Lo real maravilloso como aprehensión cultural Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo. |
Lo
real maravilloso como teoría y método creador de asumir la realidad
–el mundo en relación con el cosmos humano- y su aprehensión
subjetiva, constituye el aporte literario-filosófico más relevante del
genio carpenteriano. Se
pueden identificar influencias, antecedentes y coincidencias posibles.
Pero en tanto teoría sistemáticamente elaborada y su revelación
consciente en toda una excelsa obra, es un mérito de Carpentier que nadie
pone en dudas. Naturalmente,
las influencias raigales de la literatura latinoamericana y cubana del
siglo XIX fueron tan profundas que en todos los escritores grandes del
siglo XX dejó su huella y Alejo
Carpentier no es una excepción. En
su obra se hace alusión a algunos, particularmente a José Martí, donde
algunos de sus pasajes de su “antológico estudio que escribe a la
memoria de Carlos Darwin, nos resulta un artífice maravilloso de la prosa
barroca, y su ensayo fundamental, Nuestra América donde se definen todos
los problemas de América en pocas páginas, es un maravilloso ejemplo de
estilo barroco (...) y lo barroco que ustedes conocen, la novela contemporánea
latinoamericana, la que se ha dado en llamar la “nueva novela” (...)
es debida a una generación de novelistas en pie hoy en día, que están
produciendo obras que traducen el ámbito americano, tanto ciudadano como
de la selva o de los campos, de modo totalmente barroco. En
cuanto a lo real maravilloso, sólo tenemos que alargar las manos para
alcanzarlo”.[1] Carpentier
establece una relación muy cercana entre el barroquismo y lo real
maravilloso. En su criterio,
refiriendo a los elementos barrocos de América Latina, fijados por Simón
Rodríguez, consideran que “con tales elementos en presencia aportándole
cada cual su barroquismo, entroncamos directamente con lo que yo he
llamado lo real maravlloso”.[2] Hans-Otto-Dill,
encuentra influencia o coincidencia entre Martí y Carpentier, en el tema
de lo real maravilloso, refiriendo al artículo del apóstol cubano “El
hombre antiguo de América y sus artes primitivas.”[3]
“Esta descripción martiana nos recuerda los conflictos centrales
de la obra narrativa de Alejo Carpentier, que son casi siempre también
conflictos y contradicciones entre lo arcaico y lo moderno (...) En la
obra de Carpentier, todo este mundo de superstición, de magia y de
mitologías negras, indias y criollas, de una sociedad primitiva,
caracterizada por la lucha inmediata y directa contra la naturaleza choca
con el mundo del “racionalismo, del capitalismo, de la técnica moderna,
del Siglo de las Luces, de las ciencias” (...)
Encontramos en Martí,
a veces, el mismo vocablo “maravilloso”, para designar tales fenómenos
(...) En otro lugar dice que la América Latina tiene sus “historias de
maravillas increíbles, de misteriosas fugas, de mágicos rescates”[4], y “en un trabajo suyo, “Andrés Bello” leemos:
Vuelve los ojos a nuestra América maravillosa”.[5] Todo el
continente le parece ser un territorio a la vez real y maravilloso”.[6]
Estas
indagaciones, por supuesto, no resta valor al descubrimiento de Alejo
Carpentier. Él mismo dio
cuenta de ello. Lo más importante es comprender los momentos de
continuidad, ruptura y desarrollo de la rica tradición del pensamiento
latinoamericano en sus discernimientos identitarios y en la revelación
del ser esencial de nuestra América. “Para eso nos hemos preparado,
enfatiza Carpentier, para eso hemos estudiado nuestros clásicos,
nuestros autores, nuestra historia, y para expresar nuestro tiempo de América
hemos buscado y hallado nuestra madurez.
Seremos los clásicos de un enorme mundo barroco que aún nos
reserva, y reserva al mundo, las más extraordinarias sorpresas”.[7] 1.
