La Cultura como ser esencial del hombre y medida de su ascensión
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En su expresión filosófica, la Cultura, designa el ser esencial del hombre y su medida de ascensión, sintetiza en toda su concreción la producción humana material y espiritual. Es encarnación de la actividad del hombre, en los ámbitos cognoscitivo, valorativo, práctico y comunicativo.
La cultura, como todo concepto tiene su historia. En general ha sido considerada como cultivo de la razón, como “instrucción, ilustración, sabiduría, resultante de haber cultivado los conocimientos humanos”.7
En la historia general de la filosofía, ha sido común la identificación de la cultura con el conocimiento, sin destacarse otros momentos esenciales de la actividad humana, como la praxis, el valor y la comunicación8 . Sin embargo, al vincularse directamente con la educación y la formación del hombre, si bien se continúa priorizando el momento cognoscitivo, trasciende sus límites. “Este termino - se refiere a cultura – tiene dos significados fundamentales. El primero es más antiguo y significa la formación del hombre, su mejoramiento y perfeccionamiento. Francis Bacon consideraba la cultura en este sentido como “la geórgica del alma” (De Augm. Scient. , VII,1) alcanzando así también el origen metafórico de la expresión. El segundo significado indica el producto de esta formación, esto es, el conjunto de los modos de vivir y de pensar cultivados, civilizados, pulimentados a los que se le suele dar también el nombre de civilización. El paso del primero al segundo significado se produce en el siglo XVIII por obra de la filosofía iluminista y se precisa bien en el siguiente fragmento de Kant: “La producción, en su ser racional ,de la capacidad de escoger los propios fines en general (y por lo tanto de ser libre) es la cultura.
Por lo tanto, solamente la cultura puede ser el último fin que la naturaleza ha tenido razón de poner al género humano” (Crít. Del Juicio,83). Como fin “La cultura es el producto más que el producirse de la geórgica del alma. En el mismo sentido, decía Hegel: “Un pueblo hace progreso en sí, tiene su desarrollo y su declinación. Lo que más nada se encuentra aquí es la categoría de la cultura (...) (Filosofía de la Historia).” 9
El significado de la cultura, vinculada a la formación humana, tiene sus antecedentes en Grecia y Roma, es decir, a lo que los griegos llamaban Paideia y los romanos, de tiempos de Cicerón y de Varrón, Humanitas, a la educación debida a las buenas artes (poesía, elocuencia, filosofía, etc.). En este sentido, la cultura fue para los griegos la búsqueda y la realización que el hombre hace de sí, o sea, de la verdadera naturaleza humana, destacándose dos caracteres constitutivos:
1) La estrecha relación con la filosofía. 2) La estrecha vinculación con la vida en comunidad.
En fin, en la concepción de los griegos, el hombre no puede realizarse como tal sino a través del conocimiento de sí mismo y de su mundo, mediante la búsqueda de la verdad; pero sólo su realización se completa y es eficaz, en la comunidad, en la polis. 10
Esta concepción de la cultura de base aristocrático-naturalista, excluía en sus ideas de racionalizar, toda actividad “infrahumana”, incluido por supuesto, el trabajo manual que era propio de los esclavos. Sólo la actividad teórica, contemplativa, era por excelencia, humana.
El concepto griego de la Cultura se conserva en parte, en la Edad Media, aunque la cultura tiene por fin, la preparación del hombre para sus deberes religiosos y la vida extramundana.
El Renacimiento, sin abandonar la concepción aristocrática de la actividad, aboga por valores acorde con el ideal griego, que concibe la formación del hombre en su mundo, incluyendo la religión como parte integrante de la cultura. Pico de Mirándola como Carlos Bobillo, abordan la salvación humana como medio que hace del hombre un microcosmo, en el cual, el propio macrocosmo encuentra su perfección11.
En la época moderna el concepto de cultura se enriquece con nuevas mediaciones12. El iluminismo, particularmente, la Enciclopedia Francesa hace énfasis en la necesidad de la crítica racional y la universalización de la cultura, pues no es sólo una empresa de una elite de doctos. El concepto de cultura se amplía, no incluye sólo las disciplinas clásicas, sino las matemáticas, la física, las ciencias naturales, etc.
Ahora el concepto de cultura se identifica con el enciclopedismo. Concepción ésta que va a dominar el siglo XIX y parte del siglo XX, y que fue objeto de la crítica profunda por Benedetto Croce.
Muchas concepciones de la cultura aparecen en la palestra histórica y muchos enfoques y teorías defienden su verdad, a partir de disímiles principios y premisas.
El Marxismo, en la década del 40 del siglo XIX, sin abandonar lo mejor de la herencia clásica, y sin fundar una teoría sistematizada de la cultura, aportará importantes fundamentos con la nueva concepción del hombre, la actividad humana y la historia. Las tesis sobre Feuerbach y la Ideología Alemana fundan el núcleo teórico de una nueva concepción de la cultura13, al comprender la conciencia como ser consciente y el ser de los hombres como un producto de su vida real y práctica, pues no es la conciencia la que determina su ser, sino el ser social (condiciones materiales de existencia) determina la conciencia social. A partir de este descubrimiento es posible explicar la cultura como ser esencial del hombre y medida de su ascensión.
1.1. El hombre, la actividad humana y la cultura.
La intelección de la relación hombre-actividad humana-cultura aporta los principios teórico-metodológicos para una comprensión profunda del devenir humano en sus varias determinaciones sociales. El hombre sociohistóricamente determinado por su praxis social, elabora su segunda naturaleza, crea el cuerpo de la cultura y se realiza en ella14. Se trata de un complejo proceso de objetivación y subjetivación de su ser esencial a través de la praxis, pues la vida, en el decir de Marx, es esencialmente práctica. Sencillamente, “el hombre se duplica no ya sólo intelectualmente, como sucede en la conciencia, sino asimismo realmente, en la actividad, y se contempla a sí mismo en el mundo que ha creado”15. La cultura como mundo creado por el hombre, integra sus propias condiciones materiales de existencia (ser social) y la conciencia social en la que se transparenta y refleja.
El mundo material y espiritual engendrado en la actividad social y encarnado en la cultura, se convierte en fundamento de su quehacer teórico y práctico16.
El hombre deviene sujeto en la praxis. Esta constituye el núcleo de la sociedad humana17
La actividad humana expresa el modo específico de existencia, cambio y desarrollo de la realidad social, en pocas palabras, es la forma existencial humana, su modo particular de ser, existir, conocer, actuar y comunicarse con los otros hombres.
La actividad, define el eterno devenir humano, como constante proceso activo creador. Una excelente metáfora de Gabriel García Márquez ilustra estos conceptos, “los seres humanos no nacen para siempre, el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos”.18
Esto significa que si bien el hombre como sujeto, es portador de actividad, esto no se engendra por generación espontánea, de modo incondicionado. Posee condiciones generales para su existencia en tanto tal; todo un sistema de mediaciones: necesidad – interés – fin - medios y otras determinaciones, engendradas en el proceso de acción, hasta culminar en el resultado impulsado por la praxis. Se trata de un proceso internamente complejo y contradictorio, mediado por la práctica, en tanto relación sujeto - objeto, donde lo ideal y lo material se convierten recíprocamente, devienen idénticos. La práctica, tiene una jerarquía particular en los marcos de la actividad humana. Expresa la actividad material adecuada a fines. Por eso engendra la propia necesidad y funda los intereses, fines y medios en función del resultado apetecido. Resultado que debe coincidir con el fin, en tanto expresión de la necesidad y los intereses del hombre.
