Inmigración:
biografías argentinas Lic. María González Rouco |
Indice 1.
Alemanes 2.
Armenios 3.
Austríacos 4.
Checoslovacos 5.
Croatas 6.
Españoles 7.
Franceses 8.
Griegos 9.
Irlandeses 10.
Italianos 11.
Polacos 12.
Rumanos 13.
Rusos 14.
Ucranianos De
la experiencia de la inmigración surgieron muchos libros. Algunos autores
eligieron la ficción para expresarse; otros, en cambio, prefirieron las
biografías. Ellos escribieron sobre personas cuyas vidas les parecía
interesante dar a conocer. No se trata ya de presentar sus propias
vivencias del fenómeno de la inmigración –aunque muchos de ellos
descienden de inmigrantes-, sino de evocar la azarosa existencia de
quienes llegaban a una tierra con esperanza, pero también con desazón y
temor. En
este trabajo me refiero a algunas de las biografías que dan a conocer
aspectos de este fenómeno social en la Argentina, entre 1850 y 1950. Alemanes
Nora
Ayala evoca en Mis dos
abuelas. 100 años de historias (1) las vidas de Gerònima, su abuela
criolla que vivía en Misiones, y la de Christina, su abuela
alemana que se estableció en Trelew. Christina
es una mujer con estudio que viaja a la Argentina contratada como ama de
llaves en casa de un director de un banco de su país. Ya en Adrogue,
provincia de Buenos Aires, conoce a un italiano con el que se casa.
Habiendo nacido los hijos, el hombre decide que lo mejor es volver a su
tierra, para vivir de rentas. No imaginaba que, para ello, debería dejar
aquí a una de sus hijas, que no pudo embarcar a causa de una enfermedad.
Cuando el hombre, dos años después, vuelve temporariamente a la
Argentina, no es a la niña a quien lleva a Italia -como le había pedido
su esposa-, sino al padre, deseoso de ver su pueblo. Se avecina la guerra
y el italiano hace oìdos sordos a su mujer, quien insiste en que deben
regresar, quien insiste en que deben regresar, aprovechando que los hijos
–salvo la menor- son argentinos. Finalmente
vuelve Christina, sin marido y con algunos de los hijos, ya que otros
quedan trabajando y uno està preso por haberle pegado a un superior,
durante una estadía forzada en la milicia. Comienza entonces una vida
nueva para la alemana, quien, utilizando los conocimientos que traía de
su tierra, además de su ingenio y esfuerzo, pone un negocio que prospera
y se sobrepone a las dificultades. Efraím
Bischoff es el autor de Doctor
Jacobo Wolff. Un alemán cordobés (2). Notas (1)
Ayala, Nora: Mis dos abuelas.
Buenos Aires, Vinciguerra, 1997. (2)
Bischoff, Efraím: Doctro Jacobo Wolff. Un
alemán cordobés. Córdoba, Ediciones Copiar. Armenios
Eduardo
Bedrossian recuerda emocionado a su padre, sobreviviente del genocidio, en
Hayrig (1). “Este relato –afirma Nélida Boulgourdjian- trasciende la
historia personal de Hagop Bedrossian para adquirir una dimensión
colectiva que involucra a todo un pueblo” (2). Sobre
la primera parte de esta historia, afirmó María Isabel Clucellas:
“bajo una estructura de doble faz, Bedrossian hijo narra en primera
persona la odisea paterna. A partir de los primitivos años de paz y
bonanza que corresponden al siglo pasado, el autor ilustra a sus lectores
sobre la vida familiar en Geben, ‘un pedazo de la historia ancestral de
los armenios’. Las montañas, la aldea, las casas con paredes de piedra,
el calor de las reuniones en torno al hogar presididas por un
narrador ocurrente y sentencioso que contaba, educando, historias y
costumbres, reviven en páginas coloridas, amenas, donde anécdotas y
sucesos van tejiendo una urdimbre de sólidas y justificadas nostalgias”
(3). En
“A los que se encuentran en un pozo” (4), Gustavo Bedrossian, hijo del
escritor, homenajea al protagonista de las biografías, su abuelo: “ Esta es una historia real, crudamente real, maravillosamente real”. “
La situación es la siguiente: el protagonista es un adolescente que ha
perdido a su familia. Hace minutos vio cómo delante de sus narices
mataron a parte de su familia a palazos. A él mismo luego de golpearlo lo
arrojan a un pozo donde tiran los cadáveres de los que golpean y matan
pensando que está muerto. Pero él no está muerto... Siguen matando
gente y tirándola encima de este muchacho. Sangre, gritos, el propio
dolor, el pánico. Un pozo... un pozo donde sólo se respira muerte”. “¿Qué
expectativas podemos tener de este muchacho? Quizá el más optimista
puede suponer que sobreviva y termine con algún tipo de enfermedad
mental”. “¿Sabés
cómo siguió la historia? Este chico, de nacionalidad armenia, que simuló
estar muerto, por la noche, cuando se fueron los turcos, pudiendo sacarse
algunos cuerpos de encima, logró escapar con otros muchachos más. Un
detalle para agregar: un hermano suyo que sobrevivió prefirió quedarse
en el pozo para estar con una mujer que suponía era su madre”. “Ese
muchacho se llamó Agop Bedrossian. Fue mi abuelo. Vivió más de cien años.