Subjetividad humana y realidad de nuestra América El
descubrimiento de lo real maravilloso, en mi criterio, deviene teoría
filosófico-literaria y método aprehensivo de la realidad latinoamericana
y otras regiones de nuestro planeta con semejante especificidades.
Es un modo particular de aprehender la realidad subjetivamente, sin
caer en los brazos del subjetivismo.
Un sentido cultural de asumir la realidad en su expresión sistémica,
sin soslayar la complejidad de las mediaciones varias de naturaleza
subjetiva y objetiva en que deviene el hombre en relación con su mundo o
entorno individual y sociohistórico.
Es en sí mismo la búsqueda de la identidad americana, en su
diversidad y riqueza expresiva, con espíritu de raíz y vocación ecuménica. Para
Carpentier, a diferencia de los conceptos establecidos por la academia
y por el surrealismo, lo real maravilloso “(...) es lo
extraordinario, más que nada asombroso, por lo insólito.
Todo lo insólito, todo lo asombroso, todo lo que se sale de las
normas establecidas es maravilloso”.[8]
En la concepción de nuestro novelista mayor, lo maravilloso no es
identificable con lo bello y lo hermoso, pues lo extraordinario, lo
asombroso, lo insólito, no es posible cualificarlo como feo o bello.
Sinceramente, es extraordinario[9]. Por tanto
–enfatiza Carpentier- debemos establecer una definición de lo
maravilloso que no entrañe esta noción de lo que lo maravilloso es lo
admirable porque es bello. Lo feo, lo deforme, lo terrible, también puede ser
maravilloso. Todo lo insólito
es maravilloso”[10], pues de una forma u otra altera o impresiona al
sujeto, a su razón, a su sensibilidad y conduce espontáneamente a una
reacción positiva o negativa. Es
encontrarse ante lo no común, ante lo no normado por las convenciones o
por nuestro yo. Además para
algunos lo que es bello, para otros, resulta feo, y viceversa (...), sin
dejar de ser para todos, insólito, extraordinario y asombroso.
Y el asombro crea un estado particular en el espíritu.
Tanto es así que la filosofía surge y se desarrolla, ante el
asombro y su búsqueda crítico-analítica, es ante todo darle respuesta
al mismo, a través de la investigación.[11] En
el reino de este mundo, Carpentier teoriza en torno al problema, y revela
lo real maravilloso en sus varias mediaciones y condicionamiento.
“Después de sentir el nada mentido sortilegio de las tierras de
Haití, de haber hallado advertencias mágicas en los caminos rojos de la
Meseta Central, de haber oído los tambores del Petro y del Rada, me vi
llevado a acercar la maravillosa realidad recién vivida a la agotante
pretensión de suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas
literaturas europeas de estos últimos treinta años.”[12] El
cronista de la historia y la cultura americana
-porque eso fue también Carpentier- con desbordante imaginación y
oficio como investigador histórico, comprende que lo real maravilloso no
hay que construirlo arbitrariamente[13],
emerge ante la razón y la sensibilidad de modo espontáneo y auténtico.
Está ahí, en la historia y la trama humana.
Sólo espera por la sensibilidad del escritor o el artista para
aflorar. Es como si la
realidad, deseosa de complicidad se hiciera transparente a la subjetividad
humana para ser aprehendida e integrada al cosmos humano.
“Pero es que muchos se olvidan, con disfrazarse de magos a poco
costo –explica Carpentier el proceso aprehensivo de lo real maravilloso-
que lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de
una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación
privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o
singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de
una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas
con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que
lo conduce a un modo de “estado límite.”[14] La
revelación de lo real maravilloso es un acto creador, mediado por múltiples
condicionamientos, incluyendo el conocimiento que se posea de la realidad
y la fantasía alumbradora. Se
produce en un momento de “estado límite” del espíritu. Es el
instante de apropiación esencial de la realidad, que a veces ocurre
inesperadamente y no precisamente cuando se quiere encontrar.
