La filosofía en su historia y mediaciones
9. La filosofía clásica alemana y su lugar en la historia de la
filosofía |
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo Gentileza, para Letras-Uruguay, del Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo |
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Enmanuel Kant |
Fichte, Johann
Gottlieb |
Schelling, Friedrich
Wilhelm Joseph |
Hegel, Georg Wilhelm
Friedrich |
Feuerbach, Ludwig |
La
Filosofía clásica alemana resume todo el devenir filosófico anterior y
lo supera. Sus máximos representantes son:
Enmanuel Kant (1724-1804), Fichte, Johann Gottlieb
(1762-1814), Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph (1775-1854), Hegel, Georg
Wilhelm Friedrich (1770-1831)
y Feuerbach, Ludwig (1804-1872).- Particularmente
la dialéctica de Hegel y el materialismo de Feuerbach, en un proceso de
superación y creación, por los clásicos del marxismo, poseen una
extraordinaria significación en la formación de la nueva filosofía. En
este terreno tienen la mayor importancia las ideas desarrolladas en la
filosofía clásica alemana de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.
El fundador de la filosofía clásica alemana fue Enmanuel Kant, y el otro
representante más relevante, Hegel. El pensamiento de Kant: el «giro
copernicano» en filosofía.
El
sistema filosófico de Kant recibe el nombre general de «criticismo» o
«filosofía crítica» y se halla expuesto, sobre todo, en las tres obras
fundamentales de la Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica
y Critica del juicio. Los elementos introductorios de este sistema los
denomina propiamente filosofía trascendental y los expone Kant,
principalmente, en los Prolegómenos y en la primera de las tres Críticas
mencionadas. Por «filosofía trascendental» entiende el examen a que hay
que someter a la razón humana para indagar las condiciones que hacen
posible el conocimiento a priori, o bien el mero intentar responder a la
pregunta de «¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?», o
a la de «¿cómo es posible la experiencia?», o bien a la de «¿cómo
es posible la naturaleza?». Kant dice también que la filosofía
trascendental pretende saber «sólo si es en principio posible alguna
cosa parecida a lo que se llama metafísica». A
fin de entender cualquiera de estas preguntas, planteémonos las cosas
como hace Kant en la introducción a sus Prolegómenos y en las primeras páginas
de la Crítica de la razón pura. Hume sostuvo que, en lo tocante al
conocimiento de las cosas, no era posible ir más allá de lo que nos dan
a conocer los sentidos y la memoria. Kant supuso que esta manera de
argumentar desproveía de todo fundamento, no sólo a las teorías físicas
de Newton, sino a cualquier conocimiento de la experiencia. Hume centró
su crítica en torno a la cuestión -metafísica por excelencia- de si
podemos pensar alguna relación necesaria y universal entre los sucesos de
la naturaleza, esto es, en torno a la noción de «causa». No podemos
fundamentar su noción -argumenta- ni en la sola razón ni tampoco en la
experiencia; se debe sólo a una especie de fe irracional basada en la
costumbre. No es posible, en consecuencia, la metafísica. Pero es que
tampoco habrá verdadera física -comenta Kant-, es decir, no podrá haber
ninguna ciencia de la naturaleza o de la experiencia en general, si no es
posible fundarla en un conocimiento causal. A la afirmación de Hume de
que no es posible un conocimiento universal y necesario de las cosas,
porque tal necesidad y universalidad no se hallan en la experiencia, Kant
opone la suposición de que, no pudiendo venir de la experiencia esta
necesidad y universalidad y siendo por lo demás condiciones necesarias de
un verdadero conocimiento, han de ser un elemento a priori del mismo. Pero
amplía el alcance de la afirmación de Hume: no sólo la idea de
causalidad no proviene de la experiencia, sino que de ella no proviene
ninguna de las nociones fundamentales de la metafísica, de igual forma
que ninguna de las nociones fundamentales para entender la experiencia
puede provenir de la misma experiencia; provienen del entendimiento sin más,
de la misma estructura del conocer. Por esto dice Kant que debe a Hume «el
haber salido ya hace muchos años del sueño dogmático». Kant
determina que, para entender la experiencia (conocimiento a posteriori),
es necesario tener conocimientos que no provengan de la experiencia
(conocimiento a priori): «aunque todo nuestro conocimiento empiece con la
experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia». Sólo así
puede tener el conocimiento empírico aquellas condiciones que exige el
verdadero conocimiento (universalidad y necesidad) y que la sola
experiencia no puede otorgar. Esto equivale a un cambio de método y a
afirmar que no es el entendimiento el que se deja gobernar por los
objetos, sino que son éstos los que se someten a las leyes del
conocimiento impuestas por el entendimiento humano: un «giro copernicano»,
según suele decirse, un cambio de 180 grados, una perspectiva
radicalmente nueva. Según Kant, este planteamiento sólo es parcialmente
nuevo en la historia, porque un planteamiento similar se hizo en la matemática,
en tiempos de Euclides, y en las ciencias de la naturaleza, en tiempos de
Galileo. Las
matemáticas griegas fundaban su certeza en la construcción de la figura
que el geómetra concebía en su mente; la ciencia moderna funda su
innovación en el hecho de que es ella la que interpela a la naturaleza
mediante sus hipótesis. En uno y otro caso, «la razón sólo reconoce lo
que ella misma produce según su proyecto». Igual ha de hacer la filosofía
si ha de progresar como ciencia, y ha de hacerlo en un doble plano: en el
de la sensibilidad y en el del entendimiento. Por la primera son dados los
objetos a la experiencia humana, por la segunda son pensados. En uno y
otro nivel ha de haber conocimiento a priori, de modo que «sólo
conocemos a priori de las cosas lo que nosotros mismos ponemos en ellas».
