Ser humana de Angie Oña, en el Teatro Tractatus |
Ser humana, de Angie Oña, en el Teatro Tractatus
Cháchara freudulenta |
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Angie Oña (Montevideo, 1982) es inquieta. Comenzó su carrera en el teatro con el “teatro del absurdo” en las huellas de “La cantante calva” de Ionesco, con “El auto feo” (2004) y “Éter retornable” (2007); intentó el “stand up” con “Mucha cháchara” (2010) donde postulaba que ser mujer y madre es una hazaña difícil de superar; dirige una escuela de teatro, “Escuela de emociones escénicas”; estudia en profundidad a Freud y Jung, es “terapeuta en biodecodificación”, se ha formado en “neurociencias afectivas” y “psicología evolutiva”; es actriz. En esta nueva manifestación es dramaturga e intérprete; es también una bailarina que interrumpe la acción para girar sobre sí misma, los brazos en alto; es una cantante que entona, en iddish y en alemán, melodías que para nosotros, sin conocimiento de esas lenguas, plantearon otros tantos enigmas.
Según la autora, el fin de “Ser humana” es honrar “… la memoria de Sabina Spielrein”, psiquiatra judía rusa (Rostov, Rusia, 25 Octubre 1885 – 11 de Agosto 1942). Una introducción contenida en el programa de mano, a cargo de la Dra. Renata Udler Cromberg, psicoanalista graduada en psicología y filosofía en la Universidad de Sao Paulo, Brasil y doctora en filosofía, presenta una Sabina Spielrein postergada, desconocida y olvidada porque “… pensó, actuó y escribió como mujer, problematizando lo femenino y la femineidad… demoliendo por dentro la misoginia de los psicoanalistas pioneros”. Nos entendemos: estamos en el tema del momento, la reivindicación de la mujer, el “segundo sexo”, el “proletariado doméstico”, la víctima del “patriarcado”. Nos falta poco para llegar a la tesis de Andrea Dworkin, para quien el acto heterosexual consentido es ya una violación, en tanto el hombre invade el “territorio” de la mujer y la somete.
Angie Oña ha adoptado el vasto tema para hacer justicia simultáneamente a la mujer oprimida y a Sabina Spielrein, preterido pero adelantado portavoz de la “psiquiatría femenina”, en particular El valor teórico de Spielrein dentro del psicoanálisis, una disciplina en franco retroceso en el mundo, a la que Mario Bunge, con muy buenas razones, niega toda validez científica, nos es imposible de juzgar, entre otras cosas porque la obra de Spielrein no está traducida al español y consta mayormente de artículos de revistas sobre temas parciales, entre ellos el previsible “El automóvil, símbolo del poder masculino”. Sea como fuere, toda persona representa y contiene a toda la humanidad, y Sabina Spielrein, por lo tanto, si sabemos leerla en su vida y en su obra, contiene el universo. Nos corresponde preguntamos, en este punto, si Angie Oña ha logrado sus propósitos y ha hecho justicia a Spielrein y a la mujer. |
La obra comienza con una explicación de nivel escolar, con el arcaico pizarrón, donde Oña sigue la tesis de Spielrein sobre “La destrucción como causa del devenir”. Nos explica qué es la fecundación y concluye que ambos gametos deben morir (en realidad: se transforman) para que la vida progrese. Muerte y transfiguración; nada nuevo bajo el sol, algo muy conocido desde la apoteosis de Heracles y el dogma cristiano de Jesús, el hombre - Dios que se inmola para que la humanidad renazca. Siguen, hasta el final, en fila, lugares comunes del psicoanálisis, como las asociaciones libres, de las que Oña con su empeño didáctico ofrece una demostración, las represiones y las resistencias. Pese al carácter dialéctico del psicoanálisis, el devenir de “Ser humana” es lineal: no hay una trama perceptible, un desarrollo, un crecimiento, crisis, desenlace. De Sabina Spielrein nos enteramos, con otra clase en vivo, que se masturbaba. Hay más y mejor en la Wikipedia.
En cuanto a la actuación, Angie Oña padece varias limitaciones. Una de ellas es su voz, sin timbre, de escasa variedad de notas y tonos; otra es la mímica, que pasa de una expresión impasible a una semisonrisa suficiente, en ambos casos sin mayor relación con el texto.
SER HUMANA, de Angie Oña, con actuación de la autora. Iluminación de Fernando Scorcela, dirección de Freddy González. Estreno del 16 de febrero de 2018, Teatro Tractatus. |
Jorge Arias
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