La historia muestra que esto es una particularidad de todo acto
creador y la creación de lo real maravilloso no es una excepción. No
es un acto introspectivo puro que tenga lugar sólo en la mente y en la
sensibilidad del sujeto. Es
una relación sujeto-objeto, mediada por la subjetividad, en todas sus
potencialidades aprehensivas que permite alterar la realidad y apropiarse
de ella en toda su riqueza expresiva.
La mediación subjetiva no es sólo conocimiento o actitud
cognoscitiva. Es también
valoración, praxis y comunicación.
Participan todos los atributos cualificadores de la actividad
humana, pero opea como proceso complejo, donde lo ideal y lo material se
convierten recíprocamente, devienen idénticos. Precisamente, el devenir
idéntico, es el momento de total revelación, el instante en que tiene
lugar el descubrimiento. Nótese
que no se trata de un procedimiento fenomenológico, como a veces suele o
se quiere atribuir a Carpentier. No
se buscan esencias ideatorias en los marcos o dentro del pensamiento puro.
Es un proceso de revelación humana que no tiene como punto de
partida al pensamiento, sino a la necesidad y a los intereses del hombre
creador que con su esfuerzo y
con conocimiento de causa devela
una realidad que siente como propia en su subjetividad, en su espíritu. Por eso, con razón el Premio Cervantes aclara: “Para
empezar, la sensación de lo maravilloso presupone una fe. Los que no
creen en santos no pueden curarse con milagros de santos, ni los que no
son Quijotes pueden meterse, en cuerpo, alma y bienes, en el mundo de Amadís
de Gaula o Tirante el Blanco”.[15] Lo
real maravilloso –su propio nombre lo delata- es la viva realidad
americana, cuya riqueza diversa, física y espiritual, resulta
maravillosa, por lo insólito de su expresión, por el asombro que causa y
por su extraordinaria virginidad, mezclas, contrastes y magias que
suscitan la creación. “A
cada paso hallaba lo real maravilloso.
Pero pensaba –se refiere a sus vivencias durante la permanencia
en Haití- además, que esa presencia y vigencia de lo real maravilloso no
era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera,
donde todavía no se ha terminado de establecer, por ejemplo, un recuento
de cosmogonías. Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de
hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron
apellidos aún llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna
Juventud, de la áurea ciudad de Manoa, hasta ciertos héroes modernos de
nuestras guerras de independencia de tan mitológica traza como la
coronela Juana de Azurduy”.[16] Si
bien Carpentier tomó conciencia de su descubrimiento en toda su concreción
y lo teorizó con manos maestras, él mismo confesó que en sus obras fluía
sin proponérselo.[17]
Sencillamente, porque no intentó construir lo real maravilloso con estériles
artificios ni con la abstracta especulación.
Su genio creador –de fuerte calibre- siguió la lógica especial
del objeto especial, sin perder de vista las diferencias específicas y
los matices y los detalles, que no por secundarios dejan de ser
esenciales. Además, su
narrativa siempre está avalada por “una documentación extremadamente
rigurosa que no solamente respeta la verdad histórica de los
acontecimientos, los nombres de personajes -incluso secundarios- de
lugares y hasta de calles, sino que oculta, bajo su aparente
intemporalidad, un minucioso cotejo de fechas y de cronologías”.[18]
Y
es que la fantasía como la realidad misma, también es real ¿Quién
puede negar la realidad de la fantasía, cuando se funda en premisas
reales y preludia lo porvenir? ¿Quién que es, no practica la fantasía o
disfruta con ella? Y más aún cuando se trata de nuestra América que por
su origen, historia y contextos la fantasía es inmanente al hombre
“natural”, unas veces compendiando añoranzas y nostalgias tras sus orígenes,
otras veces, imponiéndose tareas para mejorar, o en fin, soñando para
ser[19],
en un mundo nuevo, lleno de encantos y aprehensiones varias, suscitados
por mitos, leyendas, ritos, símbolos y representaciones. “Y es que, por
la virginidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la
presencia fáustica del indio y del negro, por la revelación que
constituyó su reciente descubrimiento, por los fecundos mestizajes que
propició –subraya Carpentier- América está muy lejos de haber agotado
su caudal de mitologías”.[20] El
gran descubrimiento literario-flosófico y también artístico, por
supuesto, de lo real maravilloso, sintetiza y concreta el cosmos del
hombre latinoamericano, tematizado en un crisol unitario, donde
subjetividad humana y realidad de nuestra América, encarnan un diálogo
perenne con sentido cósmico, y numen cultural.
