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La
metaforización de la Filosofía Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo*. |
Un
lenguaje cuando produce imágenes creativas, permeada de metáforas
suscitante, no dispone, sino propone, suscita y anticipa. Es como un
reflejo anticipado que no permanece pasivamente, se dirige al futuro, a lo
por venir con vocación ecuménica y en pos de la concreción. Por eso
Descartes identifica la imagen con la idea o prefiere ésta en lugar de
aquella, para significar la representación mental, sin reducirla al
simple reflejo sensorial reproductivo, pues
la idea, como imagen mental, recrea con vuelo de altura, construye, se
adelanta y enriquece con la invención y nuevas propuestas, diferentes de
las que ya existen. Por eso
la filosofía sin hacer dejación de su forma conceptual debe fertilizarse
con las otras formas aprehensivas de la realidad por el hombre, como es el
caso de la metáfora y el lenguaje tropológico en general. Repensar
la Filosofía hoy no es una simple consigna asumida para el próximo
congreso internacional de la Filosofía. Es una profunda convocatoria a
pensarla, con alto vuelo desde la teoría y praxis
mismas. Es un llamado contra el exclusivismo que hace estéril el discurso
filosófico. Un discurso, a veces gobernado por el abstracto gnoseologismo
que teme a las variadas formas aprehensivas de que dispone el hombre. He
ahí el por qué de la necesidad de la metaforización del
discurso de la filosofía, sin reducirse a ella- porque se haría
lo mismo que se critica- en
la eterna búsqueda de la verdad. La imagen, como representación viva de una cosa, un fenómeno, proceso, acontecimiento, etc., constituye un medio representativo de gran importancia cognoscitiva, práctica, valorativa y comunicativa, tanto en su sentido figurado (tropológico) como en su forma directa o sentido recto. Su riqueza de contenido deviene por sus múltiples poderes representativos de la imaginación, ya sea como expresión compuesta sólo de palabras que significan objetos sensibles, como forma viva y eficaz de algo por medio del lenguaje, como metáfora[1], sinécdoque[2], metonimia[3], etc. La
siguiente metáfora capta en su esencialidad la función de la
imagen:”.pone a los ojos del cuerpo lo que sólo es visible con los ojos
del alma”, es decir, a través de la imagen, es posible elaborar un
producto mental que da forma concreta a lo abstracto. Es que la imagen
como resultado de la imaginación, constituye un medio indispensable en la
construcción de la verdad, en tanto creación espiritual capaz de revelar
esencias y conceptos, inaprehensibles por los medios lógicos comunes,
tradicionales, sin perder la logicidad que le es inmanente como producto
mental humano. “La
imagen según Lezama Lima- es la causa secreta de la historia. El hombre
es siempre un prodigio, de ahí que la imagen lo penetre y lo impulse. La
hipótesis de la imagen es la posibilidad. Llevamos un tesoro en un vaso
de barro, dicen los Evangelios, y ese tesoro es captado por la imagen, su
fuerza operante es la posibilidad.”[4] Tanto la imagen natural (representa un objeto sensible mediante otros objetos sensibles) como la ideal (representación de de ideas abstractas o estados sensibles indefinidos a través de formas concretas, reuniendo cualidades o atributos) son medios idóneos de acceso a la verdad, pues son productos nuevos, perneados de razón utópica, fantasía y sensibilidad. ¡Cuánto dice, suscita y enriquece la representación de la salida del Sol con la imagen!: “abre la mañana sus alas de oro”, o representar con palabras del gran poeta español Juan Ramón Jiménez, un campo florecido en primavera, con la imagen:”Diríase que el cielo se deshace en rosas”, o en García Lorca, para expresar el viento: |
“Yo
soy todo de estrellas derretidas, Sangre
del infinito; con
mi roce descubro los colores de
