Ecosofía, Cultura, Transdisciplinariedad |
Síntesis. En
el trabajo se aborda el tema del hombre, la actividad humana y la cultura
a partir de una visión integradora, destacando el carácter
transdisciplinario y transdisciplinador de la cultura. Ocupa un lugar
especial el tema de la Ecosofía,
así como la responsabilidad en las decisiones. Terminan las reflexiones
con un abordaje sistémico de “Los siete saberes necesarios para la
educación del futuro” de Edgar Morin y su elan cultural, complejo
y transdisciplinario por excelencia. La
filosofía, la educación, u otra ciencia, pensadas desde la complejidad,
resultan imposibles sin una reforma del pensamiento, que hagan de
ellas un verdadero proceso de aprehensión del hombre como sujeto complejo
que piensa, siente, conoce, valora, actúa y se comunica. Y para revelar
la complejidad del hombre hay que asumirlo con sentido cultural, es decir,
en su actividad real y en la praxis que lo integra a la cultura. La
cultura como ser esencial del hombre y medida de ascensión humana no sólo
concreta la actividad del hombre en sus momentos cualificadores
(conocimiento, praxis, valores, comunicación), sino que da cuenta del
proceso mismo en que tiene lugar el
devenir del hombre como sistema complejo: la necesidad, los intereses, los
objetivos, fines, los medios y condiciones, en
tanto mediaciones del proceso
y el resultado mismo. He ahí el por qué de la necesidad de pensar al
hombre y a la subjetividad humana con sentido cultural, que es al mismo
tiempo, pensarlo desde una perspectiva, ecosófica,
bioética, y de
complejidad. El
hombre, la actividad humana y la cultura. A veces, erróneamente, se dice que la
cultura empieza donde termina la naturaleza. La naturaleza nunca
termina para el hombre, porque es su claustro materno. La relación
hombre- naturaleza, es una relación donde el hombre se naturaliza y la
naturaleza se humaniza. En
ese proceso se produce la cultura como esencialidad humana. Desde
el punto de vista teórico, metodológico y práctico, el tema “El
hombre, la actividad humana y la cultura”, deviene central para
comprender el devenir humano, incluyendo, por supuesto, la temática:
Ecosofía, Cultura y transdisciplinariedad, y sus múltiples mediaciones. Este
tema resulta imprescindible para toda persona, pues lo prepara ante todo
para conocer al hombre, transdisciplinariamente, como sujeto complejo, en
relación con el mundo e inserto en la cultura, y con ello, prepararlo
para el trabajo creador y la
vida con sentido. La
Ecosofía y sus mediaciones. Con
el desarrollo de la ciencia, la técnica y las exigencias de la práctica
social a escala mundial, y cuando la propia existencia del planeta Tierra,
y con él, la humanidad, está en riesgo de desaparecer, han emergido
nuevas formas de saberes que la filosofía y las ciencias no puede
soslayar. Nos referimos a la bioética, al holismo ambientalista, a la
teoría de la complejidad y a la ecosofía, entre otros. Se
trata de nuevos saberes transdiciplinarios e integradores, cuyos propósitos
esenciales se dirigen a salvar al ser humano desde una perspectiva ético – humanista, compleja y con sentido cultural. Lo que
no significa que compartamos todas sus ideas y principios… La
Ecosofía, como fuente del paradigma de complejidad emergente, se ha constituido en un
saber que despierta gran
interés en la comunidad científica. ¿Qué es la Ecosofía? Para Félix
Guattari, la “Ecosofía es la ciencia del siglo XXI. Su objeto, la sabiduría para
habitar el planeta. Propone pasar a la mundialización, rescatar lo local,
revisar la visión que tenemos del mundo (….) La clave, "saber en
qué forma vamos a vivir de aquí en adelante sobre este planeta".
Las propuestas abordan la globalización en lo humano y en lo técnico-científico”[1]. En
lo humano los pueblos marchan hacia el deterioro progresivo. Países
desarrollados avanzan hacia el subdesarrollo. El ambiente está herido.
