"Martí
y su visión ecosófica humanista"
(Hacia
una hermenéutica para el
siglo XXI)
por Dr.
Sc. Rigoberto Pupo Pupo. Martí hizo mucho, dijo más…, y por eso sigue diciendo… |
En los tiempos actuales, en pleno siglo XXI, la obra de Martí continúa alumbrando caminos. La sensibilidad cósmica de su discurso universal y su vuelo cultural preludió problemas que hoy asombran por su trascendencia y actualidad. En Martí, la visión cósmica del hombre y la sociedad encuentra concreción en la cultura, vista ésta como encarnación de la actividad humana. La definición de naturaleza, incluye al hombre y a su ser esencial, la cultura. En su cosmovisión: “Es la cultura sutil como el aire, y más es vaporosa que visible, y es como un perfume”[1] Un perfume vaporoso que lo irradia todo y da cuenta del nivel de ascensión humana en comunión con la naturaleza. Esta visión cósmica cultural (ecosófica)[2] posee determinaciones concretas en la visión martiana de la historia, la axiología, la política[3], la ética, la estética, la educación y en todo su quehacer teórico y práctico. Por eso la bondad, la verdad, la belleza, la dignidad, la libertad, el deber y otros valores, con sentido cósmico cultural, devienen atributos cualificadores de la virtud del hombre, irrigados por la fuerza unitiva del amor fundante. Su concepción integradora del universo abre cauces inusitados para una comprensión holística, compleja y transdisciplinaria del ser humano, inserto en la naturaleza y como criatura de ella. “¿Qué
es la Naturaleza? El pino agreste, el viejo roble, el bravo mar, los ríos
que van al mar como a la Eternidad vamos los hombres: la Naturaleza es el
rayo de luz que penetra las nubes y se hace arcoiris; el espíritu humano
que se acerca y se eleva con las nubes del alma, y se hace bienaventurado.
Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma, -espíritus y cuerpos-;
corrientes esclavas en su cauce; raíces esclavas en la tierra; pies
esclavos como las raíces; almas, menos esclavas que los pies. El
misterioso mundo íntimo, el maravilloso mundo externo, cuanto es, deforme
o luminoso u oscuro, cercano o lejano, vasto o raquítico, licuoso o
terroso, regular todo, medido todo menos el cielo y el alma de los hombres
es Naturaleza”[4].
Nótese
que todo es naturaleza, es decir, Cosmos.
Además, todo regido por leyes y medible: menos el cielo y el alma de los
hombres. La inconmensurabilidad y la no sujeción a leyes del cielo y el
alma de los hombres, no se excluyen de la naturaleza, como incorrectamente
se ha interpretado a veces, por algunos estudiosos martianos. El
hombre es parte de la naturaleza (microcosmos). Es ella misma, si logra la
racionalidad y la sensibilidad cósmicas necesarias[5].
Es una relación de madre a hijo y viceversa, donde el hombre se
naturaliza y la naturaleza se humaniza. Hay
en Martí una sensibilidad cósmica especial que hace de todo su discurso
un sorprendente poema ensayístico ecosófico[6],
que no dispone ni impone, sino propone. “La
naturaleza se postra ante el hombre – enfatiza Martí - y le da sus
diferencias, para que perfeccione su juicio; sus maravillas, para que
avive su voluntad a imitarlas; sus exigencias, para que eduque su espíritu
en el trabajo, en las contrariedades, y en la virtud que las vence. La
naturaleza da al hombre sus objetos, que se reflejan en su mente, la cual
gobierna su habla, en la que cada objeto va a transformarse en un sonido.