Falleció hace poquito. Mi padre lo homenajeó a él y a su generación
con dos libros: Hayrig I y Hayrig
II. Pasó por mil problemas más. Pudo llegar a la Argentina. Se casó.
Tuvo cinco hijos (falleciendo una de sus hijas siendo muy pequeña de un
modo trágico), nueve nietos, En vida conoció a trece bisnietos (hace
unos días nacieron la catorce y la quince). Siempre, siempre, siempre
siguió luchando. Siempre, siempre, siempre, lo vi orando de rodillas en
su idioma a Dios por él y por los demás”. “Veo
a mi familia: mi esposa, mi hijo, la "quince" recién llegada,
mis padres, hermanos, tíos, primos, cuñados, sobrinos,
etc....”. “Veo
también el pozo....” “Gracias
Agop por no haberte quedado en el pozo ni física ni mentalmente”. “Gracias
Agop porque siendo una persona sencilla nos mostraste que de los
‘pozos’ (por supuesto menos trágicos que el tuyo) se sale de
rodillas, pidiendo la ayuda de Dios”. “Gracias
Agop porque aprendí de vos que de un pozo,
casi sin esperanzas, se puede salir para alcanzar grandes cosas”. Notas 1.
Bedrossian, Hagop: Hayrig. Ediciones
Akian. Buenos Aires, 1991. 2.
Boulgourdjián-Toufeksián, Nélida: “Los
armenios en Buenos Aires” La reconstrucción de la identidad (1900-1950).
Buenos Aires, Centro Armenio, 1977. 3.
Clucellas, María Isabel: en La
Prensa, 8 de septiembre de 1991. 4.
Bedrossian, Gustavo: “A los que se encuentran en un pozo”, en www.psicorecursos.com.ar. Austríacos
Ilse
Kaufmann y Helena Pardo son las autoras de La
historia de Ilse, biografía de la inmigrante nacida en Viena en 1920 (1). “Los negocios florecían, y los Kaufmann regresaron a
Europa, varias veces, de vacaciones. De visita: ‘Fueron los años más
felices de mi vida’, suspira la dama. ‘Pero estando afuera levantaba
los ojos y extrañaba el cielo argentino. Jamás vi brillar las estrellas
como acá’ “, dijo a Claudio Savoia (2). Notas 1.
Kaufmann, Ilse y Pardo, Helena: La
historia de Ilse. 2.
Savoia, Claudio: “Las dos vidas de Ilse”, en Clarín
Viva, 18 de agosto de 2002. Checoslovacos
En
la “Biografía de Oskar Schindler”, escribe Jose Javier Pérez García: “Nace en 1908 y muere en 1974.
Industrial alemán cuya actuación salvó la vida de numerosos judíos
durante el nazismo. Nació en Zwittau, en los Sudetes (Checoslovaquia).
Estudió ingeniería y sirvió en el ejército checoslovaco antes de
convertirse en director de ventas de un fabricante de productos eléctricos.
En 1939, fue espía para los alemanes durante sus viajes a Polonia, y en
octubre se trasladó a Cracovia para dirigir una fábrica de productos
esmaltados, que se convirtió en el lugar donde llevó a cabo su labor
humanitaria, que comenzó cuando el gheto de Cracovia fue destruido (1943)
y se construyó un campo de concentración local. En 1944, Schindler logró,
mediante sobornos, que su fábrica y sus trabajadores fueran trasladados a
Checoslovaquia, y no a Auschwitz. Después de la guerra, dirigió un
rancho en Argentina (1949-1957), quebró y regresó a Alemania. En 1961
fue invitado a Israel, donde recibió la Cruz del Mérito en 1966 y una
pensión del Estado en 1968. La novela de Thomas Keneally, El arca de Schindler (1982), fue llevada al cine con el título de La
lista de Schindler, en 1994 por el director Steven Spielberg, y obtuvo
los premios Oscar más importantes, entre otros al mejor director y a la
mejor película en ese año, dando a conocer las actividades de este héroe
de guerra a un público mucho más numeroso” (1) El
protagoniza Las memorias de Oskar
Schindler, libro de Erika Rosenberg (2). Notas Rosenberg, Erika: Las memorias de Oskar Schindler. Distal. |
Croatas
Chuny
Anzorreguy escribió El ángel
del capitán. Biografía del capitán croata Miro Kovacic (1).
