Favaloro


Fragmento de la conferencia realizada por
Carlos Penelas
penelascarlos@yahoo.com.ar

Cuando conocí al doctor René Favaloro en 1978, él solía repetir que los dos escritores fundamentales de nuestro país eran Ezequiel Martínez Estrada y Luis Franco. Había conocido y tratado con frecuencia a Martínez Estrada, en Bahía Blanca. Admirador de su pensamiento, de su obra, viajaba cuando podía desde Jacinto Arauz. El escritor, en una oportunidad, le regaló su estilográfica. El doctor Favaloro la mostraba con orgullo pues había sido un gesto de afecto y de cariño hacia ese joven médico rural que deseaba conocer otros horizontes.  La lapicera siempre estuvo en el cajón derecho de su escritorio. Por eso vamos a recorrer algunos aspectos de La cabeza de Goliat (1940) para entender un poco nuestra realidad, la realidad que le tocó vivir a Favaloro, la realidad que viene señalándose desde hace décadas. No está de más mencionar que en 1933 había finalizado Radiografía de la Pampa. Estamos hablando de decadencia, de corrupción, de cinismo.

 

 

Uno de los escritores que lo apasionaba fue Eduardo Mallea. Historia de una pasión argentina se volvió en los últimos tiempos de su vida en libro de cabecera. Recuerdo la vez que habló del libro en un programa de televisión. Al mes una editorial volvió a editarlo y se agotó en menos de veinte días. Tal la importancia de la palabra de Favaloro en esos años.

 

Pero volvamos a La cabeza de Goliat. Allí podemos leer: “Aun el hombre de cultura, puesto ala volante, se convierte en un ser grosero…” Nos hablará de la degradación de las costumbres, de los valores bajo el signo de la metrópoli. Dice algo muy de nuestro tiempo, señala la “idiotez disimulada”, y más adelante “cuyo interior es también una superficie”. Nos pone sobre el tapete el tema de la tilinguería y la cultura mercantil, muestra como los políticos son los que gozan de la aprobación popular, de la “función mecánica de la sociedad”, “el crimen y la modernidad”, la filosofía del tasador, la indiferencia del trato con el vecino. “La ciudad ha cambiado mucho, los habitantes más”. Y aparece la neurosis, la niñez, la masificación. David Viñas escribirá sobre su obra y comentará “el desengaño de Martínez Estrada”. Cuando E.M.E. nos escribe que Buenos aires es una ciudad sin alma y sin Nación nos está remarcando
“el alma envilecida” de su población. Recordemos que las fuentes más importantes en la construcción de su pensamiento deben buscarse en Domingo Faustino Sarmiento, Civilización o Barbarie, y en Oswald  Spengler , La decadencia de Occidente.

 

 

 

Debemos entender, de una vez por todas, que el Dr. René Favaloro fue un médico que revolucionó la cardiología en el mundo. Se habla de antes y después de Favaloro en la cardiología mundial. A partir de este hecho social, histórico, político, debemos medir  cada accionar, cada pensamiento que generó dentro y fuera del país. Con su muerte, además, se abortó uno de los proyectos más ambiciosos de los últimos cuarenta años en torno a la medicina en nuestro país. Presentó a distintos gobiernos un programa de salud para veinte años. Fueron, sucesivamente, olvidados, perdidos, congelados en diferentes despachos por diferentes burócratas. Una parte de ese programa – sobre cardiología – se está aplicando en la República Oriental del Uruguay desde 2001. “Aquí es imposible, doctor, aquí es imposible. El esfuerzo y los fondos los devora la corrupción”. Eso le decía hace más de veinte años, una y otra vez. Él se sentía molesto, me miraba sin comprenderme.

