Sandra Siemens nació en Lomas de Zamora en 1965. "Desde muy chica se estableció en Wheelwright, un pequeño pueblo del sur de Santa Fe, donde sigue viviendo junto a su familia. Allí escribe, con una voz muy personal, historias entrañables".
Sobre el origen de este libro, manifiesta la autora: "Una vez al año yo hago una limpieza general. Me ordeno la cabeza. Tiro todas las ideas que no sirven, ésas que están siempre en el medio molestando. Tiré, por ejemplo, una idea de perro esquiador que no le interesaba a nadie. Pero quedó la polilla, volando de aquí para allá. Qué hago, me dije, para sacármela de la cabeza. Entonces se me ocurrió: escribo un libro".
Una mamá a la que echaron de la fábrica. Un papá que nunca asumió su responsabilidad. Un abuelo muerto poco antes. Un chico que tiene que soportar todo eso y además, el malhumor y el desprecio de su madre, quien se ve reflejada en el hijo. Estos son los personajes de la novela de Sandra Siemens, tan pero tan bien escrita, que puede hacer lagrimear a una piedra.
El chico, con reminiscencias kafkianas, se transforma en una polilla a la que se le atribuyen milagros. "¿Puede una polilla cambiar la vida de un montón de gente? Después de todo, una polilla se espanta de un manotazo. Pero, cuidado, que este bichito no sólo tiene derecho a vivir como cualquier otra criatura sino que además habla, sabe leer y tiene poderes especiales". Quizás el más especial de esos poderes sea el de hacer recapacitar a su madre.
La novela, destinada a lectores a partir de los diez años, termina con Nacho convertido en polilla, con la madre añorándolo, arrepentida, y con la promesa de que, algún día, todo mejorará. Una historia que abreva en la realidad, a pesar de lo fantástico. |