Conclusiones 
De “Revelación Axiológica y Formación Humana” 
Autor: Dr. Jorge Valmaseda Valmaseda
Profesor Titular de la Universidad de La Habana, Cuba.

La axiología, o ciencia de los valores,  forma parte indisoluble del saber filosófico humanista, en tanto una de sus determinaciones principales. Por eso axiología y revelación humana, constituyen una unidad dialéctica compleja, en constante despliegue contradictorio. Una Unidad, que como todas las unidades, presupone lo diverso y la diferencia. Diferencia que genéticamente deviene de la actividad humana, como modo de existencia, cambio y transformación de la realidad social, así como de la cultura, pues aquella -  la actividad humana-, en sus aspectos cognoscitivo, valorativo, práctico y comunicativo, se  encarna y funciona en la cultura. Por eso, realmente los valores fructifican y se legitiman, incorporados al cuerpo de la cultura. De lo contrario, no es posible revelar sistemas de valores estables y duraderos, es decir, no se convierten en normas de conducta y de convivencia social.

El sujeto, como agente creador,  no sólo  revela conocimientos sino también valores, en su acción práctico-espiritual y en la comunicación humana. Y los valores, iluminados por la cultura, se convierten y se expresan en conductas reales, tanto en el mundo de la vida, como en los mundos de la escuela y el trabajo. Estos son expresión  primaria de las necesidades e intereses del  ser humano y, a la vez, sirven de mediación esencial entre los momentos gnoseológico y práctico, entre conocimiento y práctica. El hombre asume la realidad impulsado por las necesidades y aplica los conocimientos en  la práctica para realizar su ser esencial, que es, al mismo tiempo, proyectar su ser hacia el deber-ser, es decir, realizar lo por venir, completando lo que le falta: satisfacer sus necesidades.

La arista valorativa del ser humano, en todas sus mediaciones, es fuerza propulsora y motivación esencial del despliegue constante del hombre en tanto sujeto histórico. En todo el desenvolvimiento del acontecer humano que, de una forma u otra, encarna las necesidades e intereses del hombre, los valores, como ser de la realidad para éste y forma de existencia de sus aspiraciones, deseos, anhelos,  tienen un carácter proyectador, en el sentido en que impulsan los fines con sus respectivos medios de realización. Desde este punto de vista, los valores, incluida la valoración, los juicios de valor, constituyen el eslabón que realiza el tránsito del devenir ser al deber ser, del presente al futuro.

Como la cultura expresa el ser esencial del hombre, cuando determinadas condiciones sociales la hacen extraña (enajenada), al propio hombre, su aprehensión, incluyendo los valores, resulta quimérica. En una realidad de esta naturaleza, el hombre prioriza el “tener”, por encima del “ser”. Los verdaderos valores humanos no se revelan.

En las obras consultadas, múltiples han sido las concepciones teórico-metodológicas sostenidas por autores cubanos y del pensamiento universal sobre la formación de valores, incluyendo la idea de su revelación, desde una perspectiva holística, cultural y compleja, que es la que más contribuyó a los resultados obtenidos. Este trabajo, no intenta en modo alguno agotar un tema tan rico en mediaciones; sin embargo, en él, se responde la pregunta científica, se prueba la hipótesis y se cumplen los objetivos; a saber:

1. - El hombre valora para hacer más efectiva su práctica, de igual modo que los valores guían la actitud humana en todas sus manifestaciones, convirtiéndose en elementos indispensables en la regulación de la conducta de los seres humanos y operando como una especie de credencial de presentación con la que nos mostramos ante quienes nos rodean, ya que dan testimonio del ser existencial del hombre porque, en múltiples ocasiones, revelando lo que queremos, revelamos lo que somos; es decir, nuestro pensamiento al estar influenciado por los deseos nos hace actuar de tal manera que no podemos simular la intención. 

2.- Los valores se reflejan en la conciencia de los hombres en forma de valoraciones. No obstante, el objeto de reflejo de la valoración no se reduce a los valores; por eso, es necesario diferenciar los conceptos de valor y significación social, ya que por valor, generalmente, se entiende la significación socialmente positiva que poseen los objetos y fenómenos de la realidad objetiva para satisfacer necesidades humanas. Es decir, todo lo que se considere valioso puede ser significativo, pero no a la inversa, no toda significación social representa un valor; por cuanto sólo lo representa  aquella que desempeñe un papel positivo en el desarrollo de la sociedad y que consiguientemente esté relacionada, directa o indirectamente, con el progreso social. En otras palabras, si las valoraciones pueden ser positivas o negativas, como reflejo subjetivo de la significación social, los valores sólo pueden ser positivos.

3.- En la axiología, el ideal unitario conformado por la bondad, la verdad, la belleza y sus mediaciones esenciales; como atributos cualificadores de la esencia humana en la sociedad, están indisolublemente vinculados. Constituyen, en la escala de valores, categorías centrales, rectoras, en torno a las cuales aparece todo un sistema categorial operativo, jerárquicamente estructurado, tales como la virtud, el amor, la valentía, la justicia, la libertad, la honestidad, la solidaridad, entre otros.

