercamiento al problema, en
mi criterio, aún no se ha logrado un enfoque complejo e integrador de la
verdad, donde conocimiento, valor, praxis y comunicación sean
considerados, como mediaciones centrales en su construcción y despliegue.
Las relaciones sujeto- objeto, y sujeto- sujeto y su eslabón primario en
la conversión recíproca de lo ideal y lo material: la actividad humana,
prácticamente han sido inadvertidas[8]. Igualmente ha prevalecido el reduccionismo en el
reconocimiento lingüístico de la verdad. En algunos casos, absolutizando
en grado extremo el papel del lenguaje en general, y en otros, reduciéndolo
sólo al lenguaje científico, sea de nivel empírico o de nivel teórico.
Las otras formas del lenguaje, incluyendo por supuesto, el tropológico
han quedado marginadas del proceso aprehensivo de la realidad por el
hombre en la búsqueda de la verdad[9]. No
ha faltado tampoco la tendencia acuciante de identificar la verdad sólo
con la verdad científica. ¿Y las otras verdades que el hombre
afanosamente busca apremiado por las necesidades, los intereses y los
objetivos y fines propuestos? En los paradigmas de la verdad y sus
respectivos diseños ha predominado el sentido de exclusión, tanto en su
interior como al exterior de él. Se hace necesario los enfoques
integradores de inclusión, que sin agotar la riqueza de mediaciones de la
realidad – imposible históricamente – abarque la mayor cantidad
posible, en tanto proceso subjetivo – objetivo, mediado por la praxis en
la asunción
constructiva de la verdad. Con razón Marx, en sus Tesis sobre
Feuerbach, al criticar la especulación filosófica, en la consideración
de la verdad, exige concreción en los análisis y aconseja abordar la
realidad subjetivamente. En su concepción, la teoría de la verdad,
adquiere terrenalidad sustantiva, si
se funda en la praxis, como su criterio objetivo de
valoración. Entendida la praxis como esencial relación sujeto –
objeto y sujeto – sujeto, donde lo ideal y lo material se convierten recíprocamente.[10]
. Al mismo tiempo Lenin, en
sus Cuadernos Filosóficos, estudiando a Hegel, muestra cómo la
conciencia no sólo refleja el mundo, sino que lo crea, pues, cuando no
satisface las necesidades del hombre éste decide cambiarlo con su
actividad. La
verdad es proceso y resultado del devenir humano. Un producto de la
actividad del hombre (sujeto) en relación con la realidad que convierte
en objeto de conocimiento, de la praxis y de valores que intercambia con
otros sujetos. En tanto proceso histórico es absoluto y relativo. Cada
generación construye verdades limitadas por la historia y la cultura, y
al mismo tiempo participa de lo absoluto. Lo absoluto y lo relativo son
momentos inseparables constitutivos de la verdad, en su unidad y
diferencia. Si
ciertamente la verdad se construye en la actividad humana, y ésta
representa el modo de ser del hombre, a través de la praxis, el
conocimiento, los valores y la comunicación, fundados en las necesidades,
los intereses y los fines del hombre, su revelación ( de la verdad) no es
sólo un producto cognoscitivo, desentrañador de esencias, sino además
de la actuación práctica transformadora del hombre, en correspondencia
con el significado que adquiere la realidad y los deseos de satisfacción
humana. Al hombre no sólo le interesa qué son las cosas, cuál es su
esencia, sino ante todo, para qué le sirve, qué necesidad satisface o qué
interés resuelve. Por eso, praxis, conocimiento y valor, son inmanente al
proceso mismo de develación de la verdad. Son
momentos de su propio proceso. Al igual que los resultados de su actividad
resultan estériles al margen de la comunicación[11],
en tanto intercambio de actividad y
de sus resultados. La
verdad se revela y descubre en las relaciones intersubjetivas, en espacios
comunicativos, donde por supuesto, el consenso desempeña un lugar