Los astros son mensajeros de hermosuras, y lo sublime perpetuo. El bosque
vuelve al hombre a la razón y a la fe y es la juventud perpetua. El
bosque alegra, como una buena acción. La naturaleza inspira, cura,
consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y el hombre no se
halla completo, ni se revela a sí mismo, ni ve lo invisible, sino en su
íntima relación con la naturaleza”[7] No
se trata en modo alguno de una visión hilozoísta que anima perpetuamente
a la materia, sino de una aprehensión integradora de una totalidad que no
separa al hombre de la naturaleza, sobre la base de una hermenéutica analógica
ecosófica, fundada en un
discurso con sentido cósmico cultural.”Tortura la ciencia - señala
Martí - y pone al alma en el anhelo y fatiga de hallar la unidad
esencial, en donde, como la montaña en su cúspide, todo parece recogerse
y condensarse. Emerson, el veedor, dijo lo mismo
que Edison, el mecánico. Éste, trabajando en el detalle, para en
lo mismo que aquél, admirando el conjunto. El Universo es lo universo. Y
lo universo, lo uni – vario, es lo vario en lo uno. La Naturaleza –
enfatiza Martí - “llena de sorpresas” es toda una. Lo que hace un puñado
de tierra, hace al hombre y hace al astro. Los elementos de una estrella
enfriada están en un grano de trigo. Lo que nos mantiene sobre la tierra
está en la tierra…La analogía de muchos compuestos orgánicos y
ciertos grupos de simples, pasma a los químicos…[8]
La
mirada ecosófica de los infinitos textos (significaciones humanas) que
median las relaciones del hombre con la naturaleza y la sociedad, no
constituye una simple traducción interpretativa, al margen de
contextos, necesidades, intereses culturales, humanos. Es una mirada
interpretativa – comprensiva, en perenne actitud de sospecha, “que
hace camino al andar”, porque está consciente que su juego mismo, es
analógico –icónico- cósmico, e involucra al otro. No es un simple
acto lingüístico al margen del drama humano y la cultura que funde y
construye. Es una
interpretación con ansia de humanidad, y sin caer en los brazos del
relativismo subjetivista y el objetivismo absoluto. Es una traducción
clamorosa que dice lo que ve y hace lo que dice…, porque está dentro
del todo. Es él mismo o parte de él. Una
hermenéutica ecosófica[9]
de relampagueante vuelo devela Martí en sus vívidos ensayos. Emerson es
un ejemplo elocuente: “El espíritu agitado vuela a lo alto. Alas quiere
que lo encumbren, no pluma que lo taje y moldee como cincel. Escribir es
un dolor, es un rebajamiento: es como uncir cóndor a un carro. Y es que
cuando un hombre grandioso desaparece de la tierra, deja tras de sí
claridad pura, y apetito de paz, y odio de ruidos. Templo semeja el
Universo. Profanación el comercio de la ciudad, el tumulto de la vida, el
bullicio de los hombres. Se siente como perder de pies y nacer de alas. Se
vive como a la luz de una estrella, y como sentado en llano de flores
blancas. Una lumbre pálida y fresca llena la silenciosa inmensa atmósfera.
Todo es cúspide, y nosotros sobre ella. Está la tierra a nuestros pies,
como mundo lejano y ya vivido, envuelto en sombras (…) Emerson ha
muerto: y se llenan de dulces lágrimas los ojos. No da dolor sino celos.
No llena el pecho de angustia, sino de ternura. La muerte es una victoria,
y cuando se ha vivido bien, el féretro es un carro de triunfo. El llanto
es de placer; y no de duelo, porque ya cubren hojas de rosas las heridas
que en las manos y en los pies hizo la vida al muerto. La muerte de un
justo es una fiesta, en que la tierra toda se sienta a ver cómo se abre
el cielo. Y brillan de esperanza los rostros de los hombres, y cargan en
sus brazos haces de palmas, con que alfombran la tierra, y con las espadas
de combate hacen en alto bóveda para que pase bajo ellas, cubierto de
ramas de roble y viejo heno, el cuerpo del guerrero victorioso. Va a
reposar, el que lo dio todo de sí, e hizo bien a los otros. Va a trabajar
de nuevo, el que hizo mal su trabajo en esta vida. (…) ¿Que quién fue
ese que ha muerto? Pues lo sabe toda la tierra. Fue un hombre que se halló
vivo, se sacudió de los hombros todos esos mantos y de los ojos todas
esas vendas, que los tiempos pasados echan sobre los hombres, y vivió faz
a faz con la naturaleza, como si toda la tierra fuese su hogar; y el sol
su propio sol, y él patriarca. Fue uno de aquellos a quienes la
naturaleza se revela, y se abre, y extiende los múltiples brazos, como
para cubrir con ellos el cuerpo todo de su hijo. Fue de aquellos a quienes
