Lo real maravilloso como aprehensión cultural

Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo.

Lo real maravilloso como teoría y método creador de asumir la realidad –el mundo en relación con el cosmos humano- y su aprehensión subjetiva, constituye el aporte literario-filosófico más relevante del genio carpenteriano.  Se pueden identificar influencias, antecedentes y coincidencias posibles.  Pero en tanto teoría sistemáticamente elaborada y su revelación consciente en toda una excelsa obra, es un mérito de Carpentier que nadie pone en dudas.

Naturalmente, las influencias raigales de la literatura latinoamericana y cubana del siglo XIX fueron tan profundas que en todos los escritores grandes del siglo XX dejó su huella y Alejo Carpentier no es una excepción.  En su obra se hace alusión a algunos, particularmente a José Martí, donde algunos de sus pasajes de su “antológico estudio que escribe a la memoria de Carlos Darwin, nos resulta un artífice maravilloso de la prosa barroca, y su ensayo fundamental, Nuestra América donde se definen todos los problemas de América en pocas páginas, es un maravilloso ejemplo de estilo barroco (...) y lo barroco que ustedes conocen, la novela contemporánea latinoamericana, la que se ha dado en llamar la “nueva novela” (...) es debida a una generación de novelistas en pie hoy en día, que están produciendo obras que traducen el ámbito americano, tanto ciudadano como de la selva o de los campos, de modo totalmente barroco.

En cuanto a lo real maravilloso, sólo tenemos que alargar las manos para alcanzarlo”.[1]

Carpentier establece una relación muy cercana entre el barroquismo y lo real maravilloso.  En su criterio, refiriendo a los elementos barrocos de América Latina, fijados por Simón Rodríguez, consideran que “con tales elementos en presencia aportándole cada cual su barroquismo, entroncamos directamente con lo que yo he llamado lo real maravlloso”.[2]

Hans-Otto-Dill, encuentra influencia o coincidencia entre Martí y Carpentier, en el tema de lo real maravilloso, refiriendo al artículo del apóstol cubano “El hombre antiguo de América y sus artes primitivas.”[3]  “Esta descripción martiana nos recuerda los conflictos centrales de la obra narrativa de Alejo Carpentier, que son casi siempre también conflictos y contradicciones entre lo arcaico y lo moderno (...) En la obra de Carpentier, todo este mundo de superstición, de magia y de mitologías negras, indias y criollas, de una sociedad primitiva, caracterizada por la lucha inmediata y directa contra la naturaleza choca con el mundo del “racionalismo, del capitalismo, de la técnica moderna, del Siglo de las Luces, de las ciencias” (...)  Encontramos  en Martí, a veces, el mismo vocablo “maravilloso”, para designar tales fenómenos (...) En otro lugar dice que la América Latina tiene sus “historias de maravillas increíbles, de misteriosas fugas, de mágicos rescates”[4], y “en un trabajo suyo, “Andrés Bello” leemos: Vuelve los ojos a nuestra América maravillosa”.[5]  Todo el continente le parece ser un territorio a la vez real y maravilloso”.[6]

Estas indagaciones, por supuesto, no resta valor al descubrimiento de Alejo Carpentier.  Él mismo dio cuenta de ello. Lo más importante es comprender los momentos de continuidad, ruptura y desarrollo de la rica tradición del pensamiento latinoamericano en sus discernimientos identitarios y en la revelación del ser esencial de nuestra América. “Para eso nos hemos preparado,  enfatiza Carpentier, para eso hemos estudiado nuestros clásicos, nuestros autores, nuestra historia, y para expresar nuestro tiempo de América  hemos buscado y hallado nuestra madurez.  Seremos los clásicos de un enorme mundo barroco que aún nos reserva, y reserva al mundo, las más extraordinarias sorpresas”.[7]

1.      Subjetividad humana y realidad de nuestra América

El descubrimiento de lo real maravilloso, en mi criterio, deviene teoría filosófico-literaria y método aprehensivo de la realidad latinoamericana y otras regiones de nuestro planeta con semejante especificidades.  Es un modo particular de aprehender la realidad subjetivamente, sin caer en los brazos del subjetivismo.  Un sentido cultural de asumir la realidad en su expresión sistémica, sin soslayar la complejidad de las mediaciones varias de naturaleza subjetiva y objetiva en que deviene el hombre en relación con su mundo o entorno individual y sociohistórico.  Es en sí mismo la búsqueda de la identidad americana, en su diversidad y riqueza expresiva, con espíritu de raíz y vocación ecuménica.

