|
Mi pueblo Crónica de Juana de Ibarbourou Inédito en internet al 3 de setiembre de 2025 Suplemento dominical del Diario El Día Año XXXVII Nº 1802 (Montevideo, 28 de enero de 1968) .pdf
"La fuente de los sapos", que protagoniza uno de los cuentos de "Chico Carlo", el ornato público característico de la ciudad de Melo, entrañablemente unida a los recuerdos infantiles de Juana. ( Archivo de Dora Isella Russell). |
|
La villa — ahora ciudad— extendida sobre una llanura junto al rio bordeado de cañas tacuaras, era lisa, pulcra, cuadriculada y blanca. En el centro, un cuadrado mayor y libre, con caminos de naranjos y canteros de pequeñas begonias de flores lanudas, era la plaza. luego, los cuadrilongos de las chacras de citrus, en la falda de una colina verde y fresca cual el seno de una ninfa. No era un pueblo silencioso y triste como dicen que suelen ser, por ejemplo, los de Castilla. Habla muchos niños, pájaros y muchachas, de manera que en todas sus calles, cuando no se sentían píos y cantos, escuchábanse risas, y hasta llantos que no podían angustiar a nadie. Además, mil ruidos locales que desde muy pequeña aprendí a conocer y amar: los dobles y repiques de las campanas de la iglesia; el jadeo del fuelle en la herrería; el ritmo sonoro del martillo en el taller de carpintero, siempre con su buen olor a madera sazonada; el palpitar de la vida infantil en la gran escuela mixta de la calle principal. Y más: los ruidos familiares de mi casa: el galde del aljibe, bajando en un balanceo liviano y subiendo rebosando agua con ganas de desparramarse y jugar; el chisporroteo de la leña en el fuego lleno de máscaras rojas y doradas; el cadencioso bisbiseo de las oraciones de mi madre; el canto claro y aportuguesado de mi negra Feli; la vida tumultuosa del gallinero y el corral; la joven voz de mi hermana arrullando a su niño; el llamador de bronce de la puerta de la calle a la llegada de proveedores y visitantes, el rebuzno de un asno gris y mínimo que se hubiera llamado “Platero”, si ya entonces hubiese existido, inmortal, el de Juan Ramón; el ¡plaf! ¡plaf! ¡plaf! ¡plaf! acompasado de los cascos herrados de "Doradillo”. Mundo pequeño y completo al que nunca faltaba una canción en un lado u otro de sus cuatro puntas, una guitarra echando al aire su surtidor perladio, el chirrido del perfume de la malva crespa, el suspiro apenas audible de la malva lisa. Un pueblo, de antes de casarme para no volver a él nunca más, sólo se encuentra en la fábula o en el corazón de sus muchachas. Toda la vida ha estado en el mío, cantándome sus misas dominicales y sus faenas diarias, intacto, ileso, burbujeante y blanco; un pueblo todo de globos de colores y cometas coleando en el aire velludo del verano; un pueblo lleno de gustosos olores propios que nunca más he vuelto a sentir: a pan caliente del horno de mi casa, a choclo ceñido en las chalas frescas, a camalotes con flores azules, apagando los espejitos del agua perezosa del rio Tacuarí; el perfume del incienso de la Cátedral, el áspero de los almacenes atiborrados de dulces brasileños de contrabando y cañiña "Pe de Anjo", el olor a zaraza y peines de celuloide de las tiendas de turcos; el de la botica, con alineados frascos de porcelana antigua de nombres en latín, que me entraba por la nariz el sabor a orozú y azúcar cande. Fue mí paraíso al que no he querido volver nunca más para no perderlo, pues no hay cielo que se recupere ni edén que se repita. Va conmigo, confortándome en las horas negras, tan frecuentes. En el está mi madre con su moño de seda lisa y brillante mi padre, fuerte y barbado; mi oscura Feli, vivaz y tierna; mi primer perro Tilo, intangible. Allí, cuando me toque dormir el sueño mas largo y pacificado que Dios me conceda, a mi, la eterna insomne, irá mi alma y volveré a encontrar todo lo que guardo en el recuerdo como en la caja cebrada de un rompecabezas. Alguna vez levantaré con el mío una torre hasta el cielo. Y no podrán derribarlo ni aunque se junte para ello hombro contra hombro todos los que en la vida me han dado malignos encontronazos. Y por primera vez, aunque sea una invisible sombra, me sen tiré tan fuerte como si fuese de hierro, de piedra o toda de plata, o toda de oro. |
Crónica de Juana de Ibarbourou
Suplemento dominical del Diario El Día
Año XXXVII Nº 1802 (Montevideo, 28 de enero de 1968)
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Ver, además:
Juana de Ibarbourou en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
Email: echinope@gmail.com
Twitter: https://twitter.com/echinope
facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce
instagram: https://www.instagram.com/cechinope/
Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/
Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay
|
Ir a índice de ensayo |
![]() |
Ir a índice de Raffaele Cesana |
Ir a página inicio |
![]() |
Ir a índice de autores |
![]() |