Esta comprensión del sistema necesidad – interés – fines – medios y condiciones = resultados, como base generatriz del devenir humano, resulta valiosa para entender la esencia de la producción cultural, y más importante aún, para revelar cómo tiene lugar la aprehensión cultural por los hombres que producen con arreglo a sus necesidades y propósitos. Aporta claves heurísticas y razones orientadoras para determinar los comportamientos, actitudes y preferencias culturales del hombre. Sencillamente, existen causas muy profunda de la sociedad que no se reducen a problemas externos, etc. Son problemas raigales, donde las políticas culturales son simples efectos que a veces en apariencias se metamorfosean como causas. Hay que ir a las raíces del hombre, la actividad humana y sus condicionamientos objetivos para descubrir las determinaciones socioculturaleso. En función de ello, pasamos a la estructura de la actividad humana, estrechamente vinculada con sus condiciones de existencia y funciones.
La actividad humana como forma del ser y la realización humana, deviene como relación sujeto – objeto y como relación, al mismo tiempo, sujeto – sujeto. En la primera relación son componentes estructurales de la actividad humana:
1) actividad cognoscitiva (modo en que existe la conciencia dirigida al objeto),
2) actividad valorativa (modo en que existen las necesidades e intereses de los hombre) y 3) actividad práctica como fundamento de toda la actividad para producir transformaciones y cambios. En la segunda relación, la actividad como relación sujeto – sujeto, tiene lugar la actividad comunicativa, en tanto intercambio de relaciones sociales, conductas, etc. En la comunicación, los momentos cognoscitivo, práctico y valorativo de la actividad, encuentran su síntesis concreta y se reflejan como unidad cultural en toda su concreción, pues la actividad en tanto tal, se encarna, toma cuerpo, en la cultura. De ahí que la cultura sea al mismo tiempo concreción de la actividad humana y medida de su ascensión19
El valor metodológico y heurístico de asumir la cultura como creación de la actividad humana, consiste en las posibilidades teóricas que brinda esta concepción para abordar la cultura como “sistema multifuncional abierto, que permanece en relación de dependencia y penetración recíproca dialéctica con toda una serie de sistemas, y, ante todo, con el sistema socioeconómico, respecto del cual viene a ser un subsistema particular. La cultura, - subraya Savranski, destacando su concepción de la cultura como sistema multifuncional, aún contando con relativa independencia, se halla sujeta a la formación socioeconómica que determina su carácter y rasgos específicos. En el marco del análisis sistémico, la cultura, en general, puede ser considerada como sistema social, y sus campos diferentes como subsistemas estrechamente relacionados. Uno de estos subsistemas es la Cultura Artística.” 20
Un enfoque integrador, sistémico de esta naturaleza, abre nuevos cauces interpretativos de la cultura, como categoría filosófica, que dado el contenido que expresa, deviene sistema multifuncional. Permite enfocar la cultura material y espiritual en su indisoluble unidad y diferencia, así como determinar lo humano como su atributo cualificador por excelencia. Posibilita el empleo de enfoques epistemológicos, axiológicos, prácticos, comunicativos, semióticos, hermenéuticos, etc. , así como potenciar las funciones claves informativa, comunicativa, educativa y directiva de la cultura. “Junto con las funciones claves de la cultura, se pueden destacar las funciones siguientes: la protectora ( de proteger al hombre de las influencias nocivas y cambios de ambiente ) y la socializadora ( es la asimilación de conocimientos, aptitudes, normas y experiencia social acumulados
En las generaciones precedentes, la asimilación se realiza durante el proceso formativo y de desarrollo de la persona, en diferentes formas de comunicación, en la actividad práctica y de valoración y evaluación ), la función individualizadora ( de autorrealización sociocultural de la personalidad, de desarrollo de sus dotes y capacidades individuales), etc.21
Al mismo tiempo, una concepción sistémica de la cultura, fundada en la actividad humana, no sólo debe pensar la cultura como resultado, sino además como proceso que garantiza la continuidad en el desarrollo social e individual del hombre. Es que la cultura, si bien encarna y concreta la actividad humana, en su proceso constitutivo deviene fuente de nuevas acciones humanas, en tanto producción social. Los sistemas culturales pueden, por una parte, ser considerados como los productos de la acción; por otra parte, como elementos condicionadores para otras acciones. 22
Se trata de un proceso de acciones recíprocas, donde la actividad se corporiza en la cultura y esta es fuente de nuevas acciones, y que toda producción humana, tanto en su proceso mismo, como en sus resultados, está mediada por las necesidades, los intereses, los fines, medios y condiciones que impulsan el quehacer activo del hombre.
1.2.Algunos enfoques teóricos sobre la cultura.
En el epígrafe anterior del capítulo 1 se ha desarrollado y asumido una concepción filosófica de la cultura, fundada en el hombre y la actividad humana como principio estructurador, sin embargo he considerado pertinente exponer de modo panorámico otros enfoques teóricos en torno a dicho concepto por distintas corrientes y tendencias de corte sociológico, antropológico, axiológico, epistemológico, etc.
Sin intentar hacer un tratado sobre historia y teoría de la cultura, que de por sí, constituiría contenido para varias tesis doctorales, he tratado de reflejar varios enfoques teóricos sobre dicho concepto, en cuanto a sentido, definición, estructura, dimensiones, etc. Pero que de una forma u otra resultan unilaterales y abstractos por carecer de un enfoque sistémico – procesual, capaz de abordar la cultura como producción humana polifuncional que incluye los procesos y resultados materiales y espirituales creados por el hombre.
Al final de este epígrafe, se hace un breve análisis que cierra el capítulo, sobre las aportaciones realizadas a la sistematización del concepto de cultura por parte de filósofos marxistas de América Latina y de la antigua URSS, a veces poco conocidos por la comunidad científico– filosófica occidental. Autores que partiendo de Marx, Engels y Lenin, han realizado síntesis creadoras alrededor de esta importante categoría. Particularmente han sido reveladoras por su trascendencia innovadora, los filósofos que han trabajado de modo profundo y sistemático la actividad como categoría filosófica, sus atributos cualificadores (conocimiento, valor, praxis y comunicación ), así como las fuentes generadoras de realización de la actividad ( necesidad – interés – fin – medios y condiciones – resultado ), así como el proceso de conversión recíproca de lo ideal y lo material, a través de la praxis.
Igualmente constituyen aportes sustanciales a la teoría de la cultura, las elaboraciones hechas por culturólogos soviéticos, dirigidas a la relación de la historia con la cultura, el mecanismo de la acción de las leyes sociales y la cultura, lo objetivo y lo subjetivo en la cultura y el determinismo y la libertad, entre otros.
En otro orden de planteamiento de problemas, debe subrayarse además las concepciones pedagógicas en torno a la cultura y su tendencia a la absolutización del momento cognoscitivo. Igualmente, la creencia de que la aprehensión cultural es un problema de la educación y los maestros y profesores.
Primero hay que aprender los sentidos culturales en forma de conocimientos y destrezas de convivencia social: prácticos, teóricos y artísticos, para luego integrarse en la sociedad a partir de esos conocimientos y destrezas. En épocas pasadas estas enseñanzas eran realizadas en el seno de la familia, pero con la modernidad las sociedades humanas se han vuelto cada vez más complejas y la tarea de enseñar a las generaciones jóvenes ha sido asignada a una especialidad y su correspondiente especialista: a la educación y a los maestros y profesores.
En otra dirección de análisis en busca de los sentidos culturales y la construcción cultural, algunas corrientes teóricas parten de la fenomenología hasta llegar al post-estructuralismo y se exploran los aspectos textual-discursivos en la constitución de la persona, la incorporación de signos en el cuerpo y su constitución a través de la práctica social. Estas corrientes se dirigen a revelar las relaciones entre el cuerpo, las relaciones sociales y las formas culturales. Se entiende el cuerpo no en su sentido biológico, sino en tanto que construcción cultural.