es dada la ciencia suma, la calma suma, el goce sumo. Toda la naturaleza
palpitaba ante él, como una desposada.”[10] Los
textos – ensayos de Martí, son joyas hermenéuticas ecosóficas. Es que
su ensayismo mismo, es una mónada[11],
donde se refleja el mundo entero del hombre como Cosmos, como Universo,
como Naturaleza[12],
¿Y por qué no como cultura, si para el Apóstol cubano, la relación
hombre – naturaleza, es un proceso de conversión recíproca, de
naturalización y humanización al mismo tiempo? Una eterna comunión, a
manera de recíproca conversión. “La vida - refiere a Emerson - no le
inquieta: está contento, puesto que obra bien: lo que importa es ser
virtuoso: «la virtud es la llave de oro que abre las puertas de la
Eternidad»: la vida no es solo el comercio ni el gobierno, sino a más,
el comercio con las fuerzas de la naturaleza y el gobierno de sí: de
aquellas viene este: el orden universal inspira el orden individual: la
alegría es cierta, y es la impresión suma, luego, sea cualquiera la
verdad sobre todas las cosas misteriosas, es racional que ha de hacerse lo
que produce alegría real, superior a toda otra clase de alegría, que es
la virtud: la vida no es más que «una estación en la naturaleza» (…)
mejor que rebelarse es vivir adelantando, por el ejercicio honesto del espíritu
sentidor y pensador.[13] La
hermenéutica ecosófica discursiva martiana, interpreta la realidad con
sentido cósmico, porque ella misma es un Cosmos pensante que siente, actúa,
valora y se comunica. Una comunicación que no pone límite. Se despliega
como Logos buscador que unifica y diversifica para captar el todo vivo
como sistema abierto. El objeto de la vida, y también la verdad que
afanosamente buscamos, no son aprioris dado en sí y por sí. Son
procesos complejos culturales. “¿Y el objeto de la vida?-
Pregunta Martí- El objeto de la vida es la satisfacción del anhelo de
perfecta hermosura; porque como la virtud hace hermosos los lugares en que
obra, así los lugares hermosos obran sobre la virtud. Hay carácter moral
en todos los elementos de la naturaleza: puesto que todos avivan este carácter
en el hombre, puesto que todos lo producen, todos lo tienen. Así, son una
la verdad, que es la hermosura en el juicio; la bondad, que es la
hermosura en los afectos; y la mera belleza, que es la hermosura en el
arte. El arte no es más que la naturaleza creada por el hombre. De esta
intermezcla no se sale jamás. La naturaleza se postra ante el hombre- y
le da sus diferencias, para que perfeccione su juicio; sus maravillas,
para que avive su voluntad a imitarlas; sus exigencias, para que eduque su
espíritu en el trabajo, en las contrariedades, y en la virtud que las
vence. La naturaleza da al hombre sus objetos, que se reflejan en su
mente, la cual gobierna su habla, en la que cada objeto va a transformarse
en un sonido. Los astros son mensajeros de hermosuras, y lo sublime
perpetuo. El bosque vuelve al hombre a la razón y a la fe, y es la
juventud perpetua. El bosque alegra, como una buena acción. La naturaleza
inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y
el hombre no se halla completo, ni se revela a sí mismo, ni ve lo
invisible, sino en su íntima relación con la naturaleza. El Universo va
en múltiples formas a dar en el hombre, como los radios al centro del círculo,
y el hombre va con los múltiples actos de su voluntad a obrar sobre el
Universo, como radios que parten del centro. El Universo, con ser múltiple,
es uno: la música puede imitar el movimiento y los colores de la
serpiente. La locomotora es el elefante de la creación del hombre,
potente y colosal como los elefantes. Solo el grado de calor hace diversas
el agua que corre por el cauce del río y las piedras que el río baña. Y
en todo ese Universo múltiple, todo acontece, a modo de símbolo del ser
humano, como acontece en el hombre. Va el humo al aire como a la Infinidad
el pensamiento. Se mueven y encrespan las aguas de los mares como los
afectos en el alma”.[14] La
hermenéutica ecosófica martiana, dirigida a “una nueva inteligencia
del oikos (de la casa del mundo) y a una renovación práctica del ethos
(de los modos de habitar)”, deviene aprehensión comprensiva cósmica,
sobre la base de la analogía, la diferencia y el amor fundante del hombre
virtuoso. Una interpretación pletórica de razón y
sensibilidad natural humanas. Hay
una concepción unitaria del ser complejo, cualificado por la analogía,
el equilibrio y la armonía universal[15].