Pobreza, miseria y formas de vida insostenibles se dan entre 6.500
millones de habitantes. El mercado no distingue entre bienes materiales y
bienes culturales y espirituales. Hay racismo, violencia, cinismo,
corrupción, fanatismos, cismas, descalificaciones y tajante división
entre buenos y malos. La implosión social doblega naciones. La
ecosofía es una corriente que, dentro de la ecología y a fines del siglo
XX, rebasa la posición antropocéntrica del movimiento ecológico,
involucrando su dimensión espiritual y global. Ve también la necesidad
de tomar medidas, no sólo para la protección del medio ambiente, sino de
impulsar un cambio profundo de la visión del mundo, que retorne a los
principios universales[2] La
ecosofía como puente unitivo. “La
ecosofía puede cumplir la función de puente. Dentro de la ecosofía
existen muchos puntos de acceso, pero lo decisivo es que en ella no existe
ninguna ideología especial o limitada[3].
La ecosofía es un modelo en el cual, distintos grupos con ideologías
diferentes, pueden trabajar conjuntamente por el bien del medio ambiente,
y podría llegar a ser la base de una nueva filosofía en el siglo XXI.
Es
interesante que la ecosofía haya reconocido que la crisis postmoderna es
una crisis de los valores y de las ideologías fracasadas del siglo XX, es
decir, de la visión positivista. La ecosofía se encuentra a la búsqueda
de una visión del mundo más amplia, más profunda y más global”[4].
La
Ecosofía posee cuatro campos, bien
perceptibles I)
El campo científico: Lo cognitivo, es decir, los conocimientos de la
ciencia que nos dirigen hacia una nueva visión del mundo: la teoría
general de los sistemas, la visión del mundo holística, la teoría de
Gea, el principio de la organización propia. Esos conocimientos deben
llevar a una comprensión más profunda de las leyes de la vida. Hay que
seguir a Marx, sobre la necesidad de asumir la realidad subjetivamente,
para cambiarla. II)
El campo emocional: Este campo se ocupa del desarrollo de un nuevo acceso
hacia el mundo, para poder confrontar emocionalmente la crisis global, sin
tener que reprimirla. Se trata de encontrar la forma de poder transformar
la tensión que resulta de la conciencia y del sentir de la crisis global,
en energías y sentimientos fecundos, que nos dirijan hacia un cambio de
estilo de vida y hacia una acción global. La compasión debe ser
utilizada como fuente positiva de energía. III)
El campo práctico: Se encuentran por desarrollar alternativas que
posibiliten a la sociedad y al individuo vivir en mejor resonancia con la
naturaleza. Se trata de desarrollar un estilo de vida y un sistema de
valores duraderos y capaces para el futuro, y no a costa de las
generaciones venideras. Es importante también la conexión de todas las
iniciativas y organizaciones que se esfuerzan por desarrollos capaces para
el futuro, para promover a través de ello el nacimiento de efectos sinergéticos[5].
IV)
El campo espiritual: Tiene como finalidad el desarrollar de nuevo un
acceso vivo hacia la naturaleza, el abrirse a una mística natural y
descubrir lo común de lo sagrado. Considerarse a sí mismo como parte de
la red de vida, y en razón de ello, desarrollar una responsabilidad más
amplia que sea más global, menos antropocéntrica y oportunista. La
frase el desarrollo del Ser ecológico, indica el objetivo. La idea del
Ser ecológico es una de las claves de la ecosofía[6].
a)
El concepto del “Ser ecológico” “El
concepto del Ser ecológico amplía el concepto antropocéntrico del Ser a
una dimensión ecológica. Gregory Bateson, cibernético y uno de los
precursores de la nueva teoría de sistemas, y con ello de la ecosofía,
explica que las fronteras entre Hombre y Naturaleza son de origen
artificial. Define
el Ser de un individuo no sólo por su cuerpo físico, sino a través de
las informaciones que un individuo recibe de su entorno. El Ser es
ampliado a través de ello y se conforma de Hombre y entorno. Según la
conciencia, cambian las fronteras del individuo”[7].