Para Carpentier, a diferencia de los conceptos establecidos por la academia  y por el surrealismo, lo real maravilloso “(...) es lo extraordinario, más que nada asombroso, por lo insólito.  Todo lo insólito, todo lo asombroso, todo lo que se sale de las normas establecidas es maravilloso”.[8]  En la concepción de nuestro novelista mayor, lo maravilloso no es identificable con lo bello y lo hermoso, pues lo extraordinario, lo asombroso, lo insólito, no es posible cualificarlo como feo o bello.  Sinceramente, es extraordinario[9].  Por tanto –enfatiza Carpentier- debemos establecer una definición de lo maravilloso que no entrañe esta noción de lo que lo maravilloso es lo admirable porque es bello.  Lo feo, lo deforme, lo terrible, también puede ser maravilloso.  Todo lo insólito es maravilloso”[10], pues de una forma u otra altera o impresiona al sujeto, a su razón, a su sensibilidad y conduce espontáneamente a una reacción positiva o negativa.  Es encontrarse ante lo no común, ante lo no normado por las convenciones o por nuestro yo.  Además para algunos lo que es bello, para otros, resulta feo, y viceversa (...), sin dejar de ser para todos, insólito, extraordinario y asombroso.  Y el asombro crea un estado particular en el espíritu.  Tanto es así que la filosofía surge y se desarrolla, ante el asombro y su búsqueda crítico-analítica, es ante todo darle respuesta al mismo, a través de la investigación.[11]

En el reino de este mundo, Carpentier teoriza en torno al problema, y revela lo real maravilloso en sus varias mediaciones y condicionamiento.  “Después de sentir el nada mentido sortilegio de las tierras de Haití, de haber hallado advertencias mágicas en los caminos rojos de la Meseta Central, de haber oído los tambores del Petro y del Rada, me vi llevado a acercar la maravillosa realidad recién vivida a la agotante pretensión de suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas literaturas europeas de estos últimos treinta años.”[12]

El cronista de la historia y la cultura americana  -porque eso fue también Carpentier- con desbordante imaginación y oficio como investigador histórico, comprende que lo real maravilloso no hay que construirlo arbitrariamente[13], emerge ante la razón y la sensibilidad de modo espontáneo y auténtico.  Está ahí, en la historia y la trama humana.  Sólo espera por la sensibilidad del escritor o el artista para aflorar.  Es como si la realidad, deseosa de complicidad se hiciera transparente a la subjetividad humana para ser aprehendida e integrada al cosmos humano.  “Pero es que muchos se olvidan, con disfrazarse de magos a poco costo –explica Carpentier el proceso aprehensivo de lo real maravilloso- que lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de “estado límite.”[14]

La revelación de lo real maravilloso es un acto creador, mediado por múltiples condicionamientos, incluyendo el conocimiento que se posea de la realidad y la fantasía alumbradora.  Se produce en un momento de “estado límite” del espíritu. Es el instante de apropiación esencial de la realidad, que a veces ocurre inesperadamente y no precisamente cuando se quiere encontrar.  La historia muestra que esto es una particularidad de todo acto creador y la creación de lo real maravilloso no es una excepción.

No es un acto introspectivo puro que tenga lugar sólo en la mente y en la sensibilidad del sujeto.  Es una relación sujeto-objeto, mediada por la subjetividad, en todas sus potencialidades aprehensivas que permite alterar la realidad y apropiarse de ella en toda su riqueza expresiva.  La mediación subjetiva no es sólo conocimiento o actitud cognoscitiva.  Es también valoración, praxis y comunicación.  Participan todos los atributos cualificadores de la actividad humana, pero opea como proceso complejo, donde lo ideal y lo material se convierten recíprocamente, devienen idénticos. Precisamente, el devenir idéntico, es el momento de total revelación, el instante en que tiene lugar el descubrimiento.

