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El tobogán, de Jacobo Langsner, dirección de Juan Worobiov 
 
 

Los cosos de al lado
por Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com

 

A propósito del estreno de “El Tobogán” en 1970, el crítico y ensayista Angel Rama predijo que ese año sería, en la historia del teatro nacional el año de Langsner El descubrimiento de Langsner estaba reservado a una élite: “…Tal constancia ya la habían tenido algunos, pocos, avisados espectadores de “Esperando la carroza” al percibir la velocidad envolvente y rítmica del dialogado... el perfilado y ácido de los personajes... la desoladora y cruel cosmovisión…” Destacaba el crítico “…la obsesiva investigación de ese círculo mágico sobre el que reposa nuestra sociedad: la familia…” (“Marcha”. 23 de julio de 1970).

Dejemos de lado las expresiones vacías, esa curiosa histeria verbal tan propia del crítico, como la velocidad “envolvente y rítmica del dialogado”, las insensatas faltas de concordancia de “el perfilado y ácido de los personajes...” y hasta el culto de las palabras como la “desoladora y cruel cosmovisión” Estaba de moda la “cosmovisión”, que solía escribirse en alemán, “weltanschauung”, un resabio inquerido del nazismo. En cuanto a la “investigación sobre la familia”, entidad a la que se califica, nunca sabremos por qué, de “círculo mágico”, dando de barato que una “investigación” sea conveniente para la creación de una obra de arte, no se ve nada que supere los más pobres lugares comunes. Y en cuanto a las recatadas alusiones políticas, había muchas más y sobre todo más directas en “Locos der verano” de Lafferère (1905).

En “El tobogán” como en “Esperando la carroza”, encontramos un epígono de Armando Discépolo o de Lafferrère, por ejemplo en “Babilonia” o “Las de Barranco” lo más gastado de los sainetes y comedias de comienzo del siglo XX. Aparece un personaje y un rasgo de su carácter:, en “El tobogán” la hipocresía del abuelo; se golpea una y otra vez en el detalle hasta que la reiteración, por sí misma, produce un efecto cómico, método que ha empleado también, con menos ruido, Leo Masliah en “Dame la dirección”. Los diálogos de “El tobogán” parecen sacados del natural, extraídos de la vida real, concedido: pero en la “vida real” hay de todo y hay que elegir Hay en la vida cotidiana, pocas veces, momentos significativos que a menudo pasamos por alto; predominan los momentos a los que sólo podemos resignarnos estoicamente. El espectador de “El tobogán” deberá resignarse a casi dos horas, que podrían ser cinco o seis, con las mismas situaciones corrientes, los mismos chismorreos, los mismos aprontes del mate y tendido de mesas, como un voyeur, como cuando pescamos una ruidosa pelea, generalmente sin trascendencia, a través de la pared con la casa vecina. Esto ocurre cuadro sobre cuadro,, todo con el mismo molde: la mujer sumisa (Andrea Davidovics), el hermano escultor que vive en Buenos Aires (Pablo Varrailhon), el padre de familia hipócrita, trabajador y fatuo (Miguel Pinto), la hermana rica que vive en Estados Unidos (Cristina Machado) y llega sólo para pasear su holgura por las narices de la pobre familia, mujer que está casada con un hombre insensible (qué crítica al capitalismo, hermano) que lleva una valija llena de dólares (Oscar Serra). Héctor, por Leandro Nuñez y Sonia por Florencia Zabaleta, que flirtea con el tío escultor parecen sobrar, hasta que nos damos cuenta de que todo y todos sobran, de que podrían ser muchos más personajes a quienes nunca sucedería nada por mucho más tiempo. No hay ninguna clase de progresión, fuera del deterioro que causan los años en la salud del abuelo, lo que viene por sí solo. La anécdota es reina: no existe trama, y el público sólo se da cuenta de que la obra finalizó porque los actores saludan.

Hubiéramos querido para el estreno como director de Juan Worobiov una obra mejor. Su puesta en escena no tiene fallas; pero precisamente por eso, por su perfección y por la competencia general de los actores, la pieza se muestra en toda su casi descarada vacuidad.

 

Jorge Arias
Jorge Arias es crítico de teatro en exclusividad para el diario "La República", que ha autorizado esta publicación.

ariasjalf@yahoo.com 

 

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