Pero sin olvidar a Marx, que la conciencia es el ser consciente, y el ser
de los hombres, un producto de su vida real y práctica. Del
modelo mostrado, se deriva un nuevo concepto del espíritu. “Así
obtenemos una imagen del espíritu, según la cual éste tiene la misma
función que un sistema cibernético, es decir, que actúa como unidad
total relevante, que asimila la información atravesando las fases de
intento y error. Y nosotros sabemos que dentro del espíritu, en el
sentido más amplio, se encuentra una jerarquía de subsistemas, cada uno
de los cuales podríamos definir individualmente como espíritu… Algo
que yo describo como "espíritu", lo enmarco dentro del gran
sistema ecológico, el ecosistema. O cuando desplazo los límites del
sistema a otro nivel, el espíritu de toda la estructura evolutiva se
encuentra inmanente. La
ciencia del siglo XXI tiene que dar todavía un gran paso para concebir la
idea del espíritu no como un fenómeno humano, sino como algo que se
extiende a toda la naturaleza. Bateson aboga por la superación del
pensamiento egocéntrico y por la identificación con el medio ambiente en
el que vivimos. El relacionar el nivel intelectual con el nivel del pensar
y actuar cotidianos, no es fácil, como Beteson observa. Requiere de un
camino en el pensar, que debe identificarse con el entorno o bien integrar
el medio ambiente en la propia conciencia. Esa conciencia es denominada en
la ecosofía como el Ser ecológico”[8].
b)
La idea del Holon. “Esta
idea introducida por Arthur Koestler es una de las más importantes en las
discusiones científicas más recientes y es utilizada muchas veces en
relación con la ecosofía. Joanna Macy, psicóloga americana y pionera de
la ecología profunda, escribe: Todos los sistemas vivos, ya sean éstos
orgánicos, como en el caso de una célula, o superorgánicos como en el
caso de una sociedad, un sistema ecológico, son holones. Esto quiere
decir que poseen un tipo de Ser dual. Son en sí mismos un todo y al mismo
tiempo parte de otro todo superior. El escritor Arthur Koestler acuñó
esta idea, tomando como base la palabra griega para "todo",
junto con el sufijo "on", el que significa "parte". Fenómenos
vivos aparecen por ello como sistemas dentro de otros sistemas, como
campos dentro de otros campos, como un juego de muñecas rusas. Esta
idea muestra que todos los niveles se encuentran conectados entre sí y
actúan en conjunto. Una totalidad de holones que actúan en conjunto se
llama holonarquía, término muy parecido al de jerarquía, el sentido de
un orden más grande. En todo caso este término indica que los
subsistemas particulares actúan como unidades independientes, y a pesar
de ello están ligados al orden de la "holonarquía". Por
consiguiente, cada holón cumple en forma independiente con el orden de la
holonarquía”[9]. c)
La teoría de Gea “Lovelock,
juntamente con la bióloga molecular Lynn Margulis, investigó los
procesos que se desarrollan sobre nuestro planeta, y mostró que estos
procesos corresponden más a un organismo vivo capaz de regularse a sí
mismo, que al producto de la casualidad sobre un planeta muerto. La idea
central es "Autopoiese" (regulación propia). Esta idea fue
desarrollada por Humberto Maturana y Francisco Varela para la explicación
de modelos de organización de sistemas vivos, y ésta representa hoy en día
para muchos científicos el criterio central de la vida. Dice que un
sistema frente al medio ambiente puede regularse a sí mismo; así por
ejemplo, puede mantener su temperatura a un mismo nivel, a pesar de los
enormes cambios que pueda sufrir la temperatura del entorno. La tierra
también se encuentra en condiciones de mantener la temperatura a un
determinado nivel, el porcentaje de sal en las aguas de los mares, la
composición de la atmósfera. Estos son sólo algunos indicios que pueden
ser mencionados a favor de la teoría de Gea. La tierra, durante su
evolución, ha vivido ya muchas veces situaciones dramáticas, logrando
siempre alcanzar de nuevo un equilibrio dinámico. Evidentemente, a largo
plazo, este cambio no es problemático para Gea, pero sí lo es para la
humanidad, que está haciendo desaparecer las condiciones para su propia
