Cautere cita letras en las que se observan menciones superficiales de la divinidad, referencias centradas en el recinto del templo, la facultad del Creador de perdonar nuestras faltas, pedidos, súplicas, agradecimiento, resignación, blasfemia, decepción.
Se refiere por separado a Enrique Santos Discépolo, “en la certeza de que se trata del poeta del tango que con mayor asiduidad abordó la temática. Además, y fundamentalmente, por ser quien evidenció un profundo sentido crítico y analítico de la realidad social de su época y, consecuentemente, mostró en sus letras un criterio emocional de acercamiento a la figura del Creador”. Analiza la referencia a Dios en varias letras de tangos, y transcribe completa la letra de “Tormenta”, “Por ser la más rica y completa invocación a Dios que formuló Discépolo”.
Sustentada en cuatro pilares -la fe del hombre de campo, la del hombre de la ciudad, la fe de los inmigrantes católicos, y el anticlericalismo de otros inmigrantes- esta obra lleva a verificar que "la sinceridad que aparece en muchas letras con temática de fe como las que hemos mostrado puede mostrar un acercamiento del hombre a Dios en los distintos momentos de la historia que fue viviendo. Y eso implicaría un signo de búsqueda de Dios, porque los poetas que de El hablaron lo encontraron, buscándolo o, no".
El investigador se ocupa, finalmente, del verso lunfardo, “una muestra de otra expresión poética afín con el tango”, la “movida” tanguera en los colegios salesianos y la “Misa Tango”, expresiones contemporáneas -estas dos últimas- "de la relación tango-religiosidad".
Mención aparte merecen las ilustraciones de Silvana Delfino, la calidad del papel y las fotografías, y la edición en sí.
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