Nótese que no se trata de un procedimiento fenomenológico, como a veces suele o se quiere atribuir a Carpentier.  No se buscan esencias ideatorias en los marcos o dentro del pensamiento puro.  Es un proceso de revelación humana que no tiene como punto de partida al pensamiento, sino a la necesidad y a los intereses del hombre creador que con  su esfuerzo y  con conocimiento de causa  devela una realidad que siente como propia en su subjetividad, en su espíritu.  Por eso, con razón el Premio Cervantes aclara: “Para empezar, la sensación de lo maravilloso presupone una fe. Los que no creen en santos no pueden curarse con milagros de santos, ni los que no son Quijotes pueden meterse, en cuerpo, alma y bienes, en el mundo de Amadís de Gaula o Tirante el Blanco”.[15]

Lo real maravilloso –su propio nombre lo delata- es la viva realidad americana, cuya riqueza diversa, física y espiritual, resulta maravillosa, por lo insólito de su expresión, por el asombro que causa y por su extraordinaria virginidad, mezclas, contrastes y magias que suscitan la creación.  “A cada paso hallaba lo real maravilloso.  Pero pensaba –se refiere a sus vivencias durante la permanencia en Haití- además, que esa presencia y vigencia de lo real maravilloso no era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera, donde todavía no se ha terminado de establecer, por ejemplo, un recuento de cosmogonías.  Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron apellidos aún llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna Juventud, de la áurea ciudad de Manoa, hasta ciertos héroes modernos de nuestras guerras de independencia de tan mitológica traza como la coronela Juana de Azurduy”.[16]

Si bien Carpentier tomó conciencia de su descubrimiento en toda su concreción y lo teorizó con manos maestras, él mismo confesó que en sus obras fluía sin proponérselo.[17] Sencillamente, porque no intentó construir lo real maravilloso con estériles artificios ni con la abstracta especulación.  Su genio creador –de fuerte calibre- siguió la lógica especial del objeto especial, sin perder de vista las diferencias específicas y  los matices y los detalles, que no por secundarios dejan de ser esenciales.  Además, su narrativa siempre está avalada por “una documentación extremadamente rigurosa que no solamente respeta la verdad histórica de los acontecimientos, los nombres de personajes -incluso secundarios- de lugares y hasta de calles, sino que oculta, bajo su aparente intemporalidad, un minucioso cotejo de fechas y de cronologías”.[18]

Y es que la fantasía como la realidad misma, también es real ¿Quién puede negar la realidad de la fantasía, cuando se funda en premisas reales y preludia lo porvenir? ¿Quién que es, no practica la fantasía o disfruta con ella? Y más aún cuando se trata de nuestra América que por su origen, historia y contextos la fantasía es inmanente al hombre “natural”, unas veces compendiando añoranzas y nostalgias tras sus orígenes, otras veces, imponiéndose tareas para mejorar, o en fin, soñando para ser[19], en un mundo nuevo, lleno de encantos y aprehensiones varias, suscitados por mitos, leyendas, ritos, símbolos y representaciones. “Y es que, por la virginidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la presencia fáustica del indio y del negro, por la revelación que constituyó su reciente descubrimiento, por los fecundos mestizajes que propició –subraya Carpentier- América está muy lejos de haber agotado su caudal de mitologías”.[20]

El gran descubrimiento literario-flosófico y también artístico, por supuesto, de lo real maravilloso, sintetiza y concreta el cosmos del hombre latinoamericano, tematizado en un crisol unitario, donde subjetividad humana y realidad de nuestra América, encarnan un diálogo perenne con sentido cósmico, y numen cultural.  Una unidad entre el yo y el mundo americano que trasciende la barrera de uno y la determinación del otro.  Un eterno devenir idéntico entre lo objetivo y lo subjetivo, mediante la actividad humana que construye, conoce, valora, cambia y comunica.

He ahí, el valor cosmovisivo de lo real maravilloso y los infinitos cauces que abre al quehacer creativo del hombre americano, al conocimiento del mundo en que vive y al suyo propio.

2. Dimensión cosmovisiva de lo real maravilloso

Lo real maravilloso como creación artístico-literaria es en sí mismo un cosmos humano de trascendencia universal.