El biografiado, emigrado a la Argentina a mediados del siglo pasado,
nació en 1914. Kovacic evoca con nostalgia su niñez en Zagreb y la
educación que le dio su madre. Padeció la guerra; ansiaba la paz. Un
amigo le sugiere dirigirse al Instituto Croata de Cirilo y Método. Allí,
se entera de que “Un país sudamericano había puesto a disposición del
Instituto diez mil visas para los croatas que las necesitaran. No a los
largos trámites. No a las profundas investigaciones. No al interminable
papelerío”. Cuanto más se informan, más se entusiasman. A fines del
47, la familia integrada por el capitán, su esposa y la hija de la mujer,
llega a América. A pesar del optimismo, el primer tiempo “fue difícil”.
Se daban cuenta de que, sin saber castellano, no podrían trabajar. Más
tarde, la situación mejora, hasta que el croata llega a tener su propia
empresa. El libro, minuciosa y profusamente documentado, nos permite
conocer, a través de una personalidad relevante, a un pueblo que brindó
su aporte al “mosaico de colectividades” que es hoy la Argentina. Notas (1)
Anzorreguy, Chuny: El ángel
del capitán. Biografía del capitán croata Miro Kovacic. Buenos
Aires, Corregidor, 1996. Españoles
Asturianos En
Soy Roca, biografía escrita por
Félix Luna, el protagonista se refiere al pionero asturiano José Menéndez:
“Cuando íbamos llegando a Ushuaia me llamaron la atención, en cierto
punto de la costa, rebaños de ovejas y construcciones muy prolijas entre
macizos de flores y espacios de césped; me dijeron que era la estancia de
Thomas Bridges, el pastor anglicano que anteriormente había estado a
cargo de la Misión en la isla; en 1886 renunció a su puesto y se vino a
Buenos Aires a solicitar tierras allí. (...) Bridges había fallecido
meses antes pero su estancia era la mejor de la isla, superando en
actividad a la que había establecido al norte, en Río Grande, el
asturiano José Menéndez. (...) Después visitamos los campamenteos de
los indios yaganes y onas que trabajaban en el establecimiento. Al menos
aquí no se los perseguía, como había hecho aquel aventurero rumano
Julio Popper, que en tiempos de mi concuñado instaló un lavadero de oro
en el norte de la isla, y como también lo hacían, según los rumores que
había escuchado,algunos capataces de Menéndez” (1). En
“Florencio Constantino: Breve Biografía”, leemos: “Como en
el caso de tantos otros inmigrantes que llegaron a nuestro país,
Florencio Constantino emigró a América siendo muy joven para labrarse un
porvenir. (...) Hijo de Antonio Constantino Sánchez, natural de Valleval,
Asturias, y Antonia Carral Ruiz, santanderina de Arredondo, Mariano
Florencio Constantino Carral nace en Ortuella el 9 de abril de 1868. (...)
Florencio aprende con entusiasmo a tocar la “vigüela” y rápidamente
agrega a su repertorio de canciones vaskas y españolas el canto de
‘aires criollos’, que lo harán conocido y apreciado en cuanta reunión
festiva se dé en Bragado y aún en las manifestaciones políticas. (...)
El año 1895 ha de ver a Constantino trasladado a Buenos Aires, dispuesto
a ser cantante. (...) trajinó los máximos escenarios líricos del mundo.
