El filme Yuli, inspirado en la vida del primer bailarín y coreógrafo Carlos Acosta, Premio Nacional de Danza, y dirigido por la cineasta española Iciar Bollaín compitió por la Concha de Oro en la en la edición 66 del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que tuvo lugar del 21 al 30 de septiembre, y resultó laureado con dicho galardón en el prestigioso certamen cinematográfico.
Con guión del escritor Paul Laverty, el largometraje, basado en Sin mirar atrás, la biografía novelada de ese príncipe de la cubanía, narra la historia de un niño mulato y pobre que, contra todos los pronósticos e incluso contra su propia voluntad al comienzo, llega a convertirse —por derecho propio— en uno de los cinco mejores bailarines del orbe.
Según los realizadores, esa historia de superación intenta alejarse del típico biopic y explora los límites imaginarios entre ficción y realidad. El estreno comercial está previsto para mediados de diciembre de este año.
La cinta incluye las actuaciones estelares de Carlos Acosta, la primerísima actriz Laura de la Uz, el maestro Santiago Alfonso, Premio Nacional de Danza, entre otros artistas escénicos, y la participación de la Compañía Acosta Danza, mientras María Rovira creó especialmente las coreografías para la película.
Yuli constituye la tercera ocasión en que Icíar Bollaín compite por la Concha de Oro. En el 2003, Lai Marull y Luis Tosar, los protagonistas de su filme Te doy mis ojos, ganaron dos Conchas de Plata.
Nacido en La Habana en 1973, Carlos Acosta ha bailado en compañías como el Houston Ballet, el Ballet Nacional de Cuba el Royal Ballet de Londres donde ha sido primer bailarín durante más de 15 años. En 2015 fundó en la Ciudad Maravilla la agrupación Acosta Danza.
El Festival de San Sebastián está clasificado como uno de los eventos culturales más prestigiosos de la península ibérica y de los países de habla hispana.
Carlos Acosta se emocionó tanto cuando el jurado proclamó a Yuli como la cinta ganadora de la Concha de Oro, que lloró —como el niño que nunca ha dejado de ser— con la mayor sencillez y humildad; virtudes que, al decir martiano, devienen “[…] expresión del genio verdadero”.
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