especial. Una verdad, fuera de la práctica del consenso, no encuentra
legitimación, y por tanto resulta estéril, humana y socialmente. Lo
mismo que sin riqueza espiritual no hay acceso posible a ella. La creación
subjetiva, humana, plena de sensibilidad, abre caminos a la verdad. Las vías
poéticas del lenguaje, sustantivan las potencias del pensamiento. El
hombre con riqueza espiritual e imaginativa en estrecha comunión con la
naturaleza y la sociedad, se aproxima con más facilidad al conocimiento,
a la verdad. Sencillamente, “las ciencias- escribe Martí- confirman lo
que el espíritu posee (…). Así, son una la verdad, que es la hermosura
en el juicio; la bondad, que es la hermosura en los afectos; y la mera
belleza, que es la hermosura
en el arte (…). La naturaleza se postra ante el hombre y le da sus
diferencias, para que perfeccione su juicio; sus maravillas, para que avive su voluntad a imitarlas; sus exigencias, para que
eduque su espíritu en el trabajo, en las contrariedades, y en la virtud
que las vence. La naturaleza da al hombre sus objetos, que se reflejan en
su mente, la cual gobierna su habla, en la que cada objeto va a
transformarse en un sonido. Los astros son mensajeros de hermosuras,
y lo sublime perpetuo. El bosque vuelve al hombre a la razón y a
la fe, y es la juventud perpetua (…). La aparición de la verdad ilumina
súbitamente el alma, como el sol ilumina la naturaleza”[12] . Los
caminos poéticos del lenguaje son iluminadores porque alumbran con luz de
estrellas el proceso constructivo de la verdad. Sus posibilidades son
infinitas no sólo por lo que informan, sino por lo que proponen y
suscitan a la creación del hombre, incluyendo a sus dimensiones gnoseológicas
y cosmovisiva. Debe
destacarse además, que el lenguaje tropológico no sólo es propio del
lenguaje literario, pues está presente en todas las acciones humanas. ¿Quién
puede negar que la educación, la cultura, la ciencia no sean metáforas
de la vida? En fin el lenguaje tropológico no puede aislarse del proceso
constructivo de la verdad, como también es imposible negar la existencia
de una verdad tropológica, que por ser representación figurada por
excelencia, tampoco debe absolutizarse sus excelsas posibilidades
creativas. Debe evitarse, reproducir los vicios de otros paradigmas que
han quebrado por su elitismo excluyente. La misión del discurso que busca
la verdad, debe ser su vocación incluyente, abierta, tolerante, crítica,
en resumen, con sentido ecuménico e integrador. La
tropología, y en particular la metáfora, por sus infinitas excelencias
creativas, transita en unidad indisoluble con la teoría del conocimiento,
en la representación del cosmos humano y el Universo que le sirve de
claustro materno, y viceversa. La gnoseología imprime cauces nuevos
expresivos a la sintaxis tropológica. “Pero creo que la intensificación
de la “sintaxis figurada” en el marco de la poesía contemporánea
tiene también sus razones contemporáneas, razones que atañen al
desarrollo del conocimiento en nuestro tiempo. La diversidad tropológica
se afina y se precisa, se hace necesaria al amparo de la noción de que,
el Universo es un infinito de fenómenos interconectados, en movimiento,
unitario en su diversidad; al amparo de esa noción, y por la necesidad de
reflejarla”[13] Esta
idea última, en mi criterio, resulta interesante
y coincide en parte con una tesis, que no por vieja, deja de ser
sugerente, a pesar de que sobrevalora las posibilidades de la estética y
por tanto, puede repetir enfoques reduccionistas.
Me refiero al filósofo mexicano José Vasconcelos. En su criterio
“(...) llegamos a ella después de agotar las posibilidades del Logos, y
enseguida la verdad se nos revela como armonía, en vez de la verdad como
identidad”[14]
. Propone como método la coordinación y la existencia de un a priori estético,
extremadamente idealizante que opera según ritmo, melodía y armonía.