En Buenos Aires se presentó en el Teatro de la Opera, en el Teatro Odeón,
en el Teatro Avenida, en el Hotel París, en el Orfeón Español, en el
Centro Vasco Laurak Bat, en el Teatro Coliseo y en el Teatro Colón en
varias oportunidades. Hizo actuaciones en otras ciudades como Rosario, La
Plata, Bahía Blanca, Córdoba y por supuesto en Bragado. (...) murió el
16 de noviembre de 1919, solo, triste y casi olvidado. Pero con la
certeza, más allá de su delirio, de que había cumplido aquel sueño de
desenterrar el tesoro que llevaba en su garganta. Sus restos descansaron
en el Panteón Vasco del cementerio de la ciudad de México D.F y fueron
repatriados a la Argentina en 1986, donde esperan su último destino en
Bragado, el pueblo de sus amores” (2). Rubén
Benítez escribió Los dones del
tiempo (3), libro en el que narra la vida de la asturiana Cecilia
Caramallo. En esta biografía novelada, América aparece como el
destino soñado, que desconcierta a los extranjeros con su forma de
entender la vida y las distancias. Para un portugués, para una asturiana,
las distancias son enormes; la cantidad de ganado - tanta que debe dormir
a la intemperie- resulta asombrosa. Son realidades difíciles de aceptar
para quienes vienen acostumbrados a lo exiguo, a lo mínimo. De ahí la
reacción de la protagonista cuando ve que tiran comida; piensa qué
hubieran hecho en su aldea con aquello que derrochaban los argentinos. En
Bahía Blanca, en Pelicurá, se desarrolla la acción y esta circunstancia
la vuelve de especial interés para quienes habitan la ciudad y para
quienes, desde cualquier parte del mundo, quieran saber sobre la forma de
vida de los inmigrantes en ese punto de la Argentina. Benítez aporta
datos sobre la vida de portugueses, asturianos, escoceses, e ingleses en
la provincia de Buenos Aires a partir de fines del siglo pasado y hasta
nuestros días, en que la anciana, al volante, espanta a transeúntes y
automovilistas. La
vida de su madre es el tema que Jorge Fernández Díaz eligió para su
libro. Mamá (4) cuenta la
historia de Carmen, una asturiana de quince años que, en 1947,
viaja hacia América. Aquí la esperan sus tíos, con los que vivirá
haciendo las veces de hija adoptiva y criada. Luego vendrá la
discriminación en la escuela, el honor de llevar la bandera a pesar de
todo, el trabajo, el casamiento con otro asturiano, los hijos, los nietos,
y las reuniones con las amigas españolas en un patio de comidas porteño.
También llegará la tristeza de ver partir a una paisana de vuelta a España,
y comprobar que esa mujer -así como de joven sintió nostalgia de la
tierra que dejaba-, a los setenta y dos años, siente nostalgia de la
Argentina. La
narración, estructurada en capítulos con nombres de los personajes,
surge del reportaje que Jorge Fernández Díaz, director de la revista Noticias,
efectuó a su madre durante más de cincuenta horas; “Comencé a
garabatear frases e ideas sobre su azarosa biografía en un cuaderno
Rivadavia de tapa dura cuando me contó que hacía lagrimear a su
psiquiatra”, escribe el hijo. Ese
dolor de la inmigrante, y su fe en el futuro, que la hizo salir adelante
en un mundo en el que poco apoyo tenía, son homenajeados por Fernández Díaz
en una obra que nos hace sentir admiración por esta mujer que logró
tanto contando sólo con su tenacidad. Susana
Degoy es la autora de Niní
Marshall, La máscara prodigiosa (5), biografía de la actriz hija de
asturianos. Degoy afirmó: “De la mano de Niní, los argentinos nos reímos
de nosotros mismos, de la prepotencia y la cursilería, de la mezquindad y
la picardía. También de su mano aprendimos a respetar la melancolía y
los caprichos de los abuelos inmigrantes” (6). Niní
Marshall es también la protagonista de dos biografías aparecidas
recientemente: “Los festejos por los 100 años que cumpliría Niní
Marshall este 1° de junio incluyen dos libros biográficos (...) Las
biografías que aparecen en estos días son ¡Niní
está viva!, de la periodista Patricia Narváez (...) Cuenta con
materiales inéditos del archivo familiar de Angelita Abregó, hija de la
actriz (...) Por otra parte se publica Niní
Marshall. El humor como refugio, de Marily Contreras” (7). Gallegos Manuel
Castro es el autor de la biografía de Manuel Dopazo. En ese
trabajo, escribe: “La llegada de una compañía de zarzuela a Buenos
aires que ofreciera Maruxa, requería la presencia de un gaitero. Manuel
Dopazo era el elegido. Su actividad artística lo hizo llevar la gaita al
Teatro Colón que es a lo máximo a lo que se puede aspirar. Fue la noche
del 12 de octubre de 1930 estando presente en esa ocasión el Presidente
de la República Argentina, don Hipólito Yrigoyen. Dopazo y sus músicos
también recorrieron Brasil y Uruguay. Participó en la película ‘Cándida’
con la famosísima Niní Marshall y en ‘La calle junto a la luna’ con
Marisa Ibáñez Menta y Juan Carlos Thorry. Además de ser un eximio
ejecutante, Dopazo fabricaba gaitas, generalmente para vender y fue aquí
en Buenos Aires donde aprendió a tornear. Manuel Dopazo vivió de la
gaita y mantuvo una familia de once hijos. Fue el único que pudo hacer
eso, otros gaiteros tenían otros trabajos. Soldaba las gaitas con plata,
soplando y eso lo llevó a la tumba” (8). Félix
Luna evoca, en Soy Roca,
a Gumersindo García, mayordomo del presidente, hombre que,
de a poco, fue ascendiendo desde su primitiva ocupación de mucamo,
gracias a su bonhomía y fidelidad. En esa biografía novelada, afirma el
protagonista: “Si pienso bien la cosa, hablando de amigos tendría que
decir que el mejor que tengo hoy es Gumersindo García. Varias veces lo he
mencionado y conviene ahora que aclare quién es. Gumersindo es gallego y
entró a trabajar en mi casa de la calle San Martín cuando recién me
instalé allí, en los finales de mi primera presidencia. Tenía entonces
28 años. A fuerza de honradez y fidelidad, fue ocupando una posición muy
diferente a la de su original oficio de mucamo; hoy es mi hombre de
confianza, el que manda y resuelve, el que se ocupa de mi dinero y mi
bienestar. (...) Cuando los alborotos por la unificación de la deuda,
después que yo me acostaba tiraba un jergón en la puerta de mi
dormitorio para pasar la noche allí, armado con un revólver. Yo me he
dejado ganar poco a poco por este hombre que es el arquetipo de la lealtad
y el servicio prestado con cariño y devoción. Hace unos días me mostró
su tesoro más preciado: un puñado de cartas que le he ido escribiendo a
través de los años. Noté que son bastantes: creo que es la persona a la
que me he dirigido epistolarmente con más asiduidad. (...) Es curiosa
esta parábola que ha dado Gumersindo y lo ha convertido en mi confidente.