En ese proceso de construcción social juega un papel fundamental la relación entorno-sociedad y consiste en el estudio de las relaciones entre el medio natural, la sociedad y la cultura. Muchos autores han contribuido, y continuarán contribuyendo con sus puntos de vista a esclarecer esta relación. Se pueden identificar, en forma esquemática, tres grandes tendencias interpretativas o perspectivas de análisis de esta literatura:
a. “Las perspectivas de los pueblos primitivos sobre sus respectivas maneras de relacionarse con la naturaleza, generalmente enfatizando la estrecha relación interdependiente de la sociedad humana con la naturaleza. Esta perspectiva también puede encontrarse en la conciencia occidental tardía del impacto del desarrollo tecnológico en la sociedad.
b. La perspectiva occidental que acompaña la transformación e integración del mundo resultante de las innovaciones tecnológicas y de la formación de un mercado mundial, tiende a subrayar que esta sociedad es artífice del progreso y liberadora de las trabas y limitaciones del medio.
c. La gama intermedia de posiciones acerca de la relación entre el medio, la naturaleza y la sociedad, que refleja los tropiezos del pensamiento para precisar esa relación: ejemplo de ello son el determinismo geográfico, la indeterminación del medio sobre la evolución social y cultural, y la ecología cultural.
Existe también una jerarquía en las escalas que han utilizado las ciencias sociales y en particular la antropología social para reflexionar acerca de la relación del medio con la sociedad. Hay una primera escala local, que corresponde al ámbito geográfico e histórico en el que se ha desarrollado una cultura, el ámbito de autonomía política de una sociedad simple. El espacio geográfico de la cultura y la extensión del poder político de una sociedad compleja resulta ser el otro extremo de esta escala para el estudio de esa relación. En la antropología social destacan el área cultural, la región y la nación.
La antropología social combina sus conocimientos adquiridos por el método etnográfico con aquellos que otras disciplinas sociales (como la geografía, la historia, la economía, la sociología, la planificación) adquieren con sus propios instrumentos. De tales diálogos interdisciplinarios emergen importantes contribuciones de esta relación entre el medio y la sociedad”. 23
La etnografía pone énfasis en el estudio de los grupos humanos y ha sido el enfoque predilecto de los representantes de las teorías formales dedicadas al estudio de la transmisión cultural, la aculturación, el cambio cultural y la relación entre cultura y personalidad. Estos son procesos grupales complejos, y el énfasis de la etnografía en el descubrimiento de las creencias compartidas, las prácticas, los artefactos, el conocimiento popular y el comportamiento, destaca los mecanismos que están en la base de dichos procesos.
Los etnógrafos dedicados y muy interesados en desarrollar y aplicar las teorías sobre el cambio educativo, la enseñanza escolar, las relaciones sociales, culturales y la organización de la instrucción, consideran que los usos de los espacios que hace una sociedad son parte constitutiva de la misma. Dichos usos manifiestan las prácticas, los valores, los imaginarios, y las relaciones sociales. El espacio es considerado no sólo como contexto sino como una variable que está en relación con el desarrollo del grupo humano que lo habita. Por medio de las modificaciones en dichos usos podemos analizar el cambio social y cultural.24
Las relaciones de parentesco, familiares y las redes sociales constituyen un elemento esencial de la organización social y cultural, así como de la relación individuo-sociedad. Estas relaciones no son inmunes a los procesos de globalización y de modernización, por lo cual se pone énfasis en aquellos procesos de cambio referidos a las nuevas y viejas modalidades de estructuración de las relaciones y de las redes sociales como expresión de la solidaridad y la libertad.
El multiculturalismo, contextos locales y teoría crítica, constituyen también enfoques teóricos. Por lo tanto, se debería incorporar la historia de un grupo de teorías que dieron cuenta de estos fenómenos, como condición crítica necesaria para pensar el fenómeno en su dimensión actual.
Un ejemplo de esto es la utilización en el debate norteamericano de teorías latinoamericanas, como la pedagogía de Paulo Freire, que deben ser abordadas como un elemento fundamental de las discusiones.
Freire, establece que la cultura nace de la relación de dependencia, visto como un fenómeno que da origen a distintas formas del ser, de pensar, expresarse y de manifestarse en la sociedad.25 Este autor identifica la existencia de una configuración histórico- cultural, a la cual llama “cultura del silencio”; es una expresión supraestructural que condiciona un tipo especial de conciencia, vista esta desde su totalidad, en donde las culturas pueden ser dominadas.
Paulo Freire identifica dos formas de acción cultural que se dan en la sociedad, la primera es, “la acción cultural para la libertad, caracterizada por el diálogo, su objetivo, es la concientización del hombre y la otra, la acción cultural para la dominación y que sirve para domesticar al hombre”. 26
Se hace necesario, entonces que una teoría social sensible al multiculturalismo sea construida multiculturalmente y para ello hay que estar atento a lo que nos pueden enseñar los problemas locales y sus portadores.
En castellano la palabra cultura estuvo largamente asociada a las labores de la labranza de la tierra, significando cultivo; por extensión, cuando se reconocía que una persona sabía mucho se decía que era “cultivada”. Según el Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, es solo en el siglo XX que el idioma castellano comenzó a usar la palabra cultura con el sentido que a nosotros nos preocupa y habría sido tomada del Alemán Kulturrell. Es posible pensar que el concepto “cultura” proviene más bien de la fuerte influencia que el saber norteamericano ha tenido sobre nuestra propia cultura hacia las décadas de los 50 60.
La cultura a través del tiempo ha adquirido, características polisémicas y suntuosa que de acuerdo a algunos críticos han disminuido su eficacia en la praxis, así hablamos de cultura prealfabeta, cultura adaptadora, área de cultura, base de cultura, centro de cultura, cultura selectora, continuidad de la cultura, promoción de la cultura, evolución de la cultura, pausa universal de cultura, préstamo de cultura, rezago cultural, complejo cultural, cultura rezagada, fecundación de cultura, fusión de culturas, diferencias culturales, aculturación, transculturación, cultura occidental, cultura nacional, cultura de masas, cultura popular, subcultura, política cultural, extensión cultural, funciones de la cultura, incultura y difusión de la cultura[1]
Sociológicamente se considera el término civilización, como sinónimo de desarrollo cultural, abarcando este los renglones políticos, culturales y socioeconómicos.
La cultura ha sido considerada en la declaración de los Derechos Humanos como un bien común. Se ha elaborado recomendaciones en el foro internacional para medidas legislativas y reglamentarias sobre el acceso a la cultura[27] Existen múltiples concepciones sobre la cultura, así, lexicológicamente se le considera al término cultura, como el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinar por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre28.
Para Taylor, cultura es todo aquel complejo que incluya conocimientos, creencias, arte, ley, moral y cualquier otra capacidad y hábito adquirido por el hombre como miembro de la sociedad.29
Segismundo Freud, en cambio sostiene que la felicidad humana descansa en las necesidades instintivas del hombre, lo que naturalmente era incompartible en una sociedad civilizada. El sacrificio metódico de la libido, su derivación rígidamente sancionada hacia actividades socialmente provechosas, es la cultura. Freud consideraba que la cultura dependerá de la represión del individuo sobre sí mismo y de la sociedad sobre los individuos30.
Por su parte, Ortega y Gasset, piensan que “La cultura es donde quiera una”. 31
Cáceres sostiene que “La cultura es la dimensión social de cualquier grupo o sociedad” 32.