Es la concreción de la rica cosmovisión carpenteriana, tematizada en un ideal artístico-literario que se realiza en tanto tal, en una región particular de nuestro planeta: América Latina.[21]

En lo real maravilloso, como totalidad holística aprehensiva se suprime dialécticamente la oposición entre lo objetivo y lo subjetivo, para encarnar en síntesis, atributos cualificadores de la cosmovisión de Alejo Carpentier: latinoamericanismo, barroquismo, contextualismo, etc. en una obra artístico-literaria, con fuerte elan filosófico, para mirar el devenir de nuestra América con sentido cósmico y al mismo tiempo apegado a la realidad concreta.  Si bien en   “El reino de este mundo” en la terminología carpenteriana se observa resonancia del surrealismo y el realismo mágico, no es menos cierto, que además de la crítica explícita que hace a la metodología surrealista por su afán de crear lo maravilloso con artificios, también como descubre Padura “(...) no es fortuita(...) la reiterada mención del término realidad, y menos aún el estado límite, la revelación privilegiada, la exaltación del espíritu, de tanto sabor surrealista”.[22]

Su cosmovisión unitaria del ser, y su visión de lo real e histórico como proceso, unido al sentido cultural que media y rectora su asunción de la realidad, lo distancia tanto de la estética surrealista como de la concepción del realismo mágico americano.[23] Esto no significa en modo alguno que en su narrativa no encontremos pasajes que nos recuerda o coincidan con esta última, pero superada por una visión que soslaya la “mística de la percepción de lo maravilloso, y donde lo mágico es tal, por lo insólito y lo cotidiano con que se revela en nuestra América, y no por el “milagro y la fe”, pues “(...) es imposible pensar que Alejo Carpentier creyese en licantropías y milagros de santos en el momento de narrar la conversión final de Ti Noel en el Reino de este Mundo –enfatiza Padura- y mucho menos la cura de Esteban por “conocimientos” del doctor Ogé, en El Siglo de las Luces. Y es que la sensación de lo maravilloso, o mejor, la capacidad para determinar qué es lo maravilloso, más que de una fe, proviene de un exhaustivo conocimiento de lo insólito y lo lógico, de lo americano y lo universal entrelazados en la realidad de nuestro continente”.[24]  Esta tesis resulta aún más verosímil, si tenemos en cuenta los estudios investigativos históricos que realizaba Carpentier antes de escribir una novela.  Estudios tan detallados y profundos que lo convertían en cronista de la historia que llevaba a sus novelas.

Por otra parte, no siempre la trama contada, narrada y descripta, tiene que coincidir con el autor.  El autor no siempre habla por sus personajes, a veces hace hablar a sus personajes con sus mitos y sus creencias, sin que esto signifique que formen parte de su visión del problema o la trama.  Muchas mediaciones, determinaciones y condicionamientos, pone en juego el creador con sus recursos literarios y artísticos que no se pueden olvidar al analizar un texto o un autor específico.  También los conceptos evolucionan, se llenan de contenido, cambian y sufren alteraciones con la evolución misma del autor[25] y la emergencia de nuevos contextos. “La elaboración de contextos presupone –según Rodríguez Coronel- la remisión del mundo novelesco a un universo concreto que se traduce en modo de vida, costumbres, creencias; un universo en el cual la relación entre lo real maravilloso(...) y su asimilación subjetiva está basada en resortes histórico-culturales y ello constituye también parte de la problemática de los personajes”.[26]

La dimensión cosmovisiva de lo real maravilloso se nota, tanto por la asunción totalizadora de la realidad, como por su aprehensión creadora.  La creación en sí misma siempre compendia todo un cosmos de mediaciones varias, presentes en el hombre, su vida, sentido y destino, en relación con su entorno y los contextos en que deviene.

La creación artística de Carpentier no comienza con el acto mismo de escribir, sino más bien, cuando procede a combinar la “materia prima” seleccionada por su pensamiento y la praxis, al nivel del sustrato del arte que irriga y fecunda su sensibilidad creadora.  En el momento de la revelación de lo real maravilloso el sujeto y el objeto devienen idénticos.  Lo ideal y lo material se convierten recíprocamente, a través de la praxis. Por eso, resulta suscitadora la aproximación conceptual de lo real maravilloso, esbozada por Padura, “(...) entendido, ante todo, como una relación dialéctica e impostergable entre praxis e imaginación poética, entre realidad y creación.  De las novelas –continúa el laureado escritor cubano- más que de los textos teóricos de esta primera etapa -superados  en trabajos de los años 70- se desprende que lo real maravilloso, en lo esencial, puede ser una concepción del mundo americano dada desde una perspectiva lógica y científica, que busca establecer históricamente las singularidades tipificadoras del ámbito continental (...)”[27]

Pero una perspectiva lógica científica coloreada por la sensibilidad del artista, por la visión estética que hace del lenguaje y de la imagen maravillas y prodigios para crear novedades.[28]

La sensibilidad creadora, fundada en la realidad y en la praxis de la vida –es el caso de Carpentier- puede lograr la fusión de la realidad objetiva y del mundo interior (subjetivo) del creador.  Y la creación misma es eso: un resultado, donde lo objetivo se ha subjetivado y lo subjetivo se ha objetivado.  Su acto mismo da cuenta que no hay objeto sin sujeto y viceversa, en la creación humana.