La vida política me acostumbró a no entregarme demasiado,
cuidar mis palabras y administrar mis sentimientos. (...) Con
Gumersindo es distinto: está dotado de inteligencia natural, después de
un cuarto de siglo de convivencia conoce mis cosas mejor que yo, y no
tiene ningún interés que no esté asociado a mi persona. Sé que algunos
de los que me rodean –incluso mis hijas- critican esta confianza que
brindo a quien, después de todo, es un servidor. Sin embargo, yo
encuentro en Gumersindo todas las cualidades que permiten hacerlo
depositario de lo más escondido y reservado, en la seguridad que jamás
traicionará la fe que he puesto en él. Y no dudo que Margarita y él serán
los que me lloren con más sinceridad cuando abandone este mundo” (9). Vascos Escribe
Andrew Graham-Yooll: “Postal de Corrientes. No la avenida, sino la
esquina de Batalla de Salta y San Martín, en Mercedes, provincia de
Corrientes. Del caserón en esa intersección surgió una biografía,
modestamente magnífica, que debería ser el libro del año. Es la
historia de un hacendado correntino, José Antonio Ansola, pronto a
cumplir 91 años. Nieto de vascos, sus recuerdos de vida y familiares se
extienden desde la guerra contra el Paraguay (1865-1870) hasta nuestros días.
(...)” “Che
patrón, el título de la crónica de este ‘hacendado de Corrientes,
la provincia guaraní’, es producto de muchas horas de grabaciones y
cientos de epístolas a Magdalena Capurro, una uruguaya instalada en
Mercedes, interesada en el patrimonio intangible y directora de la
biblioteca popular. Doña Magdalena, profesora de literatura y escritora,
ha ordenado y escrito esta vida de Ansola (editada por Literature of Latin
America, LOLA, un sello angloargentino de Buenos Aires, especializado en
historia y botánica locales), que es una delicia, un canto a una época y
a una cultura profundamente argentinas, que reúne lo rural heroico, lo
noble en la política (Ansola es apasionado por el Partido Liberal y
entusiasta de la Sociedad Rural) y lo europeo, la buena lectura y las
cabalgatas interminables en Corrientes y el Chaco. (...)” “Su
trayectoria tiene una gran tristeza, que consigna en el libro. ‘Perdí
mis campos, los que fueron de mis abuelos. Me derrotó la naturaleza,
inundando, y los hombres, cobrando impuestos a las tierras bajo el
agua’. Pese a esto, qué hombre, qué historia, qué hermosa tierra”
(10). Notas 1.
Luna, Félix: Soy Roca. Buenos
Aires, Sudamericana, 1991. Pp. 322-3. 2.
S/F: “Florencio Constantino: Breve Biografía”, en
Municipalidad de Bragado. 3.
Benítez, Rubén: Los dones del
tiempo. Buenos Aires, GEL, 1998. 4.
Fernández Díaz, Jorge: Mamá.
Buenos Aires, Sudamericana, 2002. 5.
Degoy, Susana: Niní Marshall, La máscara
prodigiosa. Manrique Zago, 1997. 6.
Ulanovsky, Carlos: “Niní Marshall Genia y figura”, en La Nación Revista, Buenos Aires, 25 de mayo de 2003. 7.
Noy, Fernando: “A los ‘pieses’ de la Marshall”, en Clarín, Buenos Aires, 24 de mayo de 2003. 8.
Luna, Félix: Soy Roca. Buenos
Aires, Sudamericana, 2000. 9.
Castro, Manuel: “Manuel Dopazo”, en Viajero
Celta, 1996. 10.
