Twain como piloto, según LIFE en 1905 |
Twain como prócer, según LIFE en 1899 |
Mientras los
Estados Unidos crecían hacia el oeste y hacia el sur, mientras la guerra
con México y la conquista del Oeste expandían sus ya vastas fronteras,
surgió una nueva generación de escritores, muy ajenos al puritanismo de
Nueva Inglaterra o al trascendentalismo de Concord. Todavía Longfellow y
Timrod pertenecían a la tradición de las letras inglesas; la nueva
generación de escritores, cuyas voces nos llegaban desde el Mississippi y
las soledades de California, no tuvo siquiera que rebelarse contra aquella
tradición. El primero fue Samuel Langhorne Clemens (1835-191O), que dio
fama mundial al seudónimo Mark Twain. Clemens fue
tipógrafo, periodista, piloto fluvial, subteniente en las fuerzas armadas
del Sur, buscador de oro, escritor de piezas humorísticas,
conferenciante, editor de un diario, novelista, editor, hombre de negocios,
doctor honoris causa de
universidades norteamericanas e inglesas y, los últimos años de su vida,
una celebridad. Nació en Florida, pequeño pueblo de Missouri. La población
era allí de cien almas; Mark Twain se jactó de haberla aumentado en un
uno por ciento, "algo que muchas personas distinguidas no habrían
podido hacer por su país".
Poco después su familia se mudó a Hannibal (Missouri), en
la ribera del Mississippi. Durante la vida se sintió envuelto por la
imagen y la nostalgia del río, que inspiró sus mejores libros, Tom Sawyer y Huckleberry
Finn. A los veinte años concibió el plan de explorar las fuentes del
Amazonas, pero al llegar a New Orleans decidió convertirse en piloto
fluvial en el Mississippi. Este período le reveló los más diversos
tipos humanos; años después llegó a escribir: "Cada vez que en la
ficción o en la historia encuentro a un
personaje bien definido, me intereso personalmente en él, porque ya nos
conocíamos de antes, debido a que nos habíamos encontrado en el río".
En 1861 la Guerra de Secesión cerró el río para la navegación; Mark
Twain, tras unas dos semanas de actividad militar, acompañó a su hermano
hacia el Oeste. Hicieron el largo viaje en diligencia. En San Francisco,
California, Bret Harte y el humorista Artemus Ward lo iniciaron en la literatura;
desde entonces utilizó el seudónimo Mark Twain, que en el lenguaje de
los pilotos del río equivale a "dos brazas". En 1865 un cuento
corto, "La celebrada rana saltarina de Calaveras" le dio una
fama continental. Después llegaron las giras de lectura, los viajes a
Europa, a Tierra Santa y al Pacífico; los libros que serían traducidos a
todos los idiomas; su casamiento, su prosperidad y los reveses económicos;
la muerte de su esposa e hijos; el renombre, la soledad secreta y el
pesimismo. Para sus
contemporáneos Mark Twain fue un humorista, un hombre cuyas más pequeñas
acciones eran difundidas por el telégrafo, de un extremo al otro del
planeta. Esas bromas, que nos llegan ahora, parecen un poco endebles.
Queda y quedará, sin embargo, Huckleberry
Finn, el punto de partida, según Hemingway, para toda la novela
norteamericana. Su estilo es oral; sus personajes principales, un niño
travieso y un negro fugitivo, parten en una balsa de noche para
surcar las anchas aguas del Mississippi y así nos describen la vida en el Sur antes de la Guerra
Civil. Llevado por un generoso sentimiento que no comprende del todo, el
niño ayuda al esclavo, pero queda afligido por el remordimiento de
convertirse en cómplice en la huida de un hombre que es propiedad de una
mujer de la aldea. A partir de este gran libro, que abunda en admirables
evocaciones de las mañanas, de las noches y de las aterradoras riberas
del río, surgieron después otros dos libros cuya línea general es la
misma: Kim de Kipling (19O1) y Don
Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes (1926). Huckleberry
Finn se publicó en 1884; por primera vez un escritor norteamericano
utilizaba el lenguaje de Norte América sin afectación. John Masón Brown
escribió: "Huckleberry Finn enseñó
a hablar a toda la novela norteamericana". El cometa
Halley brillaba en el cielo cuando Mark Twain nació, y él predijo que
sus días no se acabarían hasta que el cometa volviera. Y así ocurrió:
en 191O el cometa volvió y el hombre murió. El
novelista Howells
escribió: "Emerson, Longfellow
y Holmes... los conocí a
todos... Se parecían entre sí... pero Clemens fue único, incomparable,
el Lincoln de nuestra literatura".
(En "Introducción a la literatura norteamericana", 1967. Texto tomado de la edición en inglés |
por Jorge
Luis Borges
El País Cultural Nº 75
30 de marzo de 1991
Digitalizado e incorporado a Letras Uruguay, por su editor, en el año 2003, primeros pasos del sitio en la web
Ver, además:
Jorge Luis Borges en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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