vida y para la de otros seres vivientes. La
teoría de Gea pone en movimiento un gran proceso de cambio en el pensar,
porque concibe la tierra y todos los seres vivientes que en ella se
encuentran como un gran sistema vivo u organismo, y no como sistemas que
compiten entre sí, como sustenta la vieja ciencia darwinista y
positivista. Fridjof
Capra, un pionero del "nuevo pensar", acuñó, a este respecto,
la idea de "red de vida". En su libro Red de vida- un nuevo
entendimiento del mundo viviente, ofrece una síntesis del desarrollo que
conduce a la ciencia moderna. Muchas de estas investigaciones son la
confirmación”[10]
Necesidad
de un humanismo ecosófico. La
situación mundial impide, por ética, refugiarse en la neutralidad. Desde
la entraña de la ecología, la ecosofía propone trabajar a escala
planetaria; propagar orientaciones disidentes que creen rupturas
significativas en la vida actual; aceptar nuevos contextos históricos;
inventar nuevas realidades; desechar la repetición mortífera; adoptar
paradigmas de inspiración ético-política; reconstruir relaciones
humanas a todo nivel; integrar antropocentrismo y naturaleza; practicar
acciones que incluyan ecología social, mental y medioambiental; luchar
contra el hambre; frenar la deforestación. El modelo ecosófico recibe
grupos de pensamiento diferente. Única condición, que trabajen en bien
de la humanidad, el respeto al medio ambiente y con sentido de
responsabilidad en las decisiones. La
responsabilidad en la toma de decisiones. La
responsabilidad en la toma de decisiones, debe partir de premisas reales: 1ro.
Tomar conciencia que la racionalidad moderna y los paradigmas que la
sustentan han quebrado. 2do.
Que urge una reforma del pensamiento y las mentalidades para transformar
en su esencia el saber educativo, médico, político, etc. 3ro.
Revelar los vacíos existentes en la educación y la cultura en
general para plantear soluciones reales, congruentes con las exigencias
del mundo de la vida, el mundo del trabajo y el mundo de la escuela. 4to.
Concebir la comunicación y la educación como medios para preparar a la
persona humana para el trabajo creador y la vida con sentido. 5to.
Asumir la axiología como cauce para el desarrollo de una cultura del ser. 6to.
Abordar el tema: Sociedad, Ciencia, Tecnología y sus múltiples
mediaciones, en su complejidad real, sin perder de vista las razones holística,
cultural y humana. 7mo.
Convertir las profesiones en entidades culturales que no separen
naturaleza – sociedad- cultura,
conocimiento y valor, oficio y misión, y ciencia y
conciencia. Criterios
para una toma de decisión responsable[11]. En
la decisión responsable se tiene en cuenta: 1.
El respeto de ciertos valores predeterminados que la decisión no podrá
violar. 2.
La determinación de ciertos fines particulares que nos proponemos
alcanzar tomando un curso de acción adecuado. Por
tanto, una decisión responsable implica una determinación clara del
marco de los valores que se deben respetar y un conocimiento objetivo de
las condiciones de realización de los fines y de las consecuencias
previsibles de haberlos logrado. Cultura.
Transdisciplinariedad. Idea Rectora. Premisas. Principios integradores
para la transdisciplinariedad[12].
El pensamiento complejo. Idea
Rectora para la transdisciplinariedad: La cultura como ser esencial del
hombre y medida de su ascensión, como sensibilidad humana y
humanidad concreta que vincula en su compleja unidad lo físico, lo biológico y lo social del hombre. El
fin del pensamiento complejo será el de religar los conocimientos humanos
fragmentados, mediante la aplicación de los siete principios. Lo anterior
en un contexto de planetarización, en el cual se define la aventura
humana como un proceso de simbiosis gradual entre el destino de la especie y el devenir del planeta y el cosmos. Desde
la perspectiva del pensamiento complejo,
el hombre se convierte en un viajero del conocimiento a la búsqueda
del sentido de su existencia, éste último ligado irremediablemente a una
compresión del destino del planeta en el que habita y el cosmos del que
es parte”[13].