Antropológicamente se llama cultura al sistema integral de patrones de conducta aprendidos característicos de los miembros de una sociedad. 33 es precisamente En el seno de este enfoque antropológico donde Néstor García Canclini, cuestiona al relativismo cultural según el cual cada sociedad tiene derecho a desenvolverse en forma autónoma, si que haya teoría de lo humano de alcance universal que pueda imponerse a otra, argumentando cualquier tipo de superioridad.
El relativismo cultural sin embargo, para García Canclini, deja abierto problemas básicos de una teoría de la cultura, es decir, falta el criterio que ayude a resolver los conflictos y desigualdades interculturales, y es aquí donde enfoca su propuesta analítica.
En opinión de A. Sánchez, “civilización” significa el saber instrumental estrictamente adecuado a su finalidad práctica. Y la cultura a su vez, delimita el saber trascendental que permite la elevación del hombre por sobre el mundo físico que le determina originalmente34.
Sin embargo, Mario Margulis, destaca que el materialismo histórico no dispone de una teorización suficiente sobre cultura, ni por lo tanto una definición adecuada del concepto de cultura35.
Al respecto, Antonio Sánchez García, asevera que la palabra cultura encierra el cultivo del hombre en tanto ser emancipado de la dependencia material, y que en modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general.
Siguiendo a Marx, “Un concepto Marxista de cultura, deberá permitirnos comprender la interpenetración permanente, entre la producción material de la vida social y el conjunto de relaciones sociales, mediatizadas por el lenguaje, los usos, las creencias, etc. Revierten sobre el modo de producción, conformando así una totalidad compleja, que define y articula la acción consciente e inconsciente del conjunto de los miembros de una sociedad. La cual comporta momentos necesarios para un desarrollo superior, así como impedimentos objetivos para el cumplimiento de ese desarrollo, en suma, es esa totalidad dialéctica, la que puede recibir la denominación de cultura”.36
En general, en concepto de “cultura” es comúnmente precisado en varias definiciones particulares que expresan lo que se entiende por cultura desde las necesidades y elaboraciones de disciplinas específicas. Raymond Williams las clasifica como la acepción sociológica, la antropológica y la estética. Recientemente, N.G. Fischer a las dos últimas les agrega una concepción humanista y otra psicoanalítica.37 Para Fischer, son comúnmente usadas, aunque su significado exacto es confuso para muchas personas. Las tres formas de usar el concepto son:
1. El concepto de la estética ( o concepción humanista )
El sustantivo común y abstracto “que describe trabajos y práctica de actividades intelectuales y específicamente artísticas, como en cultura musical, literatura, pintura y escultura, teatro y cine”38 Este último concepto se acerca mucho al concepto usual, tradicional de la calle o el común de la gente. Por su parte Fischer, es más amplio y analítico y la llama la concepción humanista del término.
“Cultura” es un término ambiguo que se refiere en primer lugar a una concepción humanista del hombre, definida como el desarrollo particular de ciertas expresiones de la actividad humana consideradas como superiores a otras; se dirá así de un individuo que tiene cultura cuando se trata de designar a una persona que ha desarrollado sus facultades intelectuales y su nivel de instrucción. En este sentido la noción de cultura se refleja a la cultura del alma (cultura animi, Cicerón)
para retomar el sentido original del término latino cultura, que designaba el cultivo de la tierra. Aplicado al espíritu, éste término define tanto una “cabeza bien hecha” como una “cabeza bien llena”. En un segundo nivel, la cultura engloba la idea de “refinamiento”; se dirá de una hombre que está cultivado si posee buenos modales signos de una cultura del espíritu: “Culture as the training and reffinament of mind” ( Hobbes: “Cultura es la formación y el refinamiento de la mente”). En este plano, la cultura integra un saber que traduce la buena socialización de un individuo39.
De acuerdo por lo planteado por Fischer, podemos considerar que la cultura es una manifestación del sentimiento humano, no es necesariamente traducible, más bien se dirige hacia el sentimiento de cada persona, de acuerdo al momento, circunstancia y estado emocional del individuo y la forma en que se manifiesta dicha disciplina. Puede resumirse como la acumulación de conocimientos que integran el saber humano.
2. El concepto antropológico.
Es el sustantivo común “que indica una forma particular de vida, de gente, de un período, o de un grupo humano”. Expresando lo que podríamos llamar el concepto antropológico de cultura; más ligado a la apreciación y análisis de valoraciones, costumbres, estilo de vida, formas materiales y organización social.
Se podría decir que a diferencia del concepto sociológico, aprecia el presente mirando hacia el pasado. De manera que el concepto antropológico de cultura nos permite apreciar variedades de culturas particulares; como cultura del poblador, del campesino, cultura de crianza, de la mujer joven, cultura universitaria, etc.
Esta concepción antropológica de la cultura señala, su vínculo hombre – contexto social.
3. El concepto sociológico.
Este entiende la cultura como “el concepto abstracto que describe procesos de desarrollo intelectual, espiritual y estéticos”,40del acontecer humano, como cuando se habla del desarrollo cultural de un pueblo o país; Fischer dice que para la concepción sociológica, la cultura se define como “el progreso intelectual y social del hombre en general, de las colectividades, de la humanidad”. En general se usa el concepto de cultura en su acepción sociológica, cuando el hablante se refiere a la suma de conocimientos compartidos por una sociedad y que utiliza en forma práctica o guarda en la mente de sus intelectuales. Es decir, al total de conocimientos que posee acerca del mundo o del Universo, incluyendo todas las artes, las ciencias exactas ( matemáticas, física, química, etc. ) las ciencias humanas ( economía, psicología, antropología, etc.) y filosofía.
Teniendo presente que por mucho que ese pueblo o sociedad sepa del Universo, siempre hay áreas de conocimientos que no posee o desconoce. Por ello es justamente el sentido sociológico el que usan los agentes del gobierno o la política cuando proponen planes “para desarrollar la cultura nacional”41
El concepto sociológico de cultura tiene una fuerte connotación con la apreciación del presente pensando en el desarrollo o progreso futuro de la sociedad para alcanzar aquello que llamamos el patrimonio cultural de la humanidad o simplemente “la cultura universal”. Es en este sentido en que debe entenderse la expresión “desarrollar la cultura de un país” , implicando desarrollar y ampliar el conocimiento nacional de lo que el hombre ( universal ) ha sido capaz de crear hasta hoy.42
En fin, la historia de la forma de conceptuar y definir la cultura es larga pero podría ser extendida desde Edward Taylor en su libro Cultura primitiva (1872) a Kroeber y Cluckhohn en USA, y en los antropólogos sociales británicos hasta la década de los 70s, hasta el presente. Tratando de resolver el problema de la falta de una definición común, en 1952, a Kroeber y Cluckhohn, revisaron todas las definiciones de cultura que se habían escrito hasta su tiempo ( en ingles, por supuesto ), encontraron nada menos que ¡160! definiciones, finalmente formularon una definición que aunque extensa, toma en cuenta todas las particularidades y cualidades de la cultura, que a su juicio satisfacían las necesidades conceptuales de la antropología cultural norteamericana de su época.
“La cultura consiste en pautas de comportamiento, explícitas o implícitas, adquiridas y transmitidas mediante símbolos y constituye el patrimonio singularizador de los grupos humanos, incluida su plasmación en objetos; el núcleo esencial de la cultura son las ideas tradicionales ( es decir, históricamente generadas y seleccionadas ) y, especialmente, los valores vinculados a ellas; los sistemas de culturas, pueden ser considerados, por una parte, como productos de la acción, y por otra, como elementos condicionantes de la acción futura”. 43
La cultura es la expresión de la realidad, de su pasado, presente y futuro en todas sus manifestaciones y que está condicionada por el contexto histórico de cada país.