"Martí vivió -dice Vitier- como una fuerza espiritual -eso
era en esencia- en contacto perpetuo con el misterio del universo.
Recuérdese aquella línea de sus versos sencillos: "y crece
en mi cuerpo el mundo" De
ahí que sintiera como suyo ese modo de panteísmo que vibra en Emerson,
desligado de todo credo formal. Así
dice Martí: "Para él no hay cirios como los astros, ni altares como
los montes, ni predicadores como las noches palpitantes y profundas."[16] “Quién
lea los Versos Sencillos hallará no pocas estrofas transidas de eso que
pudiéramos denominar sensibilidad cósmica.
Se siente allí un espíritu atraído por la Naturaleza, ganoso de
descansar de los hombres...
"Yo sé de Egipto
y Nigricia,
de Persia y de
Jenofonte,
y prefiero la caricia
del aire fresco del
monte.
"Yo sé las
historias viejas
del hombre y de sus
rencillas,
y prefiero las abejas
volando en las
campanillas."[17] Al
sentido cósmico, presente en el pensamiento filosófico de Martí, M.
Vitier agrega, el finalismo, que según él, "(...) late acá y allá
en sus artículos. Recuérdese
esta aserción suya: "corren leyes magníficas por las entrañas de
la Historia". Esos
credos, que caen en lo metafísico, le robustecían la fe en cosas más
inmediatas y palpables. He ahí
cómo lo cotidiano se nutre de lo eterno.
Esa es la unidad profunda que vio.
Vidente, pues, en ese sentido. A
veces declara explícitamente su visión de la existencia. Es
insustituible su texto a ese respecto: "Que el Universo haya sido
formado por procedimientos lentos, metódicos y análogos, ni anuncia el
fin de la Naturaleza ni contradice la existencia de los hechos
espirituales". Insiste en eso -en la sustantividad de lo espiritual-.
Él le halla esfera propia. También
gravitan sus concepciones en torno a la unidad de todo.
Por eso dice: "El Universo, con ser múltiple, es uno".[18] En
la Cosmovisión martiana, la espiritualidad del hombre es esencial, su
subjetividad, como agente histórico-cultural.
Lo que no significa que lo hiperbolice.
Para él, lo material y lo espiritual constituyen una unidad
inseparable. Recuérdese la
polémica en el Liceo Hidalgo, de México.
Incluso aboga por una filosofía de la relación que no separe lo
ideal y lo material, que no discurra hacia los extremos.
Simplemente, que lo aborde en su relación, pues “Yo no afirmaría
la relación constante y armónica del espíritu y el cuerpo, si yo no
fuera su confirmación’’[19]. Hay
en Martí, en su pensamiento, acuciantes notas espiritualistas de corte
cristiano. Cree en la
preexistencia y postexistencia del alma, en la superioridad del espíritu,
sin embargo no se desliga de la
realidad inmediata.
Sus convicciones ideopolíticas (culturales) terrenalizan su tendencia
especulativa, sin matar su raíz utópica y su miraje hacia lo absoluto y
lo grande, pues en su criterio: "menguada cosa es lo relativo que no
despierta al pensamiento de lo absoluto.
Todo ha de hacerse -declara Martí, de manera que lleve la mente a
lo general y a lo grande. La
filosofía no es más que el secreto
de la relación de
las varias
formas de
existencia".[20] En su epistemología hermenéutica somete a crítica
el apriorismo y el subjetivismo. Defiende la analogía sin
absolutizaciones estériles. Considera la realidad como fuente del conocimiento.