Además de hiperbolizar una arista del problema objeto de análisis, su
interpretación está permeada de artificios eclécticos que no conducen a
presentar la armonía como integralidad dialéctica
incluyente. En
mi criterio el acceso a la verdad, requiere de una concepción compleja y
flexible que priorice un enfoque de integralidad
incluyente en la aprehensión de la realidad asumida. Creo
que el concepto de saber, con un nuevo sentido hermenéutico, al margen de
su significado histórico tradicional – como conocimiento, valor y
praxis en estrecho vínculo, resulta una alternativa posible. La
intelección del saber con un
nuevo sentido hermenéutico, cuya interpretación se dirija no sólo al
conocimiento, sino que incluya el valor, la praxis y la comunicación,
abre perspectivas heurísticas inagotables. Propicia ante todo que no se
absolutice la razón, entendida como único juez legitimador, y se
incluyan los sentimientos y otras formas aprehensivas humanas en la
construcción de la verdad. Esto posibilita que el logicismo abstracto,
ceda paso a otras formas discursivas lingüísticas
de carácter tropológico, es decir, otros modos, también
discursivos que no operan sólo con las clásicas estructuras categóricas,
que por su objetivismo impersonal, devienen unilaterales y abstractas. Un
enfoque subjetivo- no subjetivista, porque no rechaza la objetividad-
puede asumir la realidad con sentido histórico cultural y garantizar la
integralidad sin a priori absolutos y fundados en la actividad práctica,
que en última instancia condiciona el proceso mismo de la verdad. La
asunción del concepto de saber- y no el de conocimiento como ha sido
tradicional- , comprendido (el saber) como forma integral humana que
incluye todos los medios y resultados que emplea el lenguaje para designar
y penetrar en la realidad, permite
vincular estrechamente conocimiento y valor, sobre la base de las
necesidades, los intereses, y los fines humanos. Al mismo tiempo, ayuda a
comprender que la verdad no se descubre espontáneamente, a través de una
relación abstracta sujeto- objeto, sino que se revela en procesos
intersubjetivos, en espacios comunicativos, que integran en su síntesis:
conocimiento, valor y praxis. Todo en los marcos de la subjetividad
humana, donde el hombre piensa, siente, desea, actúa e intercambia los
productos de su actividad, en una relación dialéctica sujeto- objeto,
mediada por infinitos atributos cualificadores de su ser esencial, de la
cultura, la historia y por el consenso legitimador. Esto
significa que si el saber del hombre se propone acceder a la verdad, en su
concreción, no puede soslayar el papel importante de la actividad humana
y su estructura compleja, así como la cultura, y como parte de ella, los
caminos del lenguaje, en toda su diversidad, y sentidos, incluyendo la vía
práctica que tanto influye en la creación del hombre, así también como
desechar por ineficaces y estériles las imposiciones “teóricas” y
los autoritarismos intolerantes y excluyentes, expresados como
convenciones lógico-gnoseologistas. Simplemente “(...) urge devolver
los hombres a sí mismos; urge sacarlos del mal gobierno de la convención
que sofoca o envenena sus sentimientos (…) y recarga su inteligencia con
un caudal pernicioso, ajeno, frío y falso. Sólo lo genuino es fructífero”.[15]
Busquemos
la verdad con sentido histórico- cultural humano, imaginación, razón utópica
y vocación ecuménica incluyente. Una concepción del saber, como
integralidad abierta al diálogo, a la crítica y a la comunicación puede
ser una alternativa posible de construcción de la verdad, incluyendo por
supuesto, la propiamente de las ciencias naturales. En
la apropiación de la realidad por el hombre, su pensamiento sigue el
cauce de la ascensión de lo abstracto a lo concreto y este proceso es en
sí mismo incluyente. Para descubrir la realidad en su mayor concreción
