Manuel
Mujica Láinez viajero
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Manuel Mujica Láinez realizó innumerables viajes a lo largo de su vida, por diferentes motivos. Durante su adolescencia, vivió en París y en Londres; más tarde, ya periodista de La Nación, los viajes fueron para él parte de su trabajo. La misión oficial también fue un motivo para recorrer el mundo, como lo fue asimismo la creación literaria, que lo llevò a presenciar el estreno de Bomarzo en los Estados Unidos. Poco antes de morir, Mujica Láinez reunió algunas de las crónicas que escribió para el diario capitalino, en dos volúmenes que tituló Placeres y fatigas de los viajes. Crónicas andariegas. En estos tomos agrupa artículos publicados entre 1935 –cuando viajò en el Zeppelin- y 1977. En una entrevista realizada en 1978, afirma que cuando escribió esa primera nota, “Era un niño bien que iba a bailes y a fiestas” y lejos de enorgullecerse por haber sido elegido para realizar esa travesía, dice: “A mí me eligieron porque como era tan joven y hacía sólo tres años que estaba en el diario, no les importaba mucho perderme...”. Las
condiciones en las que realiza sus viajes no siempre son las ideales, y
muchas veces se lamenta de la velocidad que lleva en sus andanzas, o de
otros inconvenientes lógicos, dada la época en que visita algunos países.
El periodista comenta: “Hubiera querido tener el cuerpo sembrado de
ojos, como Argos, pues lo que siempre sucede en estos viajes veloces es
que lo más interesante es lo que uno va dejando a un costado, a la
derecha o a la izquierda, (...) se hace lo que se puede con los escasos
medios físicos de que se dispone”. En España vivieron sus ancestros; uno de ellos, hace siglos, se lanzó al mar, en busca de la promesa americana. “Cada uno de nosotros es, en buena proporción, consecuencia de la cadena ancestral que le dio vida –afirma-, y mis eslabones hispanos, rotos hace casi dos centurias, siguen unidos invisiblemente a mis eslabones de la Argentina. Hoy los siento trémulos, vibrantes, dentro de mí”. Este sentimiento alcanza su clímax cuando el poeta visita, en Villafranca de Orie, pueblo cercano a San Sebastián, la casa de sus mayores, en una “peregrinaciòn a las fuentes”, y recuerda a “aquel Juan Bautista de Mujica y Gorostizu, tan vasco”. Al igual que en España, en Francia no se siente extranjero, y es porque allí transcurrieron horas felices para el escritor; "Quienes hemos tenido el privilegio de vivir en París de chicos y, en cierto modo, de formarnos aquí espiritualmente -dice-, llevamos a Paris con nosotros siempre y para siempre". De
modo que el vinculo esta dado en España por "las viejas raíces de
la sangre", mientras que en Paris se da por razones relacionadas con
"las resonancias del alma". El arte está presente en estas crónicas, como lo esta también en la narrativa del académico. En los artículos habla de arquitectura, de escultura, de pintura -recordemos las paginas que dedica a Van Gogh, Matisse y Cocteau-, teatro, música, ballet y literatura. Nos interesaron en particular las paginas relacionadas con la literatura. Entre ellas, se destacan las que evocan la entrega del premio Nóbel a Gabriela Mistral, en diciembre de 1945. "Por su sencilla dignidad -comenta-, que todo el mundo calificó inmediatamente de ser real en esta monarquía, Gabriela Mistral hizo honor esta tarde a los pueblos de lengua española". En Ávila recuerda a Enrique Larreta, su maestro y amigo, a quien agradece que haya difundido con un libro el buen nombre de la Argentina, y le agradece también que le haya devuelto su adolescencia distante. En el viaje surge vivido el ilustre acompañante: "desde que llegue a Ávila -y aun antes, desde que partí de Madrid y mi automóvil inició el ascenso de la sierra- sentí que junto a mi estaba, con su sonrisa, con su cálida voz, con su ademán señoril, el mejor guía que existe para sacar de Ávila provecho fecundo: Enrique Larreta". Por el libro desfilan personalidades que legaron su obra en diversos idiomas. Entre los hispanohablantes recordamos a Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Eduardo Mallea, Ricardo Güiraldes. El periodista evoca también a los nuevos escritores ingleses, a los escritores franceses encarcelados, a Francois Mauriac, a Shakespeare. Tanto
cuando se trata de creadores en literatura como en las demás artes, la
visión de Mujica Láinez es subjetiva y brinda testimonio de su personal
concepción estética. El escritor ofrece un panorama artístico en el que
el análisis es un ingrediente fundamental; diríase que no puede
-afortunadamente- obviar su vocación de critico, que se evidencia en cada
uno de los textos. |
por María González Rouco
Lic. en Letras UNBA, Periodista
La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 1998
Gentileza
de María González Rouco
Libros, trabajos, artículos periodísticos, cuentos y poemas
http://mariagonzalezrouco.galeon.com/index.html
Ver, además:
Manuel Mujica Lainez en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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