La función por hacer, de Del Arco y Tejada, en el Teatro Circular | ||
Pirandello jibarizado
por Jorge Arias |
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La pieza de Pirandello “Seis personajes en busca de autor” (1920) rebautizada en el programa de mano, por evidente descuido, “Seis actores en busca de autor”, intentó tratar el desdoblamiento de la psiquis que implica el arte del actor y las condiciones del traspaso de realidad a ficción, ésta siempre más verdadera que la realidad. Los seis “personajes”, interpretados también por actores, deben conservar, según la acotación de Pirandello, “cierta levedad de sueño”, para diferenciarse de los demás actores que interpretan a los “actores” de una populosa compañía (aquí reducida a Natalia Sogbe y Emanuel Sobré).
Los “personajes”, abandonados al nacer por un autor desaprensivo, tratan de abrirse camino hasta las tablas con una vulgar historia de infidelidad, consentida y tal vez provocada; al adulterio siguió un concubinato de catorce años del que nacieron tres hijos naturales; muere el prolífico amante y Pirandello remata, saquen los pañuelos, primero con el encuentro del “padre” con su hijastra en un lupanar y, segundo, con la muerte, claramente inmotivada, de dos de los hijos del amante. La niña de cuatro años fallece ahogada en un estanque y el hijo adolescente se suicida de un disparo en la sien.
La insistida fantasía de “personajes” en embrión, seres larvarios, almas en pena que mendigan vida, suena a falso: los “personajes” pasan demasiado pronto a una “realidad” que ya tienen, dicen palabras que ya saben, “buscan” un “autor” que no necesitan. El conflicto escénico está resuelto antes de empezar y el espectador debe resignarse a un dramón molestado por sobreabundantes discusiones entre “actores” y “personajes”. La obra es fría: no conmueven el verborrágico “padre”, aquí un hermano mayor (Álvaro Lamas), el lacónico hijo, la hijastra desafiante, la madre abatida. Por momentos se tiene la impresión de un juguete para personas mayores, de complicado funcionamiento y del que se ve el momento en que le dan cuerda.
La adaptación de Del Arco y Tejada reduce los personajes a cuatro, a una infidelidad, a una muerte. La mayor innovación es una catarata de groserías que Pirandello no creyó necesaria y que, en vano, quiere dar convicción al dialogado.
La puesta en escena de Alberto Zimberg da a una pieza tristona un movimiento y una energía que hace movido y hasta cómico el espectáculo, obliterando el tono lúgubre del original. Creemos, además, que el estilo de actuación de los “personajes” debió ser claramente distinto del de los “actores”; quizás debió ser más “naturalista”, en el sentido del hiperrealismo argentino de los teleteatros. Así y todo, la reiteración de discusiones y agresiones a propósito de casi cualquier cosa nos hace sentir el pistoletazo final como un alivio, no como un desenlace. |
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LA FUNCIÓN POR HACER, de Miguel del Arco y Aitor Tejada, versión de “Seis actores en busca de autor” (sic) de Luigi Pirandello. Con Natalia Sogbe, Emanuel Sobré, Álvaro Lamas, Mariela Maggioli, Horacio Camandulle y Verónica Mato. Vestuario de Beatriz Martínez, escenografía de Claudia Schiaffino, iluminación de Martín Blanchet, dirección general de Alberto Zimberg. Estreno del 2 de noviembre de 2019, teatro Circular, Sala 1. |
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Jorge Arias
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