Una unidad entre el yo y el mundo americano que trasciende la
barrera de uno y la determinación del otro.
Un eterno devenir idéntico entre lo objetivo y lo subjetivo,
mediante la actividad humana que construye, conoce, valora, cambia y
comunica. He
ahí, el valor cosmovisivo de lo real maravilloso y los infinitos cauces
que abre al quehacer creativo del hombre americano, al conocimiento del
mundo en que vive y al suyo propio. 2.
Dimensión cosmovisiva de lo real maravilloso Lo
real maravilloso como creación artístico-literaria es en sí mismo un
cosmos humano de trascendencia universal. Es
la concreción de la rica cosmovisión carpenteriana, tematizada en un
ideal artístico-literario que se realiza en tanto tal, en una región
particular de nuestro planeta: América Latina.[21] En
lo real maravilloso, como totalidad holística aprehensiva se suprime dialécticamente
la oposición entre lo objetivo y lo subjetivo, para encarnar en síntesis,
atributos cualificadores de la cosmovisión de Alejo Carpentier:
latinoamericanismo, barroquismo, contextualismo, etc. en una obra artístico-literaria,
con fuerte elan filosófico, para mirar el devenir de nuestra América con
sentido cósmico y al mismo tiempo apegado a la realidad concreta.
Si bien en “El
reino de este mundo” en la terminología carpenteriana se observa
resonancia del surrealismo y el realismo mágico, no es menos cierto, que
además de la crítica explícita que hace a la metodología surrealista
por su afán de crear lo maravilloso con artificios, también como
descubre Padura “(...) no es fortuita(...) la reiterada mención del término
realidad, y menos aún el estado límite, la revelación privilegiada, la
exaltación del espíritu, de tanto sabor surrealista”.[22] Su
cosmovisión unitaria del ser, y su visión de lo real e histórico como
proceso, unido al sentido cultural que media y rectora su asunción de la
realidad, lo distancia tanto de la estética surrealista como de la
concepción del realismo mágico americano.[23]
Esto no significa en modo alguno que en su narrativa no encontremos
pasajes que nos recuerda o coincidan con esta última, pero superada por
una visión que soslaya la “mística de la percepción de lo
maravilloso, y donde lo mágico es tal, por lo insólito y lo cotidiano
con que se revela en nuestra América, y no por el “milagro y la fe”,
pues “(...) es imposible pensar que Alejo Carpentier creyese en
licantropías y milagros de santos en el momento de narrar la conversión
final de Ti Noel en el Reino de este Mundo –enfatiza Padura- y mucho
menos la cura de Esteban por “conocimientos” del doctor Ogé, en El
Siglo de las Luces. Y es que la sensación de lo maravilloso, o mejor, la
capacidad para determinar qué es lo maravilloso, más que de una fe,
proviene de un exhaustivo conocimiento de lo insólito y lo lógico, de lo
americano y lo universal entrelazados en la realidad de nuestro
continente”.[24]
Esta tesis resulta aún más verosímil, si tenemos en cuenta los
estudios investigativos históricos que realizaba Carpentier antes de
escribir una novela. Estudios
tan detallados y profundos que lo convertían en cronista de la historia
que llevaba a sus novelas. Por
otra parte, no siempre la trama contada, narrada y descripta, tiene que
coincidir con el autor. El
autor no siempre habla por sus personajes, a veces hace hablar a sus
personajes con sus mitos y sus creencias, sin que esto signifique que
formen parte de su visión del problema o la trama.