tiene que asumirla en sus varias mediaciones. En caso contrario, el saber
resulta unilateral y abstracto, por seguir un cauce excluyente que
absolutiza algunos momentos y pierde el sentido de totalidad y de unidad
en lo diverso y complejo. Con ello, se incapacita para apropiarse de lo concreto en sus
diversas mediaciones y condicionamientos. La
concepción de la verdad como
saber integral, no puede soslayar tampoco la importancia cognitiva del
lenguaje metafórico[16],
capaz de lograr la unidad de la diferencia, como certeramente señalan
Ricoeur y Jakobson. Igualmente no se puede negar la independencia relativa
del conocimiento científico y otras formas de aprehensión humana de la
realidad, pero en los marcos de una perspectiva o enfoque cultural que
vincule razón, sentimiento, ciencia y conciencia. No se debe olvidar, que
la cultura como producción humana en su proceso y resultado, no se
cualifica sólo por su dimensión cognoscitiva, sino particularmente por
la sensibilidad que incita y activa el saber en su búsqueda integradora
de lo que llamamos verdad. Nadie
con sentido común, puede obviar los resultados de la tecno-ciencia en la
época de la globalización contemporánea. Pero sin sentido cultural,
devienen estériles para el hombre, pues enajenan y deshumanizan.
Resulta perjudicial, porque la verdad es vacía de contenido, cuando se
separa de la belleza y la bondad, cuya armonía la funda e introduce Pitágoras,
[17]
a partir del sentido de medida, y es continuada por muchos filósofos y
pensadores, incluyendo a José
Martí. No
es posible hacer del conocimiento científico el núcleo arquetípico del
pensamiento y convertir a éste en un modelo impersonal que condiciona de
modo a priori y teleológico la realidad existente, para hacer una unidad
o identidad con ella, llamada verdad. La verdad, sea de cualquier
naturaleza, es proceso y resultado aprehensivo humano, como saber
profundo, construido por la actividad del hombre en relación con el mundo
o la parte de él hacia la cual dirige su acción. Se trata de un proceso
humanizador de la realidad y del hombre mismo en espacios intersubjetivos.[18],
donde participan todas las formas aprehensivas de la realidad de que
dispone el hombre. Una
verdad que separe la esencia humana de la existencia y los espacios histórico-
culturales en que realmente se aprehende, resulta ficticia y no resiste la
prueba de la praxis social. Lo mismo que un discurso epistemologista puro,
por parcial y abstracto, deviene especulativo y
se condena per se a “que los árboles le impidan divisar el
bosque”. He
ahí el valor de un discurso plural, libre de prejuicios reduccionistas,
capaz de reconocer también los cauces poéticos del lenguaje como formas
aprehensivas de la realidad en búsqueda de la verdad. Por eso, soy
de los que piensa que tanto la filosofía como la poesía son hijas de Sofía.
No creo que una exprese pensamiento y la otra, sentimiento. Tampoco que la
filosofía tenga que expresar su discurso sólo a través de conceptos y
categorías, y la poesía, mediante imágenes y metáforas. Ambas como
formas aprehensivas humanas pueden y en realidad lo hacen, operar con las
disímiles formas que la lengua emplea para expresar la realidad. Esto,
por supuesto, no niega sus especificidades, pero no las inhabilita ni las
circunscribe a un discurso unívoco. Es
hora ya de romper con los cánones esencialistas y excluyentes heredados
del paradigma que nos impuso la Modernidad. Hay que dejar atrás la
simplicidad y el gnoseologismo puro por ineficaces y abstractos. La
complejidad de la realidad y sus varias mediaciones nos obliga a reformar
el pensamiento y las mentalidades para abrir nuevos cauces a la
subjetividad humana. La
subjetividad humana no es excluyente en la asimilación de la realidad.
Conocimiento, valor, praxis y comunicación son sus atributos
cualificadores por antonomasia. Entonces, ¿por qué separarlos?