En un segundo momento hacia la década de los años cincuentas, la cultura es definida por una corriente antropológica como “lo que uno debe conocer ( saber o creer ) para comportarse aceptablemente de acuerdo a las normas de los demás” 44
Lo que traslada la cultura al interior de la mente, interpretando a la cultura más bien como la construcción o representación simbólica aprendida por los individuos, lo que obligaría a los antropólogos a realizar una descripción de los fenómenos culturales que sean congruentes tanto con el fenómeno analizado como con las conceptualizaciones de los nativos, poniendo en primera línea metodológica al conocimiento del informante y al enfoque. Esta posición teórica fue frecuentemente criticada, acusada de psicologista como “Psicología social carente de base estadística” ,45 y descontextualizada.
Un ejemplo de este paradigma de la Antropología lo podemos encontrar en los trabajos de la antropóloga española María Jesús Buxó Rey, para quien “la cultura es el sistema de conocimiento a partir de cuyos significados el ser humano tamiza y selecciona su comprensión de la realidad en sentido amplio, así como interpreta y regula los hechos y los datos de comportamiento social”.46 En un trabajo posterior de la misma antropóloga podemos leer que “lo que importa es aprender lo que es relevante en el conjunto de ideas, creencias y suposiciones que los individuos son capaces de representar mentalmente”.47 En el mismo artículo agrega más adelante que “Toda identidad ( cultural ) es una construcción mental....” 48
Para Austin la cultura es entendida como un proceso ( o red, malla o entramado ) de significación comunicativa, objetiva y subjetiva, entre los procesos mentales que crean los significados y un medio ambiente o contexto significativo y a la vez significante. Es decir, como producto del comportamiento humano y de la vida social situados en un ambiente de tiempo, espacio y productividad material e intelectual 49
La importancia que tiene esta forma de definir la cultura radica en que nos permite abordarla como el mecanismo por el cual los seres humanos creamos y recreamos los significados y sentidos compartidos que se necesitan para entablar relaciones con otras personas. Naturalmente sólo pueden establecer una red de relación aquellas personas que comparten los mismos significados respecto de las cosas y actividades que les son comunes y al hacerlo forman una sociedad.
Las conceptualizaciones y definiciones anteriormente planteadas, nos permiten analizar, que la cultura a diferencia de otras, está estrechamente relacionada con el desarrollo humano y el contexto social. Esta nos da el aporte necesario para así fortalecer el camino por donde transitamos en la vida, se puede decir, que la cultura es un arma individual que posee el ser humano para enfrentar y dar respuesta a cada fenómeno acerca del mundo que nos rodea, en tanto existe producción del individuo como sujeto social.
Cualquier cultura (u organización social) tiene varias dimensiones. Como las dimensiones físicas de anchura, altura, profundidad o tiempo, las dimensiones culturales pueden variar en tamaño, pero por definición, afectan a todo el conjunto.
En general se consideran seis dimensiones sociales o culturales. Las que cuentan para cualquier sistema de valores aprendidos y sus comportamientos. Todas ellas son sistemas dentro de cada sistema social. Están basadas en comportamientos aprendidos, que trascienden a los individuos que han aprendido parte de ellas. Al igual que las dimensiones físicas de longitud o tiempo, si falta cualquier dimensión de la cultura, por definición, todas faltan.
Las dimensiones de la cultura, según esta concepción son:
1. Tecnológica. 2. Económica. 3. Política. 4. Institucional (social). 5. De valores estéticos 6. Perceptual y de creencias.
Las dimensiones tecnológicas de la cultura son su capital, sus herramientas y conocimientos y su forma de relacionarse con su entorno físico. Es la conexión entre la humanidad y la naturaleza.
Recuérdese que no son sólo las herramientas físicas en sí las que hacen la dimensión tecnológica de la cultura, sino las ideas aprendidas y los comportamientos que permiten al hombre inventarlas, utilizarlas y enseñar a los demás sus conocimientos sobre ellas.
La dimensión económica de la cultura comprende sus diversas formas y medios de producción y asignación de los bienes y servicios útiles y limitados (riqueza), ya sea a través de regalos, obligaciones, trueque, comercio o asignaciones de propiedad.
No son los objetos físicos como el dinero los que constituyen la dimensión económica de la cultura, sino la variedad de sus ideas, valores y comportamientos que hace que los hombres den valor al dinero ( y otros elementos ) dentro del sistema económico que han creado y utilizan. La riqueza no es solamente dinero, al igual que la pobreza no es solo su carencia.
La dimensión política de la cultura comprende sus diversas formas y medios de asignar el poder y la toma de decisiones. No es lo mismo que la ideología, aunque están estrechamente vinculadas. Entre otras cosas, incluye los tipos de gobierno y los sistemas de gestión. También la forma en que grupos pequeños de personas toman decisiones cuando no existe un líder reconocido.
La dimensión institucional o social de la cultura la componen las formas en que las gente actúan, se relaciona con los demás, reacciona y como espera que los demás actúen y se relacionen. Esto incluye instituciones como el matrimonio o la amistad, roles como el de madre u oficial de policía, estatus o clases, y otros patrones de comportamiento humano.
Esta dimensión de la cultura es la estructura de ideas, a veces paradójicas, inconsistentes que tiene la gente sobre lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, el bien y el mal, que son las justificaciones que cada persona cita para explicarse sus acciones.
La dimensión conceptual y de creencias de la cultura. Esta dimensión es una estructura de ideas, también a veces contradictoria que la gente tiene sobre la naturaleza del universo, del mundo que lo rodea, su papel en él, la causa y efecto, la naturaleza del tiempo y la materia y sus comportamientos.
La comprensión de las bases sociales del desarrollo cultural y del impacto de éste, por ser problemas fundamentalmente socioculturales, requiere estudiarlos desde las diversas perspectivas, que puedan abarcar a lo nacional y a lo regional en sus contextos simultáneamente globales y locales.
El estudio que posibilitan la apropiación de espacios culturalmente delimitados y el posicionamiento de distintos actores sociales constituye un quehacer de primer orden. Estos enfoques han permitido explorar distintas vertientes interpretativas del accionar de los sujetos socioculturales que generalmente se encuentran en un contexto determinado.
Hemos expuestos algunas concepciones de la cultura y sus diversas aristas, que van desde su definición, elementos estructurales, etc. Hasta sus correspondientes dimensiones. Concepciones que si bien son útiles por los conocimientos que aportan, en mi criterio, son unilaterales, porque de una forma u otra absolutizan determinados aspectos y no logran una aproximación orgánica, sistémica. Por supuesto, no desconocemos las dificultades que acarrea una teoría de la cultura,50 capaz de develar en su máxima expresión y amplitud sus innumerables aristas y calidades, en tanto ser esencial del hombre y parámetro medidor de su ascensión humana.51
El pensamiento Latinoamericano ha hecho grandes aportes a los estudios de la cultura sobre la base o la raíz humanista que encauza las investigaciones en la búsqueda del ser de nuestros pueblos y su identidad en tanto tal. Los grandes fundadores del siglo XIX latinoamericanos, particularmente José Martí, Bolívar, Simón Rodríguez, José Enrique Rodó, entre otros, hicieron grandes contribuciones teóricas a la comprensión de la cultura como producción humana libre y fundamento de su realización como hombre y como pueblo. El ensayo “Nuestra América”, de José Martí, es en sí mismo un manifiesto filosófico cultural de identidad, que exige partir de la raíces con vocación universal. En pleno siglo XX esta temática humanista, con preocupaciones propias por la existencia y reconocimiento de nuestra cultura, para dejar de hacer eco y sombra de culturas exógenas se ha tematizado entre otras en la obra de Leopoldo Zea 52 , Pablo González Casanova53 y en gran parte de la filosofía de la liberación.