Muchas mediaciones, determinaciones y condicionamientos, pone en
juego el creador con sus recursos literarios y artísticos que no se
pueden olvidar al analizar un texto o un autor específico.
También los conceptos evolucionan, se llenan de contenido, cambian
y sufren alteraciones con la evolución misma del autor[25]
y la emergencia de nuevos contextos. “La elaboración de contextos
presupone –según Rodríguez Coronel- la remisión del mundo novelesco a
un universo concreto que se traduce en modo de vida, costumbres,
creencias; un universo en el cual la relación entre lo real
maravilloso(...) y su asimilación subjetiva está basada en resortes histórico-culturales
y ello constituye también parte de la problemática de los personajes”.[26] La
dimensión cosmovisiva de lo real maravilloso se nota, tanto por la asunción
totalizadora de la realidad, como por su aprehensión creadora.
La creación en sí misma siempre compendia todo un cosmos de
mediaciones varias, presentes en el hombre, su vida, sentido y destino, en
relación con su entorno y los contextos en que deviene. La
creación artística de Carpentier no comienza con el acto mismo de
escribir, sino más bien, cuando procede a combinar la “materia prima”
seleccionada por su pensamiento y la praxis, al nivel del sustrato del
arte que irriga y fecunda su sensibilidad creadora.
En el momento de la revelación de lo real maravilloso el sujeto y
el objeto devienen idénticos. Lo
ideal y lo material se convierten recíprocamente, a través de la praxis.
Por eso, resulta suscitadora la aproximación conceptual de lo real
maravilloso, esbozada por Padura, “(...) entendido, ante todo, como una
relación dialéctica e impostergable entre praxis e imaginación poética,
entre realidad y creación. De
las novelas –continúa el laureado escritor cubano- más que de los
textos teóricos de esta primera etapa -superados
en trabajos de los años 70- se desprende que lo real maravilloso,
en lo esencial, puede ser una concepción del mundo americano dada desde
una perspectiva lógica y científica, que busca establecer históricamente
las singularidades tipificadoras del ámbito continental (...)”[27]
Pero
una perspectiva lógica científica coloreada por la sensibilidad del
artista, por la visión estética que hace del lenguaje y de la imagen
maravillas y prodigios para crear novedades.[28] La
sensibilidad creadora, fundada en la realidad y en la praxis de la vida
–es el caso de Carpentier- puede lograr la fusión de la realidad
objetiva y del mundo interior (subjetivo) del creador.
Y la creación misma es eso: un resultado, donde lo objetivo se ha
subjetivado y lo subjetivo se ha objetivado.
Su acto mismo da cuenta que no hay objeto sin sujeto y viceversa,
en la creación humana. En
relación con la teoría de lo real maravilloso, desarrollada en el prólogo
de “El reino de este mundo” por Carpentier y su revelación en las
obras posteriores se han suscitado varias reflexiones, particularmente
sobre algunos términos donde se nota la sombra del surrealismo:
“inesperada alteración de la realidad (el milagro), revelación
privilegiada, exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de
“estado límite”. En
mi criterio, tan cierta es la idea de Padura, en el sentido de que el
Premio Cervantes, asumió con más reiteración y fuerza el término
realidad en su obra, como la tesis de Alexis Márquez, que defendiendo la
razón de ser de los conceptos influenciados por el surrealismo, argumenta
que “(...) es preciso tratar estéticamente esa realidad maravillosa”[29]
que devela Carpentier con su excelsa sensibilidad y profunda razón.[30]
“La percepción de lo maravilloso –escribe Alexis Márquez- se plantea
como un problema cuya solución depende de dos factores; uno de ellos
reside en la realidad misma, cuyo carácter maravilloso tiene su
fundamento en uno cualquiera de varios fenómenos más o menos objetivos
(...). Pero este factor no basta. Hace
falta un segundo factor que ya no reside en la realidad externa del
hombre, sino en el hombre mismo: todo ello tiene que ser percibido “con
particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo
conduce a un modo de “estado límite”. Ahora
bien –enfatiza Márquez- correlativamente con el planteamiento de lo
real maravilloso como un problema perceptivo, se da también un segundo
planteamiento como un problema expresivo y la comunicación”,[31]
es decir, como creación. Algo
así –difícil de definir- como el hacerse transparente lo buscado con
ansiedad y delirio sin límites, a la razón y a la sensibilidad del
creador. Es un instante
–por supuesto, con toda una historia anterior- de máxima concentración
del espíritu (estado límite), donde confluyen muchas mediaciones
subjetivas reveladoras.[32]
Ya nadie niega en el hombre creador los momentos cumbres de ascensión
espiritual que lo conducen a actos de iluminación aprehensivos.