Ciertamente, existe filosofía poética y poesía filosófica. Pero por
ello no dejan de ser filosofía ni poesía. Sencillamente son modos
distintos de aprehender la realidad en relación con el hombre.
Modos que se complementan, amplían y completan para asumir la
realidad con más concreción. “La
poesía es, pues, a la vez el más acá y el más allá del pensamiento
simbólico mitológico» / mágico; más acá porque, como hemos dicho, es
su nacimiento mismo; más allá, porque supera las reificaciones mitológicas
y religiosas. La poesía es desarrollo pleno de la comprensión, es decir
de la proyección-identificación, es el desarrollo pleno no tanto del
animismo (como en las poesías retóricas que evocan genios y espíritus)
cuanto del alma. Las palabras, liberadas del rígido constreñimiento de
la lógica y la denotación, juegan, libradas a las asombrosas
imantaciones y a las alquimias del Espíritu-Raíz”[19]. El
discurso filosófico con elan poético, trabaja con pensamiento alado y
sus verdades son más duraderas. El discurso de Martí da cuenta de ello.
La poesía en sí
misma, cuando expresa su mundo con ansia de humanidad, es al mismo tiempo
pensamiento, sentimiento, acción y comunicación. ¿Quién
puede negar el vuelo cosmovisivo de la buena poesía? Tanto
la filosofía como la poesía, con numen cultural, captan la realidad como
sistema complejo y abren cauces infinitos de aprehensión humana. Una
visión de esta naturaleza, no debe soslayarse al abordar la filosofía en
su historia y mediaciones. Referencias: [1]
No se puede olvidar que el saber no se reduce a la suma de
conocimiento. Su contenido se integra por las múltiples formas de la
actividad humana, y su encarnación en la cultura. [2]
Cultura. El
concepto cultura designa toda la producción humana material y
espiritual. Expresa el ser esencial del hombre y la medida de
su ascensión humana. No debemos reducir la cultura a la cultura
espiritual o material, ni a la cultura artístico- literaria, ni a la
acumulación de conocimientos. Es ante todo, encarnación de la
actividad del hombre que integra conocimiento, valor, praxis y
comunicación. Es toda producción humana, tanto material como
espiritual, y en su proceso y resultado. Por eso la cultura es el alma
del hombre y de los pueblos. La economía, la política, la filosofía,
la ética, la estética, etc., son zonas de la cultura, partes
componentes de ella. A veces, erróneamente se dice que la cultura empieza donde termina la
naturaleza. La naturaleza nunca termina para el hombre, porque es su
claustro materno. La relación hombre- naturaleza, es una relación
donde el hombre se naturaliza
y la naturaleza se humaniza. En
ese proceso se produce la cultura como esencialidad humana. En su generalidad hay consenso de que la estructura de la cultura la
integran la cultura material y la cultura espiritual. [3]
En esta dirección de comprensión del problema, tiene razón la Dra.
Thalía Fung, cuando se opone a la concepción de considerar la
existencia de un pensamiento prefilosófico que antecedió a la
sistematización del saber filosófico. Antes de la sistematización
ya existía un saber cosmovisivo que incluía los eternos problemas
del hombre que no resta valor a su status filosófico ni lo convierte
per se en prefilosófico. Sencillamente expresaba un determinado nivel
de comprensión del mundo en relación con el
hombre. [4]
Por supuesto esto no soslaya la naturaleza, ya que la cultura es
naturaleza humanizada por la actividad del hombre. [5]
La filosofía en la posmodernidad, y contra lo que pueda querer el
profesionalismo filosófico- académico (…) no puede ser sino un
pensamiento contaminado, contaminado por las ciencias naturales, la
tecnología, el arte, la crítica de arte, las ciencias sociales, los
medios de comunicación, la publicidad, la experiencia en la gran
ciudad, el consumismo propio de ella, el ecologismo y el feminismo
como nuevos espacios de reflexión. No para lograr la unidad del
sistema, sino la de un pensar cuya lógica sea la de la dispersión y
diversidad (…), un pensamiento (…) de la mediación total de
nuestra experiencia por los medios informáticos (…) Lo que sí
puede hacer es no “disciplinar” (…) (Marta López Gil.
