PAQUÉLE, de Julio M. Llanes. Ilustraciones de Xulian. Buenos Aires, Ediciones del Eclipse, 2006. 157 pp. por Lic. María González Rouco |
Este volumen integra la colección “Novelas del Eclipse”, dirigida por María Teresa Andruetto (textos) e Istvan Schritter (arte y diseño). “La intención de esta colección –afirman- es ofrecer un abanico de escrituras de grandes nombres y de nuevos autores. También de escritores de la literatura para adultos que editan con nosotros por primera vez un libro para chicos. Buscamos calidad en los textos y en las ilustraciones y la gráfica, diversidad de estéticas; descubrimiento de posibles nuevas escrituras todavía ocultas; es decir, buena escritura a secas. Pensamos en un lector "sin edad", en libros que, destinados a la franja joven o infantil, se dejen bienleer por lectores adultos. Una colección de libros elegidos, de libros perdurables, una colección con un perfil valorado por lectores exigentes, un perfil valorado también por escritores e ilustradores exigentes. Libros que puedan seguir leyéndose a lo largo de los años”.
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Julio
M. Llanes, nació en 1948 en Yaguajay, actual provincia de Sancti Spíritus,
Cuba. Es miembro fundador y presidente de la UNEAC. (Unión de Escritores
y Artistas de Cuba). Se desempeña como profesor adjunto de la Universidad
Pedagógica de Sancti Spíritus, miembro de la Cátedra de Literatura
Infantil de dicha institución y miembro de la Sociedad Cultural José
Martí. Publicó cinco libros de recopilación de ensayos sobre literatura
infantil, una obra testimonial sobre sus viajes por Sudamérica, los
libros de relatos Celia nuestra y de las flores, Canción para una
sonrisa, Mi amigo Serafín, Sueños y cuentos de la niña mala y las
novelas El día que me quieras y Paquéle –un hito en la
literatura juvenil cubana-, de la que está en proceso una edición en
holandés. Obtuvo numerosos premios, entre otros, Edad de Oro 1983 y 1991,
La Rosa Blanca 1996 y 2000, Diploma Centenario de la Edad de Oro por su
trabajo con niños y jóvenes, Premio Abril y Los Zapaticos de Rosa por el
conjunto de su obra, Premio Especial Raúl Ferrer y Premio Especial la
Rosa Blanca 2005 por su trayectoria. Paquelé
relata la historia de un adolescente esclavo en Cuba. Uno de los
personajes explica por qué surgió esta novela: su amigo Llanes se
propuso escribir una historia en la que los esclavos y los que dicen que
son libres tuvieran protagonismo, donde no parecieran “animalitos que no
hablan, ni piensan, ni sueñan”. El personaje le dice entonces a Llanes
que se apure, porque si no, cuando él termine esa obra, ya no va a haber
esclavitud, a lo que el escritor responde: “Que había muchas maneras de
ser esclavo. Que la libertad, el amor y el odio y la alegría, nunca iban
a envejecer, porque al hombre siempre le iban a interesar los problema del
hombre”. El
resultado es esta obra, maravillosamente escrita, en la que se narra la
vida de un esclavo, desde su nacimiento hasta que queda marginado de la
sociedad. Se evocan las peripecias que tuvieron que ver con su origen, la
muerte de su madre y el ahorcamiento de su padre, el cruel aprendizaje de
calesero, la forma en que es regalado a un doctor (“lo estaban regalando
como a un quitrín, como un caballo, como una gallina”), la amistad
perdurable, el enamoramiento de una esclava. Todo
esto en el marco de la Sancti Spiritus colonial, una ciudad de Cuba en la
que viven españoles que no se adaptan a su nueva vida. Añoran su España
natal, y desdeñan todo lo americano, todo lo que se aleje de lo netamente
hispano, como la fiesta en honor al Apóstol tal como se la festeja en
Cuba: “El Santiago era la fiesta de Paquelé. Aunque don Gonzalo dijera
que ése ya no era el Santiago, que el verdadero Santiago era el de antes,
cuando los españoles de Santiago de Compostela trajeron las fiestas que
en su tierra le dedicaban al santo patrón. El Santiago era la fiesta de
Paquelé, aunque don Gonzalo afirmara que los tambores de los negros y el
tiempo lo habían cambiado todo, y ahora era fiesta sin rango, fiesta de
esclavos alborotadores, de negros y mulatos presumidos que ya nada
respetan, sí señor”. Otros
añoran asimismo su tierra, mas no son inmigrantes ni exiliados; han sido
traidos por la fuerza desde su continente, en el que eran libres y
felices. El recuerdo de esas épocas los agobia en la ciudad de la isla:
“Yo estaré volando, sí, pero para mi tierra, para mi aldea de Africa,
donde el padre de mi padre fue oba, un rey tan rey como el de España”,
dice el taita Ambrosio. O
han venido más o menos voluntariamente desde Manila; “tienen mucho
papel de contrato, pero que en verdad son más esclavos que los negros. Españoles,
africanos y chinos llevan en sí el caudaloso bagaje de sus tradiciones, a
las que honran; tradiciones que, fusionándose, han dado origen a esta
cultura americana, en la que confluyeron los acervos más disímiles. A los que llegaron, y a los que nacieron en América, evoca Llanes en una novela memorable, acerca de la libertad y la identidad. |
María
González Rouco
Licenciada en Letras UNBA, Periodista
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