los fondos dormidos. Voy herido de místicas miradas… |
O de Herrera Reissin, cuando nos concreta, cómo el cura campesino sacaba de la tierra lo suficiente para adornar el altar: el ordeñar la pródiga ubre de la |
montaña Para
encender con oros su pobre altar de pino. |
¿Por
qué entonces la epistemología racionalista tradicional, teme tanto al
camino poético del lenguaje, y sólo admite la imagen gnoseológica fría,
impersonal, y por todo ello, abstracta, vacía? Cuando históricamente la
praxis muestra el valor de subjetividad, de la imaginación creadora y
bella en la revelación de la existencia humana, incluyendo la verdad que
cualifica una de los principales objeto de búsqueda para realizar su ser
esencial. Sencillamente, el paradigma gnoseológico logicista ha quebrado
.Asistamos a sus funerales, pero sin absolutizaciones para no incurrir en
sus mismos errores. Un
lenguaje cuando produce imágenes creativas, permeada de metáforas
suscitante, no dispone, sino propone, suscita y anticipa. Es como un
reflejo anticipado que no permanece pasivamente, se dirige al futuro, a lo
por venir con vocación ecuménica y en pos de la concreción. Por eso
Descartes identifica la imagen con la idea o prefiere ésta en lugar de
aquella, para significar la representación mental, sin reducirla al
simple reflejo sensorial reproductivo; pues la idea, como imagen mental,
recrea con vuelo de altura, construye, se adelanta y enriquece con la
invención y nuevas propuestas, diferentes de las que ya existen. Abordar
la realidad subjetivamente- como aconsejaba Marx, en sus Tesis sobre
Feuerbach- es imaginar, descubrir, develar algo nuevo, trasuntado en
novedades que dejan el reino de la posibilidad para encarnar realidades
concretas, que al mismo tiempo son fuentes de nuevas aprehensiones.
Fundarse en la imagen creadora, es prolongar los fines humanos y
realizarlos en bien del hombre. Crear
es imaginar con plena libertad y poner los fines para satisfacer
necesidades e intereses humanos .No es sencillamente dar cauces a la ficción
y a las quimeras de la razón .Es sentir al mismo tiempo que nos alejamos
de lo inmediato con vocación trascendente hacia lo maravilloso que
enaltece y da fuerzas en dirección a la verdad que siempre buscamos, al
saber integrador que altera la realidad para descubrirla.
Sencillamente,”(…)lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca
cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro),de
una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación
inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la
realidad ,de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad,
percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritus
que lo conduce a un modo de “estado límite “.Para empezar, la sensación
de lo maravilloso presupone una fe. Los que no creen en santos no pueden
curarse con milagros de santos, ni los que no son Quijotes pueden meterse,
en cuerpo y en alma y bienes, en el mundo de Amadís de Gaula o Tirante el
Blanco”[5] Alejo
Carpentier, nuestro Premio Cervantes, con imaginación creadora, revela la
gran verdad, que toda Nuestra América, no es más que una crónica de lo
real maravilloso. Esta concepción, o método, si se quiere, le abrió
amplias perspectivas para revelar la verdad del hombre en relación con el
mundo, mediado por la praxis y sus circunstancias tropicales y otros
contextos que tan sabiamente revela nuestro novelista mayor. Sin
artificios gnoseológicos, pero siguiendo la lógica especial del hombre y
su espiritualidad, Carpentier construyó muchas verdades; creó verdades
que hoy la historia y la cultura enriquecen y amplían con nuevos sujetos
creadores. Tanto
la metáfora como la imagen propiamente dicha, son modos reveladores del
cosmos humano en relación con el Universo. Ambas dan cuenta de la riqueza
expresiva del pensamiento y el lenguaje y sus amplias posibilidades