Esto significa que los Siete saberes son
determinaciones concretas de la cultura, y al mismo tiempo, principios
integradores del quehacer humano, tanto en su singularidad, como en su
universalidad. Los Siete
saberes como cauces transdiciplinarios. I. Las cegueras del conocimiento. Desarrollar una
cultura crítica, de la sospecha, a partir de la comprensión de las
cegueras del conocimiento, es preparar
al hombre para la vida con sentido cósmico – cultural. Cuando los docentes toman conciencia de esto, en todas las materias, ya sea matemática,
economía, derecho, literatura, lógica, historia, política, etc. en sus
contenidos dicho principio adviene, deviene, integra y transdiciplina.
Emerge espontáneamente, porque se ha integrado a la cultura y procede
como una forma de comportamiento real y natural. Sencillamente advierte
que todo conocimiento es susceptible de errores, que la ceguera del
conocimiento es tan real como la certeza de exactitud y de verdad. II. Los
principios de un conocimiento pertinente. Constituye la apertura a una racionalidad con
enfoque complejo, en los marcos del contexto, lo global y lo
multidimensional, en el conocimiento del mundo y su aprehensión cultural.
Esto permite a los docentes concebir su materia como parte de una
totalidad compleja interconectada con varias mediaciones, sin cuya relación
su objeto resulta abstracto. La pertinencia del conocimiento, se funda en
el hecho real que sin desechar la especialización disciplinaria, está en
condiciones de enriquecerla con la revelación de nuevas conexiones e
interconexiones que le otorgan mayor nivel de concreción y nuevas
posibilidades de asunción integradora de conocimiento, valores, praxis y
comunicación. De este modo se
renuncia a la falsa racionalidad objetivizante heredada de la modernidad.
III. Enseñar
la condición humana. Se trata de un principio transdisciplinador de todas
las ciencias, incluyendo, por supuesto, las ciencias sociales y
humanistas, a partir de la comprensión de la complejidad humana, en tanto
síntesis concreta de lo físico, lo biológico y lo sociocultural. Por
eso en la aprehensión del devenir humano, en relación con el mundo,
vincula o religa todos los conocimientos y saberes en su expresión
discursiva plural, es decir, la literatura, el arte, la poesía, etc., en
tanto distintas formas de construir el mundo del hombre, en una aventura
común, donde orden, desorden, caos, organización, son momentos de
nuestra relación con la biosfera y el espacio – cosmos. Esto posibilita
la internalización de lo humano de lo humano, el sentido de pertenencia y
de participación comunitaria, así como la tolerancia necesaria para
comprender la diversidad cultural y la pluralidad de individuos, como base
del diálogo cultural a nivel planetario que debe reinar.
Enseñar la condición
humana, en todas sus mediaciones complejas: la libertad, la dignidad de la
persona, el decoro, la responsabilidad en sus decisiones, sus derechos, y
las vulnerabilidad y desafíos que le son inmanentes como sujeto que
piensa, siente, actúa, valora y se comunica, es una tarea imprescindible
en la empresa magna de educar para la era planetaria . Los docentes pueden
hacer mucho desde sus disciplinas concretas. No es difícil, en tan
capital problema, encontrar los hilos integradores
conducentes a la transdisciplinariedad. Adviene y deviene si se
planifica con la racionalidad debida. Cada materia aporta sus contenidos.