Serían innumerables los acercamientos filosóficos a la cultura realizados en nuestra región, a partir del hombre y su actividad.54 Debe destacarse la obra del cubano Fernando Ortiz y su elaboración del concepto transculturación por sus implicaciones teórico-metodológicas.
Este sentido humanista real de asumir la cultura resulta 55enriquecedor porque vehicula alcances integradores funcionales concretos. “No reducimos la idea de cultura a las artes y las letras, (aunque es obvio que, siendo escritores y artistas, le damos el sitio que merecen); cultura es, para nosotros, el rostro coherente, unitario, de una sociedad. En nuestro caso, se trata por excelencia de la cultura Cubana, enfatiza Roberto Fernández Retamar destacando el carácter concreto de la cultura y vinculada, desde luego, a la de la humanidad.55
Esta sintética definición capta en su esencia la determinación de la cultura como totalidad funcional que caracteriza el alma del hombre y la nación, su ser existencial.” Sabemos que cualquier dualismo que nos lleve a poner la vida por encima de la cultura , (escribe en 1944) o los valores de la cultura privada de oxígeno vital , es ridículamente nocivo , y sólo es posible la alusión a ese”en etapas de decadencia .En épocas de plenitud, la cultura, dentro de la tradición humanista, actúa con todos sus sentidos, tentando, e incorporando al mundo su propia sustancia. Cuando la vida tiene primacía sobre la cultura, dualismo sólo permitido por ingenuos o mal entendidos, es que se tiene de ésta un concepto decorativo. Cuando la cultura actúa desvinculada de sus raíces es pobre cosa torcida y maloliente. En estas cosas no hay primero, no hay después. Que siendo ambas, vida y cultura, una sola y misma cosa, no hay por que separarlas y hablar de ridículas primacías.56
Juan Marinello tampoco separa la cultura de la vida. Sus obras “Meditación americana”,57 y Martí, escritor americano, entre otras, siguiendo creadoramente la herencia Martiana convierten la cultura en un baluarte de resistencia por la humanidad del hombre y del pueblo. Exige entender las señales de los tiempos y fundir la invención en el seno poderoso del pueblo, para salvar, con su humanidad, la misión creadora.58
En esta misma comprensión (la cultura como ser esencial y medio de ascensión ), señala Osvaldo Martínez: “Un deber insoslayable de los intelectuales cubanos, consiste en la formación de una forma de entender la cultura en el sentido funcional de propiciar el desarrollo humano hacia su más alta espiritualidad, y para lograrlo se impone colocar la justicia social como núcleo central a partir del cual se exalte la vida espiritual, pues de no hacerse así, se exacerban lo peores instintos del hombre 59
Se trata de una concepción de la cultura irreducible al conocimiento, a la ilustración, a los valores. Es sencillamente concebida como el mismo ser humano producido por su acción. No se separa la cultura del hombre, de la vida misma.
Alejo Carpentier hizo aportes sustanciales. La búsqueda de la autenticidad cultural latinoamericana es un tema recurrente de toda su obra, enriquecida con su descubrimiento de lo real maravilloso: “una realidad en la que siempre existen simultáneamente el pasado, el presente y el futuro; una cultura de la humanidad cuya grandeza se manifiesta en su infinita variedad, en la coexistencia renovadora y enriquecedora de numerosas culturas independientes; una historia en la que siempre debe haber lugar para el mito y la maravilla, para todo lo que nos ayude a dar sentido al presente y abrirnos paso hacia el futuro, hacia lo desconocido” 60
La concepción de la cultura como ser esencial humano, estrechamente vinculada a la existencia de nuestras naciones, a su identidad ha encontrado recepción en muchos pensadores de nuestra región. La cultura se ha concebido como sistema que excluye toda reducción a las bellas artes, a la erudición, al conocimiento o a la llamada cultura artístico – literaria. Se le ha considerado como base sustentadora de la existencia de los pueblos, como obra humana donde la propia política, la ética, la estética, etc. son zonas de la cultura. En gran parte de la obra de García Canclini,61 de Adolfo Colombre,62 de Cintio Vitier,63 de Armando Hart,64 además de penetrar en los valores de la cultura han expuesto ideas sistematizadoras de gran valor heurístico.
No es posible olvidar en otro orden de estudio, en torno a la cultura, las grandes contribuciones teóricas, que sistematizando creadoramente la obra de Marx, Engels y Lenin, han realizado los filósofos soviéticos.
Aportaciones germinales que por prejuicios ideológicos, con excepción de Cuba , a veces son poco conocidas por la comunidad científica y filosófica del occidente, incluyendo por supuesto, América Latina. Resulta sorprendente e inaudito el desconocimiento de la producción creadora en torno a la cultura de autores de la talla de E. Markariàn,65 de M. S. Kagan,66 V. E. Davidovich,67 y por supuesto de V. Mezhuiev,68 entre otros, así como de I. Savranski “La cultura y sus funciones, que hemos trabajado con énfasis especial en el cuerpo de la tesis. En la obra de estos autores, Hombre,Cultura, Sociedad y comunicación y cultura, sobre la base de la actividad, se integran como totalidad concreta para revelar en la cultura su sentido sistémico – procesual y sus expresiones polifuncionales.
Para Markarián, “la concepción de la cultura como modo específico de la actividad humana es funcional por su naturaleza (...) pero presupone también el empleo amplio de otros métodos, en particular, el estructural” 69
En opinión de V. Mezhuiev. – muy apegado a los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, de Marx, “en la cultura el hombre está representado no sólo como protagonista, sino también como un ser que se autodesarrolla, se autotransforma, como sujeto y al mismo tiempo, resultado de su propia actividad.
La verdadera relación de la cultura con la actividad humana se hace comprensible sólo cuando la propia actividad se descubre como fuente, causa de formación, desarrollo y afirmación del hombre.70
Esta intelección de la cultura, estrechamente vinculada con la actividad humana y el concepto de enajenación, ha servido de núcleo estructurador de mis elaboraciones teóricas, en tanto objeto de investigación, así como base metodológica para asumir creadoramente la concepción filosófica de la cultura como encarnación de la actividad y medida de ascensión humana.
Muchas ideas, concepciones, teorías y reflexiones valiosas pudieran exponerse de un concepto de connotación polisémica por su esencia y funciones como es el caso, pero en mi criterio, he reflejado algunos, sin propósito de agotar algo que resulta imposible.
1.3.Cultura y comunicación.
En la filosofía de la cultura se dedica una especial atención al tema de la comunicación, pues ésta refiere al intercambio de toda producción humana, en la relación sujeto – sujeto.71 La comunicación, concebida en los marcos de un enfoque sistémico multifuncional de la cultura, constituye un subsistema de ésta.
La relación cultura – comunicación resulta indisoluble, mediada por los eslabones intermedios que le dan cierta autonomía a cada componente de la totalidad del sistema.
Sin embargo, es posible hablar de comunicación cultural. “La comunicación sociocultural es un nexo orientado entre las gentes, intercambio de información entre ellas. La comunicación sociocultural, en su estricto sentido, es la comunicación directa entre las personas, pero en un sentido más amplio, es la comunicación masiva ( indirecta, mediatizada ), intercambio de información de valor sociocultural: de la vida cotidiana, científico – técnica, sociopolítica, estética, etc. La comunicación de masas se realiza a través de organizaciones y medios técnicos especiales de recopilación, procesamiento y difusión de la información.” 72
En la comunicación los sistemas semióticos son imprescindibles, pues el mecanismo de acción recíproco intersubjetivo, tiene lugar a través del signo, ya sea del lenguaje natural o en signos no lingüísticos, como señales, símbolos, lenguajes artificiales, necesarios para el acto mismo de comunicación.