Obsesiones filosóficas de fin de siglo. Editorial Biblos, Argentina,
1993, p. 81. [6]
Sobre la verdad se ha escrito mucho. En la historia de la filosofía
existen diversas concepciones y enfoques en torno a dicho problema.
Una síntesis valiosa puede encontrarse en Abbagnano, N.- Diccionario
de Filosofía. Inst. Cubano del libro, La Habana, Cuba, 1963, p
1180-1185.de Pérez Galindo, A. El devenir de la verdad. Edit. Biblos,
Buenos Aires, Argentina 1992. [7]
Ver de Parajón, C. El reconocimiento lingüístico de la verdad.
Editorial Biblos, Buenos Aires, Argentina, 1986 y del mismo autor
“Virtudes de la Imposición Teórica”. Reflexiones sobre la verdad
Editorial Biblos Buenos Aires, Argentina, 1989. [8]
Ver de Pupo, R. La actividad como categoría filosófica. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1990. [9]
“La metáfora es para la mayoría de la gente un artificio de la
imaginación poética y la ornamentación retórica -algo que
pertenece al lenguaje extraordinario, más que al lenguaje ordinario.
Además, típicamente se ve a la metáfora como algo característico sólo
del lenguaje, un asunto de palabras, más que del pensamiento y la
acción. Por esta razón, la mayoría de la gente piensa que puede
arreglárselas perfectamente bien sin la metáfora. Hemos encontrado,
por el contrario, que la metáfora es prevalente en la vida cotidiana,
no sólo en el lenguaje, sino también en el pensamiento y la acción.
Nuestro sistema conceptual, en términos del cual pensamos y actuamos,
es fundamentalmente metafórico en su naturaleza. (Lakoff &
Johnson, 1980:3) Es
una concepción generalizada la de la metáfora como una figura de
adorno. Se piensa en expresiones como "mi cielo", "mi
caramelito", "mi flor", "ojos turquesa",
"boca de fresa", etc. La poesía de Rubén Darío está
llena de estos ornamentos. La metáfora también se asocia al buen
gusto, al uso elogiante, tanto en la poesía como en la prosa poética
y la oratoria pública. Por
otro lado, desde que los tiempos son tiempos, hemos tenido el uso
dislogiante de la misma figura. Recuerdo que el general Leigh, días
después del golpe militar chileno, hablaba del comunismo como
"un cáncer que había que extirpar". Bien conocida es la
metáfora nazi de los judíos como "piojos". La conexión
entre estas figuras y la acción es de la obviedad de los campos de
concentración y recintos de tortura chilenos, como de los campos y
crematorios nazis. Es más, el "problema judío" en la
Alemania nazi estaba en parte a cargo del Ministerio de Salud. Una
conceptualización de orden quirúrgico (con motivaciones de castración,
digamos), en el primer caso, e higiénico (histeria de purificación),
en el segundo. De modo que la relación entre metáfora y acción poco
debería sorprendernos, como tampoco debería sorprendernos que el ámbito
de la metáfora no sea sólo el del adorno, ni su practicante sólo el
poeta o el orador. (Ver Rivano, J., 1986: capítulos 14-18)La percepción
generalizada, sin embargo, es de la metáfora como figura del poeta,
no, por ejemplo, del político o del estadista. Y la percepción
generalizada, además, deja a la metáfora en el plano de lo
innecesario, lo superfluo. Pero más allá de este plano dramático
donde juega la metáfora, el desarrollo de este texto sitúa a la metáfora
en el sistema conceptual ordinario, que es, generalmente,
inconsciente:Si estamos en lo cierto al sugerir que nuestro sistema
conceptual es en gran parte metafórico, entonces nuestra manera de
pensar, lo que vivimos y lo que hacemos a diario es en gran medida
asunto metafórico.Pero nuestro sistema conceptual no es algo de lo
que estemos concientes normalmente. En la mayoría de las cosas que
hacemos diariamente, simplemente pensamos y actuamos en forma automática,
siguiendo ciertas líneas. Cuáles sean estas líneas no es en
absoluto obvio. Una manera de averiguarlo es revisando el lenguaje.
