Notas sobre la poesía de Rubén Darío 
por Jorge Arias

ariasjalf@yahoo.com 

El libro de Pedro Salinas “La poesía de Rubén Darío” ha sido tan elogiado que no es fácil disentir de su tesis. Enrique Anderson-Imbert escribió: "Desde luego, no es crítica impresionista. Salinas ha disimulado su esfuerzo, ha quitado los andamios, ha escrito con gracia imaginativa...” "La poesía de Rubén Darío" es una rigurosa arquitectura, de observaciones objetivamente válidas. La simpatía con que describe el proceso de la creación artística y la sutileza con que establece las correlaciones entre vida y estilo hacen creer en el ejercicio de una asombrosa facultad adivinatoria. No hay nada no-racional, sin embargo, en su aprehensión del sentido unitario de la poesía de Darío”.

Emir Rodríguez Monegal escribió:

En el libro sobre La poesía de Rubén Darío se revela… el erotismo de toda esta obra lírica...un erotismo que…no reduce su ardor sensual a la apetencia física. El valor de Rubén es alzarse del erotismo natural a una especie de conciencia de lo erótico…a lo largo de los capítulos del libro, en magistral creación, se va señalando el tránsito del erotismo juvenil…al angustioso y trascendido erotismo final, cuando el poeta alcanza el sentimiento agónico: Lo erótico que lucha por no morir”.

Salinas se interesa especialmente por el “tema” de la poesía de Darío. Dice varias veces que el “tema” de Darío es el erotismo, que divide en “subtemas”: el “erotismo insatisfactorio”, “el erotismo como fatalidad”, “el erotismo agónico” y “el erotismo trágico” (pags.205 a 207). “En los dos primeros libros...Azul y Prosas profanas, lo amoroso predomina sin disputa…no hay más de cuatro o cinco” (poemas) “que se aparten de este obsesivo asunto.” (pag.55). Reitera su idea en la página 215 y remata en la última página: “Radica el erotismo en el mismísimo más profundo” centro” (sic) “de la naturaleza y la poesía de Rubén Darío” (pag. 288).

Antes de ingresar a una discusión ociosa, ¿por qué un poeta debe tener un tema? Creíamos que el universo entero es el tema de la poesía, desde las cosas pequeñas, desde una piedra en el camino hasta los abismos siderales. Salinas dice aún que: “se me figura la función más deseable del estudio de un poeta es la delicada discriminación de su tema, su cuidadosa separación de los temas segundos o subtemas” (pag.51) Darío, ajeno a esta taxonomía de la literatura, a esta dedicación de entomólogo, dice en “Ama tu ritmo”: “…eres un universo de universos / y tu alma una fuente de canciones”.

 

Más grave es la idea que tiene Salinas de Eros, o el amor, una palabra empleada para objetos disímiles; amor filial, amor maternal, fraternal. En la tradición órfica Eros puso en marcha al universo; en la tradición homérica Eros es hijo de Zeus y su hija Afrodita; ambas tradiciones concuerdan con el extraordinario poder del Eros, que impulsa al Cosmos o nace de un incesto.

 

Con el tiempo el concepto “Eros” fue modificado. Primero “…el cristianismo” dijo Nietzsche,” dio de beber veneno a Eros. No lo mató, pero lo transformó en vicio” Nuestro contemporáneo el Dr. Sigmund Freud redujo “Eros” a la pulsión sexual.

Los griegos clásicos definieron mejor a Eros: una conmoción de alma y cuerpo que nos invade y enciende; un vendaval que arrasa con la moral, las leyes, los juramentos y  la decencia.

 

Por ejemplo:

"....de pronto un fuego sutil se ha extendido bajo mi piel,

/no veo nada con mis ojos y mis oídos zumban.

 /Un sudor frío me resbala hacia abajo,

un estremecimiento se apodera de todo mi cuerpo,

estoy más pálida que la hierba,

 yme parece que me falta poco par estar muerta." (Safo).

 

           

O bien:

 

"Como azotado por el rayo

Ante los ardores destructores de Cypris,

la tormenta del Norte, la tormenta tracia

 furiosamente se abate....

Eros, desde mi despertar

 reina en mi corazón."

(Ibycos).

 

O bien: 

"Eros que triunfas de todo....

Nadie puede huir de ti, ni un dios eterno

ni un hombre mortal

Sentirte es un delirio

haces injusto

 hasta el corazón de un justo.