Graham-Yooll, Andrew: “Desde Corrientes”, en La
Nación Revista, Buenos Aires, 5 de junio de 2005. Franceses
“La
vida y obra del padre Salvaire es desde hace tiempo motivo de
estudio de monseñor Dr. Juan Guillermo Durán. Apasionado y comprometido
con el tema, ha emprendido una cuidadosa investigación recurriendo a
archivos de distinta naturaleza para dar cuerpo a dos de los tres volúmenes
dedicados a su figura”. El obispo se refirió en una entrevista a ese
trabajo (2): “Para comprender un poquito estos libros que yo he dedicado
al padre Salvaire, es necesario tener en cuenta esto. El primer libro de
la trilogía que voy a dedicar al padre, rescatando momentos fundamentales
de su vida hasta su muerte, se editó en 1998 y lleva por titulo El
padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un episodio
de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes. Transcurre entre 1866, que
es cuando el malón toma cautivos a doña Jacinta Rosales de Lazos y a sus
cinco hijos en Villa Nueva, Córdoba, cerquita de Villa María, y son
llevados a Leubucó por los ranqueles, hasta l875 cuando el padre Salvaire
visita las tolderías de Namuncurá. (...) El segundo tomo se inicia con
el regreso del padre a Azul en noviembre, después de un viaje de
aproximadamente 23 días, cuando logra traer a tres de los hijos -uno había
escapado a Bahía Blanca y después se reencuentra en Villa Nueva con su
madre- y otros seis cautivos más. Allí permanece trabajando con los
indios de Catriel a la espera de que Namuncurá diga sí a la invitación
del misionero, porque le dijo que lo iba a pensar. El segundo tomo se
llama En los Toldos de Catriel y
Railef. La obra misionera del Padre Jorge María Salvaire en Azul y
Bragado, y es el estudio detallado de los dos años de misión del
padre Salvaire y Meister en Azul y un viaje que hizo Salvaire para
misionar en los meses de julio, agosto y parte de septiembre en Bragado,
en la tribu, también acantonada, del cacique José María Railef. (...)
los padres Meister y Salvaire en febrero dejan Azul. Salvaire pasa a Luján
otra vez en 1876, y trae el propósito de cumplir el voto que le había
hecho a la Virgen cuando su vida corrió peligro en las tolderías, en su
viaje de octubre, noviembre de 1875. Ante un serio peligro de muerte,
prometió que si la Virgen intercedía por su vida escribiría la
historia, contribuiría a la difusión del culto e intentaría construir
un nuevo santuario que reemplazaría al de Lezica y Torrezuri. Ahí
comienza el tercer tomo que estoy tratando de construir y que llevaría el
titulo El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y capellán del Santuario.
Ahí reconstruiremos el momento en que escribe la historia de la Virgen de
Luján que publica en 1884 en dos tomos, las gestiones del padre para
comenzar la construcción del nuevo santuario, su viaje a Europa para
lograr la coronación pontificia de la Imagen, la colocación de la piedra
fundamental del Santuario, cuando es nombrado párroco hasta su
fallecimiento, el 4 de febrero de 1899. Serían tres libros que abarcarían
la vida de Salvaire en la Argentina, desde su llegada, como docente,
misionero y luego cura y capellán de Luján” (1). Notas 1.
S/F: “Para acercarse al mundo de Salvaire”, en www.elcivismo.com. 2.
Durán, Juan Guillermo: El
padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un
episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes, 1998. En
los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del Padre Jorge María
Salvaire en Azul y Bragado El
Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y capellán del Santuario. Griegos
En
su libro La cita en Buenos Aires,
Saga de una gran familia sefaradí (1), Vittorio Alhadeff,
“oriundo de la ciudad de Rodas, hace desfilar ante el lector diversos
episodios del dominio turco y de la ocupación italiana del Dodecaneso.
Pero la tremenda verdad de las guerras da paso a la crueldad del fascismo
y del nazismo para cerrarse con la llegada en los años 40 a Buenos Aires,
donde se refugian los últimos miembros de una familia que creyó en el
trabajo y en el progreso” (2). Alfredo
M. Beranger escribió Yo, Panayotis
Triposcoufis (De Grecia a la Argentina) (3). Notas 1.
Alhadeff, Vittorio: La
cita en Buenos Aires, Saga de una gran familia sefaradí.
2.