creadoras. Son en sí mismas realidades teñidas de subjetividad
sustantiva. Expresan conocimiento valor, praxis y comunicación en su
despliegue progresivo y develador de esencias. “En mi sistema poético
del mundo, la metáfora y la imagen tienen tanto de carnalidad, (…) como
de eficacia filosófica, mundo exterior o razón en sí. Es uno de los
misterios de la poesía la relación que hay entre el análogo, o fuerza
conectiva de la metáfora, que avanza creando lo que pudiéramos llamar el
territorio sustantivo de la poesía,- enfatiza Lezama -con el final de
este avance, a través de infinitas analogías, hasta donde se encuentra
la imagen, que tiene una poderosa fuerza regresiva, capaz de cubrir esa
sustantividad ¨”[6]La
imagen y la metáfora, independientemente de su carga subjetiva, no son
simples representaciones formales carentes de contenido. ”La relación
entre la metáfora y la imagen –escribe Lezama Lima- se puede establecer
con un caballo tan alado como nadante que persiste en una sustancia
resistente que en definitiva podemos considerar como imagen. La imagen
–continúa el pensador y poeta cubano- es la realidad del mundo
invisible”[7],
que la filosofía busca, en la medida que hace tangible lo abstracto
o es capaz de anticipar lo que en el presente es sólo deseo, sueño,
utopía, es decir, sólo posibilidad, no realidad concreta Como
la metáfora es un cambio de una palabra o grupo de ellas al sentido
figurado, fundado en la asociación por semejanza, y la imagen, una
representación “concreto- sensible” de estados difusos o ideas
abstractas, ambas, en su unidad integran la traslación de sentido (la metáfora)
y la nueva creación por la reunión de atributos cualificadores sensibles
(imagen). Metáfora e imagen en el discurso contemporáneo (no sólo el
eminentemente poético) aparecen indisolublemente unidos. Esto favorece
“el sintetitismo” ensayístico que tanto impera y se impone. Este
poder sintetista de ambas, además de vigorizar el estilo y hacer más
sugestivo y suscitador el discurso, le imprime belleza sensorial
y racional a las palabras y a sus significaciones. Porque a la
filosofía, en toda su historia, le ha interesado más del sentido del
origen y devenir de la realidad, que la Cosa en sí” misma. Es
difícil encontrar un texto, incluyendo el ensayo estrictamente científico
que no opere con imágenes y metáforas[8],
pues necesariamente trabaja con palabras, con sus respectivos significados
y significantes que no pueden reducirse a lo inmediatamente dado.
Requieren de mediaciones y a éstas le son inherentes por antonomasia.
“Platero bebía cristales ensangrentados.” Juan Ramón Jiménez
expresa así como el hocico de su asno perturba la serenidad del agua
enrojecida por el reflejo del sol. La literatura es metáfora. La poesía
es, por excelencia, metáfora. El arte es metáfora. Mahler no quería que
sus amigos miraran el paisaje que rodeaba su gabinete de trabajo. Quería
que escuchasen su música. Porque ahí se encontraba el paisaje, filtrado
y embellecido por la creación estética. El Guernica de Picasso es una
metáfora de la guerra. Las catedrales góticas son metáforas de la
gloria divina. La piedad de Miguel Ángel es una metáfora del dolor”[9]. La
filosofía con todo el arsenal lógico cosmovisivo y metodológico que le
es propio y que la tradición ha impuesto desde antaño, resulta
inconcebible sin el empleo de las imágenes y las metáforas: “La
filosofía, aparentemente tan alejada del arte, también constituye una búsqueda
de metáforas (…) Un filósofo realista podría decir que no es así,
que la realidad es como él la expresa. Sin embargo, en la medida en que
expresa la realidad con signos, con palabras, con algo que media, que
intercede entre la realidad y nosotros, está construyendo una metáfora”.[10]
Para
Ortega y Gasset, gran ensayista contemporáneo español, es la metáfora
un instrumento mental imprescindible y una forma del pensamiento científico.
