No es posible atrapar en un concepto

domesticar, creyendo ingenuamente

tenerla con nosotros en la mente

a la antigua verdad, como a un precepto.

No es probable siquiera que igualmente

nos sea concedido el beneficio

de lograr vislumbrar el precipicio

que la verdad encierra, simplemente.

Todo es más trabajoso y más complejo,

requiere de humildad a toda prueba

y de saber que somos un reflejo

parecido a aquel rayo de luz nueva

llegando a una penumbra con espejos

muriendo ya sin formas, como ameba.