Mirame
que nos miran de Julieta Lucena, en el Teatro Circular (Montevideo)
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¿Romántica o Vitriólica?
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Si miramos bien esta pieza, que no se entrega en un primer recuerdo, encontramos un propósito muy ambicioso, que apenas osa decir su nombre: la clave para elucidarlo la vemos en un entresacado de frases de las gacetillas de prensa y declaraciones de la autora en entrevistas. Lucena define la obra como “comedia romántica”, pero a renglón seguido afirma que “la pareja es una ficción compartida”, que los protagonistas, un hombre y una mujer, viven “una cotidianidad de cartón” que su relación “habla de todas las relaciones” y que la obra “desnuda…las grietas del amor que plagiamos… la idealización de la pareja… la romantización de la familia”. Y se pregunta “¿Cuánto de nuestra propia historia nos pertenece? ¿Cuánto es propiedad del formato de felicidad que consumimos, y que consumiendo, reproducimos? La autora dice verdades de a puño. La “pareja”, el “matrimonio”, la “relación” y la “cotidianidad” no existen: son conceptos, no objetos. La realidad es un hombre y una mujer, sin “cotidianidad”, sin “amor”. “La pareja” es un latinismo retrógrado: “cónyuge” viene de 'yugo', madera que unce bueyes y mulas; es hoy un fetiche de los psicoanalistas que sustituye al matrimonio, como el matrimonio “igualitario” sustituyó al canónico de hombre y mujer. Pero quedan molestas ruinas. Como dice Elena Alving en “Espectros”: “… en nosotros corre no solo la sangre de nuestro padre y nuestra madre, sino también una especie de idea destruida, una especie de ciencia muerta… somos espectros todos”. Este espíritu crítico aparece en la pieza en dos momentos. El primero acontece cuando los protagonistas son mirados por un vecino, y saben que lo son: la situación y el diálogo son una purificación por la parodia del poema de Laura Devetach (Reconquista, provincia de Santa Fe, Argentina, 5 de octubre de 1936) “No me mires”: “No me mires,/ que nos miran./ Nos miran que nos miramos,/ miremos que no nos miren/ y cuando no miren / nos miraremos. / Porque si nos miran/ que nos miramos/ pueden mirar/que nos amamos.” El segundo punto en que aparece el espíritu crítico de Lucena es el final: el hombre (Sebastián Martinelli), valija en mano, parodia la despedida de Nora en la última escena de “Casa de muñecas”. La pieza que vimos no se corresponde plenamente con aquellos ácidos prenotandos. Se la ha dotado de un hilo conductor, un drama o psicodrama que, como terapia, crearían (y no crean) los protagonistas, propósito que más dispersa la atención del espectador que la concentra. El personaje femenino, a diferencia de la autora, es contradictorio y frágil. Se propone regirse por el raciocinio, analizar todo y después analizar el análisis, en cuyo momento parece una jovencita aturdida; .a veces la obra se desliza al tono de la serie romántica que, en vano, promete la gacetilla; quizás se quiso poner en escena la ambivalencia de los sentimientos y mostrar ambas facetas a la vez. Pero todas estas salvedades aparecen suficientemente contrapesadas por la vivacidad del texto, del que destacamos el buen uso del idioma español, libre del seudo lunfardo de moda tan sucio como inexpresivo. Hemos visto a una actriz de excepcionales condiciones, la misma autora, Julieta Lucena. Muy expresiva, admira su torrente verbal, su perfecta y velocísima dicción, su dominio de gestos y posturas. Es por momentos arrolladora; siempre es un espectáculo por sí misma. La puesta en escena de la autora y Soledad Lacassy guarda el ritmo proyectado por la autora. La escenografía aparece, pese a la cama y las sábanas, un tanto irreal, con los objetos cotidianos (¿la “cotidianidad”?) precarios y colgando, como una alusión al carácter provisorio, y ahora inestable, de la pareja humana. La interpretación de Sebastián Martinelli en el papel masculino es sólida y competente.
MIRAME QUE NOS
MIRAN, de Julieta Lucena, adaptación de Soledad Lacassy, con Julieta
Lucena y Sebastián Martinelli. Escenografía e Iluminación de Guillermo
Bonjour, luces de Pablo Caballero, ambientación sonora de María Chartier,
dirección de Soledad Lacassy y Julieta Lucena. Estreno del 10 de octubre
de 2020, Teatro Circular. Funciones desde el 6 de marzo de 2021
Teatro Circular de Montevideo Rondeau 1388 esq.
Plaza Cagancha |
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Jorge Arias
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Editado por el editor de Letras Uruguay
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