Por ti se inflama una vez más la lucha

 entre padre e hijo; pues contra la poderosa voz

de la leyes originales

 se  alza el deseo amoroso”.

(Sófocles, coro del segundo acto de “Antígona”).

           

Nada de esto hay en la obra de Darío. Salinas, dice que en “Azul...”  y en “Prosas profanas” apenas hay cinco o seis poemas que no sean de amor; incluye como poema amoroso la cópula del  tigre y la tigresa en “Invernal”; suponemos que considera erótico a “Primaveral”, que no pasa de un paseo por el parque en buena compañía.

-o0o-

En varios poemas Darío se identifica como mujer. Se comparó con la “Bella Durmiente del Bosque” en un poema, “Helda” que escribió en francés:

“Je ne boirai jamais le vin de son serment,

et la coupe d’or de cette femme amoureuse

 n’enivrera jamais mon âme malheureuse,

 malheureuse d’Amour, ma Belle au bois dormant”.

 

“Nunca beberé el vino de su juramento

 y la copa de oro de esta mujer enamorada,

 no embriagará nunca mi  pobre alma

 desgraciada de amor, mi Bella Durmiente del Bosque”.  

Mi Bella durmiente” aparece también en “El Reino interior”:

“Mi alma frágil se asoma a la ventana oscura

De la torre terrible en que, ha treinta años, sueña”

 

Ella  no me responde,  pensativa y risueña,

De la Bella Durmiente del Bosque tierna hermana”.

El alma femenina de Darío está en la “Sonatina”.

Darío aparenta mostrar una princesita a quien no divierten ni el bufón escarlata ni la dueña parlanchina. ¿Su tristeza no tiene fin, pero “Que tendrá la princesa?”

Tiene la pena del artista que ansía ser fecundo, engendrar, crear. La princesa se llama Rubén Darío.

La princesa no ríe, la princesa no siente;

 ………………………………………………
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión
.


¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
………………………………………………..
-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
……………………………………………………..
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

La princesa quiere ser fecundada, un triunfo sobre la muerte. En el prólogo a “Prosas profanas” Darío identifica la creación artística con la fecundación.

 

 “Y, la primera ley, creador: crear. Bufe el eunuco; cuando una musa te dé un hijo, queden las otras ocho encinta”.

 

La idea de la obra de arte como la unión con el Cosmos a través de la fecundación está en el “Poema del otoño”:

Y hace de este globo viviente
fuerza y acción
la universal y omnipotente
fecundación.”

Y en “Autumnal”

 

“Y dije al hada amorosa:

Quiero en el alma mía

tener la inspiración honda, profunda,

inmensa: luz, calor, aroma, vida”.

 

Y:

 

“¡Oh reina rubia! - dijele- mi alma quiere dejar su crisálida....

 

(Venus)

 

Y aún puede observarse que Darío declara haber sufrido la femenina desfloración:

 “y la desfloración amarga de mi vida

por un vasto dolor y cuidados pequeños” (Nocturno)

Quizás observando esta ansia de fecundación, en “Los detectives salvajes”, Roberto Bolaño escribió: “Rubén Darío, la más loca de todas”. Es una grosería; una grosería que tiene un destello de verdad.

Mas las simientes que mejor fecundan el alma de Darío no son las mujeres: son las niñas.

En la poesía de Darío las niñas gozan de poderes extraordinarios. Prevalecen sobre sus padres, se mueven por  levitación, poseen estrellas, alguna  en propiedad como adorno y otra prestada, como guía; logran que Dios mienta para salvarlas de un merecido rezongo paternal, otorgan premios al mérito, se transforman en rosas cuyos pétalos y perfumes ofrecen a Dios, que les sonríe y  caminan solas por el mundo si correr peligro alguno.

Los periódicos nos dicen de odiosos casos de pedofilia; para Darío las niñas fueron la vida naciente, seres algo más allá de la concepción y el parto, la inocencia, la eclosión, apenas consciente, de la vida. Fue una predilección semejante a la de Lewis Carrol por Alicia Lidell, a quien, como Darío a Margarita Debayle, contó un cuento cuyo protagonista fue la misma niña.

Las relaciones de Darío con las niñas fueron a la luz del día, en fiestas familiares y diplomáticas, en estadías en familia. En los entreactos de un seminario de literatura que dictó en Montevideo, 1952, nos dijo José Bergamín que, en toda fiesta, dondequiera hubiere una niña, allí estaba Darío.

