El bandoneón

poema de J. C. Welker

E¡ bandoneón es un hombre que su encoje

de dolor y se estira de placer ...

En su caja rectangular vivo presa toda el alma

del arrabal. ( El arrabal es un niño caprichoso,

que quiere vivir en la cuna del bandoneón ).

Dos manos fuertes de criollo—manos que se

han endurecido con el contacto del mango del

facón—aprietan las teclas, que son como los dientes

blancos y negros de un compadre, quo entreabriendo

los labios dejara encapar los compases

lascivos del tango...

El bandoneón es entonces el "taita

que manda la parada". Todos los sentidos humanos están

atados a él por el hilo gangoso do su voz. Cada

nota que reparte es una flecha de compadrada

que so diluye en la sangre de los matones; y todas

las hembras se enloquecen con su música, y piden

a gritos al varón, que la apriete, quo la apriete

hasta hacerla desmayar... (El bandoneón fríamente,

despiadadamente sigue su eterno deber

de sombrar sensualidad ).

Ir a índice de poesía

Ir a índice de  J. C. Welker

Ir a página inicio

Ir a índice de autores