“Crisálida” se
presenta con profusión de adornos culturales; pero es sólo una historia
triste. El título alude al proverbio chino «El aleteo de las alas de
una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo», o sea el
”efecto mariposa”, el batir de alas en Hong Kong que desata una
tempestad en Nueva York; hay frases, en el programa de mano, del
pensador coreano – alemán, hoy de moda, Byung-Chul Han y se ha invocado
el tópico, que nos cuesta entender, de “la repercusión que tiene la
mirada de los demás sobre las personas a través de las redes sociales”
(sic). Palabras, alusiones y temas ajenos a la obra.
La protagonista,
“Crisálida”, repartida en cinco actrices numeradas del 1 al 5, es una
mujer ociosa proveniente de una familia clásica. Ella es alcohólica,
depresiva, agresiva, obsesivamente automedicada y un tanto histérica; su
vida se cuenta en forma entrecortada, como si después de escrita se la
hubiera cortado en pedazos, luego ensamblados no menos aleatoriamente
que por algún “efecto mariposa”; no hay tempestad, drama, tragedia o
comedia.
La
puesta en escena, de la autora, Fabiana Charlo, es digna de elogio. Con
muy buen ritmo, momentos de belleza plástica, gratos interludios
musicales y una actuación se primera línea, logra un espectáculo
entretenido, si no apasionante, a lo largo de una hora y media. Es todo
un triunfo.
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