Bichos del teatro, de April De Angelis, en el Teatro Solís, Sala Zavala Muniz
 
 

Entre tablas, bastidores, Camas y camarines


Crítica de Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com

 

Casi inmediatamente después de la restauración de la monarquía en  Inglaterra (1660), el rey Charles II permitió la actuación de actrices en el teatro; ella fueron las “Criaturas de teatro” (“Playhouse creatures”) que creó o recreó la  dramaturga inglesa  April De Angelis, nacida  en Londres en 1960 y que, bajo el desagradable título de “Bichos del teatro” se estrenó el 17 de junio en la sala Zavala Muniz del teatro Solís.

 

“Mrs.Betterton” o “Señora Betterton” (llevando en su nombre una impronta de supremacía masculina) que interpreta Alejandra Wolff, debe su presencia en las tablas a su matrimonio con el actor y empresario Mr. Betterton. El tiempo, que le trajo libertad artística, también actuó contra ella: la preferencia del público (en realidad, los  apetitos de Mr. Betterton), por  actrices jóvenes como la ex vendedora de naranjas Nell Gwynn (Sofía Rivero) tuvo sus consecuencias. Mrs. Betterton, que no es una actriz excepcional, pretende adiestrar en el arte  escénico a Mrs. Farley (Stefanie Neukirch) y  Mrs. Marshall (Natalia Chiarelli), todo ello  bajo la mirada servicial y critica de la doméstica, vestidora, traspunte y auxiliar de varios menesteres Doll Common (Andrea Davidovics) Es fácil de ver en este planteo el sesgo humorístico que, a veces a contrapelo de la ortodoxia feminista, recorre la obra.

 

Los méritos teatrales de “Bichos del teatro” son múltiples. Lo primero: el límpido feminismo de De Angelis es tan radical como poco cargoso. Es  creyente, no  un apóstol; es elocuente; no sermonea. Describe la sujeción de la mujer y también sus picardías y revanchas; nos convence de su sinceridad cuando, siempre suelta de cuerpo, relaciona los comienzos de la profesión de actriz con la prostitución o similares. En segundo lugar, la fluida inventiva de la autora es casi sin paralelo. La velocidad, la claridad, la concisión y la buena hechura son sus logros más evidentes: en pocas obras hemos visto que se diga tanto y suceda tanto como en “Bichos del teatro”, tanto en la  escena como  entre bastidores y sus aledaños.

 

La autora ha intentado, más comedia que drama, un “patchwork” o “collage” festivo y  reflexivo sobre las situaciones que  afrontaron y quizás  aún afrontan las mujeres que se inician en las  tablas. Es posible que nada sea demasiado original; pero los episodios están elegidos con buen criterio y desarrollados con un brío que, la  comparación  es inevitable, pocas veces vemos en la producción rioplatense.

 

Merece especial destaque la puesta en escena de la  inquieta, activa e inteligente Lucía Sommer. En sus manos “Bichos del teatro” adquiere el ritmo, punto menos que vertiginoso, que proyectó la autora. Entradas y salidas emplean a fondo las posibilidades de la sala Zavala Muniz y  redondean un  espectáculo atractivo y estimulante. Siempre hay un “pero” en la crítica y debemos confesarlo: la última media hora de “Bichos del teatro” nos  resultó un tanto reiterativa, pese a que en el papel, la  acción  variaba con la rapidez de una calesita sobreexcitada. No podemos abrir juicio sobre las causas de esta impresión, y hay  varias posibilidades. Una, que el crítico se haya cansado y no haya podido distinguir la variedad en lo que le pareció repetición; otra, que las cinco actrices que interpretan la pieza, de notables condiciones todas ellas, se hayan extremado con el casi constante salto mortal de componer lo que no son, actrices bisoñas que oscilan entre la fatuidad, la insignificancia y el desdén por el teatro. Por ejemplo, en el momento del suicidio de Cleopatra, Alejandra  Wolff realiza un “tour de force” magistral, al interpretar a la vez a la reina egipcia y a la casi inepta “Mrs. Betterton” que, a su vez, trata, por supuesto que en vano, de ser Cleopatra. 

 

BICHOS DEL TEATRO, de April De Angelis, traducción de Stefanie Neukirch, por la Comedia Nacional, con Andrea  Davidovics, Sofía Rivero, Stefanie Neukirch, Natalia Chiarelli y Alejandra Wolff. Escenografía y  vestuario de Beatriz Martínez, iluminación de Ivana Domínguez, música de Sara Sabah y Federico Righi, dirección de Lucía Sommer. Estreno del  17 de  junio de 2017, teatro Solís, sala  Zavala Muniz.

Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com 

 

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