Una
artista del sueño de José Sanchis Sinisterra en El Galpón
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Sueños intranquilos
Los sueños otra vez, ahora sin Freud. El subconsciente otra vez, también sin Freud. El cuento de Lewis Carrol “Alicia en el país de las maravillas” ha suplantado a las antiguas bibliotecas sobre psicoanálisis, una moda intelectual imbatible durante decenios y hoy un tema proscrito o exorcizado. En esta línea y en el teatro hemos visto recientemente “Entonces Alicia cayó” de Mariana de Althaus (2017) y “Laberinto” (“Rabbit hole”) de David Lindsay - Abaire (2019) donde, aquí está lo moderno, se huye de la realidad y del dolor; ahora tenemos esta “Una artista del sueño”, de José Sanchis Sinisterra, donde los dos personajes están en plena fuga a través de la madriguera del conejo blanco, ahora una oscura caverna.
Un escritor, o político, o comerciante, Raúl (Bernardo Trías) contrata a una prostituta, Nelli (Guadalupe Pimienta) para que día tras día, por dinero, le relate sus sueños de la víspera, de los que tomará nota. Son sueños alarmantes, con castraciones a cuchillo y perros que aparecen con un niño entre las patas. Si bien se pactó entre el hombre y la cortesana que no habría nada personal entre los dos, a las primeras de cambio nos enteramos de que intentaron la unión sexual y aún que Raúl no estuvo a la altura de sus pretensiones: posiblemente lo inhibió el stress, acosado como está o aún perseguido, por teléfono, en relación a actividades comprometedoras, tan oscuras como temibles. Andando la obra, escritor y prostituta, ella también en fuga, se internan en una caverna; esperamos alguna revelación, ingenuamente esperamos algún desenlace, pero nada sucede.
La simplicidad casi infantil de la anécdota podría pasar, pese a que, como es inevitable en el autor, el mínimo cuento está sepultado bajo una cháchara incoercible de comienzo a fin; pero hay algo peor y es la continua intervención de dos actores que interpretan a dos ayudantes de escenografía llamados ambos Tsu – To – Ko (Lucil Cáceres y Leonardo Sosa) , que llevan y traen y colocan y descolocan mesas, sillas, alfombras y demás trastos irrelevantes, sin incidir en la trama salvo en un mínimo momento en que aparece algo como alimento en un plato. Estos ayudantes logran cansar al espectador, que espera de ellos alguna justificación de su presencia en el escenario, lo que no sucede. Lo mismo puede decirse de la acción que debemos considerar principal, donde tampoco hay un final que explique lo que vimos hasta el momento en que, para nuestro alivio, se apagaron las luces.
UNA ARTISTA DEL SUEÑO, de José Sanchis Sinisterra, por El Galpón. Con Bernardo Trías, Guadalupe Pimienta, Lucil Cáceres y Leonarda Sosa. Escenografía de Grupo Engendro, vestuario de Leticia Sotura, iluminación de Rosina Daguerre, ambientación sonora de Martín Pisano, dirección de José Sanchis Sinisterra. Estreno del 9 de agosto de 2019, teatro El Galpón sala Atahualpa. |
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Jorge Arias
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