Marcel Proust considera que sólo la metáfora puede eternizar el estilo
literario, y en general todo estilo de excelencia, incluyendo al filosófico. El
logicismo cientificista al hiperbolizar el lenguaje científico y sus
cadenas categoriales sólo ve en las metáforas figuras ornamentales y
decoración estilística, carentes de información y saber. Su ceguera
epistemologista y abstracta le impide comprender que no se trata, “(…)
tan solo de un tropo intuitivo que maneja la teoría de la sustitución,
no es una simple analogía, no es una palabra sustituta que sólo da
belleza al lenguaje. La metáfora es una frase que construye una imagen
no- idéntica, la cual implica una traslación, múltiples desvíos que
generan plurisignificaciones”.[11] La
naturaleza del lenguaje metafórico está permeada de complejidad,
incertidumbre y de ficción heurística.[12]
Por eso puede red-escribir la realidad y posibilitar nuevas imágenes
creativas de lo real existente. Su capacidad heurística le permite partir
de lo conocido hacia el descubrimiento de lo desconocido, infranqueable
para el sentido recto del lenguaje. La metáfora funda relaciones
contradictorias que traspasan el umbral de los signos ordinarios para
transitar al mundo abstracto, a la esfera de los símbolos y nuevas
profundidades de las esencias. Es
que la metáfora relaciona dialécticamente el signo y el símbolo en una
unidad contradictoria, capaz de subvertir la lógica común para vincular
en síntesis lo concreto sensible del lenguaje cotidiano (signos) y lo
abstracto del lenguaje de la ciencia (símbolo). Simplemente es la unidad
contradictoria de conceptos diferentes, [13]
para generar un movimiento dialéctico suscitador de varias motivaciones
aprehensivas que incita al pensamiento creador y con ello, también al
lenguaje y a sus actos productivos que generan acciones, praxis[14] y viceversa. El
siglo XXI, caracterizado por la globalización, la complejidad y la
incertidumbre, plantea nuevos retos al hombre, a la ciencia y a la cultura
en general. La filosofía tiene que repensarse toda, y particularmente,
admitir como propios los caminos poéticos del lenguaje, sin minusvalorar
los otros. Los resultados tecnocientíficos, concretados entre otros, en
las revoluciones en las tecnologías de la comunicación, la genética
etc., si bien son valores útiles al hombre, también pueden enajenar su
ser esencial, despersonalizar las relaciones humanas, matar las utopías,
en fin globalizar la inhumanidad a través de los centros que poseen la
fuerza de poder. Ante esta situación se requiere mucho sentido de
humanidad y sentido cultural para lograr revertirla y hacer que prevalezca
la globalización de un
humanismo que integre en unidad inseparable, verdad, belleza, bondad y
garantice justicia y libertad. Ante
esta realidad, la dimensión lingüística del hombre, el lenguaje, en
tanto mediación central entre el pensamiento, la conciencia y la
realidad, puede contribuir con eficacia al impulso de la cultura. Hay que
desarrollar la sensibilidad en
los marcos de los procesos intersubjetivos de la comunicación, pues en la
cultura el contenido cognoscitivo “puro” no es suficiente. La
sensibilidad cualifica por excelencia a la cultura y la filosofía la
impregna de sentido cósmico. El
lenguaje, si bien es desacertado su ontologización, es decir, concebirlo
como única realidad existente, con atribuciones de poderes “mágicos”,
resulta importante como medio de comunicación humana
y si es empleado en función del hombre y su creciente humanidad.
La belleza expresiva, sugestiva, utópica, subjetiva del lenguaje metafórico,
no está reñida con la ciencia, con la verdad. Por eso Martí dice de W.