Salinas ignora todos los poemas de Darío donde aparecen niñas; y sorprende que no mencione uno de sus mejores poemas, “A Margarita Debayle”.

Darío estaba pasando días en la casa de playa de su médico, el Dr. Debayle, en la bahía de Corinto, Nicaragua; su hija Margarita, de ocho años, paseaba de mañana por la playa con Darío; conversaban sentados en un tronco. Inferimos del texto del poema que Margarita le pidió a Darío que le contara un cuento; tal vez Darío quería recitarle un poema; prometió el cuento que, luego de una noche de alcohol, recitó a Margarita, a la mañana siguiente, sentados en el tronco.

Hay en el poema un feliz contrapunto entre una niña que espera un cuento y un poeta que quiere iniciarla en la poesía; Darío, ducho en dialéctica, comienza la narración en tierra; en firme prosa que prepara el vuelo de las metáforas:

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:

Del diálogo entre el acento de la niña y el viento nace la poesía, esa alondra que canta y quiere volar; empero, para no aburrir a Margarita, la alondra se refrena y regresa a tierra:

Margarita, te voy a contar
un cuento.

…………..

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso, una perla
una pluma y una flor. 

Si Margarita aceptaba esta parte, aceptaba una niña que quiere un prendedor con una estrella, un verso, una pluma y una flor. Un paso más y aparece una niña que vuela por el azul:

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;

Pero volvamos a tierra y  al Dr. Debayle:


mas lo malo es que ella iba
sin permiso del  papá.

………

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
—«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad»

Aquí la princesa alcanza a su autor, que con su afán de infinito, quiso traernos una estrella.

La princesa desobediente  es obligada por su padre a devolver la estrella al cielo.

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
 

Y así dice: —«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Dios, no sólo contra su infinita perfección sino contra la opinión de Descartes, que decía que el mundo es real porque Dios no puede mentir, miente para salvar a una niña del rezongo de su padre. El robo de la estrella fue una dádiva.

En el poema “La rosa niña”, una niña encuentra a los Reyes Magos que vuelven de Belén; sabedora del nacimiento de Jesús, les pide la estrella como guía para ir a verlo, asegurándoles que ni el Diablo podrá robársela:

……¿Dónde está el establo?
Prestadme la estrella para ir a Belén.
No tengáis cuidado que la apague el diablo,
con mis ojos puros la cuidaré bien.

 

Los magos quedaron silenciosos. Bella
de toda belleza, a Belén tornó
la estrella y la niña, llevada por ella
al establo, cuna de Jesús, entró.

Contra las leyes del Cosmos, la dócil estrella deshace su camino y vuelve a Belén guiando a una niña que se transformará en rosa:

¡Qué dar a ese niño, qué dar sino ella!
¿Qué dar a ese tierno divino Señor?
Le hubiera ofrecido la mágica estrella,
la de Baltasar, Gaspar y Melchor...

Mas a los influjos del hada amorosa,
que supo el secreto de aquel corazón,
se fue convirtiendo poco a poco en rosa,
en rosa más bella que las de Sarón
.

Hay más hechizos de las niñas. En el poema “Cosas del Cid”, Darío suplementa una anécdota de la vida del Cid, contada en verso por Jules Barbey d’Aurevilly.

El Cid encuentra un leproso, que pide una limosna; el Cid no encuentra dinero en su escarcela; se saca el guantelete y estrecha la mano del leproso. Todo un gesto; ahí termina el poema, pero Darío agrega una escena que nada tiene que ver con el poema de Barbey, una niña que dispensa al Cid, como premio a su buena acción, una rosa y una hoja de laurel.

En  el hermoso poema “Balada de la bella niña de Brasil” Darío revela frecuentar la literatura infantil, al mencionar a la escritora e ilustradora de cuentos para niñas Kate Greenaway:

“es una princesita rosa

que amara a Kate Greenaway

Si miramos el retrato de Rafaela Contreras, la primera esposa de Darío, sentimos la mirada luminosa, inocente; si reparamos en el último amor de Darío, Francisca Sánchez, de 20 años y analfabeta, vemos que, al fin de su periplo, Darío encontró a la niña que, sin pecado, le estaba prometida.

