Cómo Vive un Artista

Jorge Páez y la "Cursipotamia"

por Eduardo Vernazza

Diario El Día de Montevideo, jueves 7 de setiembre de 1972

Jorge Páez Vilaró 1963

Este texto de Vernazza, al día 27 de junio de 2022, está inédito en Internet. 

Fue escaneado por el editor de Letras Uruguay

Si alguien lo incluye en otro lado agradezco que hagan mención de donde lo tomaron.

Ser pintor y ejecutivo a la vez se hace difícil. Sin embargo, en esta época en que el mundo nos trae a colación cientos de contradicciones que se armonizan cuando las guía un espíritu apto para ello, hallamos un representante: Jorge Páez.

Pintor dinámico, que ha vivido dentro y fuera del Uruguay, siempre tras una búsqueda afanosa. Investigando en el propio terreno las evoluciones modernas. Ha intervenido y ganado premios en importantes muestras de carácter internacional. Recientemente en el XXXVI Salón Nacional.

Su característico humor, hace que sus exposiciones lleven fuera del resumen de su temática, una extra que no se sabe por dónde va a tomar en cuanto a novedosas invenciones que la imaginación frondosa de Páez renueva siempre con aristas originales.

Esto le ofrece un campo propicio en el mundo de hoy, en que los imprevistos hacen gustar a las gentes algo distinto y sorpresivo. Lo que por lo demás, el pintor sabe manejar con ciencia sicológica.

Ya una orquesta del 900 fustiga los pasos de un baile casi improvisado, ilustrando los dibujos que tratan ese tema... El impacto tiene, pues, en Páez, importancia decisiva en las inauguraciones, que sabe rociar con el vino de honor que anuncia en sus invitaciones...

La Vida como unidad integral

"Es muy difícil contestar a la pregunta de cómo vivo”. Páez trata de no escapar de sus “líneas vocacionales”. Nos dice que busca existir en estado de creatividad. Se cuida del ejecutivo que aparece rondando y empujándolo como un tráfico de imponderables, que puede confundir cada jornada, y “meternos en selvas de difícil salida”.

El cuadro de su existencia lo considera el más sabroso de pintar.

“Trato de vivir la vida como una unidad integral”. Se rodea de libros sobre estética. Posee información de todo lo que pasa en arte en el mundo. Se acompaña de música en el taller mientras trabaja. Le “apasiona” el cambio de ideas con los demás. Tiene correspondencia constante con grandes figuras del arte de todo el mundo.

Un viaje en la imaginación

Páez ha viajado mucho. Pero confiesa que siempre tiene un viaje en la imaginación. Que es un estímulo para él, porque, seguro, se cumple con los mejores frutos como resultado.

Ello le hace mantener un especial optimismo, y “una visión oxigenada y amplia para el juicio exigido por cada circunstancia”. Ese contacto universalista, no lo saca de su sentido nacional, que se manifiesta en sus obras, tratando los caracteres auténticos de personajes nuestros.

"Happening” y tránsito detenido

Aunque no desea dar la curva del retorno, Páez gusta recordar. No desea llevarnos por aquellas expresiones que fueron poco menos que manifestaciones públicas. Sus exposiciones. La del “14 con el tango”, en Buenos Aires. Inaugurada con Sábato, Borges, De Caro y toda la “crema porteña”, parando el tránsito en Esmeralda”.

Otras con humoradas anacrónicas, sátiras expresadas con “humores muy particulares”. Así desfilan sus momentos en que hoy desea en su búsqueda, superar. Todo el recuerdo no impide que se plantee la necesidad de romper moldes, y trate de concebir un nuevo modo de expresión.

Mi búsqueda actual, recalca Páez, se canaliza hacia la crónica expresiva de testimonios urbanos. Le interesa reflejar lo que pasa con las gentes de la ciudad, cafetines, tango...

El mundo de la cursilería

Un poco como Salvador Dalí, Páez es antojadizo. Crea situaciones que van a hurgar riquezas que se daban por perdidas, rescatándolas con la savia expresionista actual.

Sostengo, nos dice, “en mi manifiesto de Medellín, que hay que empezar a descubrir la belleza desbordante del mundo de la cursilería, el lunfardo, lo “kirsch criollo”...