"En el hombre, -cree Martí- hay fuerza pensante, pero esta
fuerza no se despierta ni desarrolla, sin cosas pensantes."[21]
Además "hay armonía entre las verdades, porque hay armonía
entre las cosas".[22] Su
epistemología, siguiendo la tradición cubana, se expresa como
sensorracionalismo, donde lo sensorial y lo racional son dos momentos de
una unidad y un proceso único inseparable, en pos de la aprehensión cósmica
de la realidad. Al
mismo tiempo, su siempre razón utópica -rasgo propio de los grandes
pensadores fundadores- no lo conduce a separar la teoría de la práctica. El
"espiritualismo martiano", la sustantivación de la subjetividad
humana, tampoco restan valor a su hermenéutica ecosófica. En
su concepción,
el hombre,
como sujeto
socio-cultural, reproduce de forma compendiada la totalidad del
Universo. La naturaleza -concepto amplio en Martí- integra todo, lo
espiritual y lo material; pero el hombre, es por sobre todas las cosas, un
ser activo, hacedor de historia, cultura,
y al mismo tiempo, condicionado sociohistóricamente, pues
"nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su
pueblo".[23] Una
hermenéutica ecosófica puede hacer mucho en los tiempos actuales, si es
capaz de interpretar el espíritu del mundo con ansia de humanidad, y
aprehender la conducta del
hombre en su complejidad real, como eticidad concreta, sin imposiciones
epistemológicas ni abstractos apriorismos. Interpretar la realidad
subjetivamente, y seguir la lógica especial del objeto especial, y no dar
la espalda al drama humano, como aconsejaba Marx, no pueden pasar
inadvertidos, si se quiere “hacer camino al andar”… Y
hay que hacer camino al andar… No queda otra alternativa, si queremos
que emerja una cultura del ser y los valores, y sobre todo, una ética del
género humano que garantice la existencia de la vida presente y futura.[24] Por
eso con justificada razón señala Hart: “En el siglo XXI la lección de
su vida – refiere a Martí – adquiere para los cubanos una nueva
dimensión, se revela con mayor claridad y alcance de su significado
universal. La humanidad está necesitada de nuevos paradigmas y Cuba tiene
el suyo.”[25] Referencias [1]
“Cartas de Martí”. La Nación. Buenos Aires, enero 11 de 1885.
Nueva York, noviembre 27 de 1884. OC. 10:132. [2]
Se trata de nuevos saberes transdiciplinarios e integradores, cuyos propósitos
esenciales se dirigen a salvar al ser humano desde una perspectiva
ético – humanista, compleja y con sentido cultural. Lo que
no significa que compartamos todas sus ideas y principios… La
Ecosofía, como fuente
del paradigma de complejidad emergente, se ha constituido en un saber
que despierta gran interés en la comunidad científica. ¿Qué
es la Ecosofía? Para Félix Guattari, la
“Ecosofía
es la ciencia del siglo XXI. Su objeto, la sabiduría para habitar el
planeta. Propone pasar a la mundialización, rescatar lo local,
revisar la visión que tenemos del mundo (….) La clave, "saber
en qué forma vamos a vivir de aquí en adelante sobre este
planeta". Las propuestas abordan la globalización en lo humano y
en lo técnico-científico” (Ver Ecosofía: Nueva ciencia/
htm) [3] “Toda gran verdad política es una gran verdad natural. (Martí, J. “Cuadernos de Apuntes”, No. 18. 1894. OC. 21:381) [4]
Martí, J. Juicios Filosofía. Obras Completas. Tomo 19. Editorial
Nacional de Cuba, La Habana, 1967, p. 364. [5]
La racionalidad moderna con su paradigma reduccionista y cientificista
separó al ser humano de la naturaleza, de su claustro materno, y con
ello sentó las bases epistemológicas de su acción depredadora. [6] “La concepción espiritual y cosmológica de la ecosofía ofrece la posibilidad de contemplar el universo como un todo que se origina en cada uno de nosotros. Pensarnos un centro cualquiera de este multiverso que se expande a partir de lo que somos, y a la vez, sabernos un reflejo de ese orden, un microcosmos” (Iglesia, M. Entrevista a Alex Escamilla, colaborador de Rebelión. Ecosofía, la filosofía unida a la tierra. http://www.revistafusion.com/2007/junio/report165.htm) [7]
Martí, J. Emerson. Obras
Completas. Tomo 13. Editora nacional de Cuba, La Habana, 1967, pp. 25
– 26. [8]
Martí, J. Correspondencia particular de El Partido Liberal. Obras
Completas. Tomo 11. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, pp. 164-165.