Por supuesto no es esto una intuición esencial que capta los entes
ideatorios de modo espontáneo. La revelación privilegiada de la realidad por Carpentier se
funda en premisas reales.[33]
La historia y la cultura “le hablan” y se comunican con él,
porque posee una profunda conciencia estética, forjada en el
conocimiento, los valores, la praxis y la comunicación.
No se funda en a priori, que no sea una rica cosmovisión
humanista, con cauces culturales. Carpentier
no parte del pensamiento y de la sensibilidad “puros”, sino de la
necesidad, para convertirla en libertad y de aquí dimana su fino cosmos
de sensibilidad para captar la unidad en lo diverso, lo diverso en la
unidad, lo simple en lo complejo y viceversa.
Por supuesto, nadie puede revelar lo real maravilloso, si no lo
lleva dentro. Y llevarlo dentro también es un ejercicio cultural con
historia, trabajo, lucha y praxis. En
el creador –y Carpentier es un caso particular- existe un elan estético
especial, fundado en una fuerte base cultural, que le permite “ver” más
lejos, abordar el hombre en su complejidad, como posibilidad de búsqueda
teórica y como imagen de posibilidades varias.
Al hombre en relación con su mundo y su quehacer práctico.
Por eso lo real maravilloso, compendia en síntesis la rica
cosmovisión de Carpentier, y es, al mismo tiempo, resultado de una
cultura con vuelo de altura y concreción de una elaboración artística
secular, que con bellas palabras revela a nuestra América, en su ser
esencial y en su devenir, para insertarse con voz propia en la
universalidad. Lo
real maravilloso, es también un descubrimiento de raigal humanismo
centrado en el hombre y los problemas que lo hacen grande. “Pero la
grandeza del hombre – y Carpentier da rienda suelta a la razón utópica
que es inmanente a los grandes espíritus- está precisamente en querer
mejorar lo que es. En
imponerse tareas. En el Reino
de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es
jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término,
imposibilidad de sacrificios, reposo y deleite.
Por ello agobiado de penas y tareas, hermoso dentro de su miseria,
capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su
grandeza, su máxima medida, en el Reino de este Mundo.”[34] En
el creador humanista, comprometido con el destino del hombre y el drama
humano, no encuentran asidero el pesimismo y el escepticismo.
Es un creador que no hace de su creación un fin en sí mismo, sino
un medio para que emerja con fuerza la espiritualidad del hombre
“natural” de nuestra América y para que la literatura y el arte se
pongan en función de ello. Su rica cosmovisión, devenida ideal estético encauzador de humanidad, concreta en su descubrimiento de lo real maravilloso, una cultura de resistencia y de lucha; y aunque para algunos parezca paradójico, vehicula un mensaje político de sorprendente valía para ayer, hoy y mañana. La consagración de la primavera da cuenta de ello. Por eso introduce su noveno capítulo con una frase vital y paradigmática del Segundo Fausto de Goethe: “Solo merece la libertad y la vida aquel que cada día debe conquistarlas”.[35] Referencias: [1]
Carpentier, A. Razón de ser. Edición cit. pp. 77-78. [2]
Ibídem, p. 69. [3]
Martí, J. El hombre
antiguo de América y sus artes primitivas. O.C. T. 8. Edit. Nal. De
Cuba, La Habana, 1963, p. 333. [4]
Martí, J. O.C. Edic. cit. T. 7, p. 175. [5]
Martí, J. O.C. Edic. cit. T. 7. P. 218. [6]
Hans-Otto Dill. El Ideario Literario y Estético de José Martí.