Malinow, Inés: “Testimonio familiar”, en La
Nación, Buenos Aires, 4 de enero de 1998. Irlandeses
En
1865, “Sebastián Hamilton, acompañado por su hermano Thomas,
llega a la Argentina, donde su padre había adquirido tierras y donde
William, su hermano mayor, ejercía la profesión de médico. Viajó de
mala gana pero finalmente quedó seducido por la amplitud de las tierras
pampeanas y por el estilo de vida de los gauchos, y obsesionado por la
tierra que heredó” (1). La
autora de Don Sebastián (2) es
Susan Wilkinson, nacida en Bombay y formada en Dublin, quien en 1970 se
estableció en Buenos Aires y conoció “la tierra que habían habitado
sus ancestros –su tatarabuelo llegó con sus cinco hermanos a la
Argentina en 1866, y fue entonces que la rama familiar
quedó dividida, algunos volvieron a la Irlanda originaria y otros
quedaron para siempre aquí, formando parte de la llanura extensa de La
Pampa-.” (3). Notas 1.
Wilkinson, Susan: Don Sebastián.
Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 1996. 2.
Gacetilla de prensa. Italianos La
Asociación Dante Alighieri publicó numerosos volúmenes de biografías
de ítaloargentinos destacados. Entre estos volúmenes se cuentan Rodolfo
Kubik, compositor y músico, por Vittorio Balanza; Juan
A. Buschiazzo, arquitecto y urbanista de Buenos Aires, por Alberto O.
Córdoba; Torquato Di Tella,
industrial y algunas cosas más, por Torcuato Di Tella; Roberto
F. Giusti. Su vida, su obra, por Fermín Estrella Gutiérrez; El
padre Marcos Donati y los franciscanos italianos en la misión de Río
Cuarto, por Inés I. Farías; Eugenio
Pini, el maestro y las armas, por Alberto A. Fernández; Cesare
Cipoletti. Sus obras, sus proyectos, sus colaboradores, por Paolo
Girosi; José Ingenieros, por
Francisco P. La Plaza; Francisco
Bibolini. De la Liguria a la Pampa, por María C. Maradeo; Agustín
Rocca en treinta años de recuerdos, por Dionisio Petriella; Alberto
M. De Agostini SDB, por Amalia del Pino; Clemente
Onelli, de pionero de la Patagonia a director del Jardín Zoológico,
por Diego A. Pino; Rodolfo Mondolfo,
maestro insigne de filosofía y humanista, por Eugenio Pucciarelli y
otros; Carlos Spada, médico y filántropo,
por Carlos A. Rezzónico; Víctor De
Pol, el escultor olvidado, por Edgardo J. Rocca; Eugenia Sacerdote de Lustig,
una pionera de la ciencia en la Argentina, por Laura Rozenberg; Joaquín
Frenguelli. Vida y obra de un naturalista completo, por Mario E.
Teruggi, y Syria Poletti, mujer de dos mundos, por Walter Gardini. Alcides
J. Bianchi es el autor de Valentìn,
el inmigrante (1), obra en la que relata la vida de su padre, exitoso
empresario afincado en Mendoza. Don Valentín nació en Fasano, Italia, en
1887. Se dedicó a la docencia hasta que una carta de su hermano lo decide
a emigrar a la Argentina. Tenía veintidós años. El hijo evoca ese viaje
lleno de ansiedad e incomodidades, con las ratas caminando por encima de
la cama del pasajero. En nuestro país, el italiano desempeñó distintos
oficios, destacándose por su facilidad para la contabilidad y su
excelente caligrafía, que le valió el apodo de “el gringo de la letra
bonita”. Fue empleado contable y rematador de lotes, hasta llegar a su
ocupación definitiva: la de bodeguero. Formó familia en San Rafael,
donde nacieron sus hijos. La esposa soportó la estrechez de los primeros
tiempos haciendo economía en el hogar. El autor relata que la mujer
cazaba pajaritos con su rifle y los hijos –pequeños, en ese entonces-
los deshuesaban, para almorzarlos con polenta. Cuando llegó el momento de
pensar en el futuro de su empresa, hizo que los hijos mayores –una hija
y el autor de la biografía- estudiaran para poder continuar con el
emprendimiento paterno. A partir de ese momento, comenzó a viajar periódicamente
a Fasano, donde, ya viudo, pasaba temporadas con su hermana, a quien no
había visto durante décadas. Bianchi encontró la muerte en una ruta de
su pueblo, en 1968. El autor relata - basándose en una importante
investigación y en la colaboración prestada por aquellos a quienes
agradece- cómo el inmigrante llegó, desde la orfandad que signó su
infancia, hasta la posición social y económica que se forjó en la
Argentina. Este libro narra la historia de un inmigrante exitoso que, sin
embargo, nunca dejó de sentir nostalgia por su tierra. Deja
Italia el matrimonio Vairoleto con su primogénito, porque “en aquella
región las posibilidades de prosperar eran muy escasas para los aldeanos
pobres, y Vittorio concibió el proyecto de ir a América. Algunos
emigrantes, incluso un cura que había estado en la parroquia de la villa,
escribían enviando noticias favorables desde la Argentina, un país donde
hacía falta mano de obra y eran bienvenidos los labriegos italianos para
poblar las colonias agrícolas. Ilusionados por esas perspectivas,
Vittorio y Teresa se dispusieron a marchar al nuevo continente con su bebé
recién nacido” (2). Notas 1.