Todas refieren de una forma u otra a la persona en relación con el mundo
y en contextos reales. IV. Enseñar la
identidad terrenal. Enseñar la identidad terrenal, está estrechamente
vinculada a la comprensión
de la condición humana, y las fuentes inagotables del amor humano para
desarrollar una cultura del ser, en detrimento de la cultura del egoísmo
y del tener desmedido que enajena las verdaderas fuerzas esenciales del
hombre. Permite asumir una nueva visión del desarrollo humano, como
ascensión del hombre sobre la base de una eticidad concreta (ética de la
comprensión planetaria) que haga
“resistencia a la vida prosaica, al consumismo, a la tiranía del dinero
y a la violencia” que trae consigo, para de este modo lograr la plena
comprensión de la unidad y diversidad humana, sustentada en una cultura
del diálogo, que permita ser, compartir y convivir juntos en la tierra
– patria, en tanto puede desarrollarse una ciudadanía terrestre con
pensamiento policéntrico, libre de comportamientos racistas, prepotencia
y segregación. La identidad terrenal
hay que construirla y la educación universitaria puede contribuir a ello,
como bien argumenta Morin. Enseñar la identidad terrenal no es un problema
disciplinar, sino transdisciplinar. Las distintas materias poseen
contenidos ricos en determinaciones que cada docente puede aprovechar
convenientemente, en función del desarrollo del sentido de pertenencia
identitaria terrenal y de comunión, que se quiere lograr. V. Enfrentar las incertidumbres. Hay que desarrollar
una reforma de las
mentalidades para vivir y
convivir en la era planetaria. Una era permeada de incertidumbres en todos
los órdenes del devenir humano. ¿Cómo enfrentar las incertidumbres? A
través de la comprensión, como “medio y fin de la comunicación
humana”, capaz de asumir la trama de la vida en sus contradicciones
reales. Crear espacios comunicativos para construir conocimientos en medio
de las incertidumbres, y revelar valores, cultivando la sensibilidad que
todo ser humano lleva dentro como semilla dormida que espera la ocasión
para despertar. La mundialización de
la comprensión es un cauce insoslayable para lograr tales fines.
Comprensión que no se da por generación espontánea a través del
consenso, sino mediante la comprensión de la propia comprensión, si
pensamos sintiendo, y sentimos pensando, al margen de las teleologías
abstractas que solapan las incertidumbres, para presentar un devenir
rectilíneo y simplista, pleno de “certezas y verdades”
apriorísticas. El pensamiento complejo, contrariamente al
pensamiento único y simplificador, concibe la vida como un horizonte de
opciones inciertas y ciertas, que espera, desespera y se construye a cada
instante. Enseñar enfrentar las
incertidumbres, es posible
hacerlo desde la disciplinariedad con vocación transdisciplinaria, en la
medida que cada docente presente su materia y los temas que trabaja, en
sus contradicciones reales, y la comprensión del hombre se haga con
perspectiva compleja, que es al mismo tiempo, comprenderlo en su trama
polidimensional de retos , opciones y posibles elecciones.
VI. Enseñar la
comprensión. La comprensión es la
llave maestra de la transdisciplinariedad. Comprender, herméuticamente,
es vincular, establecer nexos entre significante y significado.
Significar, contextualizadamente, las conexiones e interconexiones que dan
sentido al discurso para la comunicación intersubjetiva. Esto puede
vehicularse transdisciplinariamente, desde las disciplinas, si
conscientemente los maestros entienden la necesidad de la comprensión
humana en la compleja trama
de la vida. Se requiere de una cultura de la comprensión,
fundada en la educación comprensiva de la tolerancia para asumir con
eficacia los obstáculos de la incomprensión y la comprensión misma, los
autoritarismos infecundos, la
ignorancia de los retos que presenta la trama de la vida, tanto a nivel de
conocimiento como a nivel de los valores, fundados en ideas, argumentos,
visiones diferentes, de carácter egocéntrico, etnocéntrico, sociocéntrico,
en detrimento de la individualidad, la socialidad o la cultura de grupos.
