|
Así nació la bandera nacional Crónica de M. Ferdinand Pontac (Luis Bonavita) Suplemento dominical del Diario El Día Año XXVII Nº 1329 (Montevideo, 6 de julio de 1956) |
|
Empieza a concretarse nuestra bandera patria apenas iniciada la Revolución. Rodeando a Artigas ponen los Orientales cerco a Montevideo y para distinguirse usan ya divisas blancas en el sombrero. Anotación de 27 de Mayo de 1811 en el Diario del doctor Mateo Magariños y Ballines: “oy se ha traído preso del Cerro al vecino antiguo hijo de aquí, D. Manuel Pérez, quel, sus hijos y familia se salieron fuera y tomaron partido con ellos, y se dice que lo hicieron coronel, y ha entrado con su penacho blanco, ques la insignia que usan ...” No renegaba todavía el movimiento revolucionario ni de la Madre Patria ni de su Rey. Esa insignia blanca traducía entonces el íntimo anhelo de obtener reformas en el régimen español imperante en estas colonias. Por otra parte, aún después de Las Piedras, seguía sendo Artigas partidario de Fernando, como los primeros patriotas de Buenos Aires. Anota Ramón Manuel de Pazos en 26 de Mayo de 1810: “La mañana del lunes French, Beruti (oficial de las leyes) y un Arsac, que no es nada, fueron a la Plaza como representantes del Pueblo, y repartieron retratos de Femando VII, y unas cintas blancas que la tropa (esto es, los oficiales) traían en el sombrero, y otros atados en los ojales de la casaca, que decían que significaban la unión de los Europeos y Patricios, pero yo a ningún Europeo la he visto, y aier ya había una cinta roja encima, que me dicen que significa guerra, y la blanca paz ...” Cuando la Revolución se defina como irreductible ansia de independencia, habrán de unirse los dos colores y se les cantará en los campamentos, donde la décima del oriental Valdenegro fijará un momento de la ya despierta conciencia nacional: ‘‘El blanco y rojo color con que la Patria os convida, es para que se decida vuestro aprecio en lo mejor. Si al rojo, nuestro valor breve os sabrá castigar; y si al blanco queréis dar discreta y sabia elección, contad con la protección del Ejército Auxiliar". Como recién en 1812 se hizo presente la ayuda porteña en la Banda Oriental, es muy probable que esa décima, recogida en 1835 en la Antología del Parnaso Oriental, no pertenezca, en realidad, al año 11, sino al inmediato, cercana ya la victoria del Cerrito. Al rojo y blanco habrá de agregarse, en 1813, el matiz celeste, cuya popularidad se extendió rápidamente hasta los últimos rincones orientales. Cuando, en 1821, el Congreso Cisplatino votó la incorporación a Portugal, acordóse que las milicias de la Provincia se distinguieran por una cinta o escarapela celeste. En Enero de 1822 explica Lecor en carta a Montero Torres: "Aprobadas por mí las condiciones ... convidé a cenar a los diputados, y como con las flores que había en la mesa apareciese una cinta azul clara, (color favorito en este país) y uno de los presentes se la pusiese en el saco por cierta especie de galantería, poco tardó para que todos las procurasen y se pusiesen con el mexor entusiasmo cintas iguales, con las que después aparecieron en el teatro, donde todo el auditorio repentinamente los imitó. Por la reunión de los tonos blanco, rojo y azul o celeste, formó Artigas su pabellón, simbolizando con ellos la paz, que tanto ansiaba para su pueblo; la guerra, sacrificio sangriento que había de pagar para alcanzarla, y la libertad, sin cuyo máximo beneficio ni él ni los suyos concebían la vida. Con ellos, en la serie de banderas que entre 1815- 1820 se usó en Montevideo, la campaña, las Provincias y los barcos corsarios, pudo verse a la tricolor prodigarse en variantes de distribución y número de listas. La más popular, izada por primera vez en Arerunguá el 13 de Enero y en Montevideo el 26 de Marzo de 1815, fue la íri" color a diagonal roja, que nos permite asegurar que los tres colores inmortales fueron, en realidad, los del artiguismo. Con ellos resurgió la Patria en 1825. En la bandera de los Treinta y Tres, la leyenda “Libertad o muerte" concretó la indeclinable afirmación del movimiento audaz. Cuando la Asamblea de la Florida la oficialice, borrará las palabras, considerando tal vez que bastaba para su grandeza el simbolismo libertario de las bandas que en Francia habían visto cristalizar los Derechos del Hombre. Ellas representan desde entonces, y para siempre los colores tradicionales del país. La Ley que en 1829 creó el Pabellón Nacional, tomó de esa tradición sólo el blanco y el celeste: la paz y la libertad. Consagrando el culto americano de los Incas, agrególes el Sol Pero al hacerlo suprimió el rojo de la agresión y de la violencia, previendo que ya no habría motivo de agitar ese color de guerra y de sacrificio por' que, independiente y libre, nuestro país había cerrado el glorioso período de sus luchas, preparándose para las pacíficas conquistas de un civismo republicano y democrático. Las tres banderas, cuyos pliegues guardan el nacimiento de nuestra historia, han quedado definitivamente incorporadas al sentimiento patrio, sin que ello signifique desmedro para la bandera nacional. La de Artigas simboliza el recuerdo de los esforzados días de la Patria Vieja. La de los Treinta y Tres, la ludia por la reconquista de la libertad, o la muerte en la demanda imposible. La Nacional, la decisión de mantener esa libertad tan preciada en medio de la paz americana. Pero todas ellas tienen un nexo que las hermana: el sacrificio de los hombres que nos dieron Patria. Para sustituir la bandera nacional por la de Artigas, organizóse en 1911 un movimiento que no podía prosperar porque los mitos y las tradiciones de un país son su sangre y su sustento. Pero en la incidencia nuestro sentimiento patrio pudo advertir como eran compatibles esas insignias en el agradecimiento y devoción que les debemos. En esa devoción radica el sentimiento de Patria, tan justamente interpretado por José Irureta Goyena, al recordar que “el valor nacional es la sombra de la bandera, que lo sigue al ciudadano como su propia sombra”. |
Crónica de M. Ferdinand Pontac (Luis Bonavita)
Suplemento dominical del Diario El Día
Año XXVII Nº 1329 (Montevideo, 6 de julio de 1956)
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Ver, además:
Monumento al Himno Nacional, del Escultor Pablo Serrano, crónica de Eduardo Vernazza
M. Ferdinand Pontac (Luis Bonavita) en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
Email: echinope@gmail.com
Twitter: https://twitter.com/echinope
facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce
instagram: https://www.instagram.com/cechinope/
Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/
Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay
|
Ir a índice de crónica |
|
Ir a índice de M. Ferdinand Pontac (Luis Bonavita) |
Ir a página inicio |
|
Ir a índice de autores |
|