El humor en la narrativa de Enrique Anderson Imbert El fantástico y el humor por Cristina Pizarro |
Introducción 1. El vértice focal que pretende seguir este trabajo consiste en poner de relieve los gestos de humor que se despliegan en "El gato de Chesire" (1965) de Enrique Anderson Imbert. Fue necesario transitar diversos caminos para hallar la punta del ovillo en el laberinto de una difícil travesía y detenerse en determinados hitos de lectura para acceder a algunos modos relativamente tentativos de acercamiento al tema del humor en la que literatura que se erige como una amenaza por su complejidad y también atenuar el temor de extraviarse en la infinitud propia de una obra colosal y, por ende, inabarcable. Ante la dificultad de hallar una definición del humor y de lo cómico – tarea realizada por algunos grandes pensadores: Henry Bergson, Sigmud Freud,Luigi Pirandello, entre otros -, intentaré abordar unas pocas consideraciones para describir los alcances del humor. Este surge como choque entre la lógica aristotélica (que sigue los principios de identidad, de la no contradicción y del tercero excluido) y el absurdo que irrumpe con las incongruencias de la locura, lo irracional y de ciertas situaciones límites. El humor, en ese espacio así diseñado, aparece como la resultante del triunfo de la inteligencia, que, en definitiva, determina las relaciones causales. En esta exposición, me abocaré a trazar algunas líneas para mostrar de qué manera la narrativa de E. Anderson Imbert, en algunos relatos de "El gato de Chesire" construye el humor a partir de lo ridículo en las situaciones, en las contradicciones de los personajes, en la utilización de la ironía, en el manejo del juego fantástico, en la elaboración del discurso breve que remeda la estructura del chiste. En la narrativa de Enrique Anderson Imbert se conjugan distintos saberes que proceden del tiempo en la historia de la cultura y de allí es posible establecer ciertas conclusiones inherentes al aprendizaje del hombre a través de cada acto de su vida. A partir de las narraciones, que se entremezclan con la especulación filosófica, reminiscencias de relatos mitológicos y la memoria de la experiencia humana, podemos rastrear en el desarrollo de las tramas y los diversos tratamientos del discurso narrativo una genealogía del quehacer espiritual, desde diversas gamas que se van circunscribiendo, atravesando o corren al sesgo en un arco iris: lo metafísico, la incertidumbre del juego como función inherente al hombre, lo cambiante de la organización política, las oscilaciones entre el caos y el orden, la peripecias en las acciones del héroe, las perspectivas religiosas, la maestría de la epopeya con la concisión en la construcción de las secuencias temporales y el rigor en el dominio del lenguaje para armonizar trampas entre el conflicto y el desenlace con una esmerada selectividad facilitada por la conexión entre la escritura y la vida real, en la invención de personajes surgidos desde el interior con una mirada introspectiva y a la vez abarcadora en el plano psicológico y consciente. 2. Acerca de la dialéctica del humor En la narrativa de Enrique Anderson Imbert podemos vislumbrar rasgos de humor; esta categoría estética no se diluye, ya que aparece bajo el ropaje de una aguda manifestación literaria que se vale de las sutilezas del lenguaje para presentar una punzante crítica social, provocar la risa que se sitúa entre las luces de la realidad y las sombras de la no-realidad, para jugar con las palabras aún más allá del límite de los significados y usos normales. Dado que por medio del intelectualismo más puro, palabra y pensamiento se hacen inseparables, por lo que se ríe solo aquel que domina las cosas con el pensamiento, a veces con la intención de delinear la diferencia entre cómo son las cosas y cómo éstas debería ser o cómo querrían que fueran. En lo que respecta a la esfera del lenguaje asistimos a una exquisita fantasía verbal señalada por los juegos lingüísticos de la polisemia, homonimia, confusión entre significado y significante, de la disociación y simetría verbal. Muchas veces, el humor surge de ciertas incongruencias de una situación o de la conducta de un personaje que brota de la cosmovisión del narrador. Si relacionamos la palabra "humor" con unos de sus significados que le otorgan el sinónimo de "ingenio", es evidente que el humor de Anderson Imbert es una forma de ingenio y se revela en la actitud del narrador en ese gesto corporal comparable al "twinkle in the eye", ese chisporroteo en la pupila, ese guiño cómplice que es disimulado bajo los párpados entornados, con un aspecto exterior serio y que provoca la risa después de mostrar la crueldad vivificante, la desesperación metafísica para suscitar una risa que anima, ennoblece y