“Nadie había en el espejo del agua”
de Adrián Rodríguez en la Casa de los Siete Vientos. |
De su anterior
“Justo antes del eclipse” (2010) a “Nadie había en el espejo del agua”,
la dramaturgia de Adrián Rodríguez, aquí autor y director, ha
evolucionado. Con la ayuda involuntaria de la siempre misteriosa “Casa
de los Siete Vientos”, con su falsa entrada en un entresuelo, totalmente
decorada y que luce muebles antiguos, con su verdadero escenario que es
un salón en una casa de familia donde no están los muebles pero sí las
butacas, un teatro que dirige imperceptiblemente un artista tan
transparente y a la vez tan recoleto como Enrique Permuy, Rodríguez
logra de entrada méritos de ambientación, luces y sonido. Como en “Justo
antes del eclipse” tenemos una historia policial; pero si aquella podía
incluirse en la crónica diaria, la historia de “Nadie había en el espejo
del agua” logra una dimensión poética y casi metafísica. Hay también un
paralelismo oscilante entre dos acciones, que pueden haber ocurrido en
distintas épocas; pero la duplicación aproximada de las tramas paralelas
acrece con la segunda el misterio de la primera. Nada sucede
explícitamente en un sueño, pero la obra se despega pronto de la tierra
y la vida que describe alcanza la calidad ominosa de las pesadillas. NADIE HABIA EN EL ESPEJO DEL AGUA, de Adrián Rodríguez, con Paola Chalela, Luis Izzi, Gonzalo Mendoza y Erica Gómez Ricci. Vestuario de Graciela Abeledo y Claudia Acosta, escenografía de Larisa Erganian, ambientación sonora de Alejandro Fleitas P8, iluminación y dirección de Adrián Rodríguez . En Casa de los siete Vientos. |
Jorge
Arias
Jorge Arias es crítico de teatro en exclusividad para el diario "La República", que ha autorizado esta publicación.
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