Antes que un filme sobre un personaje, Yo, tú, el, ella
aborda la corporalidad de Julie y, a su vez, la auto
representación física de la propia directora en el papel de
su protagonista. Se trata de una aproximación a la relación
de la mujer con su propio cuerpo. Es una observación
reiterativa, detallada, aunque siempre diversa, de la mujer
desde la mujer, y de la mujer como una corporalidad potente,
deseosa y desbordante en la movilidad; una mirada a una
mujer inquieta, incluso, en la inmovilidad y el aislamiento.
La reclusión de Julie rehuye el estereotipo de la fractura
emocional. El alejamiento voluntario del personaje no ofrece
un melodrama lacrimoso ni el derrumbe de la protagonista
mientras redacta cartas. No hay lugares comunes, sino
contrastes entre las maneras de relacionarse con los deseos
de los otros ya que el encuentro con el hombre (él)
parece áspero e insatisfactorio en contraste con el
encuentro brioso con ella. La reclusión es más bien
un descubrimiento del arrojo de un erotismo que, en una
primera instancia, descubre la desnudez propia como
mecanismo para canalizar todo el deseo cosechado por la
distancia con la persona anhelada.
Akerman recurre al auto
reconocimiento mediante una cine fotografía
que ofrece planos visualmente valiosos como la variación del
motivo de Venus con un espejo en un blanco y negro
naturalista cuando la joven reposa en la puerta del baño. No
podía existir un título más coherente que el del filme para
representar el recorrido por sus tres instancias: Julie se
desnuda para encontrase consigo misma, para admirarse y
desearse ella misma. Esos primeros momentos encarnan el
hallazgo de la primera persona (yo) con su propia
conciencia y cuerpo (tú) como después lo hará esa
misma identidad con él y con ella. Un
tríptico del cuerpo que no está exento de un apunte con
enfoque de género: el segundo acto de la película cierra más
el encuadre para que escuchemos a un hombre que cuenta su
historia y que enuncia su deseo explícitamente a costa de
prolongar el silencio de Julie. Él ignora la manera en que
ella concibe el deseo. Ella lo complace durante un viaje en
el que comida y bebida parecen ser el mejor deleite. El
placer incompleto resulta trastocado cuando una segunda
mujer (ella) es capaz de comprender, sin mediación
de palabras, independientemente de que parece haber un
pasado que dificultó ese reencuentro. El tercer acto despoja
al filme del monólogo y lo vuelve una expresión enteramente
cinematográfica a pesar de que la película fue pensada como
un monólogo corto que parecía más verbal que visual.
Aunque las imágenes de Bénédicte Delsalle, Charlotte Szlovak
y Renelde Dupont siguieron la poética de cámara fija y plano
duraderos que caracterizarían el corpus innovador de la obra
de Chantal Akerman, este primer largometraje ofrece una
diversidad expresiva que resulta complejísima en un esquema
minimalista. La voz en off de Julie a veces
coincide con la imagen, pero por lo general la contradice.
Desde el primer plano la vemos inmóvil y sentada en una
silla; da la espalda al espectador y afirma que está
recostada en el suelo. Esta oposición inicial prologa el
comportamiento audiovisual del personaje. Cada vez que hay
silencio, ella se mueve; cuando escuchamos su voz, permanece
quieta. Joven de luz y sombra, su cuerpo con prendas busca
la oscuridad mientras que su desnudez persigue la luz. Las
contradicciones escénicas del personaje revelan poco a poco
el motivo temático de dejar el encierro debido a la
imposibilidad de domesticar el afecto corporal. Es tal la
energía contenida en ese cuarto (porque el espacio es objeto
del mismo vaivén de luz y sombra), y en ese cuerpo, que
Julie se asoma al ventanal de la puerta para que miremos por
detrás de su desnudez y percibamos su deseo.
Filme de detalles y sugestiones, donde el cuerpo y el gesto
se trasforman al tiempo que los moldea la luz y el espacio,
otros elementos hacen pensar en una madurez cinematográfica
temprana que quizás explique por qué la película que
seguiría se convertiría en el emblema autoral de Akerman. En
Yo, tú, el, ella el trascurrir del tiempo ocurre en
el orden de los objetos en el cuarto y por el recuento
cronológico del día a día en voz de la protagonista. Los
planos abren o cierran en fundidos a negros muy lentamente.
La diversidad de posiciones de la cámara, que es distinta en
cada uno de los tres actos, le da significado al espacio y,
sobre todo, interpreta las tres relaciones corporales del
personaje. La duración de los planos es idónea en cada parte
del tríptico de tal modo que el tercer acto logra una
fijación irrepetible en el recuento de las imágenes de deseo
físico que nos ha legado el cine. La “relativa sencillez”
con que la autora decía trabajar es en realidad un desborde
de minucias significativas donde todo se transforma aunque
no lo parezca.
Por sus primeras imágenes, Yo, tú, el, ella nos
arroja de frente ante un encierro. Vemos el aislamiento
voluntario de una mujer que, con apenas un colchón, papel y
una bolsa repleta de azúcar, parece introducirnos en una
mazmorra emocional. No obstante, una revelación temprana en
este filme nos sugiere que el aislamiento es en realidad
liberación de la identidad. Julie despoja al cuarto de
muebles de manera análoga al modo en que lo hará, poco a
poco, con su ropa. Primero libera el espacio y después
libera el cuerpo. El primer acto de la película representa
una liberación inicial de un cuerpo femenino. Así como el
encierro de Julie se torna cada vez más espacioso, el cuerpo
se emancipa en una desnudez aislada, pero autoconsciente y
realizada. Es por ello que las palabras se oponen a los
actos; también, la oscuridad se desvanece conforme el
ventanal sin cortinas permite que entre luz para develar la
desnudez pensada para la propia mujer que se desviste. Es un
cuerpo que se aisló solamente para acumular la potencia de
un afecto pleno de sí misma.
Ficha técnica:
Yo, tú, él, ella - Título
original: Je, tu, il, elle (I, You, She, He) - Año 1974 -
Duración 86 min.
País: Francia - Dirección: Chantal Akerman - Guion: Chantal
Akerman - Fotografía: Bénédicte Delesalle, Renelde Dupont,
Charlotte Szlovak (B&W)
Reparto: Chantal Akerman, Niels Arestrup, Claire Wauthion
Productora: Coproducción Francia-Bélgica; Paradise Films
Género: Drama | Nouvelle vague. Homosexualidad |