Abelardo Barroso: no quisiera que me olvidaran |
Abelardo Barroso: no quisiera que me olvidaran, del realizador José Ramón Galiño Martínez, es el título del documental exhibido en la sala Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en el contexto del XXXV Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Magno evento de la pantalla grande que se dedica, en esta edición, a la memoria del doctor Alfredo Guevara (La Habana, 1925-2013), cuerpo, mente y alma de esa cita anual con el séptimo arte universal. Dicho audiovisual —caracterizado, fundamentalmente, por su impecable factura estético-artística— recoge, a través de una cuidadosa selección de imágenes de archivo y de testimonios de musicólogos y músicos cubanos, momentos «clave» de la vida y la obra de Abelardo Barroso Dargeles (La Habana, 1905-1972), legendario intérprete de la música popular caribeña. Como consecuencia de la precaria situación socio-económica prevaleciente en la Cuba Republicana (1902-1958), desde muy joven se vio obligado a ganarse la vida en varios oficios: chofer de alquiler, boxeador y jugador de baseball (nuestro deporte nacional), así como pintor de brocha gorda y estibador en los muelles. En sus ratos libres, el joven cantaba acompañando a trovadores que actuaban por la propina en los cafés habaneros o con los grupos de sones que tocaban en cabarets de mala muerte en la Playa de Marianao; reductos marginales donde encontrara refugio el son. Género que todavía no había podido eliminar los prejuicios étnicos y sociales, y por ende, establecerse con personalidad propia —como lo lograría algún tiempo después— en el pentagrama musical cubano. |
En la playa de Marianao, entre puestos de frituras y pequeños negocios, conoció a soneros que iban a transformar la música popular caribeña a partir de que el son, nacido en las montañas de la antigua provincia de Oriente, comenzara a grabarse en discos. Y, además, participó activamente en el debut fonográfico de los más destacados conjuntos soneros de la llamada «época de oro». En 1927, se incorporó al Septeto Habanero, que actuaba entonces en el exclusivo Vedado Lawn Tennis Club. El grupo comenzó a realizar sus primeras grabaciones en La Habana para la firma RCA Víctor. En las primeras grabaciones del Septeto Habanero, Barroso cantó y tocó las claves. En 1926, ingresó a la agrupación del bongosero, guitarrista y tresero Alfredo («El Jorobado») Boloña (1890-1964), quien venía tocando sones desde 1915. Con el Septeto Boloña viajó en octubre de ese año a Nueva York para realizar una serie de grabaciones para el sello Brunswick. En 1927, volvió a grabar con el Septeto Habanero, esta vez en la Ciudad de las Columnas, para la firma RCA Víctor, y posteriormente, participó en las primeras grabaciones que realizó en Nueva York el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro para la compañía Columbia. En uno de los primeros discos, se encuentra Fernanda, una composición de su autoría. Al año siguiente, Caruso —así lo llamaba el público por la potencia de su voz— grabó discos con los septetos Nacional y Habanero. En dos sesiones de grabación, el Septeto Boloña, con Abelardo Barroso como voz principal y claves, dejó registrados fonográficamente dieciséis sones, entre ellos el famoso Échale candela, de Boloña, y Flora, una de las escasas composiciones que llevan su firma autoral. En 1929, se unió a la compañía de variedades Salmerón, que durante un año se presentó en Bilbao, Barcelona y Madrid. A su regreso a la mayor isla de las Antillas comenzó a trabajar como cantante de la orquesta de Ernesto Muñoz y popularizó una novedad musical: el danzonete, subgénero desprendido del danzón (nuestro baile nacional), y que al final posee un montuno sonero. En 1933, fundó con Orestes («Macho») López (a cargo del piano y la dirección musical) la charanga López-Barroso, y alternó actuaciones con el septeto Universo hasta 1935; año en que fundó el septeto de sones Pinín. Al año siguiente, cantó con la orquesta de Andrés Laferté, y más tarde, con la agrupación del pianista Everardo Ordaz. En 1939, comenzó a trabajar en la emisora COCO con la orquesta Maravilla del Siglo, donde