 

Recordemos que el país dio grandes médicos sanitaristas. Vale nombrar, entre otros, a Salvador Mazza, Florencio Escardó, Arturo Oñativia, Esteban Laureano Maradona, Floreal Ferrara. Y por supuesto el Dr. Ramón Carrillo, un paradigma del siglo XX, brillante en el mundo científico y académico. No está de más señalar que murió a los cincuenta años, pobre, enfermo y exiliado en una ciudad del norte del Brasil.  Una de sus frases célebres nos indica su mirada política y social: Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.

 

 

 Ezequiel Martínez Estrada, en La cabeza de Goliat, nos señala que "no era la cabeza demasiado grande sino el cuerpo entero mal nutrido y peor desarrollado. La cabeza se chupaba la sangre del cuerpo (...) Desde 1853 toda política consistió en atraer capitales y brazos para aplicarlos a las industrias nacionales, que se estudiarían y crearían después. Llegaron los capitales y los brazos, unos y otros con su plan. Nosotros no sabíamos siquiera por donde empezar. Los capitales obedecían a las leyes universales de la riqueza y los brazos a las leyes universales del trabajo. Unos y otros quedaron junto al muelle por si tenían que volverse, mientras las empresas de colonización traficaban con la industria de los pasajes y los fletes (...) se aplicaron a explotaciones urbanas o vinculadas estrechamente con la urbe. Tuvieron aquí su sede central y el nexo de entronque con otras empresas, constituyendo la estación de conmutaciones del capital industrializado. Una perfecta red de comunicaciones de circulación de la riqueza, con nosotros adentro para que no nos quejáramos. Con esos aportes destinados al interior, pero siempre interceptados en su curso por la capital, Buenos Aires creció conforme debió hacerlo por contribución voluntaria de las provincias.”

 

 

 Martínez Estrada, al momento de recorrer y relevar los símbolos de Buenos Aires, estuvo acicateado por la curiosidad y por el resquemor, las grandes ciudades son pasiones cuyas leyes íntimas y cuyo porvenir escapan al entendimiento de sus constructores y al de sus inquilinos. El lenguaje del ensayo nos va marcando, nos va transmitiendo su estado de ánimo, su visión. Hay, que duda cabe,  motivaciones políticas, estéticas, satíricas y proféticas. Y también,  acidez, admonición, advertencia. Una vez más: para Martínez Estrada, Buenos Aires –infatuada, inmoral – tenía el destino de la decadencia, de lo que mi padre solía llamar “la gente incivil”.

Carlos Penelas: "René Favaloro como yo lo conocí"

Publicado el 27 jul. 2017

http://www.carlospenelas.com
En el ciclo "Entrevistas & reflexiones" del Club del Progreso, el poeta Carlos Penelas dio la conferencia "René Favaloro como yo lo conocí". La introducción estuvo a cargo del profesor Antonio Las Heras.

El expositor es autor del libro "Diario interior de René Favaloro" (Editorial Sudamericana, 2003) y fue durante más de veinte años estrecho colaborador del Dr. René G. Favaloro. Ocupó, simultáneamente, los cargos de Jefe de Relaciones Públicas, Subdirector del Centro Editor y Miembro del Comité de Ética de la Fundación Favaloro.

Penelas, además, donó ejemplares de sus libros "El huésped y el olvido", "El trasno de Espenuca" y "Poesía reunida" para la biblioteca del Club.

 

Carlos Penelas - www.carlospenelas.com

penelascarlos@yahoo.com.ar

Buenos Aires, agosto de 2017

 

Letras Uruguay agradece al destacado escritor la prontitud en compartir este valioso trabajo, a mi pedido, para difundir, un poquito más, la labor de este ejemplar ser humano que fue el Dr. Favaloro.

 

Ver: Diario interior de René Favaloro, por Carlos Penelas

 

René Favaloro - «Hay pocos países con más corrupción que Argentina» - «Clarín Revista, diciembre de 1993, por Cristina Castello (Argentina)

 

René Favaloro - «Me iré de esta vida con mis silencios» - "Clarín Revista" - 6 de Febrero de 1994, por Cristina Castello (Argentina)

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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