Whitman:”(…) él es un cosmos (…). Pinta a la verdad como una amante
frenética, que invade su cuerpo y, ansiosa de poseerle, lo liberta de sus
ropas. Pero cuando en la clara medianoche, libre el alma de ocupaciones y
de libros, emerge entera, silenciosa y contemplativa del día noblemente
empleado, medita en los temas que más la complacen: en la noche, el sueño
y la muerte; en el canto de lo universal, para beneficio del hombre común
(…)”[15] El
lenguaje metafórico no cierra el discurso. Abre, enriquece y activa al
pensamiento. Su perenne vocación de complejidad, su sentido
contradictorio, discontinuo ambiguo, propicia la diferencia y las
interpretaciones diversas que generan significaciones nuevas,”pues no se
trata de opinar sino de hacer suposiciones valederas, relaciones
significativas, apelando a la imaginación, al sentimiento, a la cognición
y a la sensibilidad. Allí donde habita todo acto de pensamiento, fruto de
la experimentación mental, que permite concebir signos nuevos como un
elemento discursivo, abre el camino a las acciones creativas “[16]y
trascendentes. Al
mismo tiempo, la creación humana es trascendente cuando se funda en
totalidades, cuando rebasa lo inmediato, sin desecharlo, y se dirige a lo
mediato, cuando se mueve a lo absoluto y aprehende el cosmos humano en
relación con el Universo. El lenguaje metafórico, por sus
especificidades hermenéuticas, semióticas heurísticas, etc., es un
medio imprescindible por excelencia del espíritu humano.”El espíritu
presiente; las creencias ratifican. El espíritu, -enfatiza Martí-
sumergido en lo abstracto, ve el conjunto; la ciencia, insecteando por lo
concreto, no ve más que el detalle. Que el Universo haya sido formado por
procedimientos lentos, metódicos y análogos, ni anuncian el fin de la
naturaleza, ni contradice la existencia de los hechos espirituales”[17]. Hoy
día, repensar la filosofía, con fines enriquecedores, es asumirla en su
discurso plural, libre de reduccionismos estériles que simplifican,
descontextualizan y matan la vocación utópica que le es inmanente. Por
eso no debe soslayar por prejuicios infundados, la metaforización, la
narratividad, el buen ensayismo como búsqueda y creación, la poesía
como madre de la belleza expresiva, la tecnociencia como fuerza generadora
de conocimiento y aplicaciones prácticas, en fin, hacer suyas todas las
formas aprehensivas de la realidad que
posee el hombre. La gran obra no se cualifica por la dimensión cuantitativa de conocimientos e información, sino ante todo por lo que dice y suscita para el presente y la posteridad. Precisamente el ensayismo Marinelliano hizo mucho y dijo más… Se trata de un ensayismo ansioso de humanidad, que no da la espalda al drama humano, porque está consciente que la cultura es por antonomasia sensibilidad humana y rica espiritualidad para bien del hombre. La concepción de la cultura como ser esencial del hombre y medida de su ascensión humana, acompaña como “duende”inquieto los ensayos de Marinello. Son en sí mismos vuelos cogitativos en perenne búsqueda de bondad, verdad y belleza, Relámpagos iluminadores desplegados con fuerza en el espacio para captar horizontes que esperan, desesperan y guían lo porvenir que queremos y preludiamos. El ensayo, como literatura de ideas, es en Marinello, su oficio vital como escritor, coloreado por una misión redentora que lo convierte en letra con filo. Un ejercicio meditador que fluye sin cesar por cauces insospechados y tortuosos en pos de alumbrar, más que cerrar. Es un discurso buscador, abierto, que con infinita fidelidad al género, no dispone, no impone, sino propone para poner, agregar, añadir y decir, siendo. Por eso, más que el tratamiento sistemático del tema, el contenido se impregna de subjetividad y sello personal. Pensar la subjetividad, dando riendas sueltas al espíritu, es constante vocación del ensayismo de Marinello. Por eso pensó bien a Martí y con hondura accedió a su “selva” de ideas y premoniciones. La ensayística marinelliana es amplia, vasta y exuberante, pero donde más frutos aporta, en mi criterio, es en la revelación de Martí como totalidad trascendente. Totalidad donde la metaforización del saber, en