En todos los poemas que tratan de niñas, se respira un aire de calma, luz y tranquila felicidad, raro en la poesía, a menudo patética, de Darío,   

--o0o-

A la fecundación y a la vida que crea formas al infinito se contrapone la muerte.

“Y aunque al terrible viaje largo

empuja el ronco viento amargo

cuyo siniestro nombre hiela…”           

(El clavicordio de la abuela)

Y:

Quiero expresar mi angustia en versos que abolida
dirán mi juventud de rosas y de ensueños,
y la desfloración amarga de mi vida
por un vasto dolor y cuidados pequeños.

……………………………………………
El ánfora funesta del divino veneno
que ha de hacer por la vida la tortura interior;
la conciencia espantable de nuestro humano cieno
y el horror de sentirse pasajero, el horror

de ir a tientas, en intermitentes espantos,
hacia lo inevitable desconocido, y la
pesadilla brutal de este dormir de llantos
¡de la cual no hay más que Ella que nos despertará!

 

Es vulgar ese  temor a la muerte, es ingenua la bravura con que la  convoca al poema como para exorcizarla, como si la  convirtiera en palabra o verso con solo  nombrarla. También sucede en “Spes”:

“…este espantoso horror de la agonía
que me obsede.”

Pero volvamos a los grandes temas. La poesía existirá mientras existan   la vida y la muerte. Para Darío la muerte fue un gran impulso, un acuciante punto de partida; pero su poesía no pudo con la muerte y arruinó algunos de los que debieron ser sus mejores poemas.

Esa obsesión la señala, delicadamente Valle Inclán en” Luces de bohemia”, donde Darío aparece como personaje. Al Café Colón de Madrid, llegan el poeta Max Estrella, personaje inspirado en el escritor Alejandro Sawa y su sirviente, secretario o escudero, Latino de Hispalis. Se describe a Darío en forma poco halagüeña: Max pregunta si allí está Rubén y Latino le dice “Allá está como un cerdo triste”. Valle Inclán advierte en Darío el superlativo temor a la muerte y le atribuye estas palabras:” Necrópolis es para mí como el fin de todo, dice lo irreparable y lo horrible, el perecer sin esperanza en un cuarto de hotel…la muerte muchas veces seria amable si no existiese el terror de lo incierto”.

Lo mismo le reprocha, no menos delicadamente, Alberto Ghiraldo en el Prólogo a “Cantos de vida y esperanza”. “Notas de desaliento, de duda o de temor a lo desconocido, al más allá, esa preocupación profunda del fin de la existencia, que existió en el poeta desde el comienzo de su vida… ese pavor a la tumba como preocupación constante, como obsesión martirizadora que no le abandonó jamás en el correr de sus días.” Darío, en “Historia de mis libros” reconoce su fracaso.” Este temor de la muerte, que en mi fue siempre extraordinario, llegó a mi poesía y no siempre para bien”.

La muerte sólo rinde en poesía si expresa heroísmo, una virtud más fuerte que la muerte, una transfiguración.  Darío intentó el tema varias veces, Inclusive en un poema donde llegó muy lejos en el campo de la música de las ideas, pero donde al final destroza el poema con el temor. Es uno de los “Nocturnos”. 

Quiero expresar mi angustia en versos que abolida
dirán mi juventud de rosas y de ensueños,
y la desfloración amarga de mi vida
por un vasto dolor y cuidados pequeños.

…………………………
El ánfora funesta del divino veneno
que ha de hacer por la vida la tortura interior;
la conciencia espantable de nuestro humano cieno
y el horror de sentirse pasajero, el horror

de ir a tientas, en intermitentes espantos,
hacia lo inevitable desconocido, y la
pesadilla brutal de este dormir de llantos
¡de la cual no hay más que Ella que nos despertará!

Todo iba bien hasta “El ánfora funesta del divino veneno”.

También en “Lo fatal”.

………………………………..
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
 

En el “Nocturno” uno de sus mejores poemas, está a punto de caer en el mismo precipicio, cuando dice:

“el pensar que un instante pude no haber nacido,
¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací!”

Se detiene a tiempo y reprime a los muertos:

“Todo esto viene en medio del silencio profundo
en que la noche envuelve la terrena ilusión,
y siento como un eco del corazón del mundo
que penetra y conmueve mi propio corazón.”
           

Sólo encontró las alegrías de la carne, que tienta con sus frescos racimos; pero el placer es triste...