Premio Casa de las Américas 1975 (ensayo). Edit. Casa, La Habana,
1975, pp. 86-88. [7]
Carpentier, A. Razón de ser. Edic. citada, p. 28. [8]
Ibídem, pp. 69-70. [9]
Debe destacarse el ensayo de Leonardo Padura “Lo real maravilloso:
creación y realidad, Edit. Letras cubanas, La Habana, 1989, como una
obra de obligatoria consulta en el tratamiento del tema que nos ocupa.
En mi criterio es el trabajo más profundo que se ha publicado
en torno al gran descubrimiento de Carpentier. [10]
Carpentier, A. Razón de ser. Edic. citada, pp. 70-71. [11]
Sobre esto ver Zea, L. Introducción a la filosofía (La conciencia
del hombre en la filosofía). UNAM, México, 1991, pp. 7-20 [12]
Carpentier, A.
El reino de este mundo. Prólogo. Edit. Letras cubanas, La
Habana, 1982, p.1. [13]
“Pero obsérvese que cuando André Masson quiso dibujar la selva de
la isla de Martinica, con el increíble entrelazamiento de sus plantas
y la obscena promiscuidad de ciertos frutos, la maravillosa verdad del
asunto devoró al pintor, dejándole poco menos que impotente frente
al papel en blanco. Y
tuvo que ser un pintor de América, el cubano Wilfredo Lam, quien nos
enseñara la magia de la vegetación tropical, la desenfrenada Creación
de Formas de nuestra naturaleza –con todas sus metamorfosis y
simbiosis-, en cuadros monumentales de una expresión única en la
pintura contemporánea” (Ibídem, p. 3.). [14]
Ibídem, p. 4. [15]
Ibídem. p. 5. [16]
Ibídem. [17]
“Sin habérmelo propuesto de modo sistemático, el texto que sigue
ha respondido a este orden de preocupaciones.
En él se narra –hace alusión a “El reino de este
mundo”- una sucesión de hechos extraordinarios, ocurridos en la
isla de Santo Domingo, en determinada época que no alcanza el lapso
de una vida humana, dejándose que lo maravilloso fluya libremente de
una realidad estrictamente seguida en todos sus detalles” (Ibídem.
p. 9) [18]
Ibídem. p. 9 [19]
“Y sin embargo –escribe Carpentier- por la dramática singularidad
de los acontecimientos, por la fantástica apostura de los personajes
que se encontraron –se refiere a “El reino de este mundo”- en
determinado momento, en la encrucijada mágica de la Ciudad del Cabo,
todo resultado maravilloso en una historia imposible de situar en
Europa, y que es tan real, sin embargo, como cualquier suceso ejemplar
de los consignados, para pedagógica edificación, en los manuales
escolares. ¿Pero qué es la historia de América toda –se interroga
Carpentier en forma emotiva y conceptual- sino una crónica de lo real
maravilloso?” (Ibídem) [20]
Carpentier, A. Tientos y diferencias. Edición cit. p. 99. [21]
“Como concepción del mundo latinoamericano, también la teoría de
Carpentier –escribe Leonardo Padura- tiene límites
inconmensurables, gracias a que su fundamento es la definitiva
concientización de las posibilidades artísticas inmanentes en el
peculiar devenir de América, donde han venido a fundirse razas,
culturas, pueblos, modos de producción, religiones, sistemas políticos,
leyes absurdas y feroces dependencias coloniales y neocoloniales, que,
en su barroca amalgama, conducen el desarrollo del continente por
caminos inesperados e incomprensibles, para cualquier otra región del
mundo. Es ver de América
sus esencias distintivas y crear la literatura que a ellas corresponde
y mejor las expresa.” (Padura, L. “Lo real maravilloso: creación
y realidad”. Edit. Letras cubanas, La Habana, 1989, pp. 27-28). [22]
Ibídem, p. 29. [23]
“(...) la distinción entre estos dos sistemas -se refiere Padura al
realismo mágico y a lo real maravilloso- como visiones del mundo que
se suceden y se complementa, viene a ofrecer una última certeza: el
realismo mágico florece como forma expresiva de los insólitos y
maravillosos fenómenos americanos vistos desde una pupila virgen y
original, gracias a que América es, ni más ni menos, el lugar del
mundo donde lo maravilloso se da en estado bruto, donde “lo insólito
es cotidiano”, el rincón del planeta escogido por lo real
maravilloso” (Ibídem, p. 37) [24]
Ibídem, p. 33. [25]
Resulta interesante el estudio histórico que realiza Leonardo Padura
del concepto lo real maravilloso, a través de la obra de Carpentier.