correspondencia con el discurso martiano, le abren nuevas aprehensiones hermenéuticas. “Martí, escritor americano””, la obra cumbre de Marinello, según José A. Portuondo, consagra a su autor como el martiano mayor. Al ensayista de profundo pensamiento y sensibilidad, que con miraje de hondura y alto vuelo revelador, descubre en la “selva” del Maestro una trinchera de ideas para todos los tiempos. “Frente a las magnas tareas presentes cobra suprema actualidad aquella estampa en que Martí dibuja al escritor cabal que ha de nacerle a sus pueblos: “Así digno y libre, independiente y sabio, conocedor de los demás y de sí mismo, a la par instruido de inspirado, así ha de ser el que en nuestros días quiera robar una estrella más al cielo para dejarla en la tierra perpetuamente unida a su nombre”. Admitamos la sentencia, de lindo romanticismo martiense, y fijemos los ojos en los fundamentos de su mandato. Sigámoslo en su advertencia dialéctica que ordenaba seguir los rumores del tiempo, superando los rumores vencidos”[18]. Un discurso proteico, expresado en imágenes conceptuales o en conceptos ansiosos de vuelo, presente en la totalidad de la ensayística de Marinello, cobra relieve destacado en “Martí, escritor americano”. Ensayo de ensayos, capaz de pensar la subjetividad del Maestro en su profunda intimidad, y revelar en ella, todo un universo pletórico de bondad, verdad y belleza, y al mismo tiempo, al hombre de pensamiento y acción. En “Martí, escritor americano”, la crítica literaria y el ensayo, a veces marchan unidos- no olvidar que los límites genéricos son relativos-, pero se impone con soberana autonomía el segundo. El tema central es Martí[19], y el Modernismo, una mediación esencial que le sirve de base para revelar las esencias martianas. Un discernimiento de aprehensiones varias, cuya primera parte descubre la relación de Martí con las literaturas europeas, particularmente la española y la francesa, incluyendo las influencias francesas en los escritores de América. También su agudo análisis se detiene en la búsqueda de un camino propio americano, la especificidad de la poesía lírica del Apóstol y con acento especial, lo que diferencia a Martí del Modernismo[20]. En la segunda parte, la personalidad de Martí, en sus dimensiones varias, es objeto central de la ensayística marinelliana. Énfasis especial adquiere la dilucidación de las causas principales que distinguen a Martí del esteticismo abstracto del Modernismo o de algunos modernistas, porque Marinello también establece diferencias. Aborda a Martí como un creador de inusitada genialidad filosófico - literaria, comprometido con el destino del hombre, y las consecuencias que se derivan de dicho proceder revolucionario para su magna obra con ansia de altura. Sin embargo, mi propósito no es adentrarme en la polémica Martí- Modernismo, pues aunque no acabada, mucho se ha dicho y hecho después de escribirse “Martí, escritor americano”, incluyendo al propio autor. El objetivo es otro: revelar la grandeza ensayística en esta obra, haciendo hincapié en las especificidades que lo cualifican como un ensayo de ensayos, donde el género literario brilla con propia luz, tanto por la forma como por el contenido aprehensivo, permeado de metáforas estrelladas.. Es un discurso, como en la gran mayoría de sus ensayos, de entraña martiana. Tanto penetró en sus exégesis martianas, que a veces las similitudes estilísticas son empíricamente registrables, sin menoscabar lo propio suyo y su consagrada autonomía como escritor. “Martí, escritor americano”, es una joya ensayística literaria, con excepcional vuelo filosófico- cultural. En él están presentes las características más pronunciadas del ensayo como género de búsqueda y creación[21]:, cuya complejidad asume con fuerza expresiva, tanto al concepto, como a la metáfora que dice, sugiere y vitaliza el discurso. Referencias: [1] Piénsese en una expresión como "su rostro nada me decía". Aquí parecemos tener metonimia de EXPRESIÓN POR SIGNIFICACIÓN. Pero con igual propiedad podríamos decir que la expresión surge de las metáforas ENTENDER ES IDENTIFICAR y LAS SEÑAS SON MENSAJES (GESTICULAR ES DECIR, etc. Aquí SEÑAS, es