Bianchi, Alcides J. Valentìn, el
inmigrante. Santiago de Chile, ediciòn del autor, 1987. 2.
Chumbita, Hugo: Ultima
frontera. Vairoleto: Vida y leyenda de un bandolero. Buenos Aires,
Planeta, 1999. Polacos
La
historia que nunca les conté - El Libro de Gisela (Polonia 1943-1944),
fue escrito por Mariano Fiszman y Roberto Raschella. “El protagonista de
este relato –afirma Rubén Chababo- es Gisela Gleis, una joven judía de
nacionalidad polaca, habitante de Stanislawow, un pequeño poblado, quien
durante los años de la ocupación alemana se refugia junto a una
treintena de personas de su pueblo natal en un sótano. Durante casi dos años,
esperando el fin de la guerra y el cese de la ocupación, este grupo
resiste la más absoluta de las adversidades. La posibilidad de ese
refugio les es brindada por un hombre, vecino del lugar, de religión católica,
llamado Staszek, quien ante la evidencia de la deportación y el asesinato
masivo de miles de judíos llevada adelante por la Gestapo, decide
arriesgar su vida para que ese puñado de perseguidos se salve de una
muerte segura. Una vez terminada la guerra Gisela Gleis emigra a la
Argentina junto a su marido Max, también habitante del sótano, y es en
nuestro país donde viven y mueren ya ancianos, él en 1990 y ella en
2001. Los escritores Roberto Raschella y Mariano Fiszman fueron tras la
voz de Gisela y durante tres años la entrevistaron en su casa del barrio
de Flores, tratando de obtener la mayor información posible para que esta
historia no fuera olvidada” (1). Notas 1.
Chababo, Rubén: “La dimensión única del milagro de una vida”, en La Capital, Rosario, 14 de agosto de 2005. Rumanos
El
rumano Julius Popper es el protagonista de Popper.
La Patagonia del Oro, biografía escrita por Daniel Ares (1). Notas 1.
Ares,
Daniel: Popper. La Patagonia del Oro. Buenos
Aires, Alfaguara. Rusos En
Tío Borís: un héroe
olvidado de la Guerra Civil Española,
biografía de un descendiente de rusos nacido en la Argentina, Graciela
Mochkofsky se refiere a sus antepasados José y Moisés Mochkofsky: “El
primer Mochkofsky que llegó a la Argentina, José, un judío ruso nacido
en Ekaterinovka (así lo certifica su partida de defunción; nadie
recuerda ya si el dato es
correcto), era mecánico. Uno de los últimos inventos de su vejez fue una
aguja de coser que se enhebraba fácilmente. Moisés, hijo de José,
nacido, según sus papeles, en Slenin, provincia de Grodne, Rusia, aprendió
ebanistería en el colegio de carpintería de la Casa Real de Inglaterra,
donde vivió en los primeros años del siglo XX, antes de emigrar a la
Argentina con sus padres. Montó su carpintería en los fondos de su casa
de la calle Santa Rosa 465, en el centro de Córdoba. (...) Renunció al
ruso y al idish; hablaba castellano como un cordobés de nacimiento. Con
la lengua, también renunció al judaísmo” (1). “Tío
Borís cuenta el extraordinario rescate de un personaje perdido en el
tiempo. Enterada de la existencia de un tío abuelo, cuyo recuerdo había
permanecido oculto en su familia por décadas, la narradora emprende su búsqueda
a través de memorias que se borran, documentos que se desvanecen, y una
cultura del secreto que permanece viva casi un siglo después. El libro
indaga en un conflicto central de la era moderna: las dimensiones perdidas
de la política y la guerra, pero también en las historias que nos
circundan cotidianamente. Una mirada aguda, irónica, tierna sobre el
valor de la memoria y el olvido, y un vibrante alegato sobre la
naturaleza, trágica y conmovedora, del heroísmo” (2). Notas 1.
Mochkofsky, Graciela: Tío Borís: un héroe olvidado de la
Guerra Civil Española. Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 272 pp. 2.
en www.editorialsudamericana.com.ar Ucranianos
Graciela
Mochkofsky es la autora de Timerman. El periodista que quiso ser parte
del poder (1923-1999) (2). ..... Las
biografías son testimonios de los que nos valemos cuando queremos conocer
la historia de la inmigración en nuestro país. En ellas, encontramos la
evocación de vidas llenas de coraje y nostalgia. |
María
González Rouco
Licenciada en Letras UNBA, Periodista
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