Serotonina, de Michel Houellebecq (Editorial Anagrama, Buenos Aires, 2019, 288 páginas) - reseña de Germán Cáceres germanc4@yahoo.com.ar |
La novela está narrada en la primera persona de Florent-Claude Labrouste, un agrónomo de cuarenta y seis años que sufre una fuerte depresión y está acosado por ideas suicidas. Se encuentra medicado con Captorix, que tiene la contraindicación de liberar serotonina e inhibir en consecuencia su deseo sexual y le provoca impotencia. Su espíritu autodestructivo lo lleva a pensar: “¿Era capaz de ser feliz en general? Creo que es la clase de preguntas que más vale no hacerse?”. También opina que “…el entorno social era una máquina de destrucción del amor.” Su visión de la existencia desemboca en un excesivo escepticismo. Asimismo refiere a la sociedad francesa como conflictiva y alejada del bienestar económico. Su compañera Zuzu participa de fiestas libertinas, en las cuales se cometen prácticas aberrantes, incluida la zoofilia. Al sentirse abrumado por el abatimiento Florent-Claude la abandona sin darle ninguna explicación. Inicia así un recorrido en su automóvil por Normandía, describiendo minuciosamente varias de sus localidades. El autor está muy informado sobre los problemas agrícola- ganaderos de la zona, que padece una situación desesperante. En uno de los momentos más apasionantes de la novela, relata cómo campesinos armados impiden circular a camiones cisternas que transportan leche importada de Irlanda y de Brasil. El protagonista afirma que: “Aquí hay un poco más de sesenta mil productores de leche; dentro de quince años me temo que quedarán veinte mil.” No deja de señalar, además, el maltrato que se emplea en la cría de animales. Mientras tanto, va recordando antiguos y vívidos romances (Kate, Claire y Camille), los cuales finalmente resultaron frustrantes. Houellebecq escribe con sencillez y sin alardes, pero su articulación es de primer nivel. Suele exhibir párrafos muy extensos con períodos impecables y extrema fluidez. (“… y su voz era tan fresca, era como un zambullirse debajo de una cascada al final de una polvorienta tarde de verano, al instante te sentías limpio de toda suciedad, de todo desamparo y de todo mal.” ) La excelente traducción de Jaime Zulaika – que proviene de la primera edición realizada en Barcelona– utiliza muchos términos del habla española. Hay tramos en los cuales el exceso de detalles sobre la región y las costumbres cotidianas de sus pobladores se tornan tediosos y algo confusos, pero por suerte son escasos. |
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Michel Houelecq (Saint Pierre, isla de la Reunión, departamento de ultramar de Francia, 1956) es uno de los más celebrados escritores contemporáneos. Obtuvo las siguientes distinciones: Flore con su primera novela Ampliación del campo de batalla (1994); Novembre con Las partículas elementales (1998); el Goncourt con El mapa y el territorio (2010) y el Premio Nacional de las Letras (1998) otorgado por el Ministerio de Cultura de su país. Entre sus obras –escribió también ensayos y libros de poesía– figura la novela Sumisión (2015), que le causó problemas (según su trama partidarios del islamismo llegaban al poder en Francia) porque el mismo día de su lanzamiento se produjo el atentado contra los dibujantes de Charlie Hebdo. Este año fue nombrado Caballero de la Legión de Honor. |
Germán
Cáceres
germanc4@yahoo.com.ar
Ver, además:
Sumisión, de Michel Houllebecq - reseña de Germán Cáceres (Argentina) c/videos
El mapa y el territorio, de
Michel Houellebecq - reseña de Germán Cáceres (Argentina)
Configuración de la última orilla - La poética de Michel Houellebecq - Houellebecq, poeta hiriente, reseña de Oswaldo Paz y Miño J (Ecuador)
Editado por el editor de Letras Uruguay
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