Damiani, Jorge Páez, Martín y García Reino

por Eduardo Vernazza

Diario El Día (Montevideo)

Edición Punta del Este s/f

Cuatro de los más destacados pintores, nacionales exhiben en el Centro de Informaciones del Ministerio de Transporte, Comunicaciones y Turismo de Punta del Este.

Son ellos García Reino, Martín, Damiani y Jorge Páez.

Los cuatro, aún dentro de las más avanzadas tendencias, postulan, sin embargo, distintas fórmulas. García Reino, dentro del abstraccionismo, es uno de nuestros más importantes valores plásticos.

Las telas que expone, de grandes dimensiones, configuran una especial riqueza del ritmo compositivo, que es uno de los más fuertes dones de su estructura de curvas y rectas. Ritmo en el cual el artista revela imaginación para tratar una técnica depurada y al mismo tiempo subjetiva, hija de la experiencia de años. Fue estilizando y tomado aquello que serviría para esta demostración lograda, en cuanto a recrear sus temas anteriores con otras facetas más internadas en el campo pictórico moderno.

García Reino es siempre un pintor que evoluciona con cautela. Consolidando aquello que va conquistando a medida de sus adelantos o, simplemente, cuando ya la solución hecha le llama a otras creaciones más atendibles a su espíritu y sensibilidad. Su obra lo muestra plenamente absorbido por la abstracción, en la cual juega rol preponderante el color expresivo y, repetimos el ritmo y la fantasía de los contornos.

Damiani, en cambio, trabaja dentro de una veta mucho más simple, pero igualmente marcada por lo esencial pictórico. Sus trabajos adquieren significación por la extensión del color al que juega con tonalidades, o componiendo pequeños trozos que como adornos, alternan los planos. Además, promueve una vital esencia cromática de subidos y vivos colores a los que sabe encauzar dentro de una modalidad especial. Una modalidad exaltada tal vez, pero que encuentra su equilibrio en la disposición serena de la composición. Generalmente en dos o tres planos amplios, uno debajo del otro, refleja todo el verbo clástico que le inquieta. Una pintura que se evade por la internación en los espacios que cuentan, y mucho, para Damiani, como testimonios firmes de su personalidad. La evasión se produce por focos de luz en color. Por dinamización de las vitales secuencias de éstos y, aún más, por la riqueza de inventiva e imaginación que encuentran siempre la esencial sensación plena de la expresividad abstracta.

Martín, por su parte, sigue en sus sigilaciones que concretan un motivo y lo explotan, rodeado de planos y vacíos que le destacan someramente del conjunto, sin salir, empero, del ritual de la composición vertical.

Estas estructuras de líneas severas y firmes, son llenadas por una paleta sobria y, al mismo tiempo dándole al color cierta poesía. Una poesía por lo demás atendible dentro de secuencias fijas del tema que dilata en dimensiones conformadas y proporcionáis: para la justa visión directa.

Existe en Martín un profundo conocedor de la materia de pintor. Del traslado y los pasajes de los tonos, y de esa modalidad suya que armoniza con simplicidad y convincente manejo de la línea.

En general, Martín diversifica su temario y parece que no sólo tener en cuenta lo que a simple vista puede decir, sino que su expresión se adentra y va juntamente con aquel motivo que requiere su atención. Busca un lenguaje nuevo y propio que pueda descifrar su sentir plástico-pictórico.

El encuentro de Jorge Páez con el público es factible, porque antepone el título y después desarrolla con dinamismo la canción de un cuadro. Un cuadro que roza el grotesco como en teatro se daba el caso de la “pochade” o del rincón del bajo fondo y de la letra de una “tira” contada...

Pero a todo esto Páez refiere su temática con un oficio bien entrado a desempeñar una fuerte impresión, y llenar cuadros de grandes tamaños sin que se resientan por ello en su faceta técnica.

Dentro de lo que el pintor alcanza en oficio se materializa con elementos aprovechables y de pintura. La caricatura es eficaz cuando es llevada en las características casi cinematográficas con que los personajes se enlazan. Lo que llamaríamos un expresionismo popular.

Una muestra que recorta la personalidad de cada exponente y que da el tono pictórico a un salón de grandes dimensiones. Muy eficaz la ubicación de la muestra en un solo sector y más aún la de Damiani que corta la amplitud del local con un caballete de piso a dos lados y a la altura visual indicada cómodamente. Ya adelantábamos que las dimensiones del salón deberían acortarse con estas soluciones, dado que el público se evade de la comunicación directa y cercana de las piezas expuestas. Ha sido, pues, un acierto un tal sentido.

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