Reportero de guerra

de "Testigo de la bruma"
poema de Patricia Díaz Bialet
info@patriciadiazbialet.com

Odio la violencia de los hombres que no tienen salvación
porque ellos sólo creen que su boca sirve únicamente
para devorar pedazos de carne enmohecidos por la lluvia.

He visto la pulcritud de un campo de batalla
mientras una guerra de impulsos saltaba sobre los cadáveres cubiertos por el polvo.

Llevarán los soldados en su cabeza una corona de flores
y la explosión derramará sus instintos como un cráter ofuscado.
Y sus huesos sonarán a campanas vacías.
Y ya no gozarán de la sed en días de diluvio.

Quién se animará a tocar sus rostros desarmados
o a barajar sus naipes ante un sabio.

Imposible cortar laureles para sus frentes dispersas sobre el barro.
Imposible ejecutar la marcha de la victoria o del fracaso
para sus oídos despedazados bajo una roca.
Imposible curar los sobrantes de sus heridas flotando en el aire rojo de los alrededores.
Imposible volver a asesinarlos para que pierdan la memoria.

Odio la violencia de los hombres que no saben qué fabricar con su dinero
y se dedican a explotar ilusiones como fuegos artificiales.
Odio la violencia de los hombres que tragan alcohol como agua bendita
y se sirven de una fuente tan sucia como sus más decentes pensamientos.
Odio sus camas con perfumes de prostitutas que ellos alquilan
como si fueran trajes de fiesta.

Odio sus documentos secretos que respiran el incienso de un caja fuerte.

Odio sus estadías en hoteles de países tropicales
y sus teléfonos rojos que sólo sirven para traicionar inocentes.

Hombres que han vivido sin poesía,
en continentes pudriéndose en pobreza
y la zona del hambre cubriendo todo el cuerpo.

Tienen la cobardía de un pirata ante el zumbido de la orca
y los ojos de cera para reconocer a la presa.

Jamás volveré a ser la misma.
No.

No tendría que haber visto esto.

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