el dominio para cualquier "marca" en la realidad, cualquier rasgo perceptible). En la solución vía metonimia, tendríamos un dominio conceptual COMUNICACIÓN involucrado. Un elemento en este dominio, a saber, "expresión", estaría siendo usado para referirse a otro elemento en el dominio, a saber, "significación". En cambio la solución metafórica de la expresión plantea dominios conceptuales distintos: ENTENDIMIENTO e IDENTIFICACIÓN, por un lado, y SEÑAS y MENSAJES, por el otro. (Rivano, F. Metáfora y metonimia-. Metáfora y Lingüística Cognitiva. Microsoft Internet Explorer) [2] Tropo consistente en extender, restringir o alterar la significación de las palabras, tomando la parte por el todo o viceversa (mil almas por mil personas): la especie por el género o al contrario (el hombre por toda la especie humana); la materia de que está hecha una cosa por la cosa misma( el acero, por la espada). [3] La metonimia, como la entienden Lakoff & Johnson (1980: capítulo 8) y Lakoff & Turner (1989:100-106) es un apareamiento dentro de un mismo dominio conceptual (y no entre dominios, como es el caso de la metáfora). De modo que una entidad dentro de un dominio puede referirse a otra entidad en el dominio (metonimia, en términos clásicos), o bien una entidad del dominio puede usarse para referirse a todo el dominio o el dominio entero a una entidad en el dominio (sinécdoque). Como hemos visto, en la metáfora tenemos dos dominios conceptuales, y uno es entendido en términos del otro. La estructura del dominio de origen se exporta al dominio meta. En la metonimia, en cambio, dado que se involucra un solo dominio conceptual, no habría tal exportación: la estructura de ambos lados del apareamiento es la misma. Así, por ejemplo, en una expresión como "Doctor Ramos, lo llaman de Pabellón", tenemos metonimia de LUGAR (DE TRABAJO) POR PERSONA (TRABAJADOR). Pero también aquí parece activarse la metonimia de LUGAR POR FUNCIÓN. En expresiones del tipo "estoy leyendo a Lorentz" tenemos metonimia de AUTOR POR OBRA. En una expresión como "es el cerebro de la clase" tenemos metonimia de ÓRGANO POR FUNCIÓN. Análoga a la anterior es la metonimia LUGAR POR INSTITUCIÓN, como en expresiones del tipo "El Vaticano aún no absuelve a Galileo" o "La Casa Blanca declaró...". Pero aquí también aplica LUGAR POR PERSONA (EN EL PODER). En una expresión como "el Congreso así lo decidió" tenemos INSTITUCIÓN POR PERSONA. En la expresión "no lo aceptaría ni por todo el oro del mundo" tenemos LA PARTE POR EL TODO (el oro por la riqueza); pero vemos que "riqueza" aquí bien puede ser a su vez metonimia de cualquier "motivo". De modo que la metonimia LA PARTE POR EL TODO se aplicaría dos veces (siendo la riqueza uno entre los motivos humanos).Ibídem. [4] Lezama, Lima J, Imagen y Posibilidad. Editorial Letras Cubanas. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1981, p.19. * Dr. en Filosofía. Profesor Titular, Investigador Titular de la Universidad de La Habana. [5] Carpentier, A. Tientos y diferencias. Contemporáneos. UNEAC, La Habana, Cuba, 1974”, pp96-97. [6] Armando Älvarez. Örbita de Lezama Lima, ediciones Unión, La Habana, Cuba, 1966, pp31-32. [7] Ibídem. [8] “El gran edificio de los conceptos ostenta la firme regularidad de un columbario romano y su lógica tiene esa estrictez y frialdad propias de las matemáticas. Quien reciba ese soplo helado- señala la epistemóloga argentina Esther Díaz de Kóbila- creerá que también el concepto, osificado y octangular como el dado y trasladable como éste, siga siendo en el fondo sólo el residuo de una metáfora” (Díaz de Kóbila, Esther.- Ideas robadas. Editorial Biblos, Buenos Aires, Argentina, 1991, p.96. [9] Ibídem, p. 95. [10] Ibídem. [11] . González, E- La Educación: metáfora de la vida( tesis doctoral).Medellín, Colombia, 1999 p.17 [12] Ver Ricoeur, P.- Creatividad en lenguaje. Revista Signo y Pensamiento No.12 Universidad Pontificia Javeriana, Sta Fé de Bogotá, Colombia 1988, La metáfora viva, París, Seuil, 1971. [13]. Ver Borges, Jorge L. – Examen de la metáfora. En Inquisiones. Seix Barral, Buenos Aires, Argentina, 1993. [14]
Ver-Habermas, J. Teoría de la acción comunicativa. Tomo I y II.
