Bomarzo, una opera argentina
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Novelista y cuentista relevante, Manuel Mujica Láinez estuvo vinculado al cine y al teatro, tanto como escritor como en su labor de traductor o asesor. Seguimos al respecto la cronología elaborada por Jorge Cruz, a la que incorporamos datos provenientes de nuestra investigación en archivos de teatros, museos y diarios. La primera intervención de Mujica Láinez en el cine data del año 1945; en esta fecha colabora como asesor literario en la realización del filme Cuando en el cielo pasen lista. La película, dirigida por Carlos Borcosque, fue estrenada el 29 de noviembre de dicho año. En 1946 realiza la adaptación cinematográfica de Capitán Pérez, un cuento de Carlos Octavio Bunge; dirigió el filme Enrique Cahen Salaberry; se lo estrenó en el cine Monumental el 7 de febrero. En 1981 se estrena la versión cinematográfica de tres cuentos de Misteriosa Buenos Aires, obra publicada en 1950. La película fue titulada De la misteriosa Buenos Aires y reúne los cuentos “EI hambre”, "La pulsera de cascabel" y "El salón dorado". Fue estrenada el 10 de septiembre (víspera del cumpleaños del escritor) en los cines Ideal II y Grand Splendid. La dirigieron Alberto Fischerman, Ricardo Wulicher y Oscar Barney Finn. El guión fue escrito por Ernesto Schóo y los tres directores. Luis Maria Serra compuso la música y la protagonizaron Aldo Barbero, Eva Franco, Julia von Grolman y elenco. Este filme ganó la primera mención en el XXIII Festival Internacional de Karlovy Vary, Praga, que tuvo lugar entre el 3 y el 15 de julio de 1982.
El aporte del autor de Los
Ídolos al cine no puede compararse con su
importancia en el ambito teatral, en el que destaca la ópera Bomarzo, de
la que nos ocuparemos mas adelante. Estuvo ligado al drama como autor y
también como traductor. En 1964 se estrena Les femmes savantes de Moliere
en el Teatro Comedia Nacional Argentina. En 1967, el Teatro Liceo ofrece
Les fausses confidences, de Marivaux, traducido por el escritor. Un año después, se estrena Sueño de una noche de verano de William Shakespeare,
en la versión de Mujica Láinez y Guillermo Whitelow; se representó en el
teatro Caminito, dirigida por Cecilio Madanes. En 1982, finalmente, se
presenta Fedra, de Racine, traducida diez años antes. María Emma Carsuzán comenta la inclinación del escritor por los temas históricos; dice que hay un "aspecto serio, profundo, de la personalidad de Mujica Láinez que él pretende velar tras la apariencia de esa elegancia malgre tout, un poco frívola de los caballeros porteños de fin de siglo. Es el aspecto del lector asiduo, infatigable, además del de investigador de la historia y de observador estudioso de todas las manifestaciones del arte". Jorge Cruz, autor de un interesante libro sobre Manucho nos recuerda que, en 1958, el escritor visitó por primera vez Bomarzo, cerca de Viterbo, en Italia, y quedó impresionado por el "parque de los monstruos", algo alejado del castillo que data del siglo XII. "Lo que presentí entonces y fue mi clave futura es que cada uno de esos monstruos representaba, como un símbolo, un momento de la vida del duque Orsini, que los había mandado a esculpir”, dijo a a Cruz. "En mi libro he intentado la reconstrucción novelesca de su vida, teniendo por guías a esos monstruos”
En la novela, el duque Orsini, de catorce años, relata: “Soñé que
estaba en un parque rocoso, poblado de enormes esculturas. Era el parque
de Bomarzo. Yo no podía entenderlo aún, pero ése era el parque futuro de
Bomarzo, mi obra peregrina. Y en medio de los monstruos, los dragones, los
titanes, que emergían de la fronda, experimentaba un alivio maravilloso,
Me perdía entre ellos, como en una floresta encantada y, aunque los demás
temían a su ejército fantasmal, yo los amaba, amaba a mis monstruos de
piedra, porque sólo rodeado por su guardia, por sus zarpas, por sus