salva. El humor es intelectual, es un mecanismo consciente, puede construir para el narrador una manera de actuar, disimular su verdadera naturaleza bajo una máscara taciturna pero en algunas ocasiones profiere con ese guiño de complicidad que se revela como una lucecita en medio de las tinieblas, con su malicia, su gracia y crea entre él y los lectores un vínculo afectivo; ya que el humor, aunque utilice un mecanismo intelectual, como medio de provocar la risa, sería un fenómeno esencialmente afectivo. De todas maneras, en la interpretación, se hace imprescindible tener en cuenta las intenciones del narrador y el estado de espíritu con que el lector acoge sus observaciones. Consideramos la ironía desde la fase crítica, intelectual de la risa. La paradoja irónica es el primer tiempo del humor y se sitúa al poner en contacto el mundo cotidiano con lo absurdo, en el contenido, en la trama, en la escritura. La actitud irónica puede consistir en una actitud interrogativa. (Ironía, del verbo ‘interrogar’). Lo irónico nace de una actitud de simulación, se escuda en una actitud puramente interrogativa. La litote y la hipérbole son las figuras retóricas que mejor representan la ironía. El narrador realiza una transposición de lo real a lo ideal enunciando lo que debiera ser y de ese modo finge creer que así es en el plano de la realidad (en esto consistiría la ironía). Otras, se hará una descripción minuciosa de lo que es, afectando creer que efectivamente así deberían ser las cosas. En muchos casos, el humorista es un moralista que se encubre bajo el disfraz del sabio. El humor sería una transposición de lo moral a lo científico. La risa es un gesto social. Aparece como ridícula toda imagen que nos sugiera una mascarada social. Es relevante que el humor puede verse como un lenguaje; es una forma de comunicación que se sirve de la broma o chiste, del absurdo, del ridículo, de la ironía, de la comicidad, del equívoco, del doble sentido, del desplazamiento brusco de significado. Debemos señalar que como forma de comunicación el humor tiene sus propias estrategias compartidas súbitamente entre el emisor y el receptor. El mensaje no sería decodificado en su literalidad, sino en otro plano distinto, merced a una interpretación diferente. La risa y el humor son juego, es decir, que se alude a un movimiento constante en el campo de los significados. El narrador que utiliza la ironía mantiene un espíritu abierto, disponible, no dogmático. 3. El humor y lo fantástico En Enrique Anderson Imbert se observa un completo dominio de los mecanismos del género narrativo, con una tensión cohesiva sin digresiones, sin delaciones, el cuento no se abre, no se mezcla, no se ramifica, no se confunde, se cierra sobre sí mismo y se desliga de su autor. El juego y el humor dan paso a la apertura de un mundo multívoco, a la mixtura de lo real, a la incidencia, a la ocurrencia, a la palabra proliferante y se realiza a través de relatos breves, a veces parábolas, en donde la subjetividad puede asentar sus ensoñaciones, potenciar sus visiones e inventar peculiares disposiciones. La fantasía puede divertirse con dislocar el mundo y restaurar una íntima conexión con lo absurdo y lo caótico, dejarse tentar por lo lúdico y concertar un trato más humano entre el mundo propio y el mundo impropio, inaceptable. Los microrrelatos embrionarios proponen un pulular de ocurrencias que se empeñan únicamente en tramar una historia, sino que chispean, se dispara, disparatan sin urdir intriga. El potencial narrativo queda en un estado germinal y de ese modo este fabular sin historia permite dar rienda suelta a los sentidos figurados. Este juego se sitúa en un espacio tradicional donde los sentidos del relato adquieren una categoría fantástica. Estos relatos de Enrique Anderson Imbert constituyen una suerte de fenomenología de la percepción. Los comienzos se abren con una perturbación de la conciencia y se van transformando en el desarrollo de la trama en una muestra de presencias ocultas que irrumpen en la costumbre de lo cotidiano y lo aparencial. La escritura de Enrique Anderson Imbert persigue la desestructuración, la trampa de los sentidos para hacer salir al lector del sector estipulado, para situarlo al otro lado del espejo, al cosmos de un destiempo, de inesperados espacios, hacia la otredad, hacia una reelaboración del límite, de la frontera entre lo real y lo fantástico. 