Define la ubicación de estos países en la “cursipotamia”. Cree que ofrecen un “gran jugo para explotar”. De allí, sus llamados retratones con humor, revestidos con marcos absurdos, y pintados “con muchas ganas y una sonrisa en los labios”, que espera contagien al espectador.

Disciplina en el trabajo

“¿Cómo comparto mí plan diario con mis responsabilidades de publicitario?”. Con férrea voluntad. Imponiéndose un horario de taller, que le permita compartir las dos funciones, que confiesa, le resultan apasionadas.

Cuatro horas diarias, que a veces se hacen de sol a sol, en base a muy buena salud y un “físico puesto a prueba”.

Páez afirma que las dos actividades llegan a ser paralelas en sus esfuerzos y resultados. Ambas tienen relaciones con la creatividad. Una labor alerta y pesquisante de todo lo nuevo, afirma su resolución, el ritmo de trabajo, y la medida de su hacer.

América un sentimiento de amor

Con un sentimiento de respeto por sus héroes y gestas históricas, heredado de su padre, recorre siempre que puede los países de América. Exponiendo y dando conferencias, vinculándose a centros culturales, y haciendo amigos que quedan para siempre en las letras de su nutrida correspondencia.

Surge su colección de arte precolombino, con piezas coloniales populares, y pintura contemporánea. Piensa reunirías algún día, en un museíto personal, que atestigüe su gusto en elección y estilo.

Jornadas dialogantes y reuniones

Le agrada escribir. El tiempo frena sus impulsos. Se ubica en el grupo de los extrovertidos. Prefiere jornadas dialogantes, reuniones pequeñas, y el “coloquio intimista y directo”.

Le divierte realizar “posters” y soltar su capacidad gráfica, trabajando incluso en imprentas, y “componiendo y recreando los elementos que rodean mis presentaciones”.

“Gran parte de mis horas las dedico al dibujo”. Páez “salta” nuevamente, y gusta recordar lo que realizó, sobre todo cuando tapizó el Subte, con 170 dibujos de temática montevideana.

Pintor de corbata y guantes...

"¿Mi estilo de vida?. Vivo con naturalidad. Lo que no deja de ser una rareza — acota — Debo ser uno de los pocos pintores que usa corbata, a veces guantes, y hasta se lustra los zapatos rindiendo culto a costumbres heredades. Es el resultado de una educación y un estilo en las maneras, que respeto y que conforman el carácter o forma de ser, personal e intransferible”.

¿Hombre formal entonces? No, no se considera enteramente formal. Se maneja, repite, dentro de esquemas muy libres. Filtra, así, la visión en los escenarios sociales. No olvida el humor como ingrediente: un “casi - todo” dentro de la fórmula hombre - producción. Todo ello tiene un sentido, un mensaje, en sus actitudes, que se reflejan en sus cuadros. Desea impregnar a los demás, optimismo, reacciones saludables, y hasta fe.

Deportes e infartos resistidos

Hablando de cosas simples de cada día, descubrimos al Páez deportista. Confesamos que no lo sospechábamos siquiera “Sí. me interesa la práctica de determinados deportes. Soy concurrente del Old Boys, donde cuando se me permite, juego al “squash”.

La nostalgia del mar, de su casa de La Ballena, trae reminiscencias en estos días fríos. Le agrada pescar, embarcado en la bahía de aquel magnífico escenario natural. Tiene una casa blanca frente mismo a la inmensidad azul. Nada, en los días de calor. Aparece nuevamente el humorista: “divertimento que me ayuda a flotar frente a la opinión pública”.

De casualidad, confiesa, fue elegido dirigente de Wanderers, cuadro al que sigue desde 1931. Dice Páez, que tal vez sea a ese proceso del hincha, que debe la excelente salud de su corazón. Fue puesto a prueba de “mil infartos”, en esas largas y agresivas tardes de desastres y victorias bohemias...

Ver, además:

Jorge Páez Vilaró y temas de la Boca, por Eduardo Vernazza (Texto e ilustración) - Diario El Día (Montevideo) - Edición Punta del Este 28 de enero de 1970  c/video

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