fauces, por sus colosales esqueletos agrietados, sería capaz de seguir
viviendo, viviendo, viviendo eternamente". No era la primera vez que recibía un premio nacional, ni sus meritos eran desconocidos para los lectores. Varios años antes, Rómulo Quintana lo había definido como un "escritor de sobresaliente jerarquía". En el diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, el 9 de junio de 1946, Manuel Gálvez afirmó que se trataba de un "escritor de la nueva generación, dotado de talento y dueño de una prosa admirable". En 1964 se estrena la cantata Bomarzo, con música de Alberto Ginastera, en Washington. Al año siguiente, dicha cantata se presenta en el Teatro Colon, de Buenos Aires. La dirigió Maurice Le Roux, fue interpretada por el barítono Víctor de Narke y narrada por Luis Medina Castro. Dos años después, viaja a los Estados Unidos para el estreno de la opera homónima, en el Lisner Auditorium de la Universidad George Washington, en Washington. Por ese entonces, se excluye Bomarzo del programa del Colon. Este hecho no debe haber sorprendido al escritor, quien ya aludía a esa posibilidad en su novela: "Como éstas son las memorias sinceras de un señor cautivo del Diablo y no una novela pornográfica -aunque no se de qué modo las clasificara la imprevisible censura actual-", dice Orsini, al relatar un pasaje escabroso. En 1968 -anota Cruz- Mujica Láinez realiza un nuevo viaje a los Estados Unidos para asistir al estreno de la opera en Nueva York, en el State Theatre del Lincoln Center. En el mes de mayo, Radio Excelsior emite Bomarzo, episodio radial en un capitulo de ciento veinte minutos. En ese mismo año es nombrado Comendador de la Orden al Merito, de Italia.
En abril de 1972 se estrena la opera en el Teatro Colón, interpretada por
la Orquesta, Coro y Ballet Estables del Teatro. Tito Capobianco estuvo a
cargo de la producción y puesta en escena, Antonio Tauriello dirigió la
orquesta; Tulio Boni, el coro; Maria Ruanova, el ballet, y Vicente La Feria fue el director musical de escenario. La música es de Alberto
Ginastera y la coreografía fue realizada por Oscar Araiz. En sus memorias, Orsini escribe: "Cuando nací, el Esculapio hogareño que tuvo a su cargo la tarea de facilitar mi ingreso en el mundo destacó una anomalía en mi espalda, provocada por Ia corvadura y desviación de mi columna vertebral hacia el lado izquierdo. Luego, al crecer y definirse mi cuerpo, se tuvo Ia certidumbre de que aquello era una giba, corcova, joroba, llámesela como se la quiera llamar -ya lo he dicho, ya lo he dicho-, deformación a la cual se sumó otra, en la pierna derecha, que me obligó a arrastrarla levemente y que el Esculapio en cuestión no pudo advertir en el primer instante". Aunque el protagonista de la ópera no está en condiciones físicas y psicológicas tan desfavorables, algo lo aproxima a este joven de la colonia: tanto uno como el otro causan vergüenza a su familia, son motivo de oprobio para quienes debieran comprenderlos. Y algo los distancia: mientras que el "ser horrible" muere en 1807, Pier Francesco goza de vida ilimitada. Refiriéndose a sus mayores y a sus hermanos, el duque exclama: "¡Y que equivocados estaban los cuatro Orsini en lo que a eso concernía, pues quién iba a sugerirles la extravagante idea inverosímil de que algún día (ahora) yo escribiría sobre ellos, en tanto que ellos estarían muertos, bien muertos, reducidos a polvo, con cuatro siglos de muerte y de olvido encima y sin nadie mas que yo para recordarlos!". Vida eterna le auguró el astrólogo; vida eterna le ha dado Mujica Láinez en esta novela memorable. |
Lic.
María González Rouco
Lic. en Letras UNBA, Periodista
La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 1998
Gentileza
de María González Rouco
Libros, trabajos, artículos periodísticos, cuentos y poemas
http://mariagonzalezrouco.galeon.com/index.html
Ver, además:
Manuel Mujica Lainez en Letras Uruguay
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