En relación con la teoría de lo real maravilloso, desarrollada en el prólogo de “El reino de este mundo” por Carpentier y su revelación en las obras posteriores se han suscitado varias reflexiones, particularmente sobre algunos términos donde se nota la sombra del surrealismo: “inesperada alteración de la realidad (el milagro), revelación privilegiada, exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de “estado límite”.

En mi criterio, tan cierta es la idea de Padura, en el sentido de que el Premio Cervantes, asumió con más reiteración y fuerza el término realidad en su obra, como la tesis de Alexis Márquez, que defendiendo la razón de ser de los conceptos influenciados por el surrealismo, argumenta que “(...) es preciso tratar estéticamente esa realidad maravillosa”[29]  que devela Carpentier con su excelsa sensibilidad y profunda razón.[30] “La percepción de lo maravilloso –escribe Alexis Márquez- se plantea como un problema cuya solución depende de dos factores; uno de ellos reside en la realidad misma, cuyo carácter maravilloso tiene su fundamento en uno cualquiera de varios fenómenos más o menos objetivos (...). Pero este factor no basta.  Hace falta un segundo factor que ya no reside en la realidad externa del hombre, sino en el hombre mismo: todo ello tiene que ser percibido “con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de “estado límite”.

Ahora bien –enfatiza Márquez- correlativamente con el planteamiento de lo real maravilloso como un problema perceptivo, se da también un segundo planteamiento como un problema expresivo y la comunicación”,[31] es decir, como creación.  Algo así –difícil de definir- como el hacerse transparente lo buscado con ansiedad y delirio sin límites, a la razón y a la sensibilidad del creador.  Es un instante –por supuesto, con toda una historia anterior- de máxima concentración del espíritu (estado límite), donde confluyen muchas mediaciones subjetivas reveladoras.[32] Ya nadie niega en el hombre creador los momentos cumbres de ascensión espiritual que lo conducen a actos de iluminación aprehensivos.  Por supuesto no es esto una intuición esencial que capta los entes ideatorios de modo espontáneo.  La revelación privilegiada de la realidad por Carpentier se funda en premisas reales.[33]  La historia y la cultura “le hablan” y se comunican con él, porque posee una profunda conciencia estética, forjada en el conocimiento, los valores, la praxis y la comunicación.  No se funda en a priori, que no sea una rica cosmovisión humanista, con cauces culturales.

Carpentier no parte del pensamiento y de la sensibilidad “puros”, sino de la necesidad, para convertirla en libertad y de aquí dimana su fino cosmos de sensibilidad para captar la unidad en lo diverso, lo diverso en la unidad, lo simple en lo complejo y viceversa.  Por supuesto, nadie puede revelar lo real maravilloso, si no lo lleva dentro. Y llevarlo dentro también es un ejercicio cultural con historia, trabajo, lucha y praxis.

En el creador –y Carpentier es un caso particular- existe un elan estético especial, fundado en una fuerte base cultural, que le permite “ver” más lejos, abordar el hombre en su complejidad, como posibilidad de búsqueda teórica y como imagen de posibilidades varias.  Al hombre en relación con su mundo y su quehacer práctico.  Por eso lo real maravilloso, compendia en síntesis la rica cosmovisión de Carpentier, y es, al mismo tiempo, resultado de una cultura con vuelo de altura y concreción de una elaboración artística secular, que con bellas palabras revela a nuestra América, en su ser esencial y en su devenir, para insertarse con voz propia en la universalidad.

Lo real maravilloso, es también un descubrimiento de raigal humanismo centrado en el hombre y los problemas que lo hacen grande. “Pero la grandeza del hombre – y Carpentier da rienda suelta a la razón utópica que es inmanente a los grandes espíritus- está precisamente en querer mejorar lo que es.  En imponerse tareas.  En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificios, reposo y deleite.  Por ello agobiado de penas y tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida, en el Reino de este Mundo.”[34]

En el creador humanista, comprometido con el destino del hombre y el drama humano, no encuentran asidero el pesimismo y el escepticismo.  Es un creador que no hace de su creación un fin en sí mismo, sino un medio para que emerja con fuerza la espiritualidad del hombre “natural” de nuestra América y para que la literatura y el arte se pongan en función de ello.