Como la comunicación se basa en el mismo sistema conceptual que
usamos al pensar y al actuar, el lenguaje es una fuente importante de
evidencias para la naturaleza de ese sistema. De modo que la metáfora
va más allá del lenguaje; se encuentra en el sistema conceptual. Se
nos sugiere que una manera de averiguar este sistema conceptual es a
través del lenguaje. Aquí se está filtrando una distinción entre
sistema conceptual y lenguaje, distinción que articularemos a lo
largo de este texto” (C:\Documents and Settings\Pupo\Escritorio\Metáfora
y proposición.htm ) [10]
Ver de Pupo, R. La práctica y la filosofía marxista. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1986. [11]
Ver de Pupo, R. La comunicación como intercambio de actividad. En del
propio autor: “La actividad como categoría filosófica”:
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1990. [12]
Martí, J. Emerson. Obra citada, pp. 25-26 [13]
Rodríguez, Rivera, Ensayos Voluntarios.Editorial Letras Cubanas, La
Habana, Cuba, 1984, p.42. [14]
Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa- Calpe. Mexicana, S.A, México.D.F,
1994, p. 12. [15]
Martí, J. Prólogo al poema del Niágara. Obras completas. Tomo 7.
Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 230. [16]
Con razón H. Gadamer
cree que la capacidad metafórica, es una forma propia lógica y lingüística
de construcción de conceptos. ¿Por qué entonces establecer una
barrera infranqueable entre la imagen metafórica y los conceptos y
categorías, que generalmente se ven como resultados privativos de la
epistemología y del llamado lenguaje científico? Hay que rectificar
los prejuicios tradicionales, porque en la praxis histórico- social,
han quebrado, por unilaterales y abstractos.
[17]
Ver Bodei, R. La forma de lo bello. Visor. Dic. S.A, Madrid 1998, pp.
25-46. [18]
En la conformación de estas ideas y de otras, presentes en este
ensayo influyeron mucho en mí las conversaciones filosóficas
sostenidas en la Universidad de Pisa con el destacado profesor
italiano el Dr. Carlo Marletti, filósofo del lenguaje, que con vocación
humanista defiende la necesidad de un saber integrador en la revelación
de la verdad . En su criterio si bien el lenguaje resulta
importante, tampoco podemos hacer
de él, el único medio
generador de verdad. Su sentido cultural humano no separa la lógica,
la gnoseología, la herméutica, la historia, la axiología, la
filosofía, la estética, etc., etc. Todas son partes del saber
integral, que busca y conoce sus límites. [19]
Morin, E. El Método III. El conocimiento del conocimiento. Editorial
Cátedra, Madrid, 1999, pp.191-192. |
Sigue, el libro, en:
2 |
- Breve panorama de la Filosofía Presocrática - Dra. Rita M. Buch Sánchez |
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- Objeto de la Filosofía, funciones, método y otras especificidades - Dr. Rigoberto Pupo Pupo |
por Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Rigoberto Pupo Pupo
©2008 Rita M. Buch Sánchez
La filosofía en su historia y mediaciones
Instituto de Educación Superior “José Martí” de Monterrey.
Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
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ISBN: 1405-308XCU
Gentileza, para Letras-Uruguay, de Rigoberto Pupo Pupo
Ver, además:
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay
Dra. Rita María Buch Sánchez en Letras Uruguay
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