Es necesario,
entonces, en función de la comprensión productiva con todos y para
todos, asumir una conciencia de la complejidad humana que presida las
acciones con apertura subjetiva incluyente, para comprender las
incertidumbres de lo real, del conocimiento, de los valores, en fin,
la incertidumbre de la ecología y de la acción, en pos de la
humanidad planetaria que requiere el futuro de la supervivencia de nuestro
planeta: La humanidad como destino planetario, es decir, la sensibilidad
de la comprensión para ponerse en el lugar del otro, sin dejar de ser, y
sin atomización ni homogeneidad estériles, por ineficaces e inviables,
humana y culturalmente. VII. La ética
del género humano. La ética de género
humano, compendia en síntesis concreta toda la cosmovisión humanista
de la obra de Edgar Morin, particularmente el contenido de “Los
Siete saberes necesarios para la Educación de futuro”. Su idea pedagógica
rectora se generaliza teóricamente en: Una Cultura del ser
existencial para la
convivencia humana, sin autoritarismo e intolerancias estériles, como
prerrequisito para el advenimiento de una humanidad como ciudadanía
planetaria, donde la relación individuo – sociedad – especie, se
aborde en toda su complejidad de mediaciones, determinaciones y
condicionamientos contextuales planetarios. Una ética que
propicie la democracia participativa y se construya en espacio
comunicativos, sobre la base de la razón y la sensibilidad dialógicas[14]. Conclusiones La
filosofía, la educación, u otra ciencia, pensadas desde la complejidad,
resultan imposibles sin una reforma del pensamiento, que haga de
ellas un verdadero proceso de aprehensión del hombre como sujeto complejo
que piensa, siente, conoce, valora, actúa y se comunica. Y para revelar
la complejidad del hombre hay que asumirlo con sentido cultural, es decir,
en su actividad real y en la praxis que lo integra a la cultura. La
cultura como ser esencial del hombre y medida de ascensión humana no sólo
concreta la actividad del hombre en sus momentos cualificadores
(conocimiento, praxis, valores, comunicación), sino que da cuenta del
proceso mismo en que tiene lugar el
devenir del hombre como sistema complejo: la necesidad, los intereses, los
objetivos y fines, los medios y condiciones, en
tanto mediaciones del proceso
y el resultado mismo. He ahí el por qué de la necesidad de pensar al
hombre y a la subjetividad humana con sentido cultural, que es al mismo
tiempo, pensarlo desde una perspectiva, ecosófica, bioética,
y de complejidad.
Un hombre culto, sensible, con
riqueza espiritual es capaz de aprehender la verdad, la bondad y la
belleza en su expresión unitaria. No importa la profesión que ejerza.
Está en condiciones de mirar su entorno con ojos humanos, ya sea, ante un
teorema matemático, una fórmula química, una bella flor, una pieza
musical, la salida y puesta del Sol, contemplar la Luna y el cielo
estrellado y asumir el drama del hombre con compromiso social y ansias de
humanidad. En
fin, puede crear con arreglo a la belleza, a la bondad y a la verdad, como
decía Marx, en tanto está vinculado estrechamente con la naturaleza. Bibliografía. Acosta, J.
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avances de las ciencias biológicas” [Oxford Dictionary of Philosophy
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La filosofía y su discurso plural. http//wwww.filosofia.cu ---------
Pupo, R. La actividad como categoría filosófica. Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1986. ---------“Didáctica
y Evaluación en los procesos educativos complejos. Inédito. Referencias [1] Ver Ecosofía: Nueva ciencia/ htm. [2] Ver Ecosofía. Portal de Filosofía Nueva Acrópolis, / htm. España. [3] Por supuesto, esto es discutible, y puede ser manipulado. [4] Ibídem. [5] Acción combinada que resulta más poderosa que la suma de sus efectos cuando se asumen por separado. [6] Ibídem [7] Ibídem. [8] Ibídem. [9] Ibídem. [10] Ibídem [11] Este acápite se ha hecho sobre la base de Conferencia dictada por M. Agazzi, en La Universidad de La Habana, Cuba, 2004.) [12] Este acápite se ha desarrollado sobre la base de mi ensayo “Didáctica y Evaluación en los procesos educativos complejos. [13]Abelardo
Mancinas, Joaquín Enríquez Flores. Elementos para la
transdisciplinariedad. Material de Multiversidad…
[14] En nuestro criterio, si somos consecuentes con la concepción de Morin, no se debe separar nunca la sensibilidad de la razón como hizo el paradigma de la Modernidad. |
por Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Dr. en Filosofía. Profesor Titular, Investigador Titular de la Universidad de La Habana
Ver, además:
Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay
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