Su rica cosmovisión, devenida ideal estético encauzador de humanidad, concreta en su descubrimiento de lo real maravilloso, una cultura de resistencia y de lucha; y aunque para algunos parezca paradójico, vehicula un mensaje político de sorprendente valía para ayer, hoy y mañana.  La consagración de la primavera da cuenta de ello.  Por eso introduce su noveno capítulo con una frase vital y paradigmática del Segundo Fausto de Goethe: “Solo merece la libertad y la vida aquel que cada día debe conquistarlas”.[35]

Referencias:

[1] Carpentier, A. Razón de ser. Edición cit. pp. 77-78.

[2] Ibídem, p. 69.

[3] Martí, J. El  hombre antiguo de América y sus artes primitivas. O.C. T. 8. Edit. Nal. De Cuba, La Habana, 1963, p. 333.

[4] Martí, J. O.C. Edic. cit. T. 7, p. 175.

[5] Martí, J. O.C. Edic. cit. T. 7. P. 218.

[6] Hans-Otto Dill. El Ideario Literario y Estético de José Martí. Premio Casa de las Américas 1975 (ensayo). Edit. Casa, La Habana, 1975, pp. 86-88.

[7] Carpentier, A. Razón de ser. Edic. citada, p. 28.

[8] Ibídem, pp. 69-70.

[9] Debe destacarse el ensayo de Leonardo Padura “Lo real maravilloso: creación y realidad, Edit. Letras cubanas, La Habana, 1989, como una obra de obligatoria consulta en el tratamiento del tema que nos ocupa.  En mi criterio es el trabajo más profundo que se ha publicado en torno al gran descubrimiento de Carpentier.

[10] Carpentier, A. Razón de ser. Edic. citada, pp. 70-71.

[11] Sobre esto ver Zea, L. Introducción a la filosofía (La conciencia del hombre en la filosofía). UNAM, México, 1991, pp. 7-20

[12] Carpentier,  A.  El reino de este mundo. Prólogo. Edit. Letras cubanas, La Habana, 1982, p.1.

[13] “Pero obsérvese que cuando André Masson quiso dibujar la selva de la isla de Martinica, con el increíble entrelazamiento de sus plantas y la obscena promiscuidad de ciertos frutos, la maravillosa verdad del asunto devoró al pintor, dejándole poco menos que impotente frente al papel en blanco.  Y tuvo que ser un pintor de América, el cubano Wilfredo Lam, quien nos enseñara la magia de la vegetación tropical, la desenfrenada Creación de Formas de nuestra naturaleza –con todas sus metamorfosis y simbiosis-, en cuadros monumentales de una expresión única en la pintura contemporánea” (Ibídem, p. 3.).

[14] Ibídem, p. 4.

[15] Ibídem. p. 5.

[16] Ibídem.

[17] “Sin habérmelo propuesto de modo sistemático, el texto que sigue ha respondido a este orden de preocupaciones.  En él se narra –hace alusión a “El reino de este mundo”- una sucesión de hechos extraordinarios, ocurridos en la isla de Santo Domingo, en determinada época que no alcanza el lapso de una vida humana, dejándose que lo maravilloso fluya libremente de una realidad estrictamente seguida en todos sus detalles” (Ibídem. p. 9)

[18] Ibídem. p. 9

[19] “Y sin embargo –escribe Carpentier- por la dramática singularidad de los acontecimientos, por la fantástica apostura de los personajes que se encontraron –se refiere a “El reino de este mundo”- en determinado momento, en la encrucijada mágica de la Ciudad del Cabo, todo resultado maravilloso en una historia imposible de situar en Europa, y que es tan real, sin embargo, como cualquier suceso ejemplar de los consignados, para pedagógica edificación, en los manuales escolares. ¿Pero qué es la historia de América toda –se interroga Carpentier en forma emotiva y conceptual- sino una crónica de lo real maravilloso?” (Ibídem)

[20] Carpentier, A. Tientos y diferencias. Edición cit. p. 99.

