La escritora –que festejó en diciembre pasado los 50 años de la publicación de su primera novela Hay que sonreír– integra el jurado del primer Premio Literario Fundación El Libro cuyo ganador se anunciará en un acto especial a fines de marzo. “Hablar en la Feria es un honor muy importante en un momento político y cultural complicado tanto en el mundo como en el país. Veo recortes de presupuesto en lo que atañe a cultura y a educación y hay un cambio de paradigma en América Latina respecto de lo que se estaba viviendo hace unos años, aunque la palabra paradigma ya está gastada. Me parece sorprendente que hayan sido tan pocas mujeres en 43 años de feria, habiendo tan buenas escritoras históricamente en la Argentina”, plantea Valenzuela a PáginaI12.
–¿Cree que a las escritoras todavía les cuesta hacer oír sus voces?
–En cierta medida sí. Hay una extraña discriminación. Si bien estuvo de moda la escritura de mujeres, no fue necesariamente la más sólida de las escrituras la que fue considerada en ese momento, ¿no? La Feria del libro es como un umbral: estamos entrando en otro universo, en el universo del libro, de la metáfora, ese sitio donde nos podemos entender mejor a través de la lectura y del reconocimiento de otros mundos y otras instancias.
–¿Cómo será su discurso? ¿De qué temas hablará?
–La imaginación nos hace falta en este momento de tantos ajustes económicos. La imaginación permite encontrar salidas laterales a los problemas cotidianos y tan imperiosos. Va a ser una especie de convocatoria a pensar juntos porque no tengo la solución y creo que nadie la puede tener; pero podemos ir avanzando planteándonos preguntas. “La imaginación al poder” de París del 68 es muy linda, pero lo que interesa ahora es el poder de la imaginación no para llevarla al poder, sino para ver cómo hacemos para encontrar otra manera de acercarnos al capital y a esa noción tan tremenda que nos rige ahora, que es el dinero. Cuando uno se sienta a escribir, todo lo que después pensaste se estructura de otra manera.
–¿Por dónde va esa búsqueda?
–Esa búsqueda va por donde ha ido siempre: no es encontrar respuestas sino maneras de enfocar, lugares desde donde proyectar luz a algo que queremos indagar. En esa instancia en que lo que vamos a estar haciendo es abrir las puertas hacia ese universo de conocimiento que encierra una Feria del Libro tenemos que estar alertas a aquello que nos resuena y nos puede dar una vía de contención. Pero tampoco puedo adelantar demasiado lo que voy a decir porque cuando empiezo a escribir no sé muy bien adónde me van a conducir las ideas. De hecho en un Encuentro Internacional de Escritoras en Ottawa, yo me senté a escribir que no había un lenguaje femenino propiamente dicho y después, en el momento de tratar de elaborar esa idea, me di cuenta de todo lo contrario: que hay una manera de ver la palabra y el lenguaje desde la mujer. Como escritora, siento que tengo implicado el cuerpo en cada acto de lectura. Escribir es también una forma de leer lo que te rodea.
–¿Cómo lee lo que la rodea aquí y ahora?
–Dejamelo escribir antes de contestarlo verbalmente… Cuando volví de Estados Unidos, tenía que escribir una obra de teatro, pero no pude porque me agarró la hiperinflación y el golpe de Estado económico que le hicieron a (Raúl) Alfonsín en ese momento tremendo del 89, entonces escribí Realidad nacional desde la cama. Ahora tengo un proyecto de escribir una Realidad nacional desde el banco, pero sería un banco de la Plaza de Mayo, que mira al Banco Nación, a la Casa de Gobierno y a todo lo que está sucediendo en esa plaza vallada. Pero es un proyecto que no sé si lo voy a seguir…
–¿Lo empezó?
–No, pero lo pensé, que es una manera de ponerlo en incubadora porque al fin y al cabo uno va incubando lo que escribe. Como estoy incubando ahora lo que voy a decir en la Feria, porque realmente quiero decir algo que valga la pena ser dicho.
Ver, además: Luisa Valenzuela celebra los 50 años de la publicación de Hay que sonreír - “Los bajos fondos de la ciudad son los bajos fondos del alma” - 16 de diciembre de 2016