En esto consiste el giro copernicano del pensamiento, que debe hacerse en
filosofía a ejemplo de la intuición de Copérnico: si éste, para
explicar los movimientos celestes, entendió que era mejor suponer que era
el hombre espectador quien giraba, de manera parecida Kant cree que, en el
supuesto de que sean los objetos los que se regulan por la manera como los
conocemos y no al contrario, se explica mejor que lleguemos a conocerlos
de un modo necesario y universal. A la filosofía le incumbe, pues, como
primer objetivo averiguar si, antes de toda experiencia, es capaz de
conocer algo aplicable a todo objeto de la experiencia. El tipo de
conocimientos a priori a que se refiere Kant es el que ponen de manifiesto
los juicios sintéticos a priori. La
hipótesis que plantea Kant es, pues, si existen juicios sintéticos a
priori. Pero puesto que las matemáticas y la física se consideran
verdadero conocimiento, la pregunta se transforma en cómo son posibles
los juicios sintéticos a priori en estas dos ciencias. Por otro lado, el
verdadero conocimiento en general se logra a través de la sensibilidad y
del entendimiento, por lo que, coordinando estos diversos pero
coincidentes objetivos, el plan de trabajo de la Crítica de la razón
pura se dispone en los siguiente niveles: 1)
a: ¿Qué condiciones a priori supone el conocimiento sensible? b: ¿Cómo
son posibles los juicios sintéticos a priori en la matemática?2) a: ¿Qué
condiciones a priori supone el conocimiento intelectual? b: ¿Cómo son
posibles los juicios sintéticos a priori en la física?
Demostrando, tanto para el primer punto como para el segundo, que
hay elementos a priori (A: exposición metafísica) y que tales elementos
son condiciones de posibilidad de todo juicio sintético a priori (B:
exposición trascendental), Kant se plantea si también para la metafísica,
y para la razón pura, existen elementos a priori con los que puedan
formarse juicios sintéticos a priori. Debe añadir, por tanto, una
tercera pregunta:3) a: ¿Hay elementos a priori de la razón pura? b: ¿son
posibles los juicios sintéticos a priori en metafísica?
Las respuestas son afirmativas para la primera y la segunda parte,
y negativa para la tercera. La filosofía trascendental no tiene más
remedio que reconocer los límites de la razón humana; ignorarlos es caer
en las redes engañosas de la metafísica «natural». Por ello, estas
tres preguntas pueden enunciarse de otra (cuádruple) manera: 1) ¿Cómo
es posible la matemática pura? 2) ¿Cómo es posible la ciencia natural
pura? 3) ¿Cómo es posible la metafísica como disposición natural? 4)
¿Cómo es posible la metafísica como ciencia? Kant responde a la
pregunta (1) en la estética trascendental; a la pregunta (2) en la analítica
trascendental y, a las preguntas (3) y (4) en la dialéctica
trascendental; las tres partes fundamentales en que se divide
conceptualmente la Crítica de la razón pura. Crítica
de la razón pura, Doctrina trascendental del método, A 805 / B 833
(Alfaguara, Madrid 1988, 6ª ed., p. 630)
Ahora bien, si la Crítica de la razón pura responde a la primera
de las grandes preguntas que se formula Kant (¿qué puedo saber?), las
otras las intenta contestar en la Crítica de la razón práctica, en la
Crítica del juicio, y en el resto de sus obras, en las que aborda los
grandes temas de la filosofía. Para una explicación de estos temas ver
los contenidos de los términos relacionados, y ver gráfico. (Diccionario
de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder
S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3.
Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu). En
la filosofía de Hegel, la realidad aparece ya como un proceso histórico
único de formación dialéctica, que comprende la naturaleza, la sociedad
y el propio pensamiento humano. Aunque Hegel arranca de premisas
idealistas, al exponer el carácter del proceso de desarrollo del espíritu
absoluto muestra, de hecho, la dialéctica de la realidad material. Las
categorías del espíritu absoluto son las categorías de la realidad
material “vuelta al revés”. Como indicó acertadamente Lenin, Hegel
intuyó en la dialéctica de las ideas la dialéctica de las cosas. La
dialéctica de Hegel en su contenido racional representaba la conquista
suprema del pensamiento filosófico premarxista. En
la formación de la filosofía marxista desempeñaron igualmente un papel
de importancia las ideas filosóficas de Feuerbach (1804-1872), sobre todo
su crítica materialista del idealismo filosófico y de la religión
cristiana. En su obra Ludwig Feuerbach y el fin de
la filosofía clásica alemana. Engels habló de la “acción
liberadora” de la filosofía de Feuerbach, que le ayudó a
desembarazarse del idealismo hegeliano, bajo cuya influencia se habían
encontrado .Marx y Engels en el período inicial de su desarrollo filosófico. Feuerbach restableció
el materialismo en sus derechos en la vida espiritual de la sociedad
alemana de aquellos tiempos, hecho que desempeñó un importante papel en
la cristalización de las opiniones filosóficas de Marx y Engels. Así
pues, el estudio de las ideas dialécticas
de la filosofía clásica alemana, así como las ideas dialécticas y
materialistas de toda la filosofía precedente, utilizadas por los
fundadores del marxismo en el proceso creacional de su filosofía, constituyen
su premisa teórica
principal. En
la Filosofía Clásica Alemana están representadas todas las corrientes
filosóficas fundamentales; la dualista (Kant), la idealista subjetiva (Fichte),
el idealismo objetivo (Schelling, Hegel) y el materialismo (Feuerbach). A
pesar de la diversidad de las principales posiciones filosóficas, la
Filosofía Clásica Alemana es una etapa única y relativamente
independiente en el desarrollo de la filosofía, pues todos sus sistemas
se desprenden lógicamente uno del otro. Así, la contradicción interior
del sistema filosófico de Kant, que
consiste en reconocer la existencia objetiva de la “cosa en sí’’
y negar la posibilidad de conocerla, engendró el empeño de superar dicha
contradicción en el marco del idealismo subjetivo de Fichte y luego del
idealismo objetivo de Schelling y Hegel, cuyos sistemas filosóficos se
basan en el principio de la identidad del sujeto y el objeto y de lo ideal
y lo real. En
la doctrina de Hegel la realidad se corresponde con el concepto, sus
categorías y leyes, que se toman en
movimiento y autodesarrollo, lo cual le permitió adivinar en la
dialéctica de los conceptos la dialéctica de las cosas. Pero el
idealismo de Hegel y la absolutización del pensamiento y de su historia,
es decir, e1 circunscribir el pensamiento a sí mismo, engendraron en fin
de cuentas el principal vicio de su sistema: el desarrollo dialéctico se
convirtió de hecho en movimiento por
un círculo cerrado. Al someter a crítica el idealismo hegeliano,
Feuerbach dejó de lado la idea absoluta y, con ella, la dialéctica del
desarrollo espiritual de la humanidad. Redujo el pensamiento y la
conciencia a la contemplación sensorial, y la esencia del hombre, a su
base sensorial natural. La renuncia a la idea del desarrollo y la con
contemplatividad del materialismo feuerbachiano determinaron su carácter
inconsistente, el que se manifestó en la interpretación idealista del
hombre y de la historia. Por eso con razón Zaira Rodríguez enfatizaba que la visión espiritualizada del hombre de Hegel, era más concreta que la del hombre de “carne y hueso” de Feuerbach, ya que en Hegel, el hombre (ser otro del espíritu) se engendra en el trabajo, en la actividad, en fin, en la historia y la cultura. |
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- Hegel como máximo representante de la Filosofía Clásica Alemana - Dr. Rigoberto Pupo Pupo |
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- Tendencias fundamentales de la Filosofía Moderna: Empirismo y Racionalismo. Representantes - Dra. Rita M. Buch Sánchez |
por Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Rigoberto Pupo Pupo
©2008 Rita M. Buch Sánchez
La filosofía en su historia y mediaciones
Instituto de Educación Superior “José Martí” de Monterrey.
Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
Todos los derechos reservados Editorial Sintaxis
ISBN: 1405-308XCU
Gentileza, para Letras-Uruguay, de Rigoberto Pupo Pupo
Ver, además:
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay
Dra. Rita María Buch Sánchez en Letras Uruguay
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