En “El clavicordio de la abuela”, luego de decir

Y aunque al terrible viaje largo

Empuja el ronco viento amargo

Cuyo siniestro nombre hiela.

termina con otra fuga de la realidad

Bello es que al pobre viajador

Anime el vivo son de amor

Del clavicordio de la abuela.

Para reprimir el temor de la muerte sólo encontró el placer sexual, ese “chant seul que réprime les morts” (“el único cano que reprime a los muertos “Valéry) y aún los placeres del arte, como la música.

Pero Darío buscó algo más y su excepcional conocimiento de la mitología griega, es la prenda de esa búsqueda. Buscó en la literatura griega al único pueblo que logró enfrentar a la muerte y hacerla victoria y transfiguración, como los triunfales sacrificios de  Antígona e Ifigenia:

“… (los personajes) “en la tragedia se enfrentan a la muerte, y, habitualmente, no una muerte vulgar, sino un sacrificio… Si la tragedia quiere extraer el pleno valor artístico y la belleza de la muerte,  esta debe ser afrontada y vencida, en una u otra forma en su  propio terreno” (Gilbert  Murray, “Esquilo”, Austral,  pag.18)

-o0o-

Si la poesía de Darío no pudo triunfar sobre la muerte, en materia de verdad no tiene paralelo.

“El mérito principal de mi obra, si alguno tiene, es el de una gran sinceridad. “mi corazón al desnudo” (“Historia de mis libros”).

Su vida parece cumplir el precepto contenido en los últimos versos del poema de Keats “To a grecian urn” (“A una urna griega”)

“Beauty is truth, truth beauty,"—that is all
Ye know on earth, and all ye need to know.
“ 

 

“Belleza es verdad, verdad es belleza, esto es todo

lo que conoces en la tierra, y todo lo que necesitas saber”.

 

Darío dejó una señal, y también homenaje, de su conocimiento del poema de Keats y la adopción de su precepto, en “Ama tu ritmo”, donde dice:

Ama tu ritmo y ritma tus acciones

bajo tu ley, lo mismo que tus versos”

………………………………………

“y engarza perla y perla cristalina

en donde la verdad vuelca su urna”.

Sorprendente aparición de la urna, para nada preparada en el poema de Darío y que llega como un aerolito del poema de Keats.    

Como prenda de su compromiso con la verdad y abdicando también de “mi bella mentira”, tenemos uno de los últimos y más conmovedores poemas de Darío, “A Francisca”.

En mi pensar de duelo y de martirio
casi inconsciente me pusiste miel,
multiplicaste pétalos de lirio
y refrescaste la hoja de laurel.

………………………………………….
Seguramente Dios te ha conducido
para regar el árbol de mi fe,
hacia la fuente de noche y de olvido,
Francisca Sánchez, acompáñame...!

Un refugio de niño asustado en las faldas de su madre. Patético, el poeta confiesa su miedo; pero la verdad y la belleza han triunfado. 

-o0o-

Subsiste el enigma de Darío: por qué tanta angustia, tanto dolor auténtico sin nada exterior que lo justifique. Los apuros de dinero nada fueron al lado de sus francachelas manirrotas y la repercusión social de un poeta nunca fue mayor que con su obra.

Darío escribió a partir del dolor, en particular del causado por el horror a la muerte y por las secuencias de sus paliativos anestésicos, el alcohol y el sexo, “…le chant seul qui réprime les morts" (“… el único canto que reprime a los muertos”, “Anne” de Paul Valery”); y dijo del dolor de “…la desfloración amarga de mi vida…” (“Nocturno”).

La poesía le fue ambivalente, a veces fue su gran amor, su razón de ser, pero también fue una "camisa con puntas de acero".  El dolor canta. Le violon frémit comme un coeur qu'on aflige (“El violín vibró como un corazón al que se hace sufrir”, Baudelaire).

-o0o-

Salinas dice que escribió que Darío “... ha sido sufrida víctima de críticas impresionistas y juicios inconexos, en dispersión, que se ha mariposeado demasiado sobre su lírica, teniéndola por manojo de flores... por creer que hay que estudiarla de raíz, es por lo que me he atrevido a escribir este ensayo” (pag.51). Pero Darío no es poeta erótico, por lo que el libro de Salinas redunda en  su  incomprensión  y desprestigio.

Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com
 

 

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