sustituyó al famoso cantante Fernando Collazo. En la década de 1940, actuó en varios shows del cabaret Sans-Souci, donde hacía coros en «cuadros típicos», y en 1948, formó parte —como cantante y ejecutante de las claves y las maracas— de la Banda de Música de la Policía Nacional, pero por poco tiempo. En 1954, estaba tocando la tumbadora con la orquesta de Rafael Ortega, en el cabaret Sans-Souci, cuando el señor Jesús Gorís, dueño de la disquera Puchito, por recomendación de Benny Moré, «El Bárbaro del Ritmo», lo invitó a grabar con la Orquesta Sensación, 1 cuyo director fundador es el maestro Rolando Valdés. La entrada de Abelardo Barroso a la Sensación, que hay una sola, marcó un antes y un después en la historia de la sexagenaria agrupación charanguera. Las grabaciones con esa orquesta típica se han reeditado en Cuba en múltiples ocasiones. En 1957, dicho colectivo musical recibió, por las ventas realizadas, un Disco de Oro. Ese mismo año la Orquesta Sensación, con su cantante estelar, fue contratada para actuar en Miami. Entre las piezas más exitosas de esa etapa de su carrera artístico-profesional se hallan Un brujo en Guanabacoa y Hagan juego, de Bienvenido Julián Gutiérrez; El huerfanito, de Hermenegildo Cárdenas; El guajiro de Cunagua, de Juana González; Naufragio, de Agustín Lara. La cleptómana, de Agustín Acosta y Manuel Luna; Longina, de Manuel Corona; Bruca maniguá, de Arsenio Rodríguez, y en especial, su pregón El panquelero. A finales de los años 50 de la pasada centuria, apareció muy a menudo en programas de radio y televisión (sobre todo en el estelar espacio vespertino El Show del Mediodía, que conducía el multilaureado locutor, actor y periodista cultural Germán Pinelli). Por otra parte, fue solicitado para actuar en carnavales de las principales ciudades de la Isla. Viajó con la orquesta Sensación a Nueva York en 1959 y 1960 y participó en un homenaje nacional que se le tributara al célebre Sexteto Habanero, donde actuó junto a algunos de sus antiguos compañeros que aún estaban vivos. Posterior al triunfo revolucionario de 1959, continuó con la Orquesta Sensación, a pesar de que ya presentaba graves problemas de salud. En 1961, grabó con arreglos del maestro Severino Ramos un larga duración con el conjunto Gloria Matancera, donde incluyó —entre otros clásicos del repertorio popular cubano— El amor de mi bohío, de Julio Brito, y Lágrimas negras, de Miguel Matamoros. Sus últimos registros fonográficos los realizó con la Sensación en los años sesenta del extinto siglo XX; entre ellos, No te agites, una pieza del ritmo que hiciera bailar a toda Cuba por aquellos años: el Mozambique, creado por Pello El Afrokán. En 1969, Abelardo Barroso se retiró definitivamente de la música; y desde hace más de cuatro décadas, duerme en paz el martiano sueño de los justos, porque su ilustre nombre está inscrito —con letras indelebles— en los anales de la música popular cubana y de un poco más allá de nuestras fronteras geográfico-culturales. Por lo tanto, se cumplió al pie de la letra su postrer deseo: los/as bailadores/as cubanos/as y foráneos/as, quienes disfrutaron de su privilegiada voz, NO lo olvidarán jamás. Nota 1. Dueñas Becerra, Jesús, Festeja la Orquesta Sensación el aniversario 60 de su creación.www.radioprogreso.icrt.cu (Culturales – Música); www.letrasuruguay.espaciolatino.com (Música); Dueñas Becerra, Jesús. Su Majestad: La Charanga. www.radioprogreso.icrt.cu (Culturales – Música); www.letrasuruguay.espaciolatino.com). Ver, además: Festeja la Orquesta Sensación aniversario 60 de su creación, por Jesús Dueñas Becerra
Su Majestad: La Charanga, por Jesús Dueñas Becerra Fuente: www.radioprogreso.icrt.cu (Culturales – Música) |
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Jesús Dueñas Becerra - psicólogo, crítico y
periodista
jesus@infomed.sld.cu
Publicado, originalmente, en la web de la Radio "Progreso" La onda de la alegría: http://www.radioprogreso.icrt.cu/ Martes, 10 Diciembre 2013
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 22 de agosto de 2014
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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