En él, siguiendo una lógica
integradora presenta su evolución y las diferencias específicas que
van marcando su decurso. (Ibídem, pp. 37-71). [26]
Rodríguez Coronel, R. “Alejo Carpentier: Novela y Revolución.
En Revista Universidad de La Habana, No. 214, mayo-agosto de
1981, p. 105. [27]
Padura, L. Obra citada, p. 37. [28]
“¿En qué consiste, pues la novedad anhelada? Ante todo, en la
cosmovisión personalizada, singular de un artista”. (Tovstonízov,
G. La paradoja del espectador. Literaturnaya Gazeta, 1973, 23 de mayo,
p. 8 (en ruso). [29]
Márquez, A. “Teoría carpenteriana de lo real maravilloso”. En
Revista Casa de las Américas, No. 125, marzo-abril de 1981, p. 93. [30]
Por supuesto, no creo en modo alguno que Carpentier, consciente o
inconscientemente, tratara de imponer un surrealismo latinoamericano.
El propio Alejo Carpentier en Francia, junto a los creadores
del surrealismo, no hizo causa común con ellos, además fue su crítico
implacable. Su concepción del hombre en relación con la realidad y el
sentido cultural que le era inmanente a su cosmovisión y a su
discurso, lo separaba de aquella escuela que según él “(...) a
fuerza de querer suscitar lo maravilloso a todo trance, los
taumaturgos se hacen burócratas” (Carpentier, a. El reino de este
mundo. Edición citada, p. 2. Además
la crítica carpenteriana al surrealismo, no se centraba sólo en el método,
sino también en su cosmovisión general, que por abstracta, se hizo
estéril. [31]
Márquez, A. Obra citada, p. 93. [32]
No se puede olvidar que muchas obras creadoras (creaciones musicales,
literarias, artísticas, filosóficas) en su momento cumbre de
revelación, los creadores han llegado a estados pasajeros de
“locuras”. [33]
Por supuesto, premisas diferentes en esencia, respecto a otros
pensadores como es el caso de Vasconcelos. “(...) Sostengo
–escribe el ilustre pensador mexicano- que el conocimiento es la
concurrencia de verdades que nos llegan por los sentidos, por la
inteligencia, por la revelación, y que por lo mismo hace falta
descubrir el método de unión de estos caminos (...) Postulé, al
mismo tiempo, la existencia en nuestra conciencia de un a priori
especial, el a priori estético, que opera según ritmo, melodía y
armonía y al cual responde la realidad cuando se expresa según
cualidad” (Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa-Calpe,
Mexicana, S.A. México, 1994, p. 11). [34]
Carpentier, a. El reino de este mundo. Obra citada, pp.
176-177. [35] Carpentier, A. La Consagración de la Primavera. Edit. Letras cubanas, La Habana, 1979. P. 459. |
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Dr. en Filosofía. Profesor Titular, Investigador Titular de la Universidad de La Habana.
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