4.- La axiología martiana no surge por generación espontánea, ya que su discurso, que integra en unidad inseparable misión y oficio, asume como problema central la “ley del progreso humano”, la ascensión del hombre, su trascendencia, y encuentra en los valores vías de acceso y causes culturales de revelación y cultivo humanos. Su obra lo atestigua, ya que ningún valor humano le resultó ajeno, pues en su axiología están presentes valores de carácter político, jurídico, ético, filosófico, científico, económico, lógico y religioso, entre otros; así como su permanente propósito de atribuirles vigencia social y trascendencia. 

5.- La formación de valores es el punto central de la formación humana, porque pretende dar dirección y sentido al ser humano como un todo. En el caso que nos ocupa, su tratamiento ha sido conceptualizado como uno de los componentes esenciales del saber filosófico y como un eje transversal en todo el proceso, deviniendo, por consiguiente, en un aspecto clave de la formación humana. En la base de todo este proceso, es preciso promover la cultura del diálogo y el debate como práctica y producción de valores en la apropiación activa de la realidad a través de la creación de espacios para la libre expresión, lo que permitirá que los valores se revelen y florezcan.

6.- El hombre inserto en la cultura con sus necesidades, intereses, fines y medios de realización humana se convierte en centro de sus búsquedas para fundar un discurso crítico que, sin soslayar lo cotidiano de la vida, fija lo que tiene de esencial. Por eso, defiende la existencia de la naturaleza humana y los atributos cualificadores que le dan perennidad: los valores, porque “vivir es crecer”, y crecer es cultivar toda la bondad, la belleza, la virtud, el amor, la valentía; en fin, la verdad que lleva dentro el hombre para que fructifique en beneficio de él y de la sociedad.

7.- Cuando los  modelos educativos basados  en valores tradicionales entran en crisis, es común que se adopten posturas que de una u otra forma recorran la idea de la educación moral basada en una concepción renovadora de los valores, ya que aunque muchos piensan que se han perdido, éstos sólo se han transformado en la medida que la realidad ha cambiado y se abren nuevos perfiles de riesgos y peligros, así como nuevas oportunidades de superación y crecimiento axiológico. Todo dependerá del punto de vista en el que nos ubiquemos para poder aceptar estas nuevas valoraciones.

8.- Dado que las materias tradicionales que corresponden a algunas disciplinas científicas no cubren todos los campos del conocimiento actualmente necesarios para cualquier persona, ni siquiera los más importantes, se hace imprescindible aglutinarlas en torno a  temas fundamentales que correspondan a los intereses y necesidades de los días de hoy. Esta es la función de los temas transversales, base para la conquista de la formación integral de las personas cuya vida transcurre en el presente siglo; ya que estos temas pueden enriquecer ampliamente la vida espiritual del hombre y servir de guía para revelar la integración de la conducta axiológica en la sociedad. Según criterios compartidos con expertos, en esta tesis se han trabajado los siguientes: moral, felicidad, bondad, verdad, belleza, virtud, amor, valentía, justicia, derecho, razón y libertad.  

9.- En la estructura de la actividad humana la relación sujeto-objeto y sujeto-sujeto se torna, ante todo, como una relación práctico-espiritual, sobre la base de la cual surgen las relaciones cognoscitivas o gnoseológicas, valorativas y comunicativas. Los valores se forman, no sólo en la relación gnoseológica del sujeto con el objeto (esto no quiere decir que los valores no puedan participar en dicha relación), sino en la relación práctico-espiritual de los tres restantes atributos cualificadores de la actividad humana y su subjetividad. Estos existen como tales porque expresan el ser de las cosas para el hombre, es decir, el modo en que existen sus necesidades e intereses. Por eso, la persona antes de preguntarse qué son las cosas, su esencia (conocimiento); se pregunta para qué me sirven (valor) y este proceso continúa ininterrumpidamente: fines, medios, condiciones, resultados; que tienen que corresponderse con las necesidades e intereses del ser humano. 

10.- La plasmación de la axiología como conducta, inserta en la cultura en todos sus componentes estructurales y sus expresiones jerárquicas, resulta posible mediante la reconstrucción sistémico-filosófica de los valores, en tanto proceso complejo que incluye niveles de formación en la adquisición de convicciones sociales y la configuración de la conciencia moral autónoma; pues ésta pone en funcionamiento dinamismos adaptativos que van desde el juicio y la reflexión hasta los sentimientos y comportamientos que se revelan en su desarrollo personal. 

Por supuesto, partimos de la premisa que los valores sólo se revelan cuando son parte de la cultura. No es una tarea que se forma por decreto o inculcando aquellas conductas y virtudes que consideramos paradigmáticas. Hay que revelarlos todos los días con espíritu cultural, yendo a las profundidades del ser humano con ciencia,  conciencia y praxis.

Jorge Valmaseda Valmaseda

De “Revelación Axiológica y Formación Humana”

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