El contenido de los signos, todo un sistema complejo de significados, originados en la historia y plasmados en la cultura, está integrado por el conocimiento de las formas y las leyes de la naturaleza y la sociedad, así como la experiencia práctica, sintetizada de generaciones precedentes, tematizado en un conjunto de estereotipos, ritos y actividades, normas de conducta y reglas, etc.
Si ciertamente toda cultura posee una función comunicativa, para que el proceso sea efectivo es necesario que exista una coincidencia entre emisor y receptor, en cuanto al conjunto de imágenes, percepciones, asociaciones, etc. De lo contrario no hay comprensión entre los sujetos y la comunicación resulta ineficaz. “La eficiencia de la comunicación depende de que los participantes del acto de comunicación dispongan de un determinado sistema general similar de nociones y categorías para el análisis de determinados fenómenos de la realidad. En el caso contrario la comunicación será poco efectiva e imposible” 73
La comunicación cultural, vinculada estrechamente con las funciones semióticas y directiva de la cultura, no deviene por generación espontánea. Posee múltiples condicionamientos que pueden frenar o no la comunicación humana y en lugar de enriquecer la existencia del hombre, empobrecerla. La cultura sintetiza el devenir humano y es medida de su ascensión, pero cuando su génesis ( la actividad humana ) resulta enajenada, las relaciones verdaderamente humanas, se truncan en alienación progresiva, es decir, como alienación de la actividad y actividad de la enajenación.74
Cuando la cultura resulta enajenada, la sociedad, los hombres, dejan de ser sujetos. Las relaciones sociales reproducen un proceso infinito de enajenación, pues “una consecuencia inmediata del hecho de que el hombre sea enajenado (...) de su actividad vital, de su ser esencial, es el enajenamiento del hombre del hombre,” 75 y con ello la pérdida de su esencia humana. “En realidad, la proposición de que la naturaleza esencial del hombre le es enajenada significa que un hombre es enajenado de otro, al igual que cada cual lo es de la naturaleza esencial del hombre.” 76 El hombre hace su historia con su actividad, crea el cuerpo de la cultura y a través de ella prueba ser un ser esencial, se universaliza; pero en las condiciones del capitalismo no siempre la cultura cumple con eficacia su función clave comunicativa. Por tanto el pueblo, las gentes, no están en condiciones de acceder al enriquecimiento de su ser esencial y su espiritualidad. Aparentemente el acceso a la cultura es posible. Realmente no es aprehensible, es ajeno a las grandes masas. Es sólo objeto de disfrute de la minoría, de élites, de pequeños grupos. Sencillamente.” (...) al degradar la actividad espontánea, libre, a un simple núcleo, el trabajo enajenado hace de la vida esencial de la especie humana un simple medio para su existencia física.77 En tales condiciones, donde la cultura del tener 78 se impone con fuerza y se minusvalora la cultura del ser, resulta lógico que la comunicación cultural no propicie ni cree verdaderos comportamientos humanos hacia la cultura que enriquece el ser esencial humano. Todo el devenir del hombre, sus preferencias, actividades, propósitos se dirige a lo que garantiza su vida empírica, a “tener para existir, a lo inmediatamente dado, sin preocuparse “inconscientemente” por la riqueza espiritual, por el verdadero disfrute humano de la magna obra creada por la humanidad. Le es inaccesible, ajeno, por que resulta imposible insertarse en su ser esencial, integrarse al cuerpo de la cultura. En apariencia, la sociedad objetiva su ser esencial en la cultura y brinda las oportunidades para ser aprehendida por todos, pero en la práctica su esencia humana no puede objetivarse en ella. Sólo la aprehensión cultural integral se asume teóricamente y resulta estéril la comunicación cultural.
Tal estado de cosa, no permite aprovechar las posibilidades heurísticas de la comunicación cultural, experiencias prácticas, en fin, el intercambio de todo lo mejor creado por el hombre.
Una verdadera comunicación cultural debe crear espacios que garanticen la formación humana, pero para ello debe fundarse en premisas reales. El capitalismo con su filosofía del “tener”, del individualismo generador de violencias, no ha probado ser capaz de crear condiciones para la realización multilateral del hombre. La globalización neoliberal con sus nuevas recetas u oportunidades, tampoco ha mostrado capacidades para propiciar la realización de la humanidad del hombre. Todo lo contrario, sus políticas enajenantes se enfrentan contra la cultura y la identidad de los pueblos. La aldea global que trata de imponerse con el desarrollo de la tecnología de la comunicación, sólo sería una empresa verdaderamente cultural, si globaliza la solidaridad humana, si con sentido de humanidad, respeta al otro y funda su política en la bondad, la verdad, la belleza y sobre todo en la justicia, “ese Sol del mundo moral”, en el decir de Cintio Vitier, asumiendo la excelsa idea metafórica del gran Maestro cubano José de la Luz y Caballero.
Por supuesto, esta realidad exige cambios estructurales radicales, pero la utopía, la razón utópica no puede morir (...) Hay que seguir haciendo camino al andar, como nos enseñó el gran poeta español Antonio Machado. La comunicación artístico – literaria, como parte esencial de la comunicación humana tiene mucho que hacer en nuestro mundo de enajenación progresiva. Se impone la necesidad de revelar en el hombre actitudes humanas: conciencia, amor, bondad, sensibilidad para captar lo mejor del hombre. La comunicación artístico – literaria, por sus propias especificidades, puede aproximar al hombre a la aprehensión de la cultura artística, vinculando estrechamente los valores artísticos con los valores morales, políticos, científicos y humanos en general.
Un hombre sensible es capaz de apreciar con satisfacción una obra pictórica, musical, literaria, etc. Y con ello, ascender humanamente.
Una comunicación artística, fundada en nobles propósitos – problemas difíciles en los tiempos actuales – debe subvertir la actual división del arte inculto y popular, como resultado de su comercialización y de la sociedad de consumo que desvirtúa su verdadera esencia.