4. El humor en "El gato de Chesire" Como un modo literario perenne, el humor fantástico puede remontarse a mitos antiguos, leyendas, folklore, etc. Sus raíces pueden encontrarse en Chaucer, Chesterton, Rabelais, Swift, Lewis Carrol. Con la publicación de "El gato de Chesire" (1965) el arte fantástico se abrió a una nueva dimensión comparable en algunos pasajes a los Caprichos y Disparates de Goya, por la ironía, el sarcasmo ante el horror a lo calamitoso. Estos relatos pueden decir algo diferente de lo que parecen decir. Puede haber una revelación inédita, desconocida, una verdad secreta y profunda a través de mensajes enigmáticos. Cada relato es un universo abierto cuyo lenguaje no siempre capta un significado único. En esta dialéctica interpretativa, un relato no es sino una cadena de las respuestas que produce. Es difícil y a la vez importante encontrar un límite de la interpretación; esto significa apelar a un modus, a una medida, una frontera. En el prólogo, Enrique Anderson Imbert expresa su preferencia por las formas breves y asocia la metáfora con la posibilidad de construir de una manera similar a la menor unidad, como si esto pudiera constituirse en el origen del universo. La metáfora le brinda, por medio del artificio del lenguaje sustitutivo, la concreción de la situación mágica y el juego fantástico. Este título, "El gato de Chesire", es sumamente sugestivo. Es el nombre de un personaje del relato Alice in Wonderland de Lewis Carrol. Nos dice Enrique Anderson Imbert que "si pudiera narraría puras intuiciones pero la técnica obliga a darles cuerpo. A ese cuerpo lo dibujo a dos tintas, una deleble y otra indeleble, para cuando se borre la materia quede el trazo de la intuición como una sonrisa en el aire". El gato de Alicia tiene una característica peculiar la de desvanecerse y dejar su sonrisa en el aire. Además es el único consciente de la locura de los demás y de la suya propia. El narrador indaga, observa, inquiere, se entromete y lucha cuerpo a cuerpo con los personajes. Su gesto de complicidad se desvela en la ironía y en la estructura similar a la de un chiste que igual que el sueño, condensa metafóricamente los sentidos, los aprisiona primero en la apertura y en la actitud interrogativa para luego soltarla, sorpresivamente con una disyunción semántica o referencial. Los relatos de Enrique Anderson Imbert son sonrisas. Son respuestas físicas, gestos corporales ante las experiencias vividas. Avanzan en el tiempo de la intertextualidad de antiguas ficciones y mitos y retornan al origen para subrayar las perspectivas, la visión de la vida en plena libertad y que exalta la inteligencia del hombre frente a los vaivenes de creencias mágicas. El narrador exterioriza el humorismo como una actitud que nace de una concepción del hombre sobre la vida propuesta estética y moral. Es importante señalar que, a veces, podemos hallar el escepticismo, que se da al no encontrar perfección en la realidad en la cual está inmerso y en la contradicción que representa esa realidad con respecto al ideal de hombre, a sus aspiraciones frente a las limitaciones que se le oponen: la locura, la muerte. En "El gato de Chesire" se conjugan la comicidad, la ironía, la sátira y el chiste; éstas son formas aproximadas del humor. Podríamos diferenciar:
5. Textografías Podemos rastrear distintas formas de humor:
En "La granada", con un epígrafe de Fray Luis de Granada. Este título, en una interpretación metafórica podría aludir a lo esencial de las cosas, la importancia de lo sustancial, en este caso, el hueso; el hueso es lo interior, lo que está adentro, en él se concentra el movimiento y la energía vital. En varios textos podemos reconocer la estructura de un chiste constituida por tres partes: *
una función de apertura Otros microrrelatos con esquema de chiste: Unicornio p. 400 Teologías y demonologías p. 414 Intelligentsia p. 430 Danza macabra p. 451 El ópalo p. 460 Astrología p. 538
El autor hace observaciones irónicas como contraparte del pensamiento del protagonista. Entonces el autor penetra en el texto y observa frente a lo ridículo de la situación. El humor es una distancia, tal como la ironía. A menudo más dura, cáustica, despiadada, la ironía se definiría como un tipo de relato que hace escuchar una verdad fingiendo decir lo contrario. Sin embargo, humor e ironía están a veces estrechamente mezclados; tan cierto es esto que el humor se tiñe en muchos casos de sarcasmo. La ironía y el humor son "juego". El ingenio consiste muchas veces en prolongar la idea de un interlocutor hasta el extremo de hacerle decir lo contrario de su pensamiento, y obligarle a que caiga él mismo en las redes de su discurso. Caos y creación p. 400 Ironía en las oposiciones Antinomia en los verbos: Crearon, concibieron, modelaron / deshicieron Antinomia en los sustantivos : cielo / suelo caos / creación hombres / bestias En el país de los efímeros p. 410 En el título se alude al factor temporal en los tres tiempos: pasado, presente, futuro. La hipérbole juega un papel relevante en este relato parabólico que induce a una interpretación conectada con el ciclo de la vida y de la muerte: principio y fin en forma cíclica.