[9] Es una filosofía unida a la tierra, una sensibilidad – razón cósmica, que sin aprioris absolutos, da cuenta de ella, de la vida que la habita y otras mediaciones. Una sabiduría, que se concreta, más que en una enciclopedia, en una ecopedia cultural. La lógica de la ecosofía es la de la dialógica, la del intercambio simbólico, la del don, donde el nosotros configura sus propios escenarios mañaneros para que los sujetos en proceso desplieguen su potencial saber ético - estético - político en la construcción social de comunidades educativas. Una comunidad que se avala en sus procesos de deconstrucción y reconstrucción política y cultural, por una ecosofía donde el texto territorial mantiene la arborescencia en primavera, trabaja con alegría creadora al interior de sus actos de habla, dándole paso a la Democracia Participativa, al habla plural y no al monologismo balístico de la tentación totalitaria [10]
Martí, J. Emerson. Obras Completas. Tomo 13. Editorial nacional de
Cuba, La Habana, 1964, pp.
17 – 18. [11]
En la filosofía de
Leibniz, el Universo se compone de innumerables centros conscientes de
fuerza espiritual o energía, conocidos como mónadas. Cada monada
representa un microcosmos individual, que
refleja el Universo en diversos grados de perfección y
evolucionan con independencia del resto de las mónadas. [12]
“El espíritu humano nace a caballo y con espuelas, y apenas se
aposenta en el cuerpo que le cabe en suerte, emprende su viaje en
busca de la solución de sí mismo, y del punto en que ha de
confundirse con el espíritu universal. Anhela saberlo todo.
Desfallece cuando ve que no le alcanza su hora terrenal para darse
cuenta de todo lo que hay sobre la tierra. (“Sección constante”.
La Opinión Nacional. Caracas, enero 12 de 1882. OC. 23:148.) [13]Martí,
J. Emerson. Obras Completas. Tomo 13. Editorial nacional de Cuba, La
Habana, 1964, pp. 24 –
25. [14] Ibídem, pp. 25 – 26. [15]
“Lo verdadero es lo sintético. En el sistema armónico universal,
todo se relaciona con analogías, asciende todo lo análogo con leyes
fijas y comunes. Como desde las eminencias abarcan los ojos extensión
mayor de tierra, desde el resultado concreto, desde la ley común y
fija, desde la deducción análoga que de la contemplación de los
seres resulta, abárcase y compréndese número mayor y naturaleza
clara de los seres creados”. (“Boletines de Orestes”. Revista
Universal. México, junio 18 de 1875. OC. 6:233-234). [16] [16]Vitier, M. Valoraciones II. Universidad Central de Las Villas, 1961, p. 99. [17]
Ibídem. [18]
Ibídem, p. 101. [19]
Martí, J. Juicios.
Filosofía. Obras Completas. Tomo XIX. Editorial Nacional de Cuba, La
Habana, 1967, p. 362. [20]
Martí, J. El poema del Niágara, O.C. T. 7. Edit. Nacional.de Cuba,
La Habana, 1962, p. 232. [21]
Martí, J. Cuadernos de Apuntes, O. C. T. 21 Edit. Nacional de Cuba,
La Habana, 1965, p. 54. [22]Ibídem,
p. 55. [23]
Marti, J. Henry Ward Beecher, O. C. T. 13. Edit. Nacional de
Cuba, La Habana, 1964, p. 34. [24] Muchas de estas ideas ya fueron trabajadas en mi ensayo “Hacia una hermenéutica ecosófica. ( http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/pupo_pupo_rigoberto/hacia_una_hermeneutica_ecosofica.htm ) [25] Hart, A. José Martí. Apóstol de nuestra América. Perfiles. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2008, p. 121. |
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Dr. en Filosofía. Profesor Titular, Investigador Titular de la Universidad de La Habana
Ver, además:
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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