Taurus, Buenos Aires, Argentina, 1989; de Guerra, M. La metáfora y la
metoninia, Cátedra Madrid, España, 1985; de Ricoeur, P. Hermenéutica
y acción. Universidad
Católica de Lovaina, 1971; de Austin, J.L. How to do things with
words, Cambridge, 1967. [15] Martí, J. El poeta Walt, Whitman. Obras completas Tomo 13. Editorial Nacional de Cuba, Habana 1964 p.138. [16] .Ver González,E. Obra citada, p.18 [17] .Martí, J. Emerson. Obras Completa. Tomo 13.Edición citada.25 [18] Marinello, J. J. Martí, escritor americano. Imprenta de Cuba, La Habana, 1962, pp. 326-327. [19] “En estas páginas, llenas de viva significaciones para la América española, el gran escritor Juan Marinello (…) realiza con hondura y sensibilidad uno de los estudios más lúcidos y enjundiosos de cuantos se han intentado sobre la obra literaria de Martí. Particularmente, por lo que toca a las relaciones de dicha obra con el fenómeno o movimiento denominado Modernismo, que tan acusadas personalidades produjo en este continente y tan dilatadas repercusiones tuvo en todo el mundo de habla española, el estudio de Marinello contiene juicios, ideas y sugestiones que, desde muchos puntos de vista, podemos considerar como nuevos y muy originales. Por ello mismo, tales aportaciones elevan y vivifican el vasto caudal de la crítica literaria en América, en cuanto atañe, no sólo a Martí y sus contemporáneos, sino a un más conjunto de autores, obras, escuelas y tendencias, hasta llegar hasta nuestros días”( Juan Rejano. Marinello, interprete de Martí. En Martí, escritor americano. Contraportada. Obra y edición citadas). [20] Por supuesto, los análisis de Marinello en torno al Modernismo y su diferencia respecto a Martí es un tema muy discutido posteriormente, y aunque Marinello no renunció a sus tesis esenciales algunas ideas posteriormente fueron matizadas. Para algunos autores, Marinello, defendiendo el lugar de la misión del escritor, en sus análisis sobre el Modernismo, minusvaloró la significación e importancia del oficio. Es un tema abierto, controvertido y sugestivo, como son los propios del ejercicio ensayístico, que no cierra e impone, sino propone para que la creación sea eficaz y fecundante. [21] En mi criterio, nadie como Medardo Vitier ha penetrado con más hondura desde el punto de vista teórico en los rasgos caracterizadores del ensayo. En América, particularmente en México, es reconocido por sus grandes aportaciones, más que en su propia patria. Quizás se deba por desconocimiento. En mi caso, me apoyaré en él para revelar las especificidades cualificadotas en “Martí, escritor americano”, de Marinello. ( ver de Medardo Vitier . Apuntaciones Literarias. Edit. Minerva, La Habana, 1935 ) |
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Dr. en Filosofía. Profesor Titular, Investigador Titular de la Universidad de La Habana.
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