La carcajada p. 412 El interlocutor afirma la existencia de los aparecidos. La ironía nos permite descubrir que algo es lo opuesto de lo que hemos sido llevados a esperar. Aquí la ironía depende básicamente de algún contraste diametral entre apariencia y realidad, entre las intenciones de un personaje y lo que logra, o entre sus expectativas y lo que de hecho ocurre. Casi siempre, los elementos contrapuestos están conectados lógicamente, a menudo en una relación de causa y efecto. Tao p. 426 Exaltación del humor. Al final irónico, el narrador dice lo contrario de lo que quiere dar a entender. Intelligentsia p. 428 "mi fórmula…" Tono hiperbólico de ironía. Actitud inquisidora. Respuesta que incluye una postura ante la religión. Danza macabra p. 450 "Como si temiera llegar tarde a la cita…" Los anticipos, los indicios, la fatalidad y el destino. Hipérbole en "milagrosamente" Final irónico con el adverbio "tarde" Estructura simétrica en principio y cierre. Bestiario p. "Habla el perro…" El humor está puesto en el tono burlesco con que habla el perro. Su efecto es satírico – moralizante. Mitología p. 490 "Alguien compadece a Sísifo…" El narrador hace un giro y sitúa al lector en un punto diferente con respecto de la habitual interpretación del mito de Sísifo: no es un castigo de Zeus sino un juego divertido el hacer rodar la piedra en la montaña. Diablos p. 510
Talonazo p. 485 Toda deformidad susceptible de imitación por parte de una persona bien conformada puede llegar a ser cómica. Una expresión ridícula del rostro nos puede hacer pensar en algo rígido. Las actitudes, gestos, movimientos del cuerpo humano son risibles en la exacta medida en que este cuerpo nos hace pensar en un simple mecanismo. En este relato hiperbólico se da un juego con las onomatopeyas. Junto al personaje defectuoso en lo físico que entremezcla el tema del vuelo, manifiesto en otros textos del autor. Lenguaje y situación se asocian para conseguir efectos cómicos. En el planteamiento de situaciones absurdas se hacen coincidir en el plano de lo cotidiano elementos disparatados. El resultado es la aproximación del sinsentido. Se produce no sólo una situación ridícula sino una nueva valoración de los sonidos, de las palabras, frases, situaciones; con lo cual se potencia la comunicación y la observación de la realidad. El humor siempre supone una contradicción de naturaleza interna y sólo salta la risa cuando se ha descubierto esa contradicción. Dodecafonía p. 399 La granada p. 405 "La novia…" p. 406 "Me bañé…" p. 407 "El Emperador de la China…" Héroes – Teseo p.410 El prisionero p. 418 El esqueleto p. 454 El sauce p. 472 Esquemas de lo posible p. 474 "-Yo p. 475 "Otros amnésicos… p. 477 "Que no se le notaba nada anormal… El portero p.478 Desdoblamiento. Otredad La caída p. 478 Patas p. 501 Examen de conciencia profesional p. 513. Sueño. Libertad. Disparate Las amenazas de oro p. 532 6. A modo de cierre El humor en la narrativa de Enrique Anderson Imbert aparece como una forma artística intencional que implica conocer a través de la causa. Hay una lógica en la elaboración de este universo estético. Las narraciones de Enrique Anderson Imbert nos proyectan hacia las fronteras de la empiria y la gnoseología de lo real razonable, hacia los límites de la conciencia posible, hacia las afueras del dominio semántico establecido por el hombre en el seno de un universo críptico, reacio a las falibles estrategias del conocimiento. Si bien nos muestran la precariedad de nuestro asentamiento mental sobre la realidad, estas ficciones parten siempre de una instalación plena en el real entendimiento. Enrique Anderson Imbert traza unos rápidos retratos de personajes, con rasgos de una ironía y de una finura, singulares, y de una intención punzante, disimulada, a veces, con aparente ingenuidad. Se tejen las historias con una inteligente sátira, artísticamente trabajadas en donde se amalgaman lo serio y lo burlesco, lo patético y lo divertido. El hilo conductor es la maestría en el arte de contar y las constantes que subyacen en esta aparente multiplicidad, que oscilan entre los sombrío y el desenfadado tono irónico, sostienen una visión sagaz de la vida en libertad.. |
Cristina Pizarro
Buenos Aires, junio de 1996.
XIV Simposio Internacional de Literatura
El humor en la Literatura del Mundo Hispánico
Biblioteca Pública piloto de Medellin y Departamento de Lingüística y Literatura de la Universidad de Antioquia.
Medellin. Colombia. Agosto de 1996.
Ver, además:
Enrique Anderson Imbert, un novelista en tres tiempos: Vigilia, Fuga, Victoria, ensayo de Rosario Rexach (Cuba)
Editado por el editor de Letras Uruguay
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