Notas: 7Enciclopedia Sopena. Tomo 1. Ramón Sopena, Editorial Barcelona, España, 1930, p 736. 8 Ver de Pupo, R. La actividad como categoría filosófica. Editorial de Ciencia Sociales, La Habana 1990. 9 Abbagnano, N. Diccionario de Filosofía. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1963,p. 272. 10Ver Abbagnano. Obra Cit. P. 272. 11 Ibidem pp. 272-273 12 Ver de Marafioti, R. Los significantes del consumo ( Semiología, medios masivos y publicidad. Edit. Biblos, Buenos Aires, Argentina, 1993, pp.24-30. 13 Ver de Pupo, R. La práctica y la Filosofía Marxista. Edit. Ciencias Sociales, La Habana. 1986. 14 Ver de Pupo. R. La Práctica y la Filosofía Marxista. Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1986. En esta obra se exponen los fundamentos de la nueva concepción de la historia y con ello, las bases para una comprensión sistèmica de la cultura. A partir de aquí, de la comprensión materialista de la historia, la relación Cultura-comunicación sociedad, sólo es comprensible en su unidad indisoluble. 15 Ver Tolstyj, V. La producción Espiritual. Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1989, pp. 66-244. 16 . Ver de Pupo, R. La Actividad como Categoría Filosófica. Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1990. En este libro el autor con visión filosófica aporta una profunda sistematización de la categoría actividad y los elementos que la estructuran, de extraordinario valor para la comprensión de la cultura en sus determinaciones polisémicas. 17 Marx, C. Manuscritos económicos filosóficos de 1944. Edit. Pueblo y Educación, La Habana, 1977, p. 78. 18 García Márquez, G. El Amor en los Tiempos de Cólera. Edit. Arte y Literatura, La Habana, 1986, p. 223.. Ver Mezhuiev, V. La Cultura y la Historia. Edit. Progreso, Moscú, 1980, pp. 88 – 147. 19 Ver de Pupo, R. Aprehensión Martiana en Juan Marinello. Edit. Academia, La Habana, 1998. El autor descubre una concepción semejante en José Martí, a partir de la interpretación de Juan Marinello. 20 Savranski, I. La Cultura y sus funciones. Edit. Progreso, Moscú, 1992, p. 67 21 Savranski, I. La Cultura y sus funciones. Edit. Progreso, Moscú, 1992, p.74. [22] Kroeber, a y Kluckhohn, C.- Cultura. A Critical Review of Concepts and Definitions, Nueva York, 1963, p. 357. 24 Ibídem. 25 Paulo Freire, Acción Cultural para la Libertad, Edit. Tierra Nueva, Buenos Aires, Argentina, 1975. pág. 90. 26 Ibídem. [1] Ibídem [27] Consejo Nacional Técnico de la Educación. SEP Educación , 1977, pág. 46. 28 Bejar Navarro, R. 1979, Cultura Nacional, Cultura Popular y Extensión Universitaria pág 8 29 Ibidem. 30 Ibidem. 31Bejar Navarro, R. 1979, Cultura Nacional, Cultura Popular y Extensión Universitaria pág. 6. 32 Cáceres, Jorge, 1981, Bases Generales de un Modelo de Planificación del Desarrollo de la Cultura, Caracas, pág. 5. 33 García Canclini, N, 1981, Cultura t Sociedad, Cultura S.E.P. México, pág. 17. 34Sánchez García, A. 1976, Cultura sobre Lenin, Serie Popular Era. México, pág. 85. 35 Citado por, Sánchez García, A. 1976, pág. 85. Se observa un desconocimiento total de la obra de cultura de la ex URSS, Desconoce los aportes significativos de autores Marxistas como E. Markarián, Mezhuiev, I. Savranski, V. V. Kelle y M. Kovalzón, entre otros, sobre el concepto de cultura. 36 Sánchez García, A. 1976, Cultura sobre Lenin, Serie Popular Era. México Pág. 92. 37 Raymond Williams, 1976, Citado por Austin Millán, T. R. Fundamentos Sociales y culturales de la Educación, Editorial, Universidad Arturo Prat, Sede Victoria, Chile. 2000, pág. 2. 38 Fischer, 1992. Citado por Austin Millán, T. R. pág. 76-82. 39 Austin Millán, T. R. , Fundamentos Sociales y culturales de la Educación, Editorial, Universidad Arturo Prat, Sede Victoria, Chile. 2000, pág. 2000, pág. 2. 40 Fischer, 1992, Citado por Austin, 2000, pág. 2. 41 Citado por Austin, 2000, pág. 3. 42 José Joaquín Brunner, 1994, Citado por Austin, 2000, pág. 3. 43 Kroeber y Cluckhoholm, Citado por Austin, 2000, pág. 4. 44 Austin, 2000. 45 Marvin Harris, 1978, pág. 606. Citado por Austin, 2000, pág. 4. 46 María Buxó, Citado por Austin, 2000, pág. 5. 47 Ibídem.. 48 Ibídem. 49 Ibídem. 50 La tarea de crear una teoría general de la cultura no es nada fácil, sobre todo si se tiene en cuenta que su objeto es un fenómeno muy peculiar. La cultura además de ser extraordinariamente compleja y polifacética, también parece estar vertida por todo el cuerpo del organismo social, penetrando interiormente en todos sus pasos. En primer lugar, es en virtud de tal carácter universalizado y omnipresente de la cultura que la creación de una teoría generalizadora que la misma afronta dificultades bastantes considerables” ( Markarián, En teoría de la cultura, Revista Ciencias Sociales Contemporáneas, Moscú, 1987, pág. 8. 51 Es muy interesante el trabajo del investigador Pedro Cubas “Cuatro ensayos de indagación e interpretación de nuestra cultura ( inédito, La Habana 2000 ) En él hace una excelente sistematización del problema de cultura, que no pude aprovechar en toda su magnitud, por conocerlo cuando ya la tesis estaba terminada. 52 Pablo González Casanova. 53 Leopoldo Zea. 54 En esta dirección debe señalarse la obra de Pupo, R. La actividad como categoría filosófica. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1990. que con toda razón la Dra. Thalía Fung en su prólogo escribe que el autor introduce análisis en torno a la actividad humana, inéditos en nuestra lengua. Esta obra del Dr. Pupo, elabora fundamentos para una comprensión integral de la cultura. Igualmente sucede con del propio autor “Aprehensión Martiana en Juan Marinello” donde la cultura en su visión filosófica ocupa un lugar central. Los estudios filosóficos de Pablo Guadarrama, además de destacar lo general y lo particular en la cultura, cualifica a ésta en sus atributos humanos por excelencia. 55 Fernández Retamar, R. Cultura es para nosotros (...) En Periódico Granma, La Habana, 7 de Nov. 1998. pp4-5. 56 Lezama Lima, J. Imagen y posibilidad. Edit. Letras Cubanas, La Habana, 1992, pág. 6. 57 Marinello, J. Meditación Americana. Ediciones Procyón, Buenos Aires, Argentina, 1959. 58 Ibídem. 59 Osvaldo Martínez. Cultura y Desarrollo. Periódico Granma, 10 de Nov. De 1998, pág. 3. 60 Talvet, J.Algunos aspectos del tiempo y del espacio en la novelística de Alejo Carpentier. En coloquio sobre Alejo C. Ediciones Unión, La Habana, 1985, pág. 150. 61 Ver de García Canclini, C. – Las culturas Populares en el Capitalismo. Casa de las Américas. La Habana, 1987, entre otras. 62 Ver de Colombre, A. 63 Ver de Vitier, C. Ese S ol del mundo moral. Ediciones Unión, La Habana, 1990, entre otras. 64 Ver de Hart, A. Del trabajo cultural, Edit. De C. Sociales, La Habana, 1979; y Ética, cultura y Política. Centro de Estudios Martianos, La Habana,2001, entre otros. 65 Ver Markarián, E. Teoría de la Cultura. Redacción Ciencias Contemporáneas, Moscú, 1987, entre otras obras significativas. 66 Ver de M. Kagán, El arte en el sistema de la cultura, Moscú, 1979, entre otras obras y trabajos valiosos. 67 Ver de Davidovich. La esencia de la cultura, Rostov, 1979, entre otras. 68 Ver de Mezhuiev, V. La historia y la Cultura. Edit Progreso, Moscú, 1980, entre otros excelentes trabajos especializados en el tema. 69 Markarián, E. obra citada, pág. 47. 70 Mezhuiev, V. Obra citada, pág. 115. 71 Ver de Pupo, R. La comunicación como intercambio de actividad, en del propio autor, “La actividad como categoría filosófica, Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1990. 72 Savranski, La cultura y sus funciones. Edit. Progreso, Moscú, 1983, pág. 76. 73 Ibi dem, pág. 77. 74 Ver Marx, C. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Edit. Pueblo y Educación, La Habana, 1977. pág. 69 - 86. 75 Ibi dem, pág. 79. 76 Ibi dem. 77 Ibi dem. 78 “En lugar de todos estos sentidos físicos y mentales ha ocurrido, pues, el simple enajenamiento de todos estos sentidos: el sentido del tener” ( Ibidem, pág. 120 ). |
por Rigoberto Pupo Pupo
Dr. en Filosofía. Dr. en Ciencias
Universidad “José Martí” de Latinoamérica, Monterrey, NL, México
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