[21] “Como concepción del mundo latinoamericano, también la teoría de Carpentier –escribe Leonardo Padura- tiene límites inconmensurables, gracias a que su fundamento es la definitiva concientización de las posibilidades artísticas inmanentes en el peculiar devenir de América, donde han venido a fundirse razas, culturas, pueblos, modos de producción, religiones, sistemas políticos, leyes absurdas y feroces dependencias coloniales y neocoloniales, que, en su barroca amalgama, conducen el desarrollo del continente por caminos inesperados e incomprensibles, para cualquier otra región del mundo.  Es ver de América sus esencias distintivas y crear la literatura que a ellas corresponde y mejor las expresa.” (Padura, L. “Lo real maravilloso: creación y realidad”. Edit. Letras cubanas, La Habana, 1989, pp. 27-28).

[22] Ibídem, p. 29.

[23] “(...) la distinción entre estos dos sistemas -se refiere Padura al realismo mágico y a lo real maravilloso- como visiones del mundo que se suceden y se complementa, viene a ofrecer una última certeza: el realismo mágico florece como forma expresiva de los insólitos y maravillosos fenómenos americanos vistos desde una pupila virgen y original, gracias a que América es, ni más ni menos, el lugar del mundo donde lo maravilloso se da en estado bruto, donde “lo insólito es cotidiano”, el rincón del planeta escogido por lo real maravilloso” (Ibídem, p. 37)

[24] Ibídem, p. 33.

[25] Resulta interesante el estudio histórico que realiza Leonardo Padura del concepto lo real maravilloso, a través de la obra de Carpentier. En él,  siguiendo una lógica integradora presenta su evolución y las diferencias específicas que van marcando su decurso. (Ibídem, pp. 37-71).

[26] Rodríguez Coronel, R. “Alejo Carpentier: Novela y Revolución.  En Revista Universidad de La Habana, No. 214, mayo-agosto de 1981, p. 105.

[27] Padura, L. Obra citada, p. 37.

[28] “¿En qué consiste, pues la novedad anhelada? Ante todo, en la cosmovisión personalizada, singular de un artista”. (Tovstonízov, G. La paradoja del espectador. Literaturnaya Gazeta, 1973, 23 de mayo, p. 8 (en ruso).

[29] Márquez, A. “Teoría carpenteriana de lo real maravilloso”. En Revista Casa de las Américas, No. 125, marzo-abril de 1981, p. 93.

[30] Por supuesto, no creo en modo alguno que Carpentier, consciente o inconscientemente, tratara de imponer un surrealismo latinoamericano.  El propio Alejo Carpentier en Francia, junto a los creadores del surrealismo, no hizo causa común con ellos, además fue su crítico implacable.  Su concepción del hombre en relación con la realidad y el sentido cultural que le era inmanente a su cosmovisión y a su discurso, lo separaba de aquella escuela que según él “(...) a fuerza de querer suscitar lo maravilloso a todo trance, los taumaturgos se hacen burócratas” (Carpentier, a. El reino de este mundo. Edición citada, p. 2.

Además la crítica carpenteriana al surrealismo, no se centraba sólo en el método, sino también en su cosmovisión general, que por abstracta, se hizo estéril.

[31] Márquez, A. Obra citada, p. 93.

[32] No se puede olvidar que muchas obras creadoras (creaciones musicales, literarias, artísticas, filosóficas) en su momento cumbre de revelación, los creadores han llegado a estados pasajeros de “locuras”.

[33] Por supuesto, premisas diferentes en esencia, respecto a otros pensadores como es el caso de Vasconcelos. “(...) Sostengo –escribe el ilustre pensador mexicano- que el conocimiento es la concurrencia de verdades que nos llegan por los sentidos, por la inteligencia, por la revelación, y que por lo mismo hace falta descubrir el método de unión de estos caminos (...) Postulé, al mismo tiempo, la existencia en nuestra conciencia de un a priori especial, el a priori estético, que opera según ritmo, melodía y armonía y al cual responde la realidad cuando se expresa según cualidad” (Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa-Calpe, Mexicana, S.A. México, 1994, p. 11).

[34]  Carpentier, a. El reino de este mundo. Obra citada, pp. 176-177.

[35] Carpentier, A. La Consagración de la Primavera. Edit. Letras cubanas, La Habana, 1979. P. 459.

Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo

Dr. en Filosofía. Profesor Titular, Investigador Titular de la Universidad de La Habana.

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