La eternidad y un día, del realizador heleno Theo Angelopoulos (1935-2012), proyecta la Cinemateca de Cuba para su ciclo de septiembre "Ayer y hoy del cine griego".

 

Un Angelopoulos mayor en ciclo “Ayer y hoy del cine griego”

por Julio Martínez Molina (Cuba)

jmjuliomolina3@gmail.com

 

Dentro de su ciclo de septiembre Ayer y hoy del cine griego, la Cinemateca de Cuba proyecta la obra fílmica La eternidad y un día, una de las piezas más trascendentes del importante realizador heleno Theo Angelopoulos (1935-2012).

La eternidad y un día (1998) resulta una de las películas más hondas y bellas del cineasta europeo, aunque a la vez figura entre las menos franqueables de su filmografía para el espectador, pese a que probablemente fuese —con sus dos horas y tanto— una de las más breves de un hombre empeñado en componer extendidísimas cintas, como si de novelas se trataran.

Y decir lo segundo  (lo de “menos franqueables”) del creador de La mirada de Ulises no es poca cosa; pues este autor optó por un estilo de cine muy particular, caracterizado por constantes como singulares metáforas, la elusión del raccord, la evanescencia del relato en el terreno de lo ilusorio, su tendencia a la grandeza, la solemnidad, el hermetismo, la autoobservación, un tempo lento de larguísimos planos-secuencia y prolongados silencios, cual templos dóricos que hacen sombra sobre el exiguo diálogo de sus personajes...

Al igual que Borges, el director ateniense pensaba, de manera confesa, que mientras unas pocas personas lo entendieran, con eso le bastaba; si ese reducido grupo estuviera integrado por amigos, no le disgustaría, solía decir. Aun así —o quizá a causa de ello—, en la tentación intelectual de canonizar las sagradas escrituras autorales, el calificativo de genio del cine contemporáneo en ningún momento se le cuestionaría.

El filme con el cual Angelopoulos se granjeara la Palma de Oro en Cannes hace justo dos décadas, adopta, no más comenzar, un parsimonioso tono contemplativo, de mirada reflexiva sobre la actitud de un ser humano al borde de la muerte: Alexander, veterano escritor marcado por una enfermedad terminal que efectúa un postrer viaje de 24 horas, acompañado por obra del azar de un niño albanés refugiado en Grecia.

En dicho periplo se alternan en la mente de este hombre períodos de fabulación imaginativa con otros de vívidos recuerdos reales que lo retrotraen a diferentes etapas de una vida, para ayudarlo a establecer un balance existencial de lo que esta fue en tanto resultado humano, más que intelectual: convergencia de planos de hecho ya común en la obra conjunta del director de Paisaje en la niebla con el guionista italiano Tonino Guerra, el mismo libretista de Fellini —quien trabó fecunda relación de trabajo con el griego—, como lo es dentro de su ejecutoria total el concepto del viaje cual válvula de escape de cosmogonías filosóficas, lucubraciones, miedos, dudas.

Nada como la cercanía del final para descifrar de un modo más inteligente los motivos de los yerros, todo hace indicar reflexiona un personaje central que se formula interrogantes del siguiente talante: ¿Por qué no supimos amar? ¿Por qué debemos podrirnos, desgarradoramente divididos entre el amor y el deseo?

Alexander se pasa la cuenta a sí mismo, a su pasado y presente, pero también en cierto modo a los de su país, preocupación que casi era imposible faltase en los opus angelopoulanos; si bien proyecta su mirada indagatoria sobre el futuro de esa nación y de Europa toda a partir de las formas en que se manifestará el fenómeno migratorio, el que pone pie en escena por conducto del personaje del niño extranjero.

Con Alexander —parece sugerirnos Theo—, se va una generación que ya constituía probablemente el último eslabón de esa Grecia postbélica demográfica, étnicamente compacta y ahora sometida en tal sentido a un progresivo proceso de atomización del cual —las ideas se asocian al leer a un Angelopoulos  tempranamente visionario y los hechos lo confirmaron bien después en el escenario social de dicho país—,  ya ninguna región occidental escapará.

A semejanza del Spyros de El apicultor (un inmenso Mastroianni aquel), el Alexander de La eternidad y un día (un notablemente sólido, lúcidamente eficaz Bruno Ganz), es un hombre maduro que ha tomado algunas decisiones comprensibles y otras que ni él mismo entiende su razón. Razones que no se explican aquí, como tampoco son resueltas en otros filmes de Angelopoulos; lo que sí parece interpretarse mejor ahora tras apreciar este largometraje es la visión oscura que comparten tales piezas cinematográficas, donde el tema-obsesión de la muerte y la desolación no dejan de merodear.

Al director jamás se le olvidó la cara puesta por su madre al contemplar el cadáver de su padre en la guerra civil, detalle que incluso se encargó de reproducir en su cinta The Weeping Meadow. A punto de comenzar el rodaje de La eternidad… sufrió otras dos pérdidas sensibles para él. El impacto que ello le produjo queda irremisiblemente remarcado a través del drama que engendraría a estas imágenes impregnadas de un lánguido hálito otoñal de fin de ciclo, no obstante casi sublimes en la majestad visual de la estética peculiarísima de un hombre cuyas películas resultaron tan inconfundibles como los lienzos de esos grandes retratistas con quienes comparte el hado, don o capacidad milagrosa de volcarnos hacia fuera del lienzo corazón, vísceras, emociones y horrores de los retratados.

La eternidad y un día (Mia aioniotita kai mia mera) Theo Angelopoulos, 1998 from Intermedio DVD on Vimeo.

La Eternidad y Un Día (Escena)

Publicado el 8 sept. 2013

Escena escogida de la película griega de 1998 dirigida por Theo Angelopoulos

 

Documental del CBA: Alfabeto Angelopoulos

Publicado el 4 ene. 2016

El director de cine Theo Angelopoulos recibió en 2008 la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, que además le dedicó un ciclo de cine. Fruto de aquellos encuentros y de diversas entrevistas y extractos de sus películas, nace este documental que también se publicó en dvd con un libro. www.circulobellasartes.com Alberto Chessa dirige este documental de 75 minutos en el que se recogen los términos sobre los que se enmarca el alfabeto del director griego Theo Angelopoulos. Fragmentos extraídos de sus películas y diversos cortes de sus intervenciones y entrevistas en el Círculo de Bellas Artes en 2008, donde recibió la Medalla de Oro de la institución, sirven para mostrar todo ese universo. Partiendo de su faceta poética nos adentramos en su vida a través del cine. Conoceremos la influencia de Mizoguchi sobre su obra, su admiración por Murneau, Orson Welles o Dreyer, la simbiosis entre la música y los planos secuencia y la propia percepción acerca del ritmo lento de sus producciones. Y, cómo no, también están presentes los dilemas que le trajeron de cabeza: ¿vivir o escribir?, ¿en mi fin está mi comienzo, en el comienzo está el final? Desde el punto de vista profesional, destaca su relación con Eleni Karaindrou a la hora de elaborar la música de sus películas, con Tonino Guerra, ese guionista que nunca escribió un renglón, o actores como Harvey Keitel, que, como él mismo nos cuenta, casi le parte la cara. Por último, este documental/homenaje profundiza, desde las reflexiones intelectuales del cineasta, en recurrencias presentes en casi toda su filmografía: fronteras, miradas, viajes, tragedias griegas, historia y las ucronías, esa mezcla narrativa de presente y pasado. Alfabeto Angelopoulos viene acompañado con un libro escrito por Alberto Chessa, que se estructura en tres bloques: – Visitas de Theo Angelopoulos al Círculo de Bellas Artes en 2008: una con motivo de la presentación de Un lugar en el cine, largometraje documental dirigido por Alberto Morais, en el que participa junto a Víctor Erice o Ninetto Davoli; otra, por la entrega de la Medalla de Oro de la institución. – Recorrido del Alfabeto Angelopoulos. – Entrevista íntegra con el cineasta. Te puede interesar: Biografía de Theo Angelopoulos: http://www.circulobellasartes.com/bio... "Alfabeto Angelopouolos" en libro: http://www.circulobellasartes.com/lib... Entrevista a Theo Angelopoulos en Minerva: http://www.circulobellasartes.com/fic...

 

por Julio Martínez Molina (Cuba)

jmjuliomolina3@gmail.com 
Publicado, originalmente, en la web de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)  http://www.uneac.org.cu/
Link del artículo: http://www.uneac.org.cu/secciones-periodisticas/resenas/un-angelopoulos-mayor-en-ciclo-ayer-y-hoy-del-cine-griego

La Habana, Cuba, 04 de Septiembre de 2018

Autorizado por el autor

 

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