Vida cotidiana de los judíos argentinos. Del gueto al country, de Ricardo Feierstein. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2007. 480 páginas, por Lic. María González Rouco |
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“Ricardo Feierstein nació en Buenos Aires y ha ejercido una variedad de oficios: escritor, arquitecto, periodista, crítico de espectáculos. Lleva publicados diversas antologías y algo más de una veintena de libros, entre ellos cinco novelas (la trilogía SINFONIA INOCENTE, 1984, MESTIZO, 1988 y 1994 en castellano y 2000 en inglés; y LA LOGIA DEL UMBRAL, 2001). Todas ellas conforman una saga, de lectura independiente, sobre la condición judía latinoamericana y la historia argentina. También siete colecciones de relatos, entre ellos BAILATE UN TANGO, RICARDO, 1973; LA VIDA NO ES SUEÑO, 1987 y HOMICIDIOS TIMIDOS, 1996. Cuatro volúmenes de poesía y tres libros de ensayos: JUDAISMO 2000, 1998; CONTRAEXILIO Y MESTIZAJE, 1996 y su ya clásica HISTORIA DE LOS JUDIOS ARGENTINOS, 1993, 2000 y 2006. Su labor literaria mereció diversos premios (Municipal, Coca-Cola, Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, Premio Internacional Fernando Jeno de México, entre otros). Ha sido parcialmente traducido al inglés, alemán, francés y hebreo". Si hay alguien que puede hablar con autoridad acerca de la historia de los judíos argentinos, ése es Ricardo Feierstein. A su circunstancia personal –ser hijo de polacos inmigrantes-, se suma su profundo amor por las raíces de las que proviene su familia, su preparación intelectual y su constante actualización. Con todo este bagaje emprendió, hace muchos años, la ingente tarea de escribir la Historia de los judíos argentinos, publicada por primera vez en 1993, y reeditada en 2000. Es elocuente el hecho de que se hayan agotado estas dos ediciones de “un libro de ‘una comunidad’; ello demuestra que no es "sólo" de una comunidad, sino un trabajo profundamente argentino que ayuda, quizás, a comprender el fenómeno inmigratorio en su totalidad”. En 2006 apareció la tercera edición, actualizada. No conforme con este importantísimo logro, va por más: Sudamericana edita a fines de 2007 su Vida cotidiana de los judíos argentinos, volumen que dedica “a la querida memoria de mis padres Eufemia e Isaac, a mis tíos y abuelos, a toda esa inmensa familia de inmigrantes y argentinos mezclados que alguna vez disfruté en mis años de crecimiento y que hoy me acompañan en el recuerdo y me ayudaron tanto, sin saberlo, a reconstruir un largo siglo de vida en la Argentina”. En la Historia… -señala el autor-, “Faltaban aún los aspectos personales y anónimos, esos que hacían a la vida concreta –día a día- de la mayoría, que de manera insensible y cumpliendo las aseveraciones de Raphael Patai se iba impregnando de una cultura nueva y desconocida (para los primeros inmigrantes) y conseguía, en el creador mestizaje que darían las sucesivas generaciones, un producto original, singular y conocido a la vez, que determinaba la múltiple –pero acotada- manera de ser judíos en este lugar del mundo“. En esta investigación aborda un tema específico: el de la vida de aquellos seres -anónimos, algunos; famosos, otros- que contribuyeron con su esfuerzo al engrandecimiento de la nación que los recibió hospitalaria. Sí, hospitalaria, aunque episodios de discriminación -hacia los "rusos", los "tanos", los "gallegos" y los "turcos"-, por cierto no infrecuentes, mancharon esa hospitalidad que, como casi todas las cosas de este mundo, pudo ser mejor. El escritor que cantó a sus ancestros en poemas, que los recordó en novelas, cuentos y memorias, se aboca ahora a la tarea de mostrarnos cómo vivieron los judíos en la Argentina, un país que adoptaron como suyo. Luego de consideraciones acerca de la identidad judía, el relato se inicia con el arribo del vapor Weser, del vapor Pampa, y sus pasajeros, que huían de tierras “bordadas por antisemitismo”, como dice en uno de sus poemas. Los extranjeros se fueron haciendo argentinos, cambiaron algunas de sus costumbres, nos influenciaron con otras, se asimilaron, y llegaron a ser la colectividad que hoy conocemos. Para el recuerdo, y para que la conozcan quienes no lo vivieron, Feierstein evoca pormenorizadamente la existencia de estos hombres y mujeres que se veían en una tierra nueva, a menudo amenazadora, en la que tuvieron una nueva oportunidad, en la que prosperaron y en la que enfrentaron violencia y engaños, pruebas de las que salieron airosos. Las comidas, la lengua, las vestimentas, la educación, la religión, son sólo algunos de los temas que aborda el ensayista, en este libro llamado a ser un manual de consulta para los lectores actuales y los de generaciones venideras. Los pasajes que más me gustaron –y los que más me aportaron-, son los relacionados con las fiestas pantagruélicas, los juntadores de avisos, el tradicionalista, el memorialista familiar, el cooperativista, la idishe mame, el Pueblo del Libro y el gaucho judío. Claro que es sólo una opinión, que no intenta establecer una valoración acerca de un contenido tan rico y diverso. Pero no debe pensarse que la vasta información que maneja Feierstein vuelve a la obra un pesado cúmulo de datos. Por el contrario, la gracia con que los cuenta, el afecto que trasunta cada línea hace de esta Vida... un relato ameno y esclarecedor, que lo muestra como un escritor perteneciente a una comunidad, mas no por ello ajeno a la vida palpitante que se desarrolla a su alrededor. Con inteligencia, con espíritu crítico, presenta a los judíos conviviendo con otras colectividades, en el paisaje cosmopolita de la ciudad de Buenos Aires y de las provincias, en siglos pasados y en la caótica realidad en la que vivimos. Su libro nos habla de luchas y de éxitos, de desazones y victorias. Es, en suma, una historia contada desde el intelecto, y sentida desde el corazón; un friso de la sociedad argentina, tan peculiar y cambiante como lo es el ser humano. Numerosas fotografías y documentos de toda índole –incluidos muy especialmente los literarios-, a los que se suman las anécdotas que escuchó, y las que lo tuvieron por protagonista, se amalgaman en este volumen que nadie que busque una investigación seria puede dejar de leer. |
María
González Rouco
Licenciada en Letras UNBA, Periodista
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