"El
cuerpo de la mujer como campo de batalla”, de Matei Visniec, en el
teatro El Galpón, sala Atahualpa.
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Enterrar a los muertos, reparar a los vivos
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Esta pieza de Matei Vişniec (29 de enero de 1956, Rumania) relata el encuentro de Dora, mujer bosnia violada y embarazada por varios soldados durante una de las guerras de los Balcanes, con la psiquiatra de Boston, EE.UU., Kate, cuya misión fue, primero, la extracción e identificación de cadáveres y es ahora, cuando comienza la acción, confortar a Dora. Sin mayores referencias del texto, posiblemente se trata de una guerra a tres: los cristianos serbios y croatas por una parte y los bosnios musulmanes por otra. |
En los primeros tramos se nos adelanta el tema y se nos dice que “…en
las guerras interétnicas, el sexo de la mujer se convierte en un campo
de batalla”. La violación por los triunfadores de las mujeres de los
vencidos humilla, aterroriza, acrece la gloria guerrera. |
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El espectador se horroriza, se indigna, se duele por los bosnios; no
tiene buena memoria. La violación de mujeres, como botín de guerra e
instrumento del terror, es una constante de la desdichada especie
humana: el rapto de la esclava Briseida al comienzo de “La IIíada” y el
secuestro de Casandra por Agamenón al fin; las hazañas contadas en la
Biblia, David que se une a Abigail luego de matar al marido y la
siniestra orden divina “Sus niños serán estrellados delante de ellos;
sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres", que trasmite Isaías
(13.16); las indias en la conquista de América, las violaciones
sucedidas en las dos guerras mundiales y, al fin, pero no menos, la
violación de las presas políticas durante nuestra dictadura militar de
1973 - 1984.
El espectador, conmovido, se pregunta qué ha visto. Ha compartido el
dolor de Dora, sufre la distancia, para nada querida, entre ella y la
civilizada y resguardada Kate. Quizás valore positivamente el escozor
que lo recorre en la sala Atahualpa; estremecimiento sin consecuencias.
Apagadas las luces, celebra el arte de las intérpretes con aplausos y se
dirigirá a la cafetería más próxima por una colación. Tal vez piense por
un momento que todo ese dolor es un paso en la carrera de un dramaturgo;
tal vez se sienta representado por este fragmento del diario intimo de
Baudelaire: “Guerras, crímenes, robos, impudicias, torturas… (son) el
desagradable aperitivo con que el hombre civilizado acompaña su
desayuno…no comprendo que una mano pura pueda tocar un diario sin una
convulsión de asco”. Podrá pensar también que el tema de la obra es la
imposibilidad de la comunicación humana en circunstancias extremas y que
la tentativa de Visniec de acercarse al temible tema es simétrica al
fracaso o semi fracaso de Kate; comprenderá que la psiquiatra hace lo
único que se puede hacer. Es lo que hace Nicolal Triletzki en “Platonov”:
“Enterrar a los muertos, reparar a los vivos”. “Reparar a los vivos” es
también prevenir la intimidación y rebelarse contra ella. |
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Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com
Editado por el editor de Letras Uruguay
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