“El deseo atrapado por la cola”, de Pablo Picasso, en Teatro "El Tinglado” (Montevideo)
 

Pablo Picasso sobre las tablas
por Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com

 

“El Tinglado”, con la dirección de José María Novo, ha celebrado el 70° aniversario en la mejor tradición del teatro de arte con el estreno, que entendemos un estreno absoluto en nuestro medio, de “El deseo atrapado por la cola” de Pablo Picasso. Es una obra audaz, no convencional y provocativa en la que se percibe el entusiasmo innovador y aún la técnica de los movimientos poéticos de comienzos del siglo XX, como el  dadaísmo (Tristan Tzara, 1916), el surrealismo (André Breton,1924) y hasta el futurismo; aún hoy, que hemos visto todo en materia de innovaciones estéticas, buenas y de las otras, esta pieza, que lleva con frescura su aire de época, nos sorprende y conmueve.

 

Somos lectores escépticos las gacetillas de prensa y hemos utilizado su frecuente ingenuidad para discurrir sobre la  relación entre propósitos, sueños, ilusiones y realizaciones; esta vez tenemos la satisfacción de adoptar casi totalmente la gacetilla de “El Tinglado” para “El  deseo atrapado por la cola”:

 

Le Desir attrapé par la queue” está dividida en seis escenas. El argumento parece indecible, ya que una idea lleva a otra y las palabras se combinan como juegos de malabarismo con un ritmo que no sabemos hacia donde nos lleva. El hilo de la narración está ausente, los personajes son seres orgánicos que están en permanente cambio listos para tomar aliento y empezar nuevamente en un presente continuo... El texto está cargado de poesía, humor y erotismo, donde reinan sus propias reglas, al margen de la gramática, la lógica y la puntuación…Picasso compone a modo de collage, pequeñas viñetas donde lo fantástico se alterna con la música, la danza o la pantomima, así cada escena tiene un tono entre serio y cómico, simbólico y real.”

Con  su habitual energía, Picasso ha trabajado y moldeado a su gusto materiales tan poco  dúctiles como la verosimilitud, la naturaleza y la sintaxis. Sus personajes cuestionan, por su sola existencia, el sentido común: hay  un protagónico “El Patón” (Crtistian Amacoria) del que no se  sabe de qué hombre o animal es el pie, un vegetal, la cebolla, que en la versión  de “El Tinglado”, quizás por las dificultades de caracterización, es un puerro (Nicolás Pereyra), una comida preparada (la Tarta, por Florencia Sacco), parte de un objeto físico, que puede corresponder tanto a un puñal como a una sartén (“El mango redondo”, por Leonardo Franco), unos cortinados (Angel Carballedas) dos abstracciones, la Angustia Gorda (Washington Sassi) y la Angustia Flaca (Rosario Fernández Chaves); pudieron ser, además, conforme al texto del  autor, dos perritos. El lenguaje varía de una escena a otra: desde una serie de inventivas metáforas, que nos recordaron los poemas de Breton, a frases en una media lengua infantil, a interjecciones, gritos y ruidos. Picasso nunca se propone objetos fáciles y suministra acotaciones escénicas complejas, si no imposibles, como la aparición de una bañera inmensa llena de espuma de jabón de donde  salen  varios personajes o, en el fin de la escena segunda del primer acto donde, bajo luz de tormenta y lluvia que cae, se oye la “Danza macabra” de Saint Saëns y unos fuegos fatuos corren sobre el  escenario.

Este smorsgabord de objetos, ideas, imágenes, sentimientos y  provocaciones nos  sugiere, y  aquí nuestra  percepción difiere  un tanto de la  inteligente gacetilla, una glorificación de la sola existencia, una aceptación del inexplicable universo tal como es, compuesto con hombres, puerros, emociones, energía, abstracciones  y luces que, suprema humildad y  supremo realismo, se equivalen. Ese carácter múltiple y, sospechamos, un tanto aleatorio, invita, inevitablemente, a la  improvisación y a las  variaciones; y el director José María Novo, que ha seguido fielmente el texto hasta donde fue posible, ha  adaptado la pieza, con imaginación y von el  auxilio de la inspirada iluminación de Martin Blanchet, a las posibilidades físicas de un teatro. El resultado es una puesta en escena innovadora, ágil, siempre sorprendente e imprevisible, llena de la fuerza, sangre y vida que tienen  las  obras pictóricas de su extraordinario autor.

En la interpretación sobresale Cristian Amacoria, que tiene facilidad o afinidad para lo extraordinario; entendemos un grato homenaje al mejor teatro de arte que, junto a dotados jóvenes, esté la presencia de  quienes fueron puntales del teatro de arte en los buenos tiempos, los calificados actores  Washington Sassi y Luis Lage.

 

EL DESEO  ATRAPADO POR LA  COLA,  de Pablo  Picasso en traducción de Rosa Álvarez y versión de José María Novo, con Cristian Amacoria, Nicolás Pereyra, Florencia Sacco, Carina Méndez, Leonardo Franco, Luis Lage, Washington Sassi, Rosario Fernández  Chaves, Angel Carballedas, Sasha Acosta, Serrana Sequeira, Joaquín Silvestre y Pablo Rodríguez. Escenografía de Hugo Fernández, iluminación de Martín Blanchet, vestuario de  Paula Villalba, música de Agustín Ferreyra, coreografía de Fernando Imperial, dirección general de José Ma. Novo. Estreno del 28